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Chapter 2 - Un discreto adiós

BOCÓN

Ayer por la noche había terminado de hacer la cola del reptil engreído de Hipo, tenía que adecuarlo a su nueva pierna, no era precisamente una fina obra de herrero, pero le serviría por un tiempo hasta que él pudiera pensar en algo mejor. Con Astrid hasta pensamos en un dibujo para la cola. Hipo no había despertado aun, Así que no me moleste en llevarla a su casa. Salí hace un par de horas de mi turno de vigilancia con la esperanza de que Estoico se presentara rápidamente, yo tenía que terminar varios pedidos. Sin Hipo estas casi dos semanas habían sido de arduo trabajo, ya que no paraban de llover pedidos de nuevas armas ya que todo se había perdido en la lucha contra el enorme dragón. Genial, más trabajo para mí.

—Muchacho loco, dándole más trabajo a su viejo maestro —resoplaba yo en señal de frustración, pero aun Así no estaba enfadado con él. Hipo siempre había cumplido con creces las expectativas que yo tenía de un aprendiz. Hacia armas tan finas que me sentía yo un aprendiz. Nunca tomo crédito de las cosas que hacía, es más muchos llevan armas pensando que las hice yo cuando en realidad fue Hipo quien las hizo para ellos, pero él no quería que lo supieran.

—¡Bocón! ¡Ven rápido! —Phlegma la madre de Astrid entró corriendo en la fragua con una mirada un tanto perturbada. Pensé que sería alguna clase de problema doméstico, Así que lentamente me saque el delantal de trabajo.

—¿Qué paso? —le pregunté, al comienzo no tan interesado en problemas, ya que yo mismo tenía varios, tenía muchos pedidos que terminar y poco tiempo para hacerlo.

—Es Hipo —me miró un poco preocupada. Yo sabía cuánto se preocupaba Phlegma por Hipo, Valka había sido muy amiga de ella y casi lo veía como un hijo para ella.

—¿Que hizo ahora ese chico? —me quejé mientras empezábamos a andar hacia la casa del jefe.

—Parece que se fue —¿se fue? ¿Pero cómo? Quiero decir Chimuelo no puede volar.

—Como que se fue, hace unas horas que yo vi que estaba en su cama como hace más de dos semanas —mi mente viajo rápidamente a la aleta que le había preparado, me metí a su pequeña habitación en busca de la aleta que había dejado allí, no estaba.

—Bueno al parecer se despertó, pero no hay rastro de él —salí rápidamente de la habitación y Phlegma estaba esperándome en la puerta, Así que empezamos a caminar, pero claro ella caminaba con largas zancadas y yo tenía casi que arrastrar mi pierna mala.

—¡Espera! que no es fácil andar con esto —para un hombre de una sola pierna puede ser difícil llegar a subir algunas cuestas.

—Oh claro —se disculpó mientras aflojaba el ritmo.

—¿Lo sabe Estoico? —la idea de que Estoico se enterara me hacía pensar en todos los escenarios posibles, sin duda sería un gran golpe para él. Estoico se sentía culpable por lo que había pasado, no había escuchado a Hipo y se había obstinado con la idea de vencer a ese dragón por sí solo. Todo desembocó en que su hijo casi perdiera no solo una pierna sino la vida.

—Creo que no, solamente estábamos Gothi y yo. Fuimos a ver cómo estaba —Gothi y Phlegma habían sido las que había atendido a Hipo desde que llego de la isla Dragón, habían hecho la amputación y el cuidado de que la herida no se infectara.

—Ve a buscarlo, yo iré a registrar la casa —nos separamos, continúe mi camino a la casa de Hipo. Cuando entré se veía y se sentía vacía, el fuego había sido apagado, Así que se sentía fría. En el fondo la cama donde Hipo había estado dormido se veía vacía. Subí a la planta superior a registrar su habitación y se veía un poco revuelta. La ropa que usualmente estaba colgada había desaparecido. Me acerqué al escritorio y encontré un par de sobre con tres nombres: Papá, Astrid… y mi nombre.

Mientras Estoico venía decidí abrir mi sobre. La letra bien definida y prolija de Hipo se dejaba ver desde el saludo.

"Bocón

Desde que tengo memoria siempre has estado a mí lado, cuando todo el mundo me rechazó por ser… pues… un Hipo, tú me aceptaste en tu fragua, me enseñaste todo lo que sé y por eso estaré siempre agradecido.

Quiero pedirte un último favor. No dejes que mi papa me busque, yo simplemente no quiero ser encontrado, cuando esté listo volveré. Gracias por todo lo que hiciste por mí y porque en la fragua encontré un lugar donde podía ser yo mismo.

Hipo y Chimuelo"

Terminé de leer con dificultad, mientras tragaba pesadamente, no podía dejar que Estoico leyera esto, eso le rompería el corazón. Yo sabía que amaba al muchacho, a su manera. Tal vez no como el Hipo necesitaba ser amado, solamente Valka logro darle el cuidado que Hipo merecía, pero se fue muy pronto como para que Estoico aprendiera. La puerta de la casa se abrió de golpe, Así que rápidamente me guarde el sobre en un bolsillo para que nadie lo viera. Era mejor que Estoico no se enterara de esto por mí mano. Si Hipo le había escrito seguramente alguna cosa le diría. Eso era suficiente.

—¡Bocón! —Estoico entró intempestivamente y se escuchaba el ruido del desorden que estaba causando abajo. También se podía escuchar la voz de Phlegma tratando de tranquilizarlo.

—Aquí arriba —dije tratando de mantener la calma y los nervios. Sería un momento difícil. Rápidamente Estoico subió entrando a la habitación de Hipo.

—¿¡Que paso!? ¿Dónde está Hipo? —empezó a revisar la habitación con detenimiento.

—Estoico —puse mi mano sobre su hombro. Se veía claramente alterado.

—¡Hipo! —gritó con fuerza, supongo que todo el pueblo se enteraría de que algo le paso a Hipo dentro de poco.

—¡Estoico! Él se fue —grité llamando su atención, pero luego suavicé mi voz. La noticia hizo que Estoico se pusiera tenso. Temía que podía darle alguna clase de ataque de ansiedad.

—¿Como? No puede ser, él necesita descansar —la ansiedad de la negación de la noticia que acababa de darle estaba empezando a aflorar.

—Al parecer él no lo vio Así, porque se fue —traté de sonar lo más tranquilo posible.

—Pero ¿por qué? —preguntó un poco derrotado, por primera vez la voz de Estoico el Vasto no imponía autoridad. Sin duda estaba tocado por la situación.

—Esto es para ti —le entregué el sobre que era para él. Phlegma lo vio y me hizo una seña para que esperásemos abajo. Estoico se sentó en la cama de Hipo con los ojos vidriosos mientras se disponía a abrir el sobre.

—Estaremos abajo —Phlegma empezó a bajar y a mitad de escalera hable.

—Sera mejor que vayas por Astrid… hay una nota para ella —Phlegma se detuvo en seco, se veía nerviosa, pero solo fue un momento hasta que finalmente logro articular palabra alguna.

—Iré por ella —fue todo lo que dijo para luego salir rumbo a su casa.

ASTRID

Me desperté de un par de horas de sueño pensando en Hipo… pobre. Había sufrido tanto en los últimos días. Aun en su inconsciencia habían hecho falta varias personas para sostenerlo mientras le terminaran de amputar la pierna. Los gritos de dolor y desesperación eran aterradores. Yo no sabía qué hacer para calmarlo, mi madre había estado con Gothi haciendo la amputación Así que ella al verme desesperada por no poder hacer nada me pidió que le acompañara, me entrego un paño húmedo para que mantuviera su rostro fresco, pero era inútil, jamás se borraran las muecas de dolor y los gritos indescifrables que salían de Hipo mientras la sierra terminaba de cortar la carne de su pierna destrozada y luego el hueso. Pedía ayuda… pedía que por favor se detuvieran. Sentía que lo estábamos torturando, me dolía en el corazón verlo Así.

Nadie se merecía esto y mucho menos él, después de lo que había hecho por la gente de Berk. La vida de Hipo no volvería a ser la misma después de esto. En parte me sentía culpable por todo lo que a él le estaba pasando, todo esto no tendría que haber terminado Así, no tendría que haber sacrificado su pierna por gente como nosotros que jamás vimos lo bueno que hay en él.

Mi memoria no era tan nítida, pero tenía recuerdos de Hipo y yo jugando cuando éramos niños. Risas y juegos, venturas y largas horas pasando el tiempo, pero luego todo cambio, yo no sé en qué momento ya no fue lo mismo. Simplemente paso que Hipo fue asignado como aprendiz de Bocón y yo me enfoque más en la lucha y el combate, fue como que nuestros mundos se separaron. Nunca más volvimos a dar esos paseos que antes dábamos en el bosque buscando monstruos y tratando de atrapar ardillas, jamás fue demasiado hábil con eso, pero siempre la pasábamos bien.

Todo cambio, tan de repente que no me di cuenta, ya no había un motivo para ir a su casa, simplemente no había una razón real para estar con Hipo. Yo nunca fui uno de esos que humillaban a Hipo, pero tampoco hice nada al respecto y eso fue lo que lentamente me alejo más y más de él. Hubo momento en los que quería acercarme a él, pero su torpeza solamente me hacía ser más insegura, como si nada podría volver a ser lo mismo.

En el fondo de mi corazón quería que las cosas fueran como antes.

—¡Astrid! —la voz de mi madre terminó de despertarme porque ya era casi de noche, había dormido más de lo que quería y dentro de unas horas empezaba mi turno para ir a ver a Hipo, no podíamos estar todos despierto todo el tiempo Así que con el jefe y Bocón nos habíamos dividido los horarios para poder cuidarlo y esperar que despertara. Llevaba más de dos semanas sin siquiera dar una señal de que fuera a despertar, pero había algo raro en la desesperación de su voz Así que rápidamente me levante de la cama, me había acostado vestida para no perder tiempo en prepararme, Así que solo me acomode la trenza que tenía hecha y baje corriendo las escaleras.

—Madre ¿qué paso? —dije tratando de descifrar el rostro ensombrecido de mi mama. Estaba caminando nerviosamente hacia la puerta, pero yo no entendía nada de lo que estaba pasando.

—¡Ven rápido! —no respondió a mí pregunta solamente abrió la puerta y me hizo una seña para que le siguiera.

—¿Que ha pasado? —le pregunté sin moverme de mi lugar, quería respuestas, mi mama sonrió amargamente dándose cuenta de mi obstinación.

—Hipo —eso fue todo lo que necesitaba para empezar a andar, pero su rostro no era acorde a lo que yo pensaba que estaba pasando.

—¿Despertó? —le pregunte mientras trataba de seguirle el paso, con las zancadas largas que ella daba era necesario que yo corriera.

—No… ven rápido —eso me heló la sangre por completo ¿podría haberle pasado algo a Hipo? ¿Podría haberse desatado una infección y no viviría para que yo pudiera hablar nuevamente con él, para dar más paseos en Chimuelo?

—Mamá ¿Hipo? —trate de contener la opresión de mi pecho y me quede helada en mi lugar, mi mama tuvo que haber sentido que no la estaba siguiendo porque se detuvo. Se giró y se acercó a mí y tomo mi mano para hacerme andar nuevamente.

—No, Hipo no está muerto, pero… —la voz de mi mama dudaba entre sí decirme o no. Se veía que estaba teniendo un mal rato mientras me llevaba a la casa del jefe.

—¿Pero que mama? —le pregunté un poco enfadada de que tuviera que guardar tanto secreto.

—Pronto lo sabrás —me dijo mientras me jalaba del brazo y de mala gana me dejaba llevar, ya casi estábamos en la casa de Hipo.

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