LightReader

Chapter 10 - Esparta

ZOE

Llegamos a Esparta después de varias horas de viaje, casi era de noche y la guardia solo nos permitió pasar porque se trataba de Perseo. Los soldados me miraban con cierto recelo, pero Perseo se encargó de ahuyentar sus miradas con un comando de no molestarme ya que estaba bajo su protección. La ciudad era hermosa, las calles amplias y llenas de personas que todavía estaban comerciando, en algún lugar lejano se escuchaba el sonido de una flauta y unos tamboriles, una guardia de como 50 soldados desfilaba por las calles de la ciudad a paso marcial, haciendo que el piso temblara con cada una de sus pisadas y algunos niños miraban con emoción ese desfile, como si fuera la cosa más digna y su único deseo fuera ser el próximo soldado que desfilara por esas calles.

—Perseo! —escuche una voz femenina que me retorció el estómago. Percy volvió su rostro de lo concentrado que estaba leyendo un pergamino que le había entregado uno de los guardias. Una sonrisa en su rostro que me perturbo, todo el camino había sido un silencio sepulcral, desde que salimos de nuestra última parada no había pronunciado ninguna palabra, pero ahora repentinamente sonríe como si todo hubiera sido olvidado.

—Imea! ¡Que gusto verte! —Perseo se adelantó e hizo una pequeña reverencia, para luego ser abordado por el abrazo de esta chica desconocida para mí, pero supongo que era demasiado familiar para Perseo para no escapar de su abrazo, la sola idea cubría mi cuerpo de un calor rabioso que quería ser desatado sobre esta mujer, de aspecto joven… casi tan joven como Perseo, cabello color chocolate y ojos que a la poca luz del sol se veían como color miel.

—No trajiste a Eneas? ya sabes las chicas preguntan mucho por el… algunas creo que han tomado más interés por Eneas mismo que por ti… y la verdad no las culpo —Perseo sonrió descaradamente mientras esta chica tomaba a Percy del brazo y yo solo estaba sentada sobre mi caballo completamente ignorada, la verdad quería reclamar, pero sentía que no tenía derecho ya que yo misma había dejado claro que no quería la atención de Perseo.

—Entonces es una buena noticia no crees? —Perseo le dio una sonrisa pícara que hizo reír un poco a Imea… se veía tan casual y liviano que temía averiguar de dónde se conocían tanto estos dos. Pero no podía evitar sentirme ignorada, tenía ganas de salir de allí con mi caballo, pero eso no sería muy inteligente en una ciudad donde claramente soy extranjera.

—Si lo que tú digas —esa chica continuaba con sus brazo alrededor del brazo de Perseo como si fuera de lo más natural y no tenía intención de soltarlo en un futuro cercano.

—Como están las cosas por aquí? —preguntó Perseo frunciendo el ceño mientras acariciaba el caballo de Perseo, yo montaba sobre el nuevo caballo que Eneas había comprado. Era una maravilla, su paso era firme, y se notaba su predisposición a la velocidad.

—No muy bien… hace unos días vinieron unos mensajeros persas con amenazas para toda Esparta… querían sumisión y lealtad a Persia y a su rey… ya puedes imaginarte como termino… —Perseo arrugo la frente mientras se frotaba las manos con algo de nerviosismo. No podía leer lo que pasaba por la mente de Perseo, pero seguramente no era nada bueno.

—Casi puedo hacerme una idea… —dijo algo despreocupado.

—Fue increíble! Ahora el pozo está lleno de persas… —Imea se veía emocionada, ¿a qué pozo se refiere? Supongo que luego tendría tiempo de preguntarle a Perseo a qué lugar se refería Imea.

—No esperaba menos de nuestro rey —Perseo dijo con solemnidad. ¿Sera que podría llegar a conocer al rey Leónidas y a su esposa la reina Gorgo? Eso sería un honor…

—Te quedaras con nosotras? —mis sentidos se volvieron a alertar al escuchar esas palabras, como si fuera poco que esa chica tuviera a Perseo del brazo todo el tiempo ahora también había la posibilidad de que nos quedáramos bajo el mismo techo? ¿Es que acaso también lo quiere en su cama? ¡La sola idea me enfurecía!

—Eso depende… —la voz de Perseo sonaba tan sugestiva que me daba nauseas de solo pensar en lo que querría insinuarle. Pero al parecer a Percy le parecía de lo más normal. Menos ganas me daban de siquiera dirigirle la palabra.

—De qué? —pregunto Imea son una sonrisa tímida. Quería arrancarle la cabeza al ver esa sonrisa coqueta en su rostro y a Percy respondiendo con otra sonrisa.

—Tienes una habitación extra? No viajo solo… —Finalmente Perseo se acordó que tenía una compañera de viaje, aunque sonaba injusto mi reclamo interno, pero no podía sentirme más ofendida por había sido un fantasma en su interacción con esa chica. Imea se desprendió del brazo de Percy rápidamente.

—Oh… —la chica asomo su cabeza para mirar detrás de Perseo y mirarme, frunció un poco el ceño, supongo que mi mirada y mi rostro no eran del todo agradables para ella que yo estaba echando fuego.

—Imea… Zoe… Zoe… Imea —bravo! Perseo se acordó de mi nombre y que estaba justo detrás de él. Quería decir algo elaborado, pero todo lo que me salió fue un áspero y seco…

—Mucho gusto… —Imea me observo por un momento como si me estudiara de pies a cabeza, para luego reservarse la sonrisa que traía en el rostro.

—Un placer… —dijo ella, pero sinceramente dudaba que se tratara de un placer para ella, como tampoco lo era para mí.

—Y ustedes…? —Imea me miro y luego hizo un gesto a Percy, estaba preguntando si éramos pareja. Deseaba con todo mi corazón que Perseo mostrara alguna clase de tartamudez o nerviosismo que me mostrara que pensaba en mí de esa forma…

—Oh no! Claro que no… —su seguridad me perturbo aún más y la sonrisa de Imea me hizo estallar internamente de rabia como si se sintiera ganadora por la respuesta de Perseo.

—Ufff que alivio… sabes que te quiero solo para mi… —Imea volvió a tomarse del brazo de Perseo más firmemente y Perseo parecía no sentirse incómodo con eso, al contrario, se reía con gracia

—Perdón? —dije rápidamente, al ver que Perseo no se daba cuenta de lo que estaba provocando en mí, como si nuestro beso… y el beso que me dio no tuvieran la mayor importancia ahora mismo, estaba retorciendo el cuchillo de la indiferencia y los celos en mi interior y lo estaba disfrutando.

—No hay nada que perdonar querida… —dijo Imea mientras yo quería arrancarle la lengua por llamarme querida. Perseo tomo la mano de Imea y la retiro de su brazo suavemente.

—Porque no te adelantas y avisas a tu madre que nos alojaremos allí… iré a presentarme… y mostrarle un poco de la ciudad a Zoe… es la primera vez que viene a Esparta… —Imea sonrió ligeramente.

—Claro… guía turístico… no demores porque no encontrara comida… ya sabes podría preparar tu plato favorito esta noche… —¡Por los dioses! ¡Ósea que Imea si puede cocinar para él y él está más que embelesado por eso y a mí no me permitió hacer nada de eso!

—No se diga más! Llegare a tiempo —rápidamente Perseo tomo su escudo y sus armas de su caballo y le entrego las riendas a Imea.

—Baja Zoe… Imea se llevará los caballos —Ni siquiera me ofreció la mano para descender del caballo ya no había nada de la caballerosidad que me había mostrado en todo este tiempo y no puedo culparlo, pero quería que siguiera siendo asi.

—Ven aquí precioso… es el nuevo semental? —Imea tomó las riendas de mi caballo si siquiera preocuparse si es que había terminado de bajar completamente.

—Si… una maravilla… gran compra —dijo Perseo mientras palmeaba la cabeza del caballo en reconocimiento a su gran belleza y desempeño.

—Sabes que Eneas se lo gano al capitán en la puja no? —Perseo se quedó boquiabierto al escuchar las palabras de Imea. Imea solamente rio ligeramente.

—Bromeas? ¡Maldito muchacho… ahora tendré que soportar la venganza del capitán! —Perseo se quejó mordiéndose el labio.

—Tiene nombre? —pregunto Imea, yo estaba a punto de decirle un nombre que había pensado para el caballo, pero Perseo se adelantó.

—No… aun no… asi que te permitiré nombrarlo —Imea estaba extasiada de felicidad. Y Perseo sonreía por la emoción que mostraba la chica. Ella empezó a acariciar al caballo y unir su frente con la del caballo.

—Oh pequeño engendro de Poseidon… que nombre te pondremos? —Perseo se tensó automáticamente al escuchar el nombre de su padre. Y por un momento me sentí especial todo parecía indicar que Imea no conocía esta parte de la vida de Perseo… ¡Y yo sí!

—Se…rá… será mejor que nos apresuremos —se giró para mirarme y hacerme una seña para que lo siguiera. Imea despidió con la mano a Perseo y luego se giró para mirarme.

—Te veré luego… un gusto Zoe —dijo con una sonrisa, pero yo no podía tolerar su sonrisa por más tiempo.

—Claro… —el aburrimiento en mi voz fue evidente y más para Perseo que rápidamente me hablo.

—Vamos… hay mucho por hacer todavía —dijo con voz áspera para luego empezar a caminar por las calles de Esparta. El olor de las especies era tan intenso y diverso que era imposible diferenciar toda la riqueza de olores que había.

—Quien es ella? —pregunte con suspicacia y con toque de celos que esperaba que no se diera cuenta de ello. No quería que supiera que me estaba torturando.

—Ella es… Imea… larga historia… ahora vamos… primero tengo que presentarme con mis superiores sino te importa —su respuesta me sonó a una forma de evadirme, pero no presione por el momento.

—No me importa —dije tratando de sonar desinteresada en su respuesta.

—Perfecto… —y con eso empezó a acelerar el paso. A nuestro paso podía ver a muchos soldados dispersos vigilando las calles de Esparta, al ver a Perseo hacían una pequeña reverencia, a la cual es respondía, pero también podía ver las miradas de asombro y un poco de desconfianza que descansaban sobre mí.

—Porque me miran asi? —Perseo se detuvo por un momento, pero no se giró para mirarme. Algo había cambiado ligeramente en su aura, como que se sentía más decidido a no prestarme atención, durante el camino había intentado hablar conmigo, pero ahora eso parecía no ser una preocupación.

—Asi cómo? —Pregunto un poco intrigado por mi pregunta. Tal vez no se había dado cuenta que estaba siendo objeto de miradas desconfiadas y no era nada agradable.

—Con desconfianza… —Perseo giro su cabeza, pero sin mirarme y pude ver como fruncía el ceño.

—Estamos en tiempos difíciles… todos los extranjeros son objeto de desconfianza —me explicó, pero no de manera demasiado convincente y por lo menos no me dejo más tranquila.

—Entonces porque me paseas por las calles de Esparta? —le reclame, bien podría haberme enviado con Imea… tal vez no era la mejor idea y tal vez estaba haciendo un problema de nada, pero no sé porque me sentía un poco agresiva hacia Perseo.

—No quieres conocer? —me pregunto también un poco agresivo como si mi pregunta le hubiera incomodado más de lo que pretendía que lo hiciera.

—Me siento más incómoda con las miradas —susurre mientras a mi lado pasaban soldados y gente que por la vestimenta tenían algo que ver con el gobierno de la ciudad. Perseo solamente le dirigía una mirada dura que no había conocido mucho, solamente cuando lo había visto por primera vez y estaba cara a cara con Hércules.

—Ya casi llegamos… solo me presentare con el capitán y saludaré a mi sobrino si se puede —No pude evitar poner una cara de sorpresa al escuchar sobre un sobrino.

—Sobrino? pensé que no tenías más familia —Percy parpadeo ligeramente como si estuviera pensando en su respuesta.

—Mi madre tenía una hermana… pero nunca fuimos muy cercanos —Percy no parecía muy apenado por la lejanía que tenía con lo quedaba de la familia de su madre y eso me intrigaba aún más. Empezó a caminar y yo detrás de él.

—Veo que eres muy respetado por los soldados —dije tratando de empezar una nueva conversación ya que todo se había tornado algo torpe y el silencio realmente me estaba matando.

—Soy algo asi como el tercero en la cadena de mando… el rey primero… el capitán y luego otros 2 compañeros junto conmigo… básicamente —supongo que le pareció divertida mi cara de sorpresa porque pude ver una ligera sonrisa.

—Solo tienes que… 22 años? —al parecer ese comentario no le pareció tan bueno como el anterior porque frunció el ceño con algo de disgusto.

—En Esparta escalas por tus méritos en combate… digamos que me he probado a mí mismo que merezco estar donde estoy —dijo de manera firme y apurando paso, como si pensara que yo estaba insinuando que por su edad no merecía estar donde estaba.

—No estaba dudando de tu capacidad —le susurre mientras me ponía al día con sus pasos, necesitaba dar dos pasos cada vez que el daba solamente uno. Perseo no se detuvo a responder, sino que siguió caminando hasta que llegamos a lo que parecía un palacio, guardias apostados a ambos lados de la puerta principal y otros muchos a lo largo de todo el perímetro de la propiedad como si se tratara de un fuerte militar. Sentí un poco de pánico al ver sus miradas dirigidas hacia mí.

—Ya casi hemos llegado —retrocedió un poco para poner su mano en mi espalda y guiarme hacia adelante como si quisiera cuidar mis espaldas, me sentí que me ruborizaba ligeramente al sentir su protección sobre mi tan cerca.

—Será mejor que espere aquí —dije deteniéndome de golpe y sintiendo su mano más presionada contra mi espalda, pero rápidamente la alejo de mí y sentí un poco de tristeza al sentir la ausencia de su toque sobre mí. Me sentía terriblemente confundida y asediada por toda clase de sentimientos, rabia porque Perseo me había rechazado, celos por esa chica llamada Imea, tristeza porque parecía que había pasado de su anhelo por conversar conmigo y ahora un poco de desconcierto al ver un poco de indiferencia en su trato hacia mí.

—Será mejor que me sigas sino quieres que algún soldado te interrogue… no te alejes —dijo y luego empezó a avanzar hacia la entrada. Al vernos los soldados saludaron estruendosamente. Perseo sonrió y luego me hizo una seña para que mantuviera el paso cerca de él. Entonces se escuchó la voz de un niño que gritaba el nombre de Perseo. Él se adelantó dejando unos metros atrás mientras se encontraba con aquel niño.

PERSEO

—Perseo! —escuche la voz de mi sobrino… y no dude en girar para verlo, parecía que había crecido en mi ausencia, aunque eso tenía sentido ya que me había tomado un mes en mi viaje.

—Plistarco! —grite sonriendo al hombre que antes de mi viaje era un niño… se notaba que había estado entrenando con su padre, tenía que hacerlo, pronto seria su momento de probarse a sí mismo. Tres días a su suerte en medio de un deshabitado lugar plagado de fieras salvajes —Espérame aquí… —me gire para decirle a Zoe que mantenía su mirada seria, pero ahora mismo no podía encargarme de eso. Corrí hacia dónde venía el niño y cuando estábamos casi cerca me percaté que su madre estaba detrás de él con esa mirada seria, pero a la vez llena de un significado cálido de bienvenida. Plistarco intento darme un golpe, pero rápidamente lo evadí y luego puse mi mano sobre su cabeza para mantenerlo alejado y luchando en vano.

—Por fin has encontrado tu camino hacia nosotros hijo de mi hermana —la voz de mi reina denotaba la preocupación de la situación que Esparta estaba viviendo. Era inevitable, ella había sido hija del rey anterior a Leónidas asi que estaba relacionada con el gobierno desde que nació. Me incline profundamente dejando en paz a Plistarco que se paró a mi costado contemplando mi lanza, no dude en dársela para que pudiera maniobrarla un momento.

—Mi reina… lamento mi demora —Gorgo me miro con un poco de fastidio hasta que pude sentir su mano sobre mi hombro acercándome para darme un abrazo cálido y familiar (investigando me entere que se llama asi… es un nombre raro, pero en fin no puedo alterar eso XD ).

Mi madre había sido una de las cuantiosas víctimas de una guerra hace mucho tiempo y quedo huérfana y en Esparta no había lugar para los huérfanos, asi que era ley que cada familia debía adoptar a los niños y niñas y criarlos como propios, mi madre fue adoptada por la familia real desde que era una bebe y con ello se le dio la oportunidad de tener una educación formal, asi como la oportunidad de poder enseñar a las futuras generaciones. Pero en medio de ese periodo estuvo mi padre y yo… y luego de que fui concebido mi madre se fue a vivir lejos de la ciudad y eran pocas las veces que tuvimos contacto con Gorgo y su familia, las cosas no podían ser fáciles ya que no quería que pensaran que mi ascenso fue por alguna conexión con la esposa del rey, y aunque estoy orgulloso de estar ligado a su familia, no puedo aun sentirme totalmente cómodo con la familiaridad del trato que la reina me ofrece.

—Basta de formalidades… creí que habíamos pasado de eso hace mucho —Gorgo me sonrió ligeramente y rápidamente le respondí la cortesía con una ligera inclinación de cabeza y una sonrisa tímida.

—Eso es correcto —dije con sinceridad, pero nunca le confesaría que no me sentía tan a gusto y era algo que no se resolvería rápidamente, aun con mi verdadero padre me costaba tener una actitud abierta. Gorgo tomo mi brazo y empezamos a caminar hacia la entrada, pero al ver a Zoe, aun parada donde la deje mirando a su alrededor de manera tímida, Gorgo me detuvo.

—Quien es la muchacha? —Parecía curiosa por ella y me miró fijamente para ver mis reacciones, había aprendido a no dejarme notar, con mucho esfuerzo.

—Su nombre es Zoe, viene de la región de Acaya, la encontré durante mi licencia. No tenía hogar y le ofrecí mi protección —Gorgo me miro por un momento y luego sonrió maliciosamente. No quería ir por eso camino, pero ella podía ser muy tediosa si se lo proponía… ya había intentado emparejarme con otras chicas antes…

—Solo eso? —tragué con algo dificultad y negué rápidamente, tratando de mantener bajo control mis emociones… ella simplemente no quería saber nada sobre mí. Lo había dejado tan claro… ni siquiera como su amigo que era lo único que podía ofrecerle.

—Por favor… solamente somos amigos —Gorgo sonrió señalando con un movimiento de su cabeza a Zoe que se frotaba las manos y miraba en nuestra dirección, pero en cuanto nuestros ojos se cruzaron ella aparto la mirada.

—Pues no es lo que mis ojos ven —yo sabía que si había sentimientos… de ambas partes tal vez… pero era imposible… la sola idea me traía dolor y desesperación.

—No es un buen momento para eso —susurre y Gorgo endureció la mirada asintiendo a mis palabras. Ella podía entender que no podía concentrarme en otra cosa que no fuera defender a Esparta, ella misma seguramente sufría con la idea de que nuestro rey partiera a la guerra porque sabía que Leónidas moriría por Esparta sin dudarlo.

—En eso tienes razón… pero hay un brillo en sus ojos… algo diferente —Yo ya no estaba mirando a Zoe, sino que le estaba dando la espalda, pero Gorgo mantenía su mirada en ella, estudiándola.

—Mi rey ha regresado ya de consultar al oráculo? —desvié la conversación a lo que realmente era importante ahora mismo. Gorgo frunció el ceño como si la sola pregunta fuera motivo de recordar muchas cosas.

—Debe estar de vuelta para el anochecer, pero algo me dice que no es la respuesta que deseamos —todos sabíamos que ese grupo de avariciosos viejos putrefactos eran solo un obstáculo en los intereses de Esparta… pero era la ley…

—No nos quedaran muchas opciones… pero estoy seguro que mi rey encontrará la forma de defender Esparta sin violar las leyes —Gorgo asintió con algo de cansancio, se notaba que había pasado algunos días en vela… sus ojos cansados lo reflejaban, estaba sufriendo junto con todos nosotros. Como se esperaba de la reina de Esparta.

—Eso espero Perseo —vi como ella empezó a perderse en sus pensamientos y tal vez era mejor dejarla descansar un poco.

—Debo presentarme con el capitán… pero pasare a despedirme cuando nos vayamos —Gorgo salió de su momento de profundos pensamientos para darme una pequeña sonrisa. Plistarco ya no estaba por ningún lado… niño seguramente anda presumiendo que tiene una nueva lanza.

—Claro adelante… yo me encargare de tu amiga —mi cara debe haber sido traumática porque Gorgo empezó a reír llamando la atención de algunos soldados que pasaban por nuestro lado.

—Enserio? —dije frustrado por que mi tía prácticamente me estaba exponiendo, ahora Zoe no dejaría de preguntarme porque Gorgo reía.

—Ve… no te preocupes… no te delatare… solo quiero conocerla — decidí que no había nada de malo en que mi única familia pudiera conocer a Zoe además que le haría bien conocer nuevas personas.

ZOE

Podía sentir que alguien la persona que estaba hablando con Perseo se acercaba mientras el desaparecía por los pasillos del palacio. Me puse nerviosa porque se veía que era una mujer imponente y segura de sí misma.

—Zoe, ¿correcto? —la mujer que había estado conversando con Perseo me hablo con voz fuerte pero amable. Se veía elegante y adornada discretamente con algunas alhajas de oro. Parecía de la nobleza, pero no quería asegurar nada ya que también había visto algunos sirvientes con esa clase de lujos.

—Asi es —dije lo más suave posible. Ella me miraba con una media sonrisa en su rostro como si esperara que yo respondiera asi.

—No debes temer… no voy a hacerte nada —sus palabras me dieron un poco de confianza, todo lo que había sentido era las miradas desconfiadas en la gente.

—Es que todo el mundo me ha mirado como si fuera una clase de espía —la dama que estaba frente a mí me sonrió con algo de tristeza. Podía sentir que no era precisamente una criada… ya que se notaba que el peso de los acontecimientos estaba sobre ella.

—Estamos en un momento delicado —dijo susurrando y ofreciéndome su mano, la cual tome casi con naturalidad, pero todavía tenía cierta timidez de hablar. Empezamos a caminar hacia donde antes había estado conversando con Perse…

—Guerra —susurre como si fuera algo prohibido. Tal vez lo era ya que Perseo me lo había contado.

—Asi es —me respondió ella con los ojos entrecerrados como si estuviera analizándome. No podía resistirme más con el misterio de saber quién era esta mujer.

—Supongo que tú debes ser familia de Perseo —me pare haciendo lo mismo con ella. Al comienzo me miro de manera un poco neutral, pero rápidamente una sonrisa triste se vio en su rostro.

—Si… la única familia que le queda —Perseo me había hablado un poco de su familia, pero solo desde que su madre lo tuvo… antes estaba velado un poco para mí, y Eneas tampoco me dio demasiados datos, asi que esto era nuevo e importante. Entonces tuve un presentimiento extraño que me recorrió entera, me solté del agarre de la mujer sin nombre por un momento.

—Cuál es tu nombre? —pregunte un poco exaltada por la realidad que me estaba golpeando. Ella me miro por un momento con la mirada seria al ver mi reacción. Pero no fue durante tanto tiempo

—Gorgo reina de Esparta —dijo con seguridad y orgullo. Entonces mi suposición n estaba del todo errada, yo pensaba que podría ser alguien de la nobleza, pero no un rango tan elevado.

—Mi señora… —me incline rápidamente con algo de vergüenza por haber actuado tan despreocupadamente. Ella pudo notar el rubor en mis mejillas y como me mordía el labio inferior con fuerza asi que rápidamente negó con las manos.

—Por favor… creo que Perseo ya te pego sus modales —sonrió ella mientras yo no podía dejar de ruborizarme al escuchar el nombre de Perseo. Ella nuevamente me ofreció la mano y esta vez con algo de miedo y reverencia acepte su ofrecimiento. Caminamos en silencio por un tramo más hasta llegar a una arena donde el muchacho que había salido a recibir a Perseo primero estaba con una lanza blandiéndola con gran habilidad

—Lo siento —dije tratando de empezar nuevamente la conversación y disculparme por mi comportamiento anterior.

—No te disculpes —me dijo la reina dando una suave palmada en la mano "Donde se están quedando?" me pregunto mirando hacia su hijo… trague dolorosamente y casi podía sentir el fuego que me consumía por dentro.

—En la casa de Imea —el susurro de mi voz era amargo y fue totalmente evidente para la reina que no estaba para nada de acuerdo con quedarnos en ese lugar. Esa chica simplemente era insoportable para mí.

—Paso algo que deba saber? —me pregunto ella con una ceja levanta, no quería hablar sobre ello, no quería que nadie supiera que estaba ardiendo de celos porque esa chica prácticamente se había apoderado de Perseo.

—A qué se refiere? —pregunte inocentemente, o la menos tratando de fingir inocencia.

—Basta de formalismos —dijo ella un poco cansada. Trate de guardarme mis formalismos para no fastidiarla más de lo que ya estaba con todo lo que estaba pasando.

—A que te refieres? —volví a formular mi pregunta con un tono más ligero.

—Dices su nombre con un tono amargo —afirmo ella observándome con detenimiento, pero no pude evitarlo y desvié la mirada. Ella simplemente rió de manera discreta al verme evadir su mirada.

—Nada… es solo que —trate de ordenar mis ideas para encontrar una excusa. Pero solo balbuceaba sin nada concreto que decir.

—Que? —dijo ella tratando de sacarme la verdad, pero yo no iba a ceder.

—Nada —dije finalmente con la poca fuerza que me quedaba.

—Celos… es lo que detecto en tu mirada —abrí mis ojos rápidamente al escuchar la palabra celos. Ella había podido leerme tan rápido que me sentí débil y expuesta. La reina me sonrió con algo de burla en sus ojos, como si le complaciera verme asi.

—No estoy celosa… es solo que esa chica se apropia de Perseo como si fuera suyo! —dije con frustración acumulada no pudiendo contenerme más al respecto. Quería romper algo para desfogar toda la rabia que tenía contra Imea… y contra Perseo que se había dejado abrazar y tocar por esa chica con tanta facilidad.

—Bueno en cierta forma lo es —sus palabras hicieron que se me helara la sangre y un escalofrió maligno me recorriera toda la espalda.

—Que quieres decir? —pregunte con voz temblorosa y su mirada se suavizo un poco como si la compasión hacia mi fuera muy grande.

—Bueno veras —ella empezó a hablar, pero no pudo seguir porque levanto la mirada y se detuvo. ¡Dioses que pasó ahora!

—Listo! ¡Podemos irnos… la verdad muero de hambre! —la voz de Perseo me sobresalto y rápidamente me di vuelta para mirarlo con una mirada dura. Seguramente se percató de eso porque frunció el ceño rápidamente.

—Perseo… —susurre con dureza y poco ánimo. Pude ver que su semblante decayó notablemente y luego dirigió su mirada hacia la reina.

—Interrumpo algo? —dijo más como una afirmación que como una pregunta, me mantuve neutral sin querer darla nada que indagar después.

—No… solo estábamos conversando —la reina rápidamente trato de restarle importancia, pero no sé porque podía ver una sonrisa ligera en su rostro como si estuviera satisfecha con la interrupción de Perseo.

—Nos veremos mañana, dile a Plistarco que no pienso dejarle esa lanza… fue un regalo —la reina negó rápidamente con la cabeza mientras miraba a la distancia a su hijo… llamado Plistarco con alegría.

—Sabes que terminaras regalándosela… ese niño puede ser muy persuasivo —ella le sonrió ligeramente y me sentía un poco extraviada de la conversación.

—Eso es cierto… pero no se lo dejare fácil —Perseo dijo de manera pensativa como si estuviera pensando en alguna clase de prueba.

—Eso está mejor —la reina sonrió con satisfacción. Todo debía ser merecido y ganado con esfuerzo. La fama espartana era intachable.

—Nos vemos tía —dijo Perseo con una sonrisa burlesca en su rostro.

—Agghhh me haces sentir vieja con ese término —la reina dijo con tono aburrido y enfado fingido.

—Exacto! —Perseo celebro enviando un puño al aire y dándole una mirada que tenía un mensaje que yo no podía entender.

—Zoe… ten cuidado con este chico —me advirtió con una mirada divertida que Perseo capto rápidamente y que hizo que frunciera el ceño.

—Lo tendré su majestad —dije con seriedad, pero rápidamente me vi corregida por la formalidad de mis palabras.

—Ya le pegaste tu formalismo Perseo —la reina le dio un ligero golpe en el brazo.

—Hey… no todo es mi culpa —dijo Perseo con seriedad y amargura como si la respuesta estuviera dirigida a mi… había tantas indirectas que últimamente no podía entender nada.

—Zoe eres más que bienvenida a estar aquí mañana… podría darte un recorrido por nuestra ciudad y continuar nuestra conversación —Perseo se quedó mirando a la reina con una ceja levantada y luego dirigió su mirada hacia mí, pero yo evite su mirada.

—Claro que si… será aun placer —dije rápidamente, emocionada y aliviada que al menos no tendré que quedarme con Imea y su madre mientras Perseo cumple con sus responsabilidades, además que Perseo y yo no estábamos en los mejores términos.

—Entonces le dices a este crio que te traiga a palacio cuando venga —La reina ordeno mientras Perseo seguía con una mirada perdida y el ceño fruncido.

—Asi lo haré —dije alegremente. Igualmente pensaba llegar al palacio, aunque Perseo no me guiara.

—Que tengan buen descanso —la reina nos despidió.

—Igualmente, dale mis saludos al rey cuando llegue —dijo Perseo de manera algo formal.

—Asi lo hare Perseo. Nos vemos Zoe —Luego Perseo me hizo una seña para que lo siguiera… su paso era firme y algo rápido para poder seguirlo, pero no me moleste en pedirle que redujera la velocidad, algo de nuestra última interacción lo había dejado algo despistado, al menos no era la única que se sentía perdida con todo lo que estaba pasando. Con cada paso que dábamos hacia la casa de Imea las palabras de la reina retumbaban en mi mente y no podía evitar sentir que me hervía la sangre. Pero al parecer Perseo no se daba por enterado de que mi rostro se iba deformando en una mueca de disgusto… Ahora tendría que soportar a esa muchacha presumida. Creo que iré directo a dormir, asi al menos no tendré que verla apoderándose de Perseo.

More Chapters