LightReader

Chapter 3 - capítulo 3 Bionanitos

Capítulo 3 Bionanitos

 

Ya había pasado un mes desde que Korr llegó a la galaxia Pegasus

y casi dos meses desde que había arribado a ese mundo. En ese corto periodo de

tiempo, Korr había adquirido toda la tecnología Alteran y Wraith, incluyendo

aquellas tecnologías que estaban OP como las sondas, los ZPM, el as

desmaterializador de los Wraith y su capacidad de almacenamiento de materia en

energía.

Con todas estas tecnologías, en un mes, Korr había creado una

nueva versión de nanitos, utilizando las células Wraith como base. Estas células

fueron la base de un retrovirus desarrollado por el doctor Beckett en la serie

Stargate Atlantis, que podía alterar la genética de una persona, incluyendo a

los Wraith, y también provocar cambios en su estructura física a una velocidad

relámpago.

Las células Wraith, eran la versión biológica de un replicador,

asimilando todo lo que se le pusiera delante sin importar sus defensas

genéticas y cambiándolo en pocos días.

Pensando en esto, Korr inició su proyecto de bionanitos con

un objetivo aún más ambicioso, ya que pretendía que las células Wraith se

adaptaran a sus propios propósitos y respondieran a sus órdenes, como lo hacían

los nanitos, funcionando en conjunto como una red neural.

El objetivo de Korr con los bionanitos, fue crearse un nuevo

cuerpo, pero no un cuerpo anfitrión, sino un reemplazo para su cuerpo simbionte.

Él creó toneladas de bionanitos, con un estándar específico conectados con una

red psíquica, lo que disminuiría la posibilidad de interferencia, ya que había

pocas especies psíquicas.

Así Korr pasó de ser un simbionte con forma de larva, a un

simbionte que era una masa de miles de toneladas de bionanitos, capaz de

dividirse en varias partes. Los cuerpos seguirían siendo solo marionetas para

él, por lo que solo fue un cambio de forma. Su nuevo cuerpo le daba muchas

ventajas, como una relativa inmortalidad, y un poder psíquico que podía cubrir

toda una galaxia con unos pocos satélites que funcionarían como antenas

receptoras y emisoras, lo que lo dejaba en un estado de semidivinidad, ya que

podrían destruir todo su anfitrión actual y eso solo representaría la pérdida

de una pequeña porción de su cerebro de miles de toneladas de bionanitos.

Korr no era inmortal, ya que a él mismo se le ocurrían varias

formas de matar a alguien como él, pero en comparación con las demás especies

naturales, él estaba en nivel 999 y ellas en nivel 1. Él había logrado hackear

el juego de la vida con éxito, y no había tenido que ascender para ello, por lo

que podía seguir robando y pronto construiría su propio imperio.

Con este objetivo, Korr planeaba conquistar una parte de la

galaxia. Korr no era una persona ambiciosa, él era humilde y no se quedaría con

todo, una tercera parte de la galaxia, unos tres mil millones de planetas, le parecían

un territorio aceptable para su imperio. Por supuesto, robar era lo primero, a

él no le gustaba jugar sin tener todas las cartas en sus manos y mirar a todos

sus enemigos desde arriba, como el dios que era…

Korr sacudió la cabeza. Algunas cosas del Goa’uld no lo

habían abandonado, pero la verdad era que él mismo no quería abandonarlas.

Tener un ego enorme era una sensación embriagadora a la que ya se había

acostumbrado.

A pesar de crear los bionanitos, Korr no se deshizo de los

nanitos. Los bionanitos no podían usarse para minar recursos o atacar como los

replicadores comunes. Tenían mejores usos en la ingeniería genética y el

desarrollo de biotecnologías. Tampoco tenían la capacidad de almacenar datos y

procesarlos de forma digital.

Por otro lado, los bionanitos tenían la estructura de una

célula, y esto significaba que no serían afectados por tecnologías como el

dispositivo de ondas que afectaba a sus pares metálicos.

Para probar sus nuevas capacidades, Korr había empleado los bionanitos

para realizar y acelerar las modificaciones que le había hecho a la nave

colmena capturada, que era su principal cuerpo anfitrión en este momento.

La nave colmena, al usar los ZPM, se convertiría en un arma

invencible por sí sola, pero Korr no estaba satisfecho con eso y había agregado

tecnología de hiperpropulsión Alteran, así como escudos. También había cambiado

el diseño de la colmena, que no le gustaba, sustituyéndolo por uno Goa’uld.

La nueva bionave constaba de un armazón negro y pulido con

una pirámide Goa’uld en el centro. El armazón, que rodeaba la pirámide, tenía

forma de insecto con patas y tres cabezas en posición triangular, que imitaba a

un replicador de tres cabezas con las patas extendidas.

En cada cabeza, Korr había montado diez cañones de partículas

con el mismo diseño del cañón de partículas que protegía Atlantis, y que

destruyó una nave colmena Wraith de un solo disparo. Estos cañones, construidos

en los astilleros Asurans, habían sido instalados en la bionave Leviatán, que

multiplicaba su eficiencia energética por diez. También eran móviles y podían

apuntar en un ángulo de 45° a cada lado, sumando 90°, lo que sumado a los otros

cañones hacía que la Leviatán tuviera un radio de disparo de 360°.

Por supuesto, incluso con un ZPM, sufriría con tal

desproporción de consumo energético y Korr solo había rescatado veinte de ellos

de los Asurans. Estas baterías no eran fáciles de construir, requerían la

creación de una dimensión artificial estable que tardaba años en construirse.

Por esto Korr pensó en algo más como fuente de energía.

Otro añadido a la Leviatán estaba en las pinzas delanteras

que llevaban antenas para mejorar el sistema de sensores. Tal enfoque en estos

sistemas haría que la bionave fuera capaz de explorar todo un planeta con solo

emitir algunas ondas de energía. Para todos estos agregados, la nueva bionave

de estilo goa’uld ocupaba cinco kilómetros de largo y casi lo mismo de ancho

debido a la extensión de los brazos y el agregado de las tres cabezas.

Para todos estos cambios, Korr había usado tres ZPM y los

nuevos bionanitos que realizaron las operaciones quirúrgicas de remodelado a

una velocidad de vértigo.

En la historia original, la nave colmena que obtuvo tres ZPM

hizo un desmadre en un par de días, pero Korr estaba creando una nave nueva a

partir del armazón de una nave colmena. Eso le llevó más tiempo, a pesar de

tener infinidad de recursos y los bionanitos que multiplicaban la velocidad de

desarrollo y crecimiento de la nave en varios pliegues.

La bionave, a pesar de su estilo de diseño goa’uld, tenía

algunas diferencias, como las antenas de sensores, y la pirámide también había

cambiado a una estructura cerrada sin ser hueca por dentro, porque Korr había

agregado un astillero para bionaves, una fábrica de sondas, varios

laboratorios, varias bodegas de carga, entre las que estaba una bodega de carga

inmensa donde estaban los Wraith capturados en hibernación forzada.

En cuanto al diseño de nuevas tecnologías mezclando las que

ya tenía, estaban los bionanitos y una mejora en seguridad, que era una biesfera

de 1,5 m de diámetro con un dispositivo de gravedad integrado, un sistema de

camuflaje, algunas armas ligeras, un generador de escudos, sensores avanzados y

una unidad de almacenamiento de materia mejorada.

Su fuente de energía era subespacial y se basaba en el

naquadriah, pero las tres que Korr ya usaba como guardaespaldas usaban cada una

un ZPM y serían capaces de generar un escudo tan resistente como el de

Atlantis, aunque no llegaría a cubrir más de diez metros de diámetro. Toda esta

biotecnología funcionaba con órdenes telepáticas.

Otra de las nuevas tecnologías fue el desarrollo de

replicadores humanos mejorados con un cerebro de bionanitos. Estos bionanitos eran

el mismo Korr, por tanto, se podía decir que los nuevos replicadores eran una

extensión de su mente, divisiones de él mismo, y funcionaban como una mente

colmena con él, aunque conservaban su propia independencia y privacidad, siendo

la mente colmena un espacio aparte al que tanto él como ellos accedían por

voluntad propia.

El cuerpo de los replicadores mejorados era el mismo de

antes, pero con una red de bionanitos incorporados que funcionaba como un

sistema nervioso, brindándoles toda una gama de sentidos como a los demás seres

vivos.

Korr creó siete de estos replicadores, y los llamó 00, 01,

02, 03, 04, 05 y 06.

Además de la creación de lo que serían sus manos en el

futuro, Korr no se olvidó de sí mismo y de su investigación sobre un portador

digno de su majestuosa existencia. Su nuevo anfitrión, un híbrido entre Wraith,

Alteran y humano, con menos rasgos de pescado fuera del agua y más rasgos

Alteran, ya estaba listo.

Este cuerpo, además de las capacidades curativas Wraith, su

telepatía, y las mejoras antiguas que había copiado de su actual anfitrión

Alteran, para darle habilidades de telequinesis y demás habilidades de un

semiascendido, también contaba con una red de apoyo de bionanitos, que

aumentaban sus capacidades curativas y físicas.

Si el peligro excediera los límites, las bioesferas

guardianas que había creado se encargarían de todo.

Como medida de seguridad final, si su anfitrión fuese

destruido, Korr no sufriría ningún daño, porque la parte de él que seria

destruida, seria algo no mayor al tamaño de un simbionte común, insignificante

para su tamaño actual. Incluso la parte de él que usaba a la Leviatán como

anfitrión, podía ser destruida sin afectarle mucho, porque solo era un

veinticinco por ciento de su cuerpo real, el resto lo ocultaría por toda la

galaxia, una vez llegara a la Vía Láctea.

Después de terminar de comprobar los sistemas de su bionave

desde el puente, que tenía un diseño Asgard en cuanto al espacio libre, y un

diseño Goa’uld en cuanto a la decoración y el trono, Korr usó un rayo

transportador para llevarse a sí mismo a su laboratorio privado.

Su bionave tenía un diseño interior similar al de los

Goa’uld. Korr entendía que la bionave era superior tanto en ataque como en

defensa a las naves de metal rígido, pero los diseños Wraith eran una

aberración, y sus pasillos parecían estar hechos de carne putrefacta y gris.

Korr había diseñado una nueva decoración interna para la

nave, así como una bonita armadura de aleación de trinium y naquadah para el

exterior.

Era ridículo que la tecnología Wraith tuviera una debilidad

tan tonta como que el hiperespacio les afectara. Ellos tenían que sufrir esta

debilidad porque sus fuentes de energía eran basura, pero con tres ZPM a su

disposición, su bionave podía llevar cientos de veces más de armadura interna y

externa y no verse afectada en lo absoluto.

Al llegar a su laboratorio, Korr se dirigió al centro, donde

había dos cápsulas: una con el cuerpo que había creado para él y otra vacía.

Korr metió en esta última con el cuerpo de su actual anfitrión,

la mujer Alteran de la Tierra. Ya había programado todas las instrucciones

necesarias para el cambio de cuerpo.

La razón por la que Korr no salía de su actual anfitrión e

iba directamente al cuerpo que había creado para él, era que este cuerpo tenia

un diseño totalmente nuevo, y su nuevo cuerpo de bionanitos debía tener tiempo

para ajustarse a él, lo que sería una buena oportunidad de hacer pruebas sobre

el tiempo que le tomaba adaptarse a un cuerpo como este, que era incluso

superior a un Wraith.

Korr tampoco se había olvidado de curar su locura goa’uld,

borrando toda su encantadora memoria, y sacando todo el naquadah de su sistema,

al abandonar su cuerpo simbionte.

Al acostarse en la cápsula vacía, Korr perdió el

conocimiento, teniendo un sueño sin sueños hasta que abrió los ojos un par de

horas después, saliendo de la cápsula y usando sus habilidades telequinéticas

para acercar un espejo preparado para la ocasión.

Su nuevo cuerpo era un hombre en sus treinta, de cuerpo

atlético, rostro en forma de triángulo invertido, piel lisa y de un pálido

lechoso, sin barba ni bigote, cabello corto de color blanco grisáceo, 2 m de

altura y ojos blancos que le hicieron fruncir el ceño. Sus ojos habían sido

azules antes, pero ahora parecía un Prior. Eso no le gustaba demasiado, y podía

sentir que la potencia de sus habilidades sobrehumanas se había multiplicado

por cien y tenía la extraña sensación de poder alcanzar algo más grande que sí

mismo si se lo proponía.

Era una sensación lejana, pero allí estaba, y él se

preguntaba si había exagerado en sus mejoras y la ascensión lo estaba llamando.

Esas eran noticias desagradables porque para él sería una tragedia convertirse

en un ascendido, ya que era un tipo materialista y se sentiría ahogado con las

reglas y restricciones que tenían los ascendidos.

Si Korr ascendiera, podría olvidarse de toda esa vida de

vagancia y diversión por la que había luchado tanto desde que llegó allí,

porque los ascendidos no permitían interferir con el plano material.

Eso era una mierda, y Korr no ascendería ni que le pagaran. Él

no tenía idea de cómo era el proceso de ascensión, pero luego buscaría

información sobre el tema. Las bases de datos de los Alteran contenían

información, pero eran puras tonterías, ya que ellos apenas habían podido

ascender.

En opinión de Korr, ascender era un destino horrible. Los

ascendidos estaban allí para proteger su trasero simbionte de otros ascendidos

sin escrúpulos. Él los consideraba parte de su guardia personal y les daba las

gracias por ello, pero no quería unirse a ellos porque, en su opinión, eran una

existencia vacía.

Korr se asustó un poco y decidió no volver a meditar en su

vida. Cualquiera que se acercara a él con ideologías raras que se parecieran a

las de los ascendidos en la historia original debía desaparecer de la

existencia.

Korr asintió para sí mismo con satisfacción y miró a la mujer

Alteran en la cápsula médica. Ella había sido inducida a un estado suspendido.

Korr había retirado todos los conocimientos de tecnología

Alteran y Wraith de su cerebro y borrado su memoria de los últimos meses, solo

por si acaso tenía algún recuerdo de su invasión en su cuerpo y de cómo fue

usada por él.

Korr optó por poner a dormir a la mujer Alteran ya que

matarla no era una opción para él. A pesar de que su colaboración había sido

forzada, seguía siendo una ayuda valiosa e inestimable.

Korr planeaba recuperar a los suyos y devolverles su ciudad,

así como liberar la galaxia de los Wraith. Además, los Alteran tendrían más

opciones que la última vez si quisieran regresar a la Vía Láctea, ya que allí

había civilizaciones humanas avanzadas en tecnología y sociedad, siempre y

cuando no se encontraran con una población como los genocidas Aschen.

Korr llevó a la mujer Alteran a una bodega de carga

modificada para albergar cápsulas de estasis, donde se encontraban los Wraith

capturados por él, para hacerles compañía hasta que resolviera su situación, al

igual que la de los Alteran.

Korr no necesitaba ayuda o cooperación para lograr sus

objetivos, y cualquier intervención de un posible aliado solo sería un problema

artificial. Él tenía cientos de miles de replicadores para los trabajos físicos

y había creado bionanitos para las modificaciones en su nave insignia, además

de replicadores mejorados que le ayudarían en la investigación, desarrollo y

ejecución de sus planes.

Al terminar, Korr fue llevado por un as de transporte al Stargate,

que activó con un pensamiento para volver a la ciudad de los Asura. Allí, los

Jaffa preocupados respiraron aliviados al ver brillar los ojos de su nuevo

cuerpo. Este era un cuerpo en blanco, sin conciencia o mente, y estaba lleno de

bionanitos que evitaban que desarrollara algo parecido a la locura Goa’uld.

—Preparen sus cosas, volvemos a casa —dijo Korr con tono

informal, ya que no le importaba aparentar nada y no temía una rebelión Jaffa.

Los Jaffa parecieron sorprendidos por su forma de hablar,

pero asintieron a su comentario sin sentido, y uno de ellos incluso se atrevió

a sonreír.

Mientras los Jaffa, que no habían traído nada consigo y

dependían de los replicadores para obtener comida, se preparaban para avanzar,

las alarmas de la ciudad Asura comenzaron a sonar. Korr se apresuró a

anularlas.

Una bionave con tecnología de hiperpropulsión Alteran y tres

ZPM impulsándola era demasiado veloz, y no le había dado tiempo de actualizar

la seguridad.

La bionave liberó miles de bioesferas sobre la ciudad

mientras descendía y creaba una tormenta en la atmósfera del planeta. Tanto la bionave

como las bioesferas lanzaron rayos desmaterializadores sobre la ciudad,

empezando a almacenar sus materias primas. Otras bioesferas fueron a los

almacenes y guardaron los recursos.

Los Jaffa, que estaban dentro de la torre principal de la

ciudad, no vieron lo que estaba sucediendo. Korr abrió un portal hacia la

Atlántida para ellos.

—Hay algo que debo hacer. Estaré allí en unos minutos —explicó

Korr, y los Jaffa avanzaron.

Cuando los jaffas se fueron, Korr cerró la conexión y llamó a

otro planeta, que le recibió con la vista de unas ruinas.

Korr no perdió el tiempo y activó los sensores de las esferas

para mapear el lugar y llegar hasta el punto que le interesaba, enviando una

esfera por delante y transportándose una vez que llegó allí.

El as de transporte Asgard era más eficiente, pero Korr no

tenía esa tecnología y debía arreglárselas con una mezcla entre el as

transportador Wraith y la tecnología de transporte Alteran.

Al llegar al lugar después de un fogonazo de luz, Korr vio la

fuente de energía más OP de la historia de Stargate. Era el proyecto Arturo,

descartado por los Alteran porque había matado a toda una civilización al

salirse de control. Luego fue descubierto por la expedición Atlantis, y el Dr.

McKay, uno de sus miembros, causó un desastre al trastear con él.

Más tarde, el Dr. McKay retomó el proyecto y descubrió la

forma de evitar que un sistema estelar explotara, mandando las partículas

exóticas producidas por la fuente de energía a una dimensión paralela. Pero

como era de esperar, esta dimensión estaba habitada y su experimento fue otro

fracaso, a pesar de su éxito en cuanto a la teoría.

En su antigua vida, cuando vio el episodio y escuchó el plan,

Korr ya sabía que sería un fracaso. Era como ir a botar basura en el solar de

otra persona; era evidente que alguien vendría a quejarse por eso, por lo que

tal solución fue un fracaso desde el principio.

La solución que se le había ocurrido a Korr para controlar

las partículas exóticas era crear una dimensión artificial, como se hacía con

los ZPM, para extraer energía, solo que esta sería para almacenar partículas

exóticas hasta que alcanzara su límite, momento en el que se debía cambiar.

Esto convertiría al proyecto Arturo en una fuente de energía

igual de desechable que los ZPM. Aunque la cantidad de energía que aportaba

cada una de las fuentes era diferente, el Proyecto Arturo ganaba por un amplio

margen.

Según lo que Korr estaba leyendo al activar la computadora

Alteran que tenía los datos del proyecto, el proyecto Arturo era comparable a

veinte ZPM funcionando en línea, lo que estaba por encima de la capacidad de

manejo de energía de la tecnología actual. Era evidente cuál usaría él.

Después de obtener toda la información requerida, las esferas

lanzaron un haz de energía y almacenaron la fuente de energía prototipo. Esta

ya no era necesaria porque Korr ya tenía todos los datos sobre su creación. Aun

así, él no dejaría nada sobre este proyecto al azar.

Korr envió la información de la fuente de energía a los

replicadores en la bionave y ordenó su construcción. Cualquier accidente sería

una tragedia para la parte de él que estaba en la bionave, los Wraith y la

Alteran, pero este experimento tenía más del noventa y ocho por ciento de

probabilidades de éxito, y en teoría estarían bien.

Korr volvió a transportarse al portal y marcó a Atlantis. Al

llegar, liberó de una vez a algunos replicadores de las esferas para que

limpiaran la ciudad de artefactos peligrosos, como el dispositivo Alteran que

alteraba el hiperespacio o la nave del tiempo.

Korr dejó instrucciones para los replicadores humanos que

había creado. Ellos debían borrar todos los registros sobre los proyectos peligrosos,

limpiar los laboratorios de cualquier tecnología replicadora, y buscar a los

Alteran que estaban en cápsulas de estasis y que flotaban en alguna parte del

espacio, así como los que estaban de camino a la vía láctea.

Al terminar de dar sus órdenes, Korr debió esperar un par de

horas a que fuera el momento de que los Jaffa que había dejado vigilando la

Tierra, activaran el portal y el DHD de su lado.

Mientras esperaba, Korr no estaba ocioso y se ocupó en

diseñar un estilo de ropa para él y una armadura y nuevas armas para los Jaffa

que serían el ejército de su futuro imperio.

Después de dos horas, Korr lucía un nuevo look. Él portaba

una falda de diseño egipcio combinado con un toque griego, dos brazaletes que

eran replicadores y se veían como escorpiones metálicos con colas de látigos y

lo que parecía una joya roja sobre su espalda. Sus patas eran las abrazaderas y

la cola se envolvía por sus brazos y antebrazos.

La joya era la cubierta de un generador de escudo personal

que funcionaba de forma automática y que tenía capacidad para la invisibilidad,

un escáner simple y un sistema computarizado con sensores simples para su

entorno. El par de grebas y la corona que llevaba sobre su cabeza eran de

diseño similar, imitando un escorpión dorado con una joya en la parte superior.

Su pecho estaba cubierto por un protector de forma

semicircular adornado con lo que parecían cintas de joyas en relieve, con otra

joya escarlata incrustada en su centro.

Eso hacía seis escudos personales distintos y seis artefactos

que cumplían la misma función, además de su cuerpo híbrido casi inmortal,

reforzado con bionanitos, y las tres esferas guardianas, que de momento eran

alimentadas por tres ZPM y que almacenaban materiales para cualquier

eventualidad, y decenas de miles de replicadores cuya orden suprema, era

obedecer todas sus órdenes, y para los cuales había creado una red telepática

encriptada.

La gente podía decir que era paranoico, pero Korr no iba a

arriesgar su propia seguridad. Su plan de robo de tecnologías tampoco estaba

completo, todavía tenía cosas que debía robar, pero no eran tan urgentes, y al

llegar la hora programada, Korr marcó a la Tierra.

Cuando el portal se conectó, Korr envió una de sus esferas

guardianas para comprobar si había conectado con su nave en lugar del Comando

SGC, y al confirmarlo, ordenó a los jaffas que cruzaran el portal.

Del otro lado del portal, una pequeña comitiva de bienvenida

los esperaba, incluyendo a su primado, Jet, quien había perdido un brazo.

—Habla —ordenó Korr mientras el primado se arrodillaba junto

a otros cien jaffas en el lugar.

—El dios Mot ha nombrado a otro dios sobre nuestro territorio

y dice que ahora servimos al señor del sistema Olokun. Han dicho que mi dios

está muerto y que debía servir al nuevo dios. Como me negué a servirle, me

enviaron a ser torturado, pero estos jaffas me ayudaron a escapar, y desde

entonces, hemos estado esperando el regreso de nuestro dios —explicó el

primado, agachando la cabeza para indicar que había sido débil y estaba

dispuesto a aceptar su castigo por no haber podido cumplir su última orden de proteger

su planeta.

Los Goa’uld eran crueles e inflexibles con los jaffas. Si los

enviaban a una batalla y la perdían, los jaffas involucrados debían morir en

ese lugar o regresar como cobardes y morir en manos de su dios.

En cuanto a la estrategia y los recursos, era una mierda,

pero a los Goa’uld no les importaba. Ellos tenían jaffas para lanzar para

arriba, y sus muertes les daban igual. A Korr le daban asco todos estos

desperdicios, todos esos actos de locura y falta de principios. Él podía

aceptar el odio o el amor, pero la indiferencia era como estar muerto.

Por otro lado, que lo despidieran de su trabajo por

desaparecer por dos meses y que además le declararan muerto, era algo escandaloso,

parecía que no había sindicatos entre los goa’uld. Korr tendría que corregir

esta injusticia en su contra luego. De momento, colocó una expresión solemne y

miró a su primado.

—Jet, en este momento, me considero a mí mismo como un ser

superior. ¿Cómo me ves tú? —preguntó Korr ante todos los jaffas arrodillados.

El portal seguía en una de las bodegas del Ha’tak, lo que

hacía que el espacio disponible fuera enorme y que los más de cien jaffas y él,

no ocuparan ni un cuarto de él.

—Mi señor, eres mi dios. Lo has sido desde que Ra me puso a

tu servicio —respondió Jet con convicción y fervor.

Los jaffas eran tercos y si se comprometían con un Goa’uld,

no les importaba morir por él, porque habían sido adoctrinados desde su

nacimiento para adorarlos.

—Jet, ¿eres mi esclavo? —preguntó Korr, y Jet asintió, pero

no con el mismo entusiasmo de antes.

Los jaffas se consideraban jaffas, no esclavos, pero como

Korr había preguntado, él creyó que debía someterse.

—Jet, ¿crees que soy un dios todopoderoso? —Jet asintió con

seguridad—. Jet, si soy un dios todopoderoso, ¿por qué necesitaría esclavos?

—todos los jaffas fruncieron el ceño ante esa pregunta, sin atreverse a

levantar sus cabezas.

Esta era una conversación que ningún Goa’uld tendría con

ellos, y ninguno de ellos se atrevería a proponer.

—Jet, ¡un dios no necesita esclavos! Y yo, Korr, no necesito

esclavos. Pero sí necesito sirvientes. Sirvientes que, bajo mi protección y el

uso de mi poder, me sirvan en la guerra y la paz. Que velen por la seguridad de

mi pueblo. Que defiendan mis territorios y mis leyes.

»Jet, ¿quieres convertirte en mi sirviente? Como tal, tu vida

te pertenecerá solo a ti. Como mi sirviente, tu seguridad, cobijo y alimento me

corresponden a mí. Como mi sirviente, serás colmado con la bendición del

conocimiento y poderosas armas creadas por mí.

»Como mi sirviente, si un día decides dejar de servirme,

puedes hacerlo y marcharte de mi territorio en paz, aunque te arrebataré todo

aquello que te he dado, incluso tus conocimientos —ofreció Korr.

Jet levantó la cabeza y lágrimas brotaron de sus ojos.

Emocionado, no podía hablar, pero asintió con determinación.

Korr sonrió y puso la mano sobre su cabeza. Las esferas

guardianas, que siempre permanecían ocultas, liberaron biomateria, y un

conjunto de bionanitos reconstruyeron el brazo perdido de Jet. Pero no se

detuvieron allí, convirtieron al simbionte que portaba en biomateria,

eliminando la bolsa de cría y modificando su físico y ADN para hacerlo un

híbrido goa’uld-humano con células Wraith que aumentarían su velocidad de

regeneración.

Como la bolsa para simbiontes era de tecnología goa’uld y las

mejoras que había hecho Korr eran de biotecnología de punta, estos cambios eran

hereditarios. Además, como Jet ya no necesitaba larvas goa’uld para mantener su

vida y en combinación con los bionanitos y las células Wraith, su vida se

prolongaría por mil años. Siempre que Korr lo deseara, podía darle juventud

eterna gracias a los bionanitos.

Gracias a los bionanitos, Korr también tendría sus ojos

puestos sobre todos sus jaffas en todo momento, pues se podría decir que era

parte de ellos, por lo que cualquier rebelión, acabaría con los infractores

siendo exiliados y él se aseguraría de que no se llevaran nada que le

perteneciera a él con ellos, ni siquiera sus mejoras genéticas.

Al terminar de hacer sus modificaciones, Korr uso su voz

goa’uld para hablar:

—¡Yo te nombro Jet, el primero entre mis jaffas!, y con tus

compañeros y este planeta como testigos, declaro el nacimiento de un nuevo

pacto entre los jaffas y los goa’ulds —declaró Korr, haciendo que Jet se

levantara y mirara a sus compañeros y al planeta Tierra con nuevos ojos.

Korr había implantado en su mente algunos conocimientos

básicos, no más que los que tendría cualquier ingeniero civil recién graduado

en una universidad de la Tierra. De hecho, eran los conocimientos que él poseyó

alguna vez en su antigua vida.

Jet lo miró y le saludó de pie, llevando un brazo a su pecho.

—Mi dios, ¡nunca volveré a fallarte! —declaró Jet con

orgullo.

—Nunca me has fallado antes. Incluso para un dios, hay

batallas que no pueden ser ganadas —declaró Korr, extendiendo sus manos hacia

el resto de los jaffas e iniciando el mismo proceso de cambio, mientras Jet

descubría que en su frente había un nuevo sello dorado, que era un insecto de

tres cabezas, dos brazos extendidos como una nave goa’uld, mandíbulas gigantes

y una pirámide en relieve en el centro de su espalda, haciendo alusión a una

nave goa’uld.

El nuevo símbolo, era un relieve de la Leviatán, que sería su

nave insignia, y donde estaba un cuarto de su cuerpo, pues la bionave era su

segundo anfitrión.

—¡Esta será mi nueva marca! —declaró Korr y Jet asintió.

Korr podía crear un ejército de soldados Wraith, que serían leales

a él, pero los soldados Wraith eran unos descerebrados, solo actos para el

combate. Necesitaban a los ingenieros para guiarlos, y crear ingenieros era

demasiado peligroso, los Wraith no eran una especie para jugar, pues toda su

historia se basaba en la supervivencia y la adaptación.

Correr un riesgo innecesario creando un ejército de Wraith,

cuando tenía a los jaffas, que fueron creados y amaestrados para servir a los

goa’uld desde su nacimiento, y cuyas costumbres y tradiciones se basaban en

servir a los goa’uld, era un plan muy malo y peligroso en opinión de Korr.

Al terminar con los jaffas y debido a la pérdida de su

planeta, Korr no tenía ninguna prisa y decidió esperar a que la bionave llegara

a esa galaxia desde la galaxia Pegasus.

Eran dieciocho millones de años luz de camino y la bionave, a

pesar de contar con una fuente de energía superior, solo contaba con un

hiperpropulsor alterano que no era tan eficiente como el de los Asgard y

tardaría varios días en llegar. Además, Korr le había dado la tarea de rescatar

a los antiguos que se encontraban en la galaxia Pegasus, y eso tomaría más

tiempo.

Como estaba sin hacer nada y sus dos Ha’tak cargadas de

materiales seguían allí, Korr liberó a los replicadores de sus esferas

guardianas y empezó a hacer modificaciones. Esta era una nave normal y no podía

usar bionanitos, pero los replicadores también eran eficientes en su trabajo y

él no cambiaría demasiadas cosas… Bueno, iba a cambiar un montón de cosas, pero

eran cosas pequeñas.

Korr modificó la fuente de energía de las dos Ha’tak, reemplazó

los débiles escudos goa’uld por escudos alteran, mejoró el sistema de armas y

el sistema de sensores para aumentar la cadencia de disparo diez veces más

rápido, y la puntería de forma dramática, al agregar un sistema de apuntado

automático capaz de derribar a un mosquito a diez kilómetros de distancia.

Los planeadores de la muerte fueron modificados cambiando su

fuente de energía y agregando una supercomputadora para controlar la dirección

y los sistemas de armas, que pasaron a ser repetidores de plasma con cañones

móviles para aumentar su precisión. Como sobraba energía, Korr agregó un

generador de escudos no inferior al que poseían las naves de carga goa’uld.

Después de seis días, Korr terminó sus arreglos a las naves,

pero no se detuvo y creó las armaduras que antes había diseñado para sus

jaffas.

La armadura consistía en un biotraje de cinco milímetros de

espesor al que se adhería una armadura de trinium de peto, grebas, brazaletes,

cinturón, botas y un casco replegable con forma de casco de motorista que

llevaba su símbolo grabado en la cara.

La armadura estaba reforzada con generadores de escudos y

tecnología de ocultación. El biotraje incluía una computadora integrada que

ayudaría al jaffa aportando datos sobre el terreno y creando una red de

comunicación telepática encriptada para mantener la conexión subespacial con

sus líderes a distancias no mayores de un año luz.

Korr diseñó dos armas para acompañar esta armadura. Eran

armas de proyectiles basadas en un cañón electromagnético con una fuente de

energía de naquadah. Era un arma parecida a una P90 que usaba proyectiles de 5,65

mm con un alcance total de quince kilómetros y un alcance efectivo ajustable

desde trescientos metros hasta diez kilómetros.

Gracias a la tecnología de almacenamiento Wraith, cada

cargador contenía diez mil balas y podía usarse en modo automático, ráfaga o

disparo único con una precisión y eficiencia inigualables para un arma de

bastón o cualquier arma usada en la Tierra.

La otra arma que Korr había diseñado era una mejora para la

pistola Zat, reduciendo su tamaño al mismo que una pistola de 22 mm sin alterar

su alcance y aumentando la cadencia de disparo al triple.

La nueva pistola Zat tenía el diseño de una pistola de 22 mm

porque Korr quería priorizar la eficiencia. Aún así, no podía dejar sus armas

iguales a las humanas y les dio un bonito decorado plateado con líneas doradas.

A la armadura la decoró con glifos alterans, y por supuesto, el casco llevaba

su símbolo en toda la cara.

Como bolso de carga para comida, municiones, herramientas,

ropa y otros objetos, Korr creó un brazalete que reemplazaba el brazalete

izquierdo de la armadura y que podía almacenar hasta una tonelada de materia.

Crear armaduras y armas para los más de cien jaffas le tomó

un día, por lo que Korr tomó nota para sí mismo de incluir una fábrica de armas

y armaduras en la bionave. Como la pirámide de la bionave tenía tres kilómetros

en su base y una altura de dos kilómetros, aún con un astillero para bionaves y

una fábrica de sondas, el espacio sobrante era al menos la mitad. Korr consumió

más de la mitad de los recursos que antes había obtenido, como naquadah y trinium.

Estas nuevas armas y armaduras serían el estándar de ahora en

adelante para todos sus jaffas, pero las naves no. Las dos Ha’tak, serían una

recompensa para Jet, por haberse mantenido leal a él.

Las demás Ha’tak que Korr crearía en un futuro para su flota,

tendrían fuentes de energía mejoradas con naquadriah, lo que las haría unas

setenta veces más rápidas que una Ha’tak actual, con escudos más resistentes y

armas más potentes, pero en general esos serían todos los cambios en cuanto a

fuente de energía.

Para el sistema de control, Korr agregaría mejoras de

sistemas, y para las naves más pequeñas, también haría mejoras, pero no usaría

ni escudos alterans ni fuentes de energía subespacial. Él no expondría la

tecnología que había robado con tanta dificultad a un robo.

Después de entregar las nuevas armas y armaduras a los jaffas

y ordenarles que entrenaran con ellas para ponerlas en práctica, y como la bionave

no había llegado después de siete días, Korr decidió acercarse a la Tierra, a

la Base Antártica y usar las Esferas Guardianas para desmaterializar todo

rastro de esta y almacenar esos materiales y sondas para cualquier uso futuro.

Luego de desaparecer el puesto de avanzada antiguo, Korr

decidió averiguar por qué parte de la historia estaba el SGC, ya que habían

pasado más de dos meses desde que había estado allí. Korr usó sus escudos de

sigilo y las Esferas Guardianas para infiltrarse en el SGC, encontrándose con

la base en cuarentena y todos los accesos cerrados. Korr sonrió y sacudió la

cabeza.

Como Korr había pensado desde un principio, su comienzo como

un goa’uld era algo demasiado OP. Él ya era uno de los poderes a tomar en

cuenta en esta galaxia, y la historia apenas comenzaba. Según los datos que

obtenía, el SG1 se había encontrado con el planeta dividido en zonas de luz y

oscuridad.

Korr se encogió de hombros y colocó varios replicadores en el

lugar para que transmitieran información de la base al instalar dispositivos de

vigilancia ocultos, que transmitían una señal telepática subespacial encriptada

que solo podía captar él, lo que le aseguraba no ser descubierto ni siquiera

por tecnología asgard.

Korr salió de la base, pero dejó un informe en su computadora

central mediante sus bichos espías con el nombre: “Informe de un aliado».

Korr dio los detalles del virus y la forma de liberarse de

él”. Al SGC, llegarían todas las tecnologías más OP de la historia, y Korr se

preocuparía de hacerse su aliado, para ganarse su confianza y poder estar cerca

cuando estas tecnologías se presentaran. Por esto, él no ignoraría a la tierra

y también tenía planes futuros para ellos, en la creación de su imperio.

Mientras el SGC se alarmaba y buscaba aparatos espías por

toda la base, Korr estaba en un hotel de cinco estrellas comiendo su primera

comida decente en dos meses, mientras lágrimas se derramaban por sus mejillas.

Por fortuna, había un poco de oro en la nave que vendió a una casa de empeño a

la mitad de precio porque no tenía documentos ni nada parecido, y con eso se

había pagado un hotel.

Mientras comía, Korr envió órdenes a sus jaffas, ordenándoles

que tomaran un Ha’tak, se dirigieran a Abydos y le trajeran el tesoro de Ra. Él

pensó en decirles cómo obtener el Ojo de Ra solo para trolear a Anubis cuando

este apareciera por allí, pero eso arruinaría la posibilidad de ascensión de

miles de personas, y el regreso de Daniel Jackson de su ascensión, por lo que

decidió no interferir con eso.

Cuantos más ascendidos hubiera en la Vía Láctea, mayor sería

su poder, y más seguridad tendría él. Korr no se complicaría la vida por un

troleo.

Ir y volver de Abydos con una nave que era mil veces más

rápida que un Ha’tak goa’uld no fue nada para los jaffas. De hecho, obtener el

tesoro sin ser vistos les tomó más tiempo que su viaje hasta allí. Al regresar

unas seis horas después, los jaffas le entregaron el tesoro a Korr en dos naves

de carga. Eran unas tres toneladas de oro y joyas.

Después de dormir una noche, Korr se tomó el siguiente día

para asociarse con algunos buenos abogados, comprarse una identidad legal y

vender todo su tesoro, convirtiéndolo en mil millones de dólares entre el oro y

las joyas.

Con el dinero, Korr se compró todo un piso en Nueva York y

por la noche, mientras sus replicadores copiaban toda la base de datos del

planeta y creaban algunos biosatélites propios para distribuir por toda la

galaxia en un futuro, usando el sistema de stargates, Korr se metió en el

deficiente internet de 1997 y averiguó sobre una compañía de videojuegos en

fase de desarrollo para un juego online MMORPG llamado Shaiya. El proyecto

apenas eran conceptos y evaluación de mercado para ver si tal cosa era posible

con la tecnología actual.

Korr sonrió. Shaiya no salió hasta el 2007 y era un juego

simple, con mecánicas regulares y para nada comparable a un MMORPG de los años

2012 en adelante, pero para él había sido el primer MMORPG que jugó y guardaba

un lugar especial en su corazón. También guardaba ciertas penas porque vivía en

uno de los países más pobres de Latinoamérica, y cuando el juego salió, no

tenía dinero para comprar equipos y su único entretenimiento era subir de nivel

y ayudar a otros a ganar kills en el PVP. Ser pobre apestaba.

Korr no pensaba interferir en la economía de la Tierra, pero

este juego era algo especial para él, por lo que se puso en contacto con su

bufete de abogados y les dio instrucciones para comprar la compañía que lo creaba

y encargarse de la creación de una empresa para su desarrollo, contratando a

todos aquellos que eran sus antiguos desarrolladores, guionistas, escritores y

demás. Para que el juego saliera antes, también necesitaba adelantar la

tecnología de computadoras por un par de generaciones.

Korr colocó una sonrisa maligna. Él no podía pasarle

tecnología extraterrestre a la Tierra sin arriesgar su propio pellejo, pero las

computadoras de quinceava generación no eran tecnología goa’uld.

 

NA 1: Para los que aún se pregunten que son los bionanitos,

en resumen, son células Wraith estandarizadas y mejoradas con tecnología

alteran, para parecerce a los nanitos, pero estas funcionan de forma analogica,

y sus ventajas son biologicas y geneticas.

 

NA 2: El nuevo cuerpo (simbionte) de Korr esta hecho de

bionanitos, y es enorme. No lo olviden, es importante para la trama. Una parte

de él usa a la Leviatán como anfitrión, y la parte que esta en su cuerpo

humanoide, es insignificante.

More Chapters