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Chapter 13 - Capítulo 13 Sokar

Capítulo 13 Sokar

 

00 observaba el nuevo diseño de la nave de 03, su compañero

en la asignación de la misión Tierra. 00 había estado de vacaciones desde las

últimas negociaciones que añadieron a la Tierra a la lista de planetas

protegidos.

El NID había aprendido a realizar sus robos a los Goa’uld, y

no se habían producido situaciones de emergencia. El SG1 tampoco había estado

en misiones que pusieran en riesgo la seguridad de la Tierra, por lo que 00

estaba libre y prefería pasar su tiempo libre al lado del Creador.

Ahora ella había vuelto y visto el nuevo diseño de la bionave

de 03, que había abandonado por completo el diseño Goa’uld. Con una forma

triangular alargada y ancha, como un cono achatado, siendo plano en los bordes

y con doce grandes motores de impulso en la cola. Su color era negro pulido y

reluciente.

Era un diseño aerodinámico creado para maximizar la

eficiencia y la velocidad. Con esos motores, 00 estaba segura de que, a pesar

de tener un kilómetro de largo, esta nave sería tan maniobrable como un caza o

una nave de asalto, nada parecido a ninguna nave conocida.

—03 es raro —concluyó 00.

00 también había leído los informes sobre cómo interfirió dos

veces en las misiones de los humanos, solo porque le provocó ayudarles. Parecía

haber entablado una amistad con ellos.

00 tampoco entendía esto. Los humanos eran criaturas muy

inferiores a ellos. Divertidos y entretenidos, pero 00 no se veía a sí misma

haciéndose amiga suya. Aun así, no dijo nada al respecto, porque cada uno de

ellos hacía lo que quería y ella ahora estaba trabajando.

00 tenía otra misión asignada por el Creador, y era

asegurarse de que Sokar fuera derribado, pues era una molestia y no se ajustaba

a los planes de su Creador. Incluso se atrevió a enviar una flota a su

territorio, algo que ni los Señores del Sistema se atrevían a hacer.

Sokar reunía fuerzas atacando a señores goa’uld menores,

despojándolos de sus naves y tropas y uniéndolas a sus fuerzas. Ya tenía una

flota superior a cualquier señor del sistema. Su Creador no podía permitir

esto, porque la Tierra aún no tenía una flota para enfrentarlo. Sokar también

planeaba atacar a los señores del sistema, comenzando una guerra que podría

convertirse en un verdadero problema al asimilar las tropas y naves de los

señores del sistema Goa’uld.

Por todo esto, 00 fue enviada a asegurar la caída de Sokar,

para poner a Apophis, actualmente prisionero de Sokar, al mando de todo.

Apophis era un señor del sistema y no se dedicaría a robar a

los señores menores como hacía Sokar. Su orgullo lo obligaría a recuperar su

territorio y construir sus propias naves. Por lo que sus fuerzas no crecerían

de forma desproporcionada. Aunque ellos tampoco planeaban hacer nada para

reducir sus fuerzas, ya que tener a alguien más de quien preocuparse, y con las

ansias de atención de Apophis, él sería quien llamara la atención de los

señores del sistema en lugar de su Creador.

Para cumplir esta misión, 00 había vuelto a la órbita de la

Tierra y esperaba la llegada de los Tok’ra al Comando SGC para dar comienzo a

la misión.

Unas horas después, los Tok’ra llegaron al SGC y 03 llamó a

00 para que hicieran su presentación.

—Espera a que expliquen la situación, es demasiado aburrido

escuchar informes. Esta vista es mejor —dijo 00, que contemplaba el espacio

sentada en el puente de su nave. Llevaba una copa de vino tinto en la mano, que

agitaba con suavidad.

03 asintió y cortó la comunicación. Si ella decía que

esperaran, entonces esperarían. Él no quería cuestionar sus motivos y alterar

su humor. 00 era una persona bastante especial. Nunca se había adaptado a nada

y tenía su propio estilo. Era distante con todos, excepto con su dios, a pesar

de que sus personalidades eran muy diferentes.

03 desplegó un holograma que mostraba a sus seis hermanos y

sus naves. 00 llevaba el mismo traje que tenía cuando fue creada, que no había

cambiado. Era un traje estilizado y ajustado al cuerpo que ella solo cambiaba

de color, variando entre blanco, azul o negro. Su apariencia tampoco había

cambiado, con el cabello azul que parecía aguamarina y los iris de color rojo

escarlata. Su piel también era muy pálida.

La única cosa que 00 había cambiado era el diseño de su nave,

que tenía alas de dragón y cuerpo de dragón, aunque con un diseño estilizado y

mecánico, sin escamas, de un color negro pulido. Parecía un dragón en pleno

ataque. No era un diseño aerodinámico y, por lo visto, había incorporado armas

por todos lados.

03 miró las naves de sus demás hermanos. La de 01 tenía el

mismo diseño que la de su dios, ya que él seguía en la bodega de carga. La nave

de 02 seguía conservando el diseño Goa’uld, pero era más tradicional, solo que

más alargado. 04 simplemente copió su modelo; a él no le interesaba su bionave,

solo eliminó el diseño que le daba parecido a los replicadores, porque decía

que eso asustaba a las mujeres. 05 y 06 habían escogido un diseño de estrella,

con una circunferencia circular y la pirámide en el centro. Parecía que cada

uno de ellos tenia su propio estilo, pero de todos, 00 y él eran los más que se

alejaban de la personalidad de los demás. Eso era interesante, porque ellos dos

trabajaban juntos.

03 esperó observando la vista mientras leía su libro y

aguardaba a que 00 lo contactara nuevamente.

Sam apenas estaba aceptando las noticias sobre su padre capturado

por Sokar cuando 00 y 03 aparecieron en la sala de reuniones.

Sam miró a 00; el hecho de que ella estuviera allí

significaba que este asunto era considerado de importancia para ellos. Con lo

que les había dicho Martouf, Sam no dudaba, ya que Sokar estaba a punto de

lanzar un ataque contra los señores del sistema, absorbiendo sus territorios y

tropas para convertirse en un nuevo señor supremo Goa’uld.

Su padre, el anfitrión de Selmak, un Tok’ra, estaba vigilando

a Sokar. Al enterarse de esta información y al tratar de pasársela a la Tok’ra,

fue capturado y enviado a una prisión infernal que pertenecía a Sokar. Por

esto, la Tok’ra había llegado a ellos con un plan para liberarlo y también para

poner fin a las ambiciones de Sokar.

—Buenos días —saludó 03 al llegar, y el general Hammond les

dio la bienvenida ofreciéndoles asientos.

00 se sentó al otro lado de la cabecera de la mesa, y 03 se

sentó a su lado.

—Los Tok’ra ya nos han comunicado los detalles del plan. Solo

haremos una pequeña modificación, que es la nave a usar para llegar a la luna

Netu. El SGC dispone de una nave de carga que modificamos para ellos. Es más

rápida y también dispone de un sistema de camuflaje —dijo 00.

Martouf los miró con sorpresa.

—Una nave que los Goa’uld habían dejado por allí —dijo el

coronel O’Neill.

Su gobierno no había informado a la Tok’ra que tenían tres

Ha’tak, siete Al’kesh, cuatro naves de carga y tres docenas de planeadores de

la muerte, todo actualizado por sus aliados. Estaban en el planeta base, donde

habían construido sus astilleros y empezaban a construir su primera nave de

diseño propio, con los recursos que robaban a los Goa'uld. Eso era un secreto

estratégico y de ello dependía la supervivencia de la Tierra en un momento

crítico.

—¿Sus naves no tienen camuflaje? —preguntó Teal’c.

—La Tok’ra no posee naves. Somos infiltrados. El Tel’tak que usaríamos

fue robado por Jolinar después de su fuga de esta prisión —explicó Martouf.

—Ella sería una guía excelente para esta misión —dijo el

coronel O’Neill.

—Ella se ha negado a hablar del asunto. Parece que vivió una

situación difícil —dijo Martouf, negando con la cabeza.

—No es necesario, ya tenemos práctica infiltrándonos en

terreno hostil Goa’uld —dijo Maybourne, levantando una maleta donde estaban los

artefactos de infiltración usados por el NID para misiones especiales, y que

ellos usarían en esta misión.

—Con la situación actual, el presidente no tardará demasiado

en dar su aprobación. Deberían avanzar hasta la base segura para abordar —dijo

el general Hammond, quien era amigo de su padre y le preocupaba su situación.

Unas horas después, 00 entretenía a Martouf y al resto del

equipo, dando respuestas muy cortas a sus preguntas sobre las remodelaciones al

Tel’tak, mientras Sam se quedaba en la bodega de carga. No tenía ánimos para

tratar de obtener información de 00…

03 suspiró y se apartó del grupo, donde 00 hablaba y Martouf

trataba de obtener información, mientras el coronel O’Neill, Daniel y Teal’c

trataban de evitar que revelara información estratégica de la Tierra. 03 era el

mediador, pero pareció llegar a su límite y se apartó del grupo, caminando

hacia ella.

03 no había cambiado su apariencia y llevaba un look casual y

a la vez formal, con pantalones de vestir y saco, pero sin corbata. No parecía

estar participando en una misión militar, pero Sam estaba segura de que él

estaba mejor equipado que todos ellos.

Al llegar donde estaba ella, 03 se sentó a su lado y dio otro

suspiro.

—Este va a ser un largo viaje —dijo 03 con tono abatido. Sam

asintió; supuso que su equipo estaría con los nervios de punta hasta que esta

misión terminara.

—¿Usted se encuentra bien? —preguntó 03. Sam asintió, aunque

para nada estaba tranquila, pues se decía que su padre estaba en una prisión

infernal.

—No se preocupe, mayor Carter. Su padre estará bien, y en el

futuro, esta situación solo será un mal recuerdo. Deberían tomarse unas

vacaciones luego, eso podría ayudar —dijo 03. Su voz sonaba como si él

comprendiera su estado por una experiencia personal.

—¿Alguna vez pasaste por algo similar? —preguntó Sam. 03 negó

con la cabeza.

—A veces sueño —dijo 03, y luego sonrió cuando ella lo miró

sin comprender—. ¿Recuerda nuestro origen? —preguntó 03. Sam asintió.

—Ustedes son creaciones, y su creador es el emperador de su

imperio —dijo Sam. 03 asintió.

—Sí, somos sus creaciones, pero no vinimos de la nada. En

realidad, tampoco somos una creación en el sentido estricto de la palabra.

Somos más bien una división, pues somos parte de nuestro creador en un sentido

amplio de la palabra. Cada uno de nosotros es una copia suya —explicó 03, y Sam

se quedó aturdida. 03 sonrió—. Sí, nuestro creador tiene algunos problemas para

confiar en las demás personas, por eso creó algunos pares de manos extras —confirmó

03.

Sam comprendió que su gobierno había subestimado por completo

la importancia de 00 y 03. Ellos no eran enviados diplomáticos comunes. Se

podría decir que la Tierra estaba tratando de tú a tú con el llamado emperador…

Sam sacudió la cabeza en su mente; esto no se trataba de

política.

—¿Quieres decir que tienes sus recuerdos? —preguntó Sam.

—Algunos. La mayoría los conserva con él, alejados de

nuestras mentes. Pero a veces sueño con una vida que no es la mía. Una vida

llena de dolor, impotencia, frustración, indefensión, miseria, hambre,

necesidad y pérdidas.

»A veces veo a personas cercanas morir y cómo me voy quedando

solo, creciendo y aprendiendo del dolor y la miseria, llenándome de odio y

desesperación. Viendo cómo mi vida se acaba y cómo avanzo hacia el futuro sin

ninguna esperanza más que una muerte solitaria entre la enfermedad y la

miseria.

»Al despertarme, entiendo por qué mi dios elige mantener esos

recuerdos solo para él. Y también por eso, entiendo su dolor en este momento y

puedo asegurarle que pronto pasará, y quedará como un recuerdo más, un sueño

lejano, quizás una pequeña pesadilla —consoló 03.

—¡Gracias! —dijo Sam, y 03 se quedó a su lado observando cómo

00 jugaba con su equipo y con Martouf.

—Camuflaje activado —dijo Teal’c, quien pilotaba la nave de

carga, al llegar a su destino.

Frente a ellos se encontraba una luna roja, producto de los

gases que salían de su núcleo. Este núcleo fue excavado por el propio Sokar

para crear un infierno personal al que enviar a sus enemigos a sufrir. Era

donde tenían prisionero a Jacob, el padre de Sam, quien era el anfitrión del

Tok’ra llamado Selmak.

El coronel O’Neill miró la luna y luego a ellos.

—Bien gente, ya estamos aquí. Seguiremos el plan: bajaremos a

la luna, aseguraremos el artefacto de comunicación y los anillos, y

rescataremos a Jacob.

»Luego de asegurarlos, tomaremos el control del lugar,

aprovechando que solo hay dos armas. Formaremos una revuelta para que la

serpiente dé la cara y traiga sus naves. Cuando lo haga, haremos estallar la

luna en su cara. ¿Todos de acuerdo? —preguntó mirando a Martouf. Martouf

asintió.

—Los Tok’ra somos los más interesados en rescatar a Selmak —dijo

Martouf, sacando un pequeño artefacto y entregándoselo al coronel O’Neill—. Este

es un artefacto de comunicación para que podamos hablar con Teal’c. Suponemos

que puede atravesar la atmósfera contaminada de la luna Netu y está codificado,

por lo que Sokar no podrá rastrearnos —explicó Martouf al entregarle el

artefacto al coronel O’Neill, quien lo tomó.

El coronel O’Neill asintió y revisó su brazalete, que podía

proveerles camuflaje, escudos o una nueva apariencia en caso de necesitarla.

Era un artefacto que el NID usaba en sus asaltos contra los Goa’ulds y que les

proporcionaba grandes cantidades de recursos cada mes.

—Bien. Teal’c, bajaremos, activaremos la plataforma de

anillos y luego pondrás la nave en posición —dijo el coronel O’Neill.

—Coronel O’Neill, esperaré su señal —dijo Teal’c.

—Bien, ahora metámonos en esos ataúdes y lancémonos a la luna

volcánica —dijo el coronel O’Neill, aunque luego frunció el ceño al ver las

cápsulas de escape.

—Carter, aquí solo hay cuatro ataúdes y nosotros somos seis —dijo

el coronel O’Neill mirando a 00 y a 03.

—Nosotros nos transportaremos directamente a la superficie.

Usar estas cápsulas es un riesgo, podrían fallar y sus ocupantes tendrían una

muerte muy dolorosa en la atmósfera de la luna —explicó 00 con firmeza. El

coronel O’Neill hizo una mueca.

—¿Podrían llevarnos con ustedes? —preguntó el coronel

O’Neill. 00 asintió. El coronel O’Neill parpadeó—. Y no lo dijiste, ¿por? —preguntó.

—Pensé que disfrutaría lanzarse en las cápsulas —dijo 00.

—Por favor, llévennos con ustedes —dijo el coronel O’Neill

con impotencia.

00 asintió y extendió su mano. Su equipo la tomó y

desaparecieron, apareciendo en la superficie de la luna, un paisaje volcánico.

—Bien, nos hemos ahorrado un viaje difícil. Activen el sigilo

y busquemos esa plataforma de anillos —dijo el coronel O’Neill, y todos se

volvieron invisibles.

—Probando sonido —dijo el coronel O’Neill para comprobar las

radios de corto alcance.

—Recibido —contestaron todos.

—Usen las pistolas zat en caso de necesidad. No queremos

alborotos hasta que el rescate esté hecho —advirtió el coronel O’Neill, y todos

se separaron.

El equipo entró en las cuevas, la prisión de Sokar, para

tratar de tomar el control de la habitación del guardia de la prisión, donde se

encontraba el único artefacto de comunicación del lugar. Esto significaba que

si se apoderaban de él, Sokar no podría enterarse de lo que pasaba allí sin

venir a revisar por sí mismo desde el planeta.

03 se transportó junto a 00 después de separarse del grupo.

Ya sabían dónde se encontraba la habitación del guardia principal, ya que sus

sensores la habían localizado. Ambos llegaron directamente allí para buscar a

su objetivo: el Goa’uld conocido como Apophis, quien estaba prisionero de

Sokar.

00 y 03 se transportaron unos cincuenta metros en un túnel

despejado y luego caminaron hacia su objetivo. Además de ser invisibles para

los ojos de los prisioneros, gracias a la tecnología Tollan, también eran

intangibles y llegaron directamente a su objetivo antes de que el resto de su

grupo llegara.

—Es este —dijo 00, mirando a un hombre que llevaba un casco a

modo de máscara y un bastón Jaffa.

El hombre vigilaba la puerta de las habitaciones del guardia

principal de la prisión, junto a otros cuatro hombres que también eran Goa’uld.

Para un humano, sería extremadamente difícil sobrevivir unos pocos días en esta

prisión.

00 levantó la mano y todos desaparecieron, siendo almacenados

como energía.

—Objetivo capturado, llamemos a los demás —dijo 00.

De momento, su misión terminaba allí. Ellos debían esperar a

que Sokar fuera derribado para llevar a Apophis al planeta y que este reclamara

su lugar.

—Hay muchos Goa’uld menores en este lugar, también jaffas.

Podríamos llevarlos con nuestro dios como mano de obra —dijo 03. Debido a que

cuando la luna explotara, miles de vidas se perderían, y considerando que estos

prisioneros eran enemigos de Sokar, quizás hubiera gente inocente entre ellos.

00 se encogió de hombros.

—Hay mucho tiempo, pero espera a que la habitación principal

sea capturada y el prisionero sea liberado —dijo 00, y 03 asintió

apresuradamente.

—Coronel O’Neill, hemos localizado el lugar… —03 transmitió

la dirección de la habitación.

Diez minutos después, todo el grupo había llegado. No habían

abandonado el sigilo, pero 03 podía verlos, ya que esta era una tecnología de

nivel Goa’uld. Aunque pareciera lo mismo que usaban él y 00, no lo era. Ante la

tecnología Asgard, era inútil. También poseían habilidades psíquicas, y ni

siquiera la tecnología Asgard sería efectiva para ocultarse de ellos.

—¿Estamos todos? —preguntó el coronel O’Neill por radio, y

cuando todos respondieron, aporreó la puerta con fuerza.

El guardia principal que descansaba dentro salió a ver quién

era y fue recibido por varias descargas de Zat, que lo hicieron desaparecer.

Luego, el equipo entró, cerró la puerta y desactivó el

sigilo. 03 y 00 también se mostraron.

—Eso fue rápido —dijo el coronel O’Neill viéndolos aparecer.

—No hay mucho que explorar en este lugar —dijo 03.

00 ignoró la pregunta.

—Bien, busquen ese artefacto de comunicación y la plataforma

de anillos —ordenó el coronel O’Neill.

03 señaló un lugar en la pared del fondo.

—Aquí está el artefacto de comunicaciones y también el

control para la plataforma de anillos —informó 03, mientras Martouf sacaba un

artefacto sensor para rastrear el lugar.

—Bueno, ahora solo nos queda buscar a Jacob —dijo el coronel

O’Neill.

—Yo vigilaré aquí. Ustedes sigan trabajando —dijo 00

materializando un trono y sentándose.

—Conversión de materia en energía y viceversa —explicó 03

cuando el equipo lo miró. El coronel O’Neill miró a la mayor Carter.

—Señor, los Goa’uld no poseen esa tecnología —explicó la

mayor Carter.

—Martouf, su tecnología es decepcionante —dijo el coronel

O’Neill.

—¡No soy un Goa’uld! —reprendió Martouf.

—Lo que tú digas —dijo el coronel O’Neill y revisó su pistola

Zat—. Bien gente, primera parte del plan completada. Entramos a la fase dos.

Activen los escudos y pongan a dormir a todo el que se nos acerque. No me

importa si es para preguntar la hora o la dirección del baño. No quiero

accidentes —advirtió el coronel O’Neill mirando a Daniel.

—¿Por qué me miras a mí? —preguntó Daniel. El coronel O’Neill

lo ignoró y tomó la delantera para salir de la habitación.

Al salir, el coronel O’Neill miró a 03.

—03, ¿puedes localizar a Jacob? —preguntó. 03 asintió.

—Necesitamos a un prisionero. Veré en sus recuerdos —dijo 03.

Unos segundos después, el Sg1 noquearon al primer prisionero

que encontraron.

03 se acercó y en un par de segundos, ya había copiado toda

su memoria. Esta era una tecnología que habían conseguido del mundo donde

habitaba el androide Harlan, que hizo duplicados del SG1. Al aplicar la

tecnología asgard, la mejora era impresionante.

—Está en una celda cerrada, síganme —informó 03 y guio el

camino.

En la prisión había cientos de personas, pero todo su grupo

estaba armado, y todos los que intentaron ponerse en frente, fueron aturdidos.

Unos diez minutos después, aturdieron a un par de guardias y

entraron a una celda para encontrar al padre de la mayor Carter, que estaba

herido, en una especie de celda subterránea.

03 se apresuró a curar todas sus heridas y él se levantó para

abrazar a su hija y mirar a 03.

—03 y 00 han venido a ayudarnos —explicó la mayor Carter y el

hombre asintió.

—Volvamos a la sala de guardias —ordenó el coronel O’Neill

viendo que su objetivo estaba a salvo.

Mientras regresaban, ningún prisionero intentó abordarlos.

Al volver a la sala del guardia principal de la prisión, 00

seguía sentada en su trono.

—Martouf —dijo el coronel O’Neill y Martouf sacó una pequeña

esfera gris.

—Esto destruirá esta habitación en cuanto salgamos de aquí —dijo

Martouf.

—¿No podemos hacer nada por esta gente? —preguntó Daniel—. Quiero

decir, si son prisioneros de Sokar, es probable que no sean tan malas personas

después de todo. Y cuando la luna estalle, correrán el mismo destino que él —explicó

Daniel.

—Transportaré a todos antes de la explosión. Ya les he

marcado —dijo 03, que durante su recorrido, esparció sus bionanitos en todos

los prisioneros y ahora estaban a su alcance.

—Hay cientos de personas aquí, no hay espacio en nuestra

pequeña nave —dijo Martouf—. Además, la mayoría de los prisioneros de Sokar son

jaffa y Goa’uld —agregó.

03 materializó una pequeña caja metálica en su mano, de cinco

centímetros de lado—. Ellos serán almacenados aquí —explicó 03.

—Gente, díganle a su emperador que es bienvenido a visitarnos

cuando guste. Lo invitaré a pescar —dijo el coronel O’Neill, que tampoco veía

necesario dejar a los prisioneros de Sokar atrás.

—Señor, creo que debemos hablar luego —dijo la mayor Carter

con algo de incomodidad.

—O’Neill, estoy en posición —dijo Teal’c por radio,

interrumpiendo la pregunta que el coronel O’Neill se disponía a hacer.

Un minuto después, ellos volvieron al Tel’tak usando la

plataforma de anillos. Él y 00 podían localizar la nave y volver a ella, pero

no había problemas en usar los anillos transportadores Goa’uld.

—Jacop, toma asiento. Creo que lo que sigue te gustará —dijo

el coronel O’Neill. Jacop asintió.

Unas horas después, Sokar, que no había recibido ningún

informe de su prisión, tomó su nave insignia en su planeta y se aproximó a la

luna para pedir explicaciones sobre lo que pasaba allí.

Martouf envió el arma tok’ra que usarían para destruir la

luna, y todos esperaron para ver cuánto tiempo le tomaba a Sokar darse cuenta

de que la luna esta estaba a punto de explotar en su cara.

A pocos segundos de la explosión, la nave de Sokar intentó

volar lejos, pero ya era demasiado tarde, y la explosión de la luna destruyó su

nave.

Mientras esto sucedía, 03 y 00 dejaron un par de hologramas

de luz dura y se dirigieron al planeta para implantar una nueva memoria en

Apophis, haciéndole creer que había escapado de la prisión de Sokar por su

cuenta. Luego regresaron al Tel’tak y se dirigieron de vuelta a la base segura

del Comando SGC para regresar a casa.

Una semana después de la misión del SG1 para rescatar a

Jacop, Maybourne todavía tenía algo de papeleo e informes que presentar. En

esta misión, habían utilizado los brazaletes de infiltración, una tecnología

extraterrestre que era vigilada con celo por todas las principales agencias de

inteligencia de su país. Estas agencias temían que cayera en manos de cualquier

enemigo, ya fuera Goa’uld o de la propia Tierra. Cada artefacto que poseían

requería una cantidad significativa de papeleo antes de su uso.

Maybourne pensó que sus superiores jamás prestarían esta

tecnología para rescatar a un tok’ra, incluso si este tok’ra fuera un exmilitar

de su propio país. Sin embargo, Jacop no era una persona común; era el padre de

la mayor Samantha Carter, parte del SG1. Este grupo había asegurado su actual

alianza y era altamente valorado, al punto de cumplir algunos de sus caprichos.

Dado este contexto, las agencias de inteligencia tenían en

cuenta que rechazar una solicitud de ayuda del SG1 podría resultar en la

desaprobación de sus aliados y la retirada de su apoyo. Así que cada vez que el

SG1 pedía ayuda, sus superiores se apresuraban a ofrecérsela.

Inicialmente, Maybourne no estaba de acuerdo con esto, ya que

creía que debían responder solo en caso de una verdadera amenaza para la vida

de su equipo principal. Sin embargo, después de trabajar casi dos años con el

SG1, había desarrollado cierta confianza en ellos, tanto como podía confiar en

cualquier otra persona. Por lo tanto, no le molestaba demasiado prestarles los

equipos de infiltración…

Una alarma silenciosa llegó a su computadora, interrumpiendo

sus pensamientos. Maybourne se sorprendió un poco ya que esta alarma estaba

relacionada con un código de infiltración enemiga a través del portal. Dicho

sistema de alarma había sido implementado recientemente, gracias a sus aliados,

después de que una especie que utilizaba camuflaje óptico lograra infiltrarse

en la base sin ser detectada.

Maybourne no dudó y activó las alarmas para una invasión,

alertando a su personal para que se apresuraran al lugar con un equipo completo

de interrogación. Ahora, este equipo incluía nanitos orbanianos, lo que les

permitía extraer información directamente del cerebro de los interrogados, en

lugar de limitarse a usar detectores de mentiras.

Maybourne se levantó de su silla y se dirigió a una caja

fuerte en una esquina. Al activar el código de infiltración enemiga y las

alarmas, la caja fuerte se abrió discretamente. Sacó un maletín que contenía un

brazalete de infiltración, granadas aturdidoras, una pistola Zat, una P-90 y un

artefacto sensor, la última tecnología militar producida en el planeta base.

Armado con todo esto, Maybourne activó el sigilo y corrió

hacia la sala del portal. Sin embargo, decidió esperar un momento ya que los

infiltrados estaban siendo llevados a la enfermería. Sintió empatía por la Dra.

Fraizer, pero una habitación con una sola salida sería más beneficiosa para un

agente solitario que un pasillo por donde los enemigos podrían huir. Sus

acciones en ese momento podrían evitar una operación más grande en el futuro.

Si lograba capturar a los infiltrados sin activar sus alarmas, quizás podrían

tomar la iniciativa y obtener más información del enemigo.

Maybourne permitió que los infiltrados fueran llevados a la

enfermería para una revisión de rutina y los siguió en silencio gracias al

sigilo, hasta que ingresaron a su destino.

Maybourne no perdió tiempo y empujó al guardia de la puerta

para lanzar una granada aturdidora y cerrar la puerta.

Luego desactivó el sigilo y miró al guardia que había

apartado del camino para evitar que interrumpiera su plan de contención.

—Soldado, tenemos una intrusión. Cúbrame —ordenó Maybourne.

Con la pistola Zat en mano, abrió la puerta de la enfermería mientras el

soldado se apresuraba a ponerse de pie.

Maybourne entró para encontrar a siete personas desmayadas,

que eran el equipo que acababa de ingresar, y otras tres personas que eran el

personal de la enfermería, incluida la doctora Fraizer.

—Revíselos minuciosamente —ordenó Maybourne al soldado

mientras apuntaba al equipo de infiltrados inconscientes. Luego se acercó a la

pared para activar las alarmas de la base. Su plan había tenido éxito, habían

capturado a los infiltrados sin causar escándalos, y ahora tendrían más

opciones al actuar.

Diez segundos después de activar las alarmas de la base, un

grupo de soldados llegó a la enfermería y Maybourne les ordenó que ayudaran con

la revisión de los infiltrados.

El General Hammond llegó un minuto después, cuando los

soldados ya habían retirado cuatro pequeños artefactos, parecidos a discos,

ocultos en el pecho de los infiltrados. Estos dispositivos de camuflaje

revelaron su verdadera apariencia: unos seres humanoides extraños que carecían

de boca y parecían una mezcla entre lagarto, babosa e insecto.

—Coronel Maybourne, quiero que su prioridad sea traer a mi

equipo de vuelta —ordenó el General Hammond, sin siquiera preguntar qué estaba

sucediendo, ya que la situación era evidente.

—Un equipo de inteligencia llegará en cinco minutos. Haremos

todo lo posible —respondió Maybourne.

Maybourne no había pensado en el equipo perdido, ya que lo

más probable era que todos estuvieran muertos. Sin embargo, la actitud positiva

del General Hammond también beneficiaría a la misión, ya que su colaboración

era necesaria. Aunque su equipo ya hubiera fallecido, Maybourne habría hecho

todo lo que podía, por lo que asintió.

—Señor, creo que poseemos la tecnología para obtener la

información que necesitamos de estos infiltrados —dijo Maybourne.

—Los nanitos —dijo el General Hammond.

Esta era una de las tecnologías más recientes que habían

obtenido gracias al SG1. También había causado gran revuelo debido a sus

posibles usos. Maybourne asintió.

—¿Son extraterrestres? ¿Cree que funcionarán con ellos? —preguntó

el General Hammond con dudas.

—Creo que debemos intentarlo. Otras formas de comunicación

podrían alertar al enemigo, y eso nos haría perder una ventaja inicial —explicó

Maybourne, y el General Hammond asintió, dando su consentimiento.

Cuando el equipo de inteligencia llegó, los nanitos fueron

implantados en el cerebro de los intrusos, y un par de minutos después, las

computadoras dieron luz verde para comenzar el proceso de exploración de la

memoria.

Quince minutos después, Maybourne ingresó a la sala de

reuniones donde el General Hammond lo esperaba, acompañado por algunos

oficiales ejecutivos del Pentágono.

—¿Sabemos algo de mi equipo? —fue lo primero que preguntó el

General Hammond en cuanto entró.

Maybourne sabía que ese sería el primer tema a tratar, así

que asintió mientras se sentaba y entregaba varios informes que llevaba en un

maletín.

—Ellos están vivos. Los infiltrados los necesitaban con vida

para interactuar con ellos a nivel telepático e imitar su comportamiento.

Gracias a eso, pudieron adaptarse rápidamente he iniciar su infiltración en

nuestra base. Sin embargo, no tuvieron en cuenta que nosotros poseemos sensores

contra artefactos de camuflaje como el que usaron —explicó Maybourne.

—Artefactos de los cuales tampoco estaba informado —dijo el

General Hammond.

—Señor, las agencias de inteligencia están para manejar este

tipo de riesgos. Si todos en la base conocieran estos sensores, es posible que

estos alienígenas hubieran tomado medidas en su contra o simplemente habrían

cambiado su plan de infiltración —explicó Maybourne.

—¿Cómo podemos rescatar a mi equipo? —preguntó el General

Hammond.

—Señor, temo que eso será un poco difícil. Estos infiltrados

tienen un protocolo de infiltración que consistía en que estos primeros

infiltrados tomasen el control de la puerta y pidieran refuerzos. Esos

refuerzos capturarían la base y solo después de establecer un punto de control,

tenían previsto enviar al SG6 aquí para que continuasen transmitiendo sus

pensamientos a los infiltrados y el plan de invasión continuara —explicó

Maybourne.

—¿Quiere decir que no hay forma de rescatar a mi equipo en

este momento? —preguntó el General Hammond. Maybourne negó con la cabeza.

—En realidad, tenemos un plan. Vamos a contactarlos en este

momento, notificando que todo está en orden y que los refuerzos son necesarios

para asegurar el control de la base. Cuando ellos crean que la base está bajo

su control, enviarán al SG6 como estaba previsto para anexar sus pensamientos a

los infiltrados —explicó Maybourne—. Señor, debo informar que este plan tiene

una ventana de ejecución de no más de diez minutos —añadió Maybourne mientras

miraba su reloj.

El General Hammond se levantó de su asiento y asintió, luego

se dirigió fuera de su oficina, donde su equipo de inteligencia lo esperaba, ya

utilizando los artefactos de camuflaje de los infiltrados.

—Tenemos los códigos para transmitir, pero no hemos podido

hacer exámenes profundos de su memoria. Solo recuerdos recientes. Por lo tanto,

aún no tenemos toda la información. No obstante, creemos que los códigos serán

válidos —explicó Maybourne mientras caminaban hacia la sala del portal.

El portal se activó sin problemas y Maybourne transmitió los

códigos que indicarían al grupo de infiltración extraterrestre que la operación

había tenido éxito y que necesitaban refuerzos para asegurar el resto de la

base. Luego el portal se cerró mientras tres miembros de su equipo de

inteligencia ingresaban a la sala del portal. Dos de ellos lucían como el SG6

secuestrado y uno como los invasores.

—¡Retírense de la sala del portal! —ordenó el General Hammond

a sus tropas y estos dejaron al equipo de inteligencia solos.

El General Hammond miró a Maybourne en busca de más

explicaciones mientras salían, ya que no había tiempo para discutir las cosas

en la sala de reuniones.

—Una vez que el grupo de infiltración cruce, uno de mis

agentes usará una granada aturdidora para dejarlos inconscientes. He demostrado

que es un arma eficaz contra ellos en la enfermería. Sin embargo, sugiero que

el resto del personal esté equipado con pistolas Zat, por si acaso se nos

escapa algo. Según sus recuerdos, el SG6 debería llegar con ellos —explicó

Maybourne. El General Hammond asintió y la puerta empezó a activarse.

—Llamada no programada —informó el encargado de los

controles.

—Abran el iris —ordenó el General Hammond con determinación.

Maybourne activó su propio camuflaje para parecer uno de los

extraterrestres y fingió ocuparse de los controles, mientras el General Hammond

se escondía junto al operador.

Cuando el portal se estabilizó, los extraterrestres

comenzaron a entrar, llevando una gran cantidad de equipo. Eran un grupo de

veinte. Ellos trajeron varios contenedores con equipos. Gracias a los recuerdos

descargados con los nanitos orbanianos, Maybourne sabía qué había exactamente y

cómo usar cada pieza de esa tecnología. También había cuatro camillas donde

estaban los miembros del SG6.

Maybourne sonrió satisfecho por el éxito de su plan y esperó

a que el portal se cerrara. En ese momento, uno de sus agentes sacó una granada

aturdidora sin que nadie lo notara. Después de un destello, todos en la sala

cayeron al suelo. Sus agentes no se vieron afectados, ya que llevaban un escudo

personal, al igual que él.

El General Hammond se acercó a Maybourne después del destello

para observar cómo el personal militar entraba a la sala del portal, revisaba

si había algún extraterrestre consciente y les quitaba las armas y otros

equipos.

—¡Coronel Maybourne, buen trabajo! —alabó el General Hammond

y se apresuró a salir de la sala de control para revisar el estado de su

equipo.

Maybourne tenía claro que para él lo más importante era haber

recuperado al SG6; los números y beneficios no eran prioritarios para el

General Hammond. Por eso, se ganaba la confianza de sus hombres con rapidez.

Maybourne ya se había acostumbrado a ello, y como en este

caso, él y su agencia trazaban sus planes teniendo en cuenta esta mentalidad.

Se estaba acostumbrando a eso; era algo extraño. Incluso había llegado a

acostumbrarse a Jack y su humor sarcástico; quizás incluso estaba a punto de

llevarse bien con ese tipo de anteojos.

Daniel Jackson cruzó el portal hacia el SGC después de casi

morir ahogado por una lluvia torrencial, solo para encontrarse con un equipo

militar apuntándole.

—Son ellos —dijo la voz de Maybourne desde la sala de

control, cuyas protecciones se activaron y comenzaron a bajar cuando su voz se

oyó.

El personal militar comenzó a retirarse de la sala del

portal, y las protecciones de la sala de control comenzaron a bajar.

—Hemos tenido visitantes no deseados —explicó el General

Hammond cuando las compuertas bajaron por completo.

—En resumen, han estado aquí recibiendo equipo extraterrestre

hasta que dejaron de necesitarlo y cortaron la comunicación —dijo Jack.

Maybourne asintió seriamente.

—No hemos conseguido descargar más de tres meses de

recuerdos. Parece que, al ser una civilización con tecnología capaz de leer

recuerdos y pensamientos, tenían sus propias medidas de seguridad. Pero tenemos

mucha información sobre sus tácticas de infiltración y un conocimiento

detallado de su tecnología de camuflaje. Su tecnología de lectura de

pensamientos es muy interesante —dijo Maybourne, y Daniel sintió escalofríos.

—Maybourne, podrías escribir novelas de terror. Tienes

talento para eso —dijo Jack, y Maybourne sonrió ante su comentario.

—Jack, estás celoso porque otro equipo nos ha traído

beneficios —replicó Maybourne.

Korr leyó el informe final del SGC sobre el intento de

infiltración en su base y asintió satisfecho. Estaba sentado en su trono en el

puente de la Leviatán.

El SGC había manejado una amenaza alienígena seria y, como

siempre, habían sobrevivido. Además, habían logrado obtener beneficios esta vez

sin necesitar ayuda de sus enviados. Ni siquiera los habían llamado. Era una

amenaza menor, a su nivel, y fue resuelta con facilidad. Parecía que sus planes

estaban dando resultados. Además, Maybourne se había encargado de esta amenaza

y al parecer ya había aprendido a colaborar con el SGC…

Un gruñido sacó a Korr de sus pensamientos. Vio la pantalla

frente a él, donde aparecía Apophis. Parecía haber tomado prestado el

guardarropa de Sokar y había cambiado su aspecto usual por un traje rojo y una

capa dorada a cuadros. También tenía algunos añadidos mecánicos en su rostro.

—¡Te atreves a ignorarme! —reprendió Apophis.

La última vez que hablaron, Apophis no se atrevió a

responder, pero ahora había tomado control de la flota de Sokar y su ego había

crecido mucho.

Apophis estaba sentado en un trono y dos mujeres de

apariencia promedio a ojos de Korr le daban masajes en los hombros mientras

algunos jaffas vigilaban a su alrededor; parecía estar un poco paranoico por

ser atacado.

—Apophis, conoces mis condiciones para liberar a tu reina.

Únete a mí y todo estará resuelto —dijo Korr con despreocupación.

—¡Korr, iré por tu cabeza! —sentenció Apophis y cortó la

comunicación.

Korr hizo una mueca. No esperaba que Apophis se centrara en

él después de haberlo enviado a liberar; parecía que atrapar a su reina había

alterado las cosas que conocía, pero no estaba demasiado preocupado por eso. Si

Apophis lo atacaba, él respondería, ya que aún tenía algo de tiempo antes de

que se asentara por completo, y Herur-ur seguía disputando territorios por

allí, ahora que Sokar no estaba. Korr dejó el problema de Apophis para más

adelante porque tenía otra llamada.

Korr recibió la llamada, y Apophis lo miró con ira otra vez,

pero esta vez no era el único presente y no dijo nada, ya que esta era una

reunión de los señores del sistema, y ellos fueron apareciendo uno por uno,

siendo Ba’al el último.

—Apophis, dinos tus intenciones —dijo Yu, una vez que todos

estuvieron allí.

—Soy un señor del sistema, no actuaré con el mismo deshonor

que Sokar —declaró Apophis. Yu asintió.

Korr asintió al igual que los demás, incluso Herur-ur, que

había invadido los territorios de Apophis, lo que había causado algunas

escaramuzas.

La única que faltaba era Nirrti, quien después de intentar

matar a Cronos en una reunión oficial de los asgard, escapó y se convirtió en

fugitiva.

—Bien, ahora discutamos el segundo punto que nos ha traído

aquí —dijo Cronos.

—Los señores menores —dijo Ba’al con una sonrisa.

—Son un problema —gruñó Amaterasu.

—En efecto —dijo Korr, ya que los señores menores habían

propiciado el ascenso de Sokar y, aunque los señores del sistema aún no lo

sabían, también serían la causa del ascenso de Anubis.

—Creo que la solución es simple: no más señores menores

—propuso Ba’al.

—¿Y qué hay de las larvas que maduran en los jaffas?

—preguntó Amaterasu.

—¿Y qué hay de los actuales señores menores? —añadió Korr.

—Los actuales señores menores serán eliminados en su debido

tiempo —dijo Yu.

—En cuanto a las larvas que maduran, serán consumidas

—sentenció Cronos.

Korr había borrado eso de su memoria, pero conocía el ritual

caníbal de los goa’uld para evitar que su población creciera. No todos los

simbiontes eran consumidos, pero este ritual marcaba el inicio, como una

sentencia.

Korr, cuyos jaffas no portaban simbiontes, los miró con asco.

—No esperen que los acompañe, hagan lo que quieran. En mi

territorio no hay goa’uld menores causando problemas —dijo Korr, lo que generó

un gruñido de Yu.

Los demás señores lo miraron con desprecio, y la reunión

terminó. Korr sabía que los señores menores seguirían causando problemas hasta

que Anubis diera la cara. Pero al menos ya no se crearían más señores menores, para

que estos crearan Ha’taks para ladrones como Sokar y Anubis.

El problema ahora era el número de Ha’taks. Sin un señor

supremo, los goa’uld actuaban independientemente, y ahora los señores menores

tenían más naves que los señores del sistema. Eso era un problema que los

señores del sistema no podían enfrentar por el momento.

El Desconocido.

 

El Desconocido salió del portal. Frente a él, a doscientos

metros de distancia, había un templo cuya fachada se sostenía sobre columnas de

piedra.

El Desconocido dio un paso utilizando una pequeña porción de

sus habilidades psíquicas para, a ojos de seres inferiores, aparecer en un

altar ubicado en un gran salón con un suelo oscuro que reflejaba su presencia.

En el altar, iluminado por antorchas que dejaban todo en penumbra perpetua, se

encontraba un trono de mármol negro con venas de relámpagos blancos.

El Desconocido se sentó, colocando sus manos sobre los

reposabrazos. Aunque sonrió, su rostro de sombras no mostró ningún indicio,

solo era una oscuridad profunda e infinita bajo una capa que parecía hecha de

la misma noche.

El Desconocido no estaba feliz, solo satisfecho. Desde el

momento en que descendió al plano material después de ser descubierto robando

conocimientos, sorprendentemente se le ofreció un trato más favorable de lo que

jamás pensó. Incluso le permitieron conservar gran parte de sus conocimientos,

mientras que el resto fue sellado.

El Desconocido experimentó una momentánea satisfacción en ese

momento, pero sabía que los ascendidos no le otorgarían regalos sin razón. Se

dispuso a averiguar sus motivos.

El Desconocido optó por no utilizar sus habilidades psíquicas

para investigar, ya que percibió una red psíquica que cubría toda la galaxia.

Dado que la situación actual había sido sellada en su mente, decidió no

arriesgarse. Su oponente no podía subestimarse, y su poder no parecía ser

inferior al suyo. Así que, en lugar de eso, permaneció oculto, utilizando su

poder psíquico para enmascarar su presencia, mientras exploraba el alcance de

la influencia de su rival.

Un día después de infiltrarse en el territorio de un pequeño

señor goa’uld y establecer su base, robando sus conocimientos, el Desconocido

comenzó a vislumbrar la situación actual. Comprendió por qué sus conocimientos

y habilidades no habían sido completamente suprimidos. Se dio cuenta de que su

rival había estado activo durante años. Aunque sus conocimientos y habilidades

podrían ser similares, sus bases y recursos diferían significativamente. Si

intentara enfrentarlo, sería superado con facilidad.

Al Desconocido no le gustaban este tipo de enfrentamientos, por

lo que decidió no participar en ellos. Se mudó a un mundo desconocido para los

habitantes de esa galaxia, donde había un Chappa’ai algo especial.

Una vez allí, el Desconocido utilizó los artefactos y

programó su destino para cien años atrás. Creía que viajar a ese momento

eliminaría cualquier rastro de su rival, ya que su presencia parecía ser

reciente, de solo unos pocos años. Viajar al pasado le daría una victoria

rápida sin necesidad de luchar.

Sin embargo, al completar sus preparativos y activar el Chappa’ai

para regresar cien años atrás, este no funcionó. El Desconocido no consideró

que fuera un error. Él era un dios y, por tanto, infalible. El fallo en la

activación debía tener otra causa. Poco después, una presencia psíquica

abrumadora e infinitamente poderosa se posó sobre él. Fue un breve segundo,

como si alguien hubiera abierto y cerrado los ojos, pero el Desconocido

entendió. No se le permitía usar ese recurso.

El Desconocido no se molestó, él sonrió. Al idear ese plan,

había considerado la posibilidad de que su rival pudiera usarlo en su contra,

dado que llevaba más tiempo actuando. Era obvio quién tendría la ventaja y

podría haber planeado contra medidas. Ahora, esas posibilidades estaban descartadas.

Con su plan fallido, el Desconocido abandonó el planeta y se

dispuso a descubrir la identidad de su rival. Ya tenía dos candidatos en mente.

Uno de ellos era una pequeña larva que recientemente se había convertido en

señor del sistema. Según los recuerdos del goa’uld al que había copiado la

memoria, esta pequeña larva llamada Korr había tomado control de un astillero

de Ra tras su caída, además de una nueva fuente de energía y una nave temible.

El Desconocido sospechaba que Ra planeaba exhibir esta nave

como su joya de la corona, manteniéndola en secreto de los señores del sistema.

Sin embargo, Ra murió y Korr obtuvo todo.

El segundo candidato era Sokar, un antiguo goa’uld exiliado

que había acumulado una gran flota, superior a la de cualquier señor del

sistema. Su retorno repentino lo convirtió en el favorito para comenzar la

investigación del Desconocido. Había tomado su tiempo para acercarse a Sokar

sin llamar la atención.

El Desconocido había pasado un par de semanas estudiando a su

posible rival. Sin embargo, hace dos semanas, este rival fue asesinado de

manera repentina, lo que llevó al Desconocido a comprender que había juzgado

mal la situación. Rápidamente cambió el rumbo de su investigación e infiltró

los territorios de la pequeña larva.

En este momento, dos semanas después, el Desconocido sonreía

sentado en su trono.

—Pequeña larva… no, Korr, eres cauteloso y te has dado cuenta

de la decadencia de nuestra especie. En otras circunstancias, podríamos ser

aliados, pero dado que solo puede haber un dios supremo en este universo, uno

de nosotros deberá ceder el paso —dijo el Desconocido con una voz oscura y

artificial, producto de sus habilidades psíquicas.

El Desconocido encontró irónico el hecho de que alguna vez

intentó poner sentido común en los señores del sistema, creando un verdadero

imperio goa’uld, pero fue exiliado. Ahora regresaba con el poder para llevar a

cabo su voluntad, solo para encontrarse con otro goa’uld con la misma visión.

El Desconocido soltó una carcajada con su voz artificial, y

sus risas resonaron en las paredes y el piso del templo.

—Mi señor, ¿ocurre algo? —preguntó un jaffa que llegó

apresuradamente al lugar, acompañado de otros dos.

El que preguntó era su nuevo Primer Principal, nombrado entre

los servidores del goa’uld menor al que había asesinado.

El Desconocido continuó riendo por un minuto más. Luego,

levantó la mano y usó su poder para desintegrar al ser molesto en partículas.

Los otros dos jaffas comprendieron su lugar de inmediato y se arrodillaron.

El Desconocido no estaba enojado ni sentía ira. Solo

experimentó una leve decepción por la decadencia de los goa’uld, evidenciada en

el comportamiento irrespetuoso de los esclavos jaffas, que se atrevían a

cuestionar a su dios.

El Desconocido atrajo las partículas en las que se había

convertido el jaffa, reformándolas en un insecto metálico compuesto por

bloques. El replicador tomó su forma y descendió al suelo.

Si bien esta tecnología era interesante, también era

peligrosa. Si los asgard descubrían que estaba en su poder, actuarían en su

contra inmediatamente, antes de que pudiera tomar medidas. No obstante, si no

la utilizaba, sería fácilmente superado.

El Desconocido consideró su siguiente paso. Korr había

asesinado a Sokar. No le convenía permitir que un goa’uld sembrara el caos, así

que eliminó a Sokar para establecer su imperio en orden. Sin embargo, el

Desconocido no podía permitir un orden rígido, ya que eso limitaría su libertad

de movimiento y lo haría vulnerable. Debía descartar el orden y la forma más

fácil de hacerlo era eliminando a Apophis.

Si el Desconocido pudiera llevarse a otro señor del sistema

consigo, tendría un espacio mayor para maniobrar. Pero por el momento, no podía

actuar abiertamente. Debía reunir recursos en secreto mientras aseguraba la

caída de Apophis y el surgimiento del caos. Así podría obtener suficientes

recursos para igualar a su rival, ya que en este momento había cientos de

goa’uld menores con jaffas y ha’taks que él podía reclutar para formar su

ejército rápidamente, sin alertar a los asgard con su tecnología, hasta que

estuviera listo para enfrentarlos.

El Desconocido sabía que los asgard no intervendrían hasta

que fuera demasiado tarde, ya que estaban ocupados con su guerra contra los

replicadores. Siempre y cuando los replicadores no fueran detectados, él

tendría una oportunidad.

El Desconocido tampoco temía por su vida, ya que era

inmortal. Ninguna de estas pequeñas criaturas podría causarle daño. En cuanto a

Korr, su presencia era enigmática. A pesar de que su poder psíquico no parecía

inferior al suyo, el Desconocido no podía sentir un cuerpo inmortal en él. De

hecho, experimentaba una enorme presencia física.

Esto desconcertaba al Desconocido, ya que los ascendidos no

otorgaban ventajas. Si su rival poseía los mismos conocimientos, también

debería ser capaz de ascender. En teoría, él mismo debería haber ascendido en

algún momento, por lo que resultaba extraño que prefiriera un cuerpo físico

teniendo acceso a la inmortalidad.

Korr tampoco utilizaba sus habilidades de forma activa, lo

cual preocupaba un poco al Desconocido, ya que esto podría indicar que él

estaba ocultándose. De hecho, esa fue la razón por la que inicialmente no pudo

localizarlo con certeza. ¿Sabía Korr de su existencia?, se preguntó el

Desconocido.

 

NA 1: Los ascendidos no han pasado por alto al MC, y han

reaccionado ante su presencia en la galaxia, realizando los ajustes

correspondientes en su intervención en la historia. Como el autor de este fic

no voy a ignorar la existencia de los ascendidos, ya que ellos son los únicos

que pudieron notar el cambio en Korr, y por supuesto si les tocara intervenir,

como en este caso, lo tomarían en cuenta.

NA 2: El rival de Korr ya está presente y ha realizado su

movimiento, trazando su plan de acción para actuar en las sombras mientras

reúne fuerzas. Apophis es un individuo desafortunado, ya que todos planean

matarlo.

NA 3: El rival de Korr tendrá su propio punto de vista cada

vez que actúe, y cuando comience a intervenir directamente en la historia,

contará con la mitad de la trama a su favor, con sus propios personajes y

puntos de vista.

NA 4: En este breve punto de vista, quise proporcionar una

idea del poder psíquico actual de Korr y su rival.

NA 5: Mi intención era retrasar la presentación del

antagonista, pero dado que ya hemos llegado a la mitad de la historia y este es

el momento en que comienza a actuar, supuse que les interesaría enterarse de

ello. En lo personal, no soy fan de cuando un autor introduce un personaje y

después me revela que ha estado actuando en segundo plano, por lo que no soy

aficionado a las películas de suspense o de investigación.

NA 6: he usado Desconocido para nombrar al antagonista de

momento, porque en la serie original, él mismo ocultó su nombre, hasta que

decidió revelarse a los señores del sistema. Por tanto, seguiré el canon, y acá

también será el Desconocido hasta que él decida nombrarse a si mismo, y

presentarse ante los demás, pero no hagan teorías locas, el desconocido es

Anubis.

NA 7: No me he salido del canon, con respecto a la

intervención de los ascendidos, ellos saben de Korr y toda su tecnología, por

lo que le dejaron a Anubis a su mismo nivel. Aun así, hay diferencias entre los

conocimientos de Anubis y los de Korr, que irán viendo a medida que avance el

fic.

NA 8: Al mencionar que vamos por la mitad, me refiero a la

mitad de la saga Goa’uld, porque todavía no empiezo a escribir sobre los Ori.

Nota del autor 9: Olvidé proporcionarles una referencia de

cómo se ven las naves 00, 02, 03, 05 y 06:

La nave 00 es idéntica a Nezard de Lost Universe.

La nave 02 es similar a la nave principal de Apophis, con la

que destruyó a Heru-ur en la historia original.

La nave 03 es idéntica a Ragudo Mezegis de Lost Universe.

Las naves 05 y 06 son iguales a la nave nodriza de Anubis en

la temporada 8, la nave que utilizaba al atacar la Tierra.

Recuerden, estas son bionaves y pueden adoptar cualquier

configuración y apariencia. Aun así, no pueden ser ajustadas tan rápido como

los replicadores humanos. Estas naves tienen un kilómetro de tamaño, y cambiar

su forma y configuración es casi lo mismo que volver a crearlas.

 

 

 

NA 10: ¡ADVERTENCIA! Esto puede considerarse SPOILER:

“Los ascendidos han intervenido, porque ellos conocen los

planes de Korr, y prefieren que Anubis conquiste toda la galaxia, a que Korr lleve

a cavo sus planes, pero no hablaré de los planes de Korr, hasta el final de

esta saga Goa’uld, pues él aún no los ha compartido con nadie, solo sus otras

partes saben de ellos, es decir los replicadores humanos, y no hablaré de ellos

hasta que el resto de la galaxia los conozca.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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