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Chapter 3 - Capítulo Modular

No hay menciones a China ni alabanza a ningún "país dragón".

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Capítulo 23: El nacimiento de las armaduras y el eco del poder

El hombre barbudo observó con horror a Marcus a través del visor de la armadura.

Aunque ahora estaba limpio y con el porte firme de un soldado de élite, lo reconoció enseguida.

Aquel "monstruo amarillo", como lo había llamado en el pasado, que había ayudado a Tony Stark a escapar del cautiverio.

Marcus sonrió con calma.

"Sí, soy yo. Qué lástima que sobrevivieras la última vez. Pero tranquilo, esta vez te ahorraré el esfuerzo de huir."

Cerró el puño y lo hundió con fuerza en el abdomen del barbudo.

El impacto fue brutal, el aire salió disparado de sus pulmones, la sangre se mezcló con fragmentos de vísceras al salir por su boca.

Marcus lo soltó con desprecio y miró a los aldeanos que lo rodeaban.

"Es todo suyo."

Encendió los propulsores y se elevó, dejando al líder enemigo en el suelo.

La multitud, que durante meses había vivido oprimida, se abalanzó sobre él.

"¡Maldito asesino, paga por lo que hiciste!"

Los golpes cayeron sin piedad. Nadie intentó detenerlos. La furia acumulada del pueblo acabó con el terror de los Diez Anillos.

En el aire, Marcus patrulló el área con el radar de la armadura. Cada vez que detectaba movimiento hostil, descendía y eliminaba el objetivo con precisión quirúrgica.

Tony y Ethan hacían lo mismo. Antes de llegar, habían acordado dividir el terreno para salvar a más gente en menos tiempo.

Explosiones sacudieron la zona. Los terroristas intentaban resistir, pero sus proyectiles rebotaban inofensivos contra el blindaje de las armaduras. Los tanques ni siquiera alcanzaban a fijar sus blancos.

En pocas horas, Comilla fue liberada.

Marcus aterrizó junto a Tony y Ethan en una colina.

"La zona está limpia", dijo Ethan observando el valle envuelto en humo.

Tony asintió. "Hora de volver a casa."

Los tres ascendieron juntos, dejando atrás un pueblo libre.

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A miles de kilómetros, en una base aérea de los Estados Unidos, las pantallas del radar mostraban tres objetos voladores no identificados cruzando el espacio aéreo a velocidades imposibles.

"Capitán, tres ecos a gran altitud, tamaño reducido, sin identificación."

"¿Drones?"

"No lo sabemos, señor. Solicito permiso para enviar un escuadrón F-22."

"Autorizado. Y avisen al Pentágono."

Mientras los cazas despegaron, la noticia escaló por la cadena de mando. Ninguna agencia —ni la CIA, ni la Marina, ni la NASA— reconocía los objetos.

Finalmente, el informe llegó al coronel James Rhodes, del Departamento de Armas Avanzadas.

Rhodes frunció el ceño, tomó el teléfono y marcó directamente.

"Tony... no me digas que eres tú."

Del otro lado, Tony respondió con su tono despreocupado.

"¿Yo? Para nada, debe ser otra persona en un traje volador."

La línea se llenó de interferencias. Marcus y Ethan, que compartían el mismo canal de comunicación, escucharon toda la conversación.

"Ethan, activa el modo sigilo", ordenó Marcus.

Ambos se alejaron de Tony sin emitir señal alguna.

Minutos después, los radares solo detectaban un objeto: Tony.

Los cazas recibieron la orden de interceptar.

"Tenemos contacto visual. Dos de los tres desaparecieron, uno sigue adelante."

El líder del escuadrón recibió autorización inmediata. "Derríbenlo."

Tony, al notar los misiles detrás de él, descendió en picado.

"Rhodes, dile a tus chicos que se calmen, me están disparando."

Rhodes, alarmado, intentó detener la orden, pero ya era tarde. Uno de los cazas pasó sobre Tony, que maniobró con precisión y se aferró al fuselaje.

"¿Qué demonios...?" gritó el piloto mientras el avión comenzaba a girar para soltarlo.

Tony fue lanzado por la fuerza centrífuga, golpeando por accidente el ala del segundo caza, que perdió el control y comenzó a caer.

El piloto eyectó a tiempo, pero el paracaídas no se abrió.

Tony reaccionó de inmediato, descendió en picado, extendió los brazos y activó un pequeño impulso para alcanzar al hombre en caída libre. Tiró del mecanismo y el paracaídas se desplegó a tiempo.

Desde la base, los soldados estallaron en aplausos.

Rhodes suspiró aliviado... y luego gritó por radio.

"¡Tony, estás loco! Me acabas de costar un avión!"

Tony rió. "En mi defensa, el avión fue el que me golpeó primero."

"¿Y qué demonios le digo a la prensa?"

"No sé, usa el clásico: 'maniobras de entrenamiento'. Siempre funciona."

Rhodes resopló resignado.

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Al día siguiente, en una conferencia de prensa, Rhodes dio su versión oficial.

"Durante las maniobras de ayer, un F-22 sufrió una avería y se estrelló. El piloto está ileso y ya se encuentra bajo observación médica."

"¿Puede confirmarnos si hubo objetos no identificados, coronel?"

"Ejercicios. Solo eso."

En la villa Stark, Marcus, Tony y Ethan miraban la transmisión con carcajadas.

"Lo dije, usaría la vieja excusa de los ejercicios", comentó Marcus.

Tony sonrió con orgullo. "Funciona siempre, ¿no?"

Ethan lo miró divertido. "Claro, excepto por el detalle de que tú eres el objeto no identificado."

Tony fingió indignación. "Y ustedes dos desaparecieron como fantasmas, ¿qué esperaban que hiciera?"

Marcus se encogió de hombros.

"Una armadura voladora ya es suficiente para que el gobierno se altere. Tres sería una invasión."

Tony soltó una carcajada.

Mientras tanto, en las sombras del mundo, distintas organizaciones analizaban los datos del incidente.

S.H.I.E.L.D., HYDRA, e incluso Obadiah Stane, que había recuperado los restos del Mark I del desierto, empezaron a moverse.

El nacimiento del Iron Man no había pasado desapercibido.

Y todos querían su parte del poder.

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Fin del capítulo.

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