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Chapter 36 - Capitulo 36

*THYRA*

La mesa se llenó de tensión mientras los cuatro miembros del consejo me observaban. Había quedado claro, incluso antes de que comenzaran a hablar, que había algo más detrás de su invitación. No me importaba que me intentaran atraer con sus palabras dulces o promesas de poder. Ya sabía que sus intenciones no eran tan altruistas como aparentaban. Y aunque mi silencio los mantenía a la expectativa, decidí finalmente romperlo.

"Bien," comencé, dejando caer la cubertería con suavidad, pero sin apresurarme. "A pesar de que mis palabras fueron claras antes, debo preguntar, ¿qué es lo que realmente quieren de mí?" Mi mirada pasó de uno a otro, notando cómo sus expresiones se tornaban algo más serias, como si estuvieran evaluando mis palabras y mis intenciones.

El hombre que había estado observándome, fue el primero en responder. "Lo que queremos de ti, Lady Thyra," dijo con una voz profunda y segura, "es tu poder. No te queremos bajo nuestro control, no del todo. No somos tan simples como para pensar que podrías ser fácilmente manipulada." Sus ojos, tan intensos como siempre, se posaron en los míos. "Pero lo que sí deseamos es tenerte bajo nuestro patrocinio. Cada uno de nosotros es de una facción diferente, con diferentes intereses y grupos de poder. Pero necesitamos algo más. Necesitamos alguien como tú que pueda equilibrar las fuerzas y ayudarnos a asegurar el dominio de este continente."

El silencio que siguió a sus palabras era denso, y cada uno de los otros consejeros mantuvo su mirada fija en mí, esperando que diera una respuesta. Pero mi mente no estaba tan fácilmente cautiva de sus juegos. Aunque no podía negar que sus ofertas tenían algo tentador, ya sabía que este tipo de acuerdos a menudo venían con más trampas de las que parecía.

"Sin embargo," continuó el hombre que había estado vigilándome, "al principio, solo pensaba en tenerte bajo mi mando. Pero la atención que has atraído de los demás..." Su expresión cambió ligeramente, y pude ver que el conflicto era evidente en su tono. "Eso creó algo de... discordia. Pero, al final, la decisión es tuya. Nadie te forzará a elegir uno de nosotros, Lady Thyra. Tú tienes la última palabra."

Hubo una pausa mientras los otros miembros del consejo intercambiaban miradas, sus rostros serios y expectantes, todos aguardando mi respuesta. A pesar de su aparente calma, no pude evitar notar que había una tensión contenida, como si realmente estuvieran esperando mi decisión con ansias. Sus ojos no dejaban de observarme, y podía sentir la presión de sus expectativas en el aire.

Pero no respondí de inmediato. En lugar de eso, tomé un pedazo de carne y lo llevé a mi boca, saboreándolo con calma, como si no tuviera prisa. Mi mente evaluaba cada palabra, cada gesto. No me sentía presionada, pero sabía que debía ser cautelosa. Cada paso que diera en este juego de poder podría tener consecuencias más allá de lo que ellos esperaban.

Finalmente, después de unos segundos que parecieron durar una eternidad, dejé escapar una pequeña sonrisa, apenas perceptible, mientras masticaba mi comida con calma. Sin mostrar la menor prisa ni emoción excesiva, abrí la boca para hablar, pero primero dejé escapar una leve exhalación, como si evaluara las palabras antes de decirlas.

"Esta carne," comencé con un tono despreocupado, "es muy buena."

El efecto de mis palabras fue inmediato y, para mi sorpresa, no pude evitar contener una sonrisa ante la ridícula reacción de los consejeros. Los rostros de los hombres pasaron de la expectativa seria a una especie de desconcierto, como si no pudieran decidir si se sentían ofendidos o confundidos por mi respuesta. El joven Varek, que hasta entonces se había mostrado tan seguro, se quedó con la boca abierta, claramente no entendiendo el cambio de tono en la conversación.

Darin, fue el primero en reaccionar, soltando una leve risa nerviosa. "Eh... ciertamente, Lady Thyra, no nos esperábamos ese tipo de respuesta, pero..." Su mirada se desvió, y no pude evitar notar que los otros también intentaban ocultar una sonrisa.

Lysder, siempre tan calculador, no pudo evitar soltar un suspiro que casi parecía resignado, pero sin perder la compostura. "Es un... enfoque interesante, sin duda."

Thalen, el hombre serio y dominante, apenas levantó una ceja, pero aún mantuvo su postura. "Así que..." dijo, pausando y mirando a los demás con una leve sonrisa en sus labios. "Parece que la situación está mucho más relajada de lo que pensábamos."

La atmósfera en la sala cambió ligeramente, y la tensión que había llenado el aire en los minutos previos comenzó a disiparse, aunque solo fuera un poco. Pero lo que realmente me había ganado la atención de todos había sido mi respuesta, o más bien, mi falta de ella.

Mientras continuaba comiendo con calma, sabía que acababa de darles una lección en cómo no dejarse atrapar por su red. El poder era algo que no se otorgaba tan fácilmente, y si ellos pensaban que iba a ceder simplemente por sus palabras dulces, se equivocaban.

Sin embargo, los ojos de cada uno de ellos seguían fijos en mí, como si esperaran algo más, y aunque no había hecho más que jugar con ellos un poco, también sabía que este era solo el principio de un juego mucho más grande.

Thalen observó mi expresión por un momento, como si estuviera esperando que mi indiferencia se desmoronara, pero no me moví. Mis pensamientos eran claros, pero tampoco iba a mostrarme demasiado impaciente. El silencio se prolongó por un par de segundos antes de que Thalen tomara la palabra de nuevo, su voz grave llenando el aire.

"Debes pensarlo bien, Lady Thyra", dijo, casi como si estuviera hablando con alguien que realmente tuviera el poder de tomar una decisión trascendental. "No se trata solo de una cuestión de poder o influencia inmediata. Ser patrocinada por alguno de nosotros te ofrece lo que ya te hemos mencionado, pero hay algo mucho más grande en juego."

Su mirada se endureció ligeramente, y todos los demás miembros del consejo se recostaron en sus sillas, aguardando con atención. El ambiente cambió de nuevo, el aire se volvió más denso y las palabras de Thalen tomaron un tono más serio, casi como una advertencia.

"Cada uno de nosotros, aunque aún estamos lejos de la jubilación, sabemos que en algún momento deberemos retirarnos. Eso es inevitable. Las fuerzas que manejamos, los territorios que controlamos, todo eso no puede seguir siendo gestionado por nosotros para siempre. Necesitamos sucesores, individuos que no solo tengan el poder y la habilidad para manejar lo que les dejemos, sino que también posean la visión para llevarnos a nuevas alturas." Su mirada se posó directamente sobre mí. "Es una cuestión de legado. La política, los ejércitos, los acuerdos comerciales, todo depende de quién esté en la posición correcta cuando llegue el momento de la transición."

Un silencio pesado invadió la sala. Los otros tres hombres no se movieron, pero sus ojos estaban firmemente clavados en mí, midiendo cada palabra que salía de Thalen. Lysder, dejó escapar un leve suspiro, y al parecer no podía esperar para agregar su propio análisis a la situación.

"Lo que Thalen quiere decir", intervino Lysder, "es que, aunque la transición de poder no sea inminente, el proceso de asegurarnos un sucesor comienza ahora. Alguien como tú, Lady Thyra, sería una excelente adición a cualquiera de nuestras facciones. Y sí, claro, algunos de nosotros estamos aún años de distancia de retirarnos, pero nadie sabe lo que puede pasar en el futuro. Este continente no es un lugar seguro para aquellos que no se preparan."

Mi mente se aferró a esas palabras. Necesitaban sucesores. Necesitaban alguien que se hiciera cargo cuando ellos decidieran que ya era su tiempo de dejar el poder. Ellos, aparentemente, no querían que los reemplazara alguien por accidente, sino alguien con intenciones claras y habilidades definitivas. Pero había algo más, algo que flotaba entre las palabras, algo que no podía ignorar.

"Y todo esto..." comencé, mi tono relajado pero con un toque de curiosidad. "¿Es solo una cuestión de ocupar un puesto por el poder que conlleva? ¿O hay algo más en juego aquí?"

Los ojos de Thalen brillaron con una leve chispa de reconocimiento, como si se hubiera dado cuenta de que finalmente tocaba una parte más profunda de la conversación. Lysder entrecerró los ojos, y Darin, el hombre canoso, pareció reflexionar por un momento antes de abrir la boca.

"Lo que no te hemos dicho", dijo Darin con una voz baja y autoritaria, "es que el puesto de consejal no es solo una cuestión de poder político o control territorial. Hay responsabilidades que van más allá de lo que la mayoría entiende. Las decisiones que tomamos aquí afectan a todo el continente, y nuestras facciones no solo tienen influencia política, sino también un control considerable sobre los aspectos más importantes: la economía, las fuerzas militares, la investigación, la seguridad..."

La tensión en el aire aumentó. Cada palabra parecía tener más peso, y pude sentir que me estaban dejando caer lentamente en un lugar mucho más profundo del que había anticipado. No era solo un juego de poder superficial. Esto involucraba magia, artefactos, secretos que solo unas pocas personas sabían.

Thalen continuó con el tono serio que parecía haber encontrado. "El Consejo no solo se encarga de las políticas de guerra y las negociaciones comerciales. Hay fuerzas dentro de este continente que no pueden ser controladas solo por poder militar. Y no, no estamos hablando solo de magia común. Nos referimos a algo mucho más antiguo, algo que incluso las facciones más poderosas de este continente temen tocar sin un conocimiento adecuado."

Mi corazón latió con fuerza al escuchar esas palabras, y sentí cómo la presión sobre mis hombros aumentaba. No era solo una cuestión de patrocinios o de simple poder. Esto se había convertido en algo mucho más grande, en algo que había estado ocurriendo en las sombras mientras yo luchaba en la arena y jugaba con ellos como si fuera solo un simple juego.

"Entonces," comencé a decir con cautela, "me estás diciendo que este 'legado' no es solo político, sino que involucra magia antigua, poderes oscuros... y que, por lo que parece, están dispuestos a darme una parte de todo esto." Mis ojos se clavaron en Thalen, esperando su confirmación.

Lysder sonrió con suficiencia. "Exactamente. Pero, como mencionamos, esta es una decisión que no tomas a la ligera. Porque no es solo el futuro de tus poderes lo que está en juego. Si decides unirte a nosotros, te involucrarás en algo mucho más grande, algo que puede alterar el equilibrio de todo lo que conoces."

Mi mente estaba en ebullición. Un futuro que no solo afectaba el poder militar o político, sino que estaba ligado a algo mucho más profundo. Algo que no podía aún comprender completamente. Pero, en algún lugar, un atisbo de comprensión comenzó a formarse. No podría seguir siendo solo una espectadora. Si decidía entrar en este juego, no sería solo una cuestión de influencia... sería una batalla por algo mucho más profundo y oscuro.

"Entonces," dije finalmente, mirándolos con una calma que solo yo podía sentir, "¿qué es lo que realmente quieren de mí?" Pregunté una vez más.

La sala permaneció en silencio por un segundo largo, todos los ojos fijados en mí, esperando finalmente conocer mi decisión.

Varek, no pudo ocultar un sonido de molestia que escapó de sus labios, una mezcla de frustración y desdén al ver que yo no cedía a la presión. Su mirada se volvió desdeñosa mientras se reclinaba en su silla, y sus palabras fueron acompañadas por un tono de desdén que resonó en la sala.

"¿Qué te crees?", dijo, con una sonrisa arrogante. "¿Crees que tener a cuatro consejales interesados en ti te hace importante? ¿Que nos hemos perdido en tu pequeño juego? Sabes, esa actitud arrogante es lo que suele ocurrir cuando alguien se siente rodeado de poder, pensando que tiene el control sobre todo, pero al final no es más que una pieza en un tablero."

Lo que dijo me hizo fruncir el ceño ligeramente, pero no reaccioné con la rabia que esperaba de él. Sabía que, por debajo de esas palabras, había un intento de minar mi confianza, de hacerme sentir pequeña. Pero lo que Varek no entendía, lo que ninguno de ellos entendía, era que no solo había jugado este juego antes, sino que ya conocía muy bien las reglas.

Con calma, respondí, mi voz suave pero firme. "No son los únicos que tienen interés en mí, Varek. Y no se engañen, sé perfectamente que no me quieren solo bajo su mando. Lo que realmente desean es tenerme controlada, como ustedes mismos lo negaron al principio."

La sala se quedó en silencio por un momento, todos los ojos fijos en mí, pero lo que había dicho era verdad. Ellos, los consejales, los líderes de poder, no querían alguien como yo simplemente para tener influencia; lo que realmente deseaban era asegurarse de que no pudiese tomar decisiones por mi cuenta, de que no pudiera hacer nada sin su consentimiento.

Mi mirada se endureció, y las palabras que continué diciendo eran claras, resonando en la sala con una precisión mortal. "Un consejal no puede hacer lo que se le venga en gana, ¿verdad? Siempre hay reglas que seguir, restricciones que nos atan. Y si me ofrecieran un puesto dentro de su consejo, sé que eso significaría estar ocupada todo el tiempo, bajo su control, lejos de cualquier pensamiento de revelarme o actuar por mi cuenta. Una táctica que conozco muy bien, por cierto."

Al decir eso, mis pensamientos volvieron al consejo de mi continente. La misma estrategia, las mismas restricciones. Tenían miedo de lo que podría hacer si me dejaban ser completamente libre. Controlarme lo más posible, asegurarse de que mis movimientos estuvieran vigilados, guiados por sus deseos y no los míos. Ellos temían mi poder, mi habilidad de desarrollarme más allá de los límites que ellos podrían prever. Y esa misma táctica se estaba presentando ahora, en este continente, bajo un nuevo disfraz.

"¿Qué te hace pensar que soy tan tonta como para no darme cuenta de eso?", continué, mi voz fría pero decidida. "No soy ajena a esos juegos. Sé que lo que desean es que pase el resto de mi vida ocupada con su control, que no tenga tiempo de cuestionar ni un solo movimiento, ni una sola decisión. No soy una pieza que se mueve a voluntad de nadie, y aunque puedo ser útil, no estaré bajo el control de nadie que quiera reducirme a una marioneta."

El ambiente en la sala se tensó aún más. Las palabras que había dicho parecían haber causado un pequeño choque entre ellos. Varek, que pensaba que podría seguir con su tono de superioridad, ahora estaba callado, mirando con una mezcla de molestia y desconcierto.

"Entonces, ¿qué propones?", dijo Thalen, tomando la palabra con un tono más grave, pero también interesado en mi respuesta. "¿Vas a rechazar nuestra oferta, sin más? No puedes ser tan ingenua como para pensar que puedes seguir siendo una independiente, sin que nadie te ponga límites."

Sonreí ligeramente, no con arrogancia, sino con un toque de diversión al ver lo que estaban tratando de hacer. "No soy ingenua, Thalen. Solo soy consciente de los límites que me imponen todos los que intentan controlarme. El hecho de que se presenten aquí como si me estuvieran ofreciendo algo es irónico, porque al final, lo único que me están ofreciendo es una prisión con mejores vistas."

El silencio cayó nuevamente sobre la sala, pero esta vez era diferente. Los otros tres consejales parecían reflexionar sobre mis palabras, mientras Thalen y Lysder intercambiaban una mirada que solo ellos comprendían. Darin, no dijo nada, pero sus ojos observaban de cerca, analizando mi postura y mis respuestas.

"Quizás subestimamos lo que podrías ser capaz de hacer", murmuró Lysder, como si pensara en voz alta. "Tal vez hemos sido demasiado apresurados al pensar que podríamos controlarte. Pero el poder que tienes es indiscutible, y no podemos ignorarlo."

Mi mirada se fijó en él. "No se trata solo de poder. Se trata de lo que decidan hacer con él. Y si intentan controlarme, nunca será suficiente. A lo largo de mi vida, he aprendido que los verdaderos jugadores no son los que se esconden tras muros de control, sino los que tienen el valor de caminar sin cadenas."

El peso de mis palabras quedó flotando en la habitación. Ya no se trataba solo de una negociación entre facciones, sino de algo mucho más grande: la lucha por mi libertad, por mi autonomía. Algo que sabían que no sería fácil de ganar, pero que tampoco me dejaría controlar sin luchar.

"Entonces," dijo Thalen finalmente, "la última palabra está en ti, Lady Thyra. Tienes la opción de decidir si quieres ser parte de algo mucho más grande, pero también debes saber que cada decisión tiene un precio."

Asentí lentamente, con una leve sonrisa que no mostraba debilidad, sino solo la comprensión de lo que estaba en juego.

"Lo sé", respondí. "Pero este precio es uno que sólo yo estaré dispuesta a pagar."

Al ver que la situación se estaba complicando y que las palabras se estaban volviendo más tensas, decidí que lo mejor era retirarme antes de que las cosas escalaran aún más. Agradecí sus propuestas con una sonrisa elegante, sabiendo que mis palabras tenían el peso suficiente para confundirlos y, quizás, dejarlos algo desconcertados.

"Les agradezco mucho por sus amables propuestas", dije con un tono educado, pero firme. "Sin embargo, debo seguir mi camino. Hay otros deberes que debo atender, un lugar al que debo ir, y gente con quien debo reunirme."

Mi declaración dejó a los consejales desconcertados. No entendían completamente lo que acababa de decir. No era una respuesta que esperaban, pero no había lugar para dudas en mi voz. Volví la mirada, y sin esperar una respuesta más, comencé a caminar hacia la puerta, con la elegancia y serenidad de quien está completamente en control de la situación.

Sin embargo, antes de llegar a la salida, una voz cargada de ira me detuvo. "¡Perra!"

Era Varek. Su voz era gruesa, llena de desdén, y por un instante sentí el aire a mi alrededor cambiar, volverse denso con la energía que venía de su hechizo. Mi cuerpo reaccionó al instante, y sin pensarlo, me moví hacia un lado en un parpadeo, esquivando con facilidad el ataque lanzado hacia mí. El hechizo pasó rozándome, liberando un resplandor por el espacio donde había estado un segundo antes.

Pero antes de que pudiera hacer un paso más, sentí una presencia detrás de mí, alguien que apareció de la nada con la intención de atraparme. Mi instinto se disparó y, como si de un reflejo se tratara, giré rápidamente. A mis espaldas, Varek se encontraba lanzándose hacia mí con una expresión furiosa.

Los gritos de los demás consejales llegaron a mis oídos, pero no podían detener lo que ya se estaba desatando. "¡Varek, cálmate!" gritó Thalen, su voz llena de frustración y alarma.

Pero ya era demasiado tarde. Sentí cómo la energía de Varek se concentraba, un poder que se desbordaba de su cuerpo, y su avance hacia mí era casi imparable. A pesar de que mi propio cuerpo aún sentía el agotamiento del combate del día anterior, mi mana comenzó a activarse por sí mismo, un resplandor verde brillante que emanaba de mí.

Sin pensarlo, hice estallar parte de mi mana en una explosión controlada de energía, la cual envolvió mi cuerpo en un resplandor verde profundo. A pesar de mi cansancio, la esencia del poder dentro de mí, esa fuerza que no era mía sino de la energía del dragón que me había sido otorgada, comenzó a canalizarse con fuerza.

Varek, al ver la luz verde que me envolvía, retrocedió, sorprendido por el aumento repentino de mi poder. Pero no se detuvo. Su mirada, llena de rabia y orgullo, lo impulsó a seguir atacando. Su velocidad era impresionante, pero mi reflejo no tardó en reaccionar.

Con un rápido movimiento, concentré la energía en mis manos, formando un hechizo simple pero devastador. La vibrante energía verde se formó en mis palmas y, con un solo movimiento fluido, lancé un golpe directo hacia Varek. El impacto fue tan poderoso que lo hizo retroceder de nuevo, su rostro distorsionado por el dolor y la sorpresa. La fuerza de mi ataque lo empujó varios metros hacia atrás, hasta que su espalda chocó contra la pared de la sala.

La sala quedó en silencio, con todos los presentes observando en shock, sus ojos fijos en el poder que acababa de desatarse. Mi respiración era pesada, pero no estaba dispuesta a mostrar debilidad. Miré a Varek, que intentaba levantarse, pero parecía que la energía del golpe lo había dejado aturdido.

"Te he advertido", dije en voz baja, casi sin esfuerzo. "No soy una pieza que puedas mover a tu antojo. Si crees que puedes controlarme, lo mejor será que lo pienses dos veces."

Los consejales se quedaron quietos, sorprendidos, sin saber cómo reaccionar. El aire se tensó con la promesa de que la batalla no estaba terminada, pero tampoco iba a ser una lucha fácil.

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