LightReader

Chapter 11 - 11.E

El cielo se cubre en penumbra, la noche se acerca con una fragancia tan única como una flor en un desierto, tan hermoso que aún así solo puedo pensar en lo que ocurrió.

¿Puedo recriminar a Ludwig por lo sucedido en mi país? ¿Tengo derecho a quejarme cuando yo misma decidí dejarle el trabajo a mis compañeros?

No tengo derecho. No cuando sé que realmente solo estoy buscando con quien quejarme. Me abrazo más fuerte a mis piernas, mirando el cielo.

Debajo mío sigo viendo a los robots activos, moviéndose de lugar a lugar con cajas en mano. Incluso puedo ver el gigantesco ventanal donde seguramente Winston sigue platicando con Sojourn.

Me hace recordar a cuando llegué por primera vez hace años. Me imaginaba un overwatch distinto, una organización más preparada.

Pero solo están los restos, intentando juntarse como piezas de un rompecabezas para volver a ser lo que eran.

—¿Cómo penetraste tanto en mi corazón, Ludwig? —pregunto volteando a mi izquierda, contrario a la torre de comunicaciones.

—¿No hubiera sido más fácil ponerte allá si querías ponerte a reflexionar, Hana? —dice apuntando a una zona igualmente elevada frente a la oficina de Winston—. Estos pobres están esperando que te muevas.

Es ahora que me doy cuenta de los robots con cajas esperando pacientemente detrás de Ludwig para seguir su camino. Sonrío con algo de vergüenza mientras me levanto rápidamente.

—¡Todo planeado, Ludwig! —remarco con una risa nerviosa—, solo estaba esperando que me lleves.

Lo digo con algo de calor en las mejillas, igualmente extendiendo mis brazos. No dice nada por unos segundos antes de asentir. En silencio, se acerca y me coge tal como una princesa. Cuando menos me lo esperé, estábamos en el techo, donde Ludwig mencionó anteriormente que era mejor opción.

—Casi podría decir que me estás invitando a una cita, Lutz.

—Sí, solo falta una deliciosa comida como sopa instantánea, ¿No crees? —Me responde con dos cuencos y un olor particularmente conocido para mí. No puedo evitar sonreír.

—¡Casi perfecto, Ludwig! A la próxima trae también un postre, no vaya ser que te acabes el presupuesto de Winston.

Respondí sarcásticamente mientras tomaba mi parte. Hemos pasado ya meses juntos, charlando, en algún que otra misión... entrenando.

Pero él siempre sabe como relajarme. ¿Volveré a ser capaz de jugar cuando él no esté? Tal vez termine volviendo a ser la misma de antes. Centrada, pero incapaz de saber cuando parar.

La misma Angela me dijo que fue una buena influencia al lograr separarme del trabajo. Y lo pensé, pensé que tal vez debía haberme alejado. Tal vez así hubiéramos acabado con Talon en la torre mucho antes. Tal vez así...

Dejo de recaer en mis pensamientos al sentir un leve toque del ala de Ludwig, que me mira. Es extraño mirarle a los ojos ahora, pero se ve bien.

—Hana, no puedes hacer todo sola.

—Lo sé, Lutz, intento entender que somos un equipo —comento con tristeza—, pero es difícil, ¿No sabes cuánto tiempo tardé en comprender como ayudar al resto en las misiones? Reinhardt dijo que le recordaba a su juventud incluso... Jeh.

—Tal vez ve sus virtudes en ti.

—O tal vez su enorme fuerza —bromee, negando con la cabeza—. Han pasado casi dos años desde que overwatch se juntó, y yo entré poco después que ellos volvieran, emocionada por hacer el cambio en el mundo, pero seguimos aquí.

Ludwig niega con aparente decepción, listo para soltar su sabiduría. Eso o una broma para aligerar el ambiente. No pienso mucho al respecto, solo espero.

—Tal vez no han eliminado la raíz del problema... raíces, sí —habla yéndose por las ramas al darse cuenta la cantidad de facciones malévolas que hay, pero rápidamente rectifica—, pero han hecho un cambio. Hicieron un cambio en París, ayudaron a Juno, salvaron ciudades de los ataques de Null Sector. Estoy seguro que si preguntas a una persona cualquiera, fácilmente te dirá que fueron salvados al menos una vez por uno de ustedes.

Toma un poco de aire, dejando el cuenco sorprendentemente vacío y apunta al enorme cristal dorado.

—Sobre todo, se han ayudado entre sí. ¿Crees que muchas de esas situaciones hubieran quedado con tal cantidad de bajas civiles si ustedes no hubieran estado? ¿Crees que la milicia o la policía son suficientes para parar grupos terroristas a esta escala?

No respondo. solo me quedo viéndole. Quiero entender su punto, aún así, son los miedos internos los que me hacen no solo dudar de su punto de vista, sino de mí misma.

Ludwig me abraza. Y siento sus brazos con la delicadeza de una flor confortándome. Y sé que no dice nada únicamente por mí, porque estoy decaída. Porque sabe que aunque hable, no habrá un cambio del que hablar.

El tiempo pasa, me siento mejor, pero aún así no me despego. Siento el momento, aferrándome más a su cuerpo hasta escuchar los latidos de su corazón como una melodía encantadora

—Gracias por estar aquí, Ludwig. Solo con estar aquí me has ayudado a mí. A Juno. A todos —murmuro con melancolía. Embriagada en la sensación—. Quisiera que te quedases un poco más, pero sé que estás decidido a irte. Pero duele.

Suelto lo que realmente me está afectando. Quiero acompañarlo en su viaje. En su descubrimiento, pero reconozco que es algo que hace uno solo.

No pide perdón, no lo necesita. Solo escucha mis quejas conforme hablo. Porque extrañaré su comida por las mañanas, las noches de juegos, las charlas, las citas. Todo se parará aunque diga que volverá de vez en cuando.

Pero sobre todo, no sentiré el comfort cuando lo necesite.

—Te amo, Ludwig.

—Lo sé. Yo también.

En silencio, aprieto más mis brazos, como un koala.

—¿No quieres una última noche de juegos?

—¿Última? Nunca. Aún tenemos mucha vida por delante, Hana Song.

—Supongo que tienes razón, papi —ronroneé.

More Chapters