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Chapter 37 - Capítulo 36: Carta de una mujer desconocida

La Sede de la Premonición Divina parecía respirar calma.

En el corazón de la sede, en su oficina personal, Jing Yuan se encontraba de pie junto a un ventanal.

La luz del atardecer teñía de dorado su cabello blanco, y aunque todavía arrastraba heridas visibles, su porte no había perdido ni un ápice de su majestuosidad.

Frente a él, los miembros del Expreso Astral aguardaban.

Welt Yang, impasible y atento.

7 de Marzo, vibrando con una energía apenas contenida.

Stelle, con los brazos cruzados y los ojos brillando de expectativa.

Dan Heng, estoico como siempre.

Y Aleph...

Parecía estar más interesado en tener un duelo de miradas con Yanqing.

"No voy a perder." Pensaron ambos.

Que en la solemnidad de la situación.

Jing Yuan se aclaró la garganta.

"En nombre del Luofu... gracias."

Sus palabras fueron sencillas, pero su voz cargaba el peso de un sincero agradecimiento.

Fu Xuan, a su lado, sonrió con un aire satisfecho.

"En resumen." Añadió ella, cruzándose de brazos con soltura. "Gracias por toda la ayuda que han dado."

"Y lo hicieron... gratis." Agregó 7 de Marzo en voz baja, recibiendo un codazo de Stelle.

Jing Yuan soltó una risa breve.

"Claro que no esperaba que se fueran sin algo a cambio."

Sacó un pequeño objeto de su bolsillo.

Un ábaco jade que parecía la silueta de un león rugiente.

Lo tendió hacia Welt, quien lo aceptó en nombre del grupo.

"Este es Ábaco de Jade es una muestra de nuestra amistad." Explicó Jing Yuan.

"Está vinculado directamente a otro que llevo conmigo. Si alguna vez se encuentran en una situación desesperada... rómpanlo. No importa en qué lugar del Universo estén; sabré que nos necesitan y tengan por seguro que el Luofu les dará su apoyo."

Pausó un instante, su tono volviéndose más grave.

"Pero recuerden, sólo puede usarse una vez."

Los ojos de 7 de Marzo brillaron.

"¡¿Así que es como tener su número de emergencia?!"

"Más elegante, pero sí." Respondió Jing Yuan, con una sonrisa.

…...

Fu Xuan avanzó entonces, llevando un pequeño estuche de madera.

Dentro, reposaba el abanico de Tingyun.

"No sabemos si Tingyun fue corrompida... reemplazada... o si nunca existió tal como la conocimos." Comentó con un ceño fruncido.

"En todo caso. Creo que deberían ser ustedes quienes lleven este último recuerdo de ella a la Comisión del Transporte Celeste."

Stelle recibió el estuche con ambas manos.

"Lo haremos." Murmuró.

Jing Yuan asintió.

"Y además..." Continuó, cambiando el tono a uno más relajado. "Quiero que sepan que durante el tiempo que decidan permanecer en el Luofu, todos sus gastos estarán cubiertos."

7 de Marzo y Aleph levantaron la mano tímidamente.

"¿Incluye restaurantes?"

"Sí." Confirmó Fu Xuan.

"¿Y spas?"

"Sí."

"¿Y…?"

"Sí, Aleph." Interrumpió Jing Yuan, con una sonrisa cansada. "Todo lo razonable."

"¡Yay~!"

Aleph y 7 de Marzo se tomaron de la mano mientras vitoreaban y daban saltos, pronto Stelle se les unió. Dan Heng puso una mano sobre su frente con exasperación y Welt soltó un suspiro cansado.

...

Cuando el momento de despedirse llegó, el grupo formó un pequeño círculo para discutir sus próximos movimientos.

"Voy a preguntarle a Fu Xuan si podemos usar la formación esa..." Comentó 7 de Marzo, pensativa. "¿Recuerdan? La que usaron con Kafka. ¡Tal vez podamos descubrir algo de mi pasado!"

"Yo quiero visitar a la actual Gran Maestre." Dijo Dan Heng, girándose hacia Aleph.

"¿Vendrías conmigo más tarde?"

Aleph se encogió de hombros.

"Claro. Suena divertido."

"¿Y ustedes?" Preguntó Dan Heng, mirando a Stelle y 7 de Marzo.

Stelle dudó un segundo.

"Creo que primero acompañaré a Welt con la entrega del abanico."

"Correcto." Confirmó Welt. "Hay que llevarle el abanico de Tingyun a Lady Yukong."

El acuerdo quedó sellado con un simple asentimiento.

El grupo comenzó a salir del despacho de Jing Yuan.

Fue entonces cuando el teléfono de Stelle vibró.

[???: "Hola, Stelle. Soy Kafka.

He tenido algunos problemas.

Blade está... indispuesto. No hemos podido salir aún del Luofu."]

Stelle frunció el ceño.

Más líneas aparecieron.

[???: "Intenté contactar a Caelus... pero Silver Wolf dice que ni siquiera pudo hackear su teléfono. Ella decidió tomárselo como un reto personal, por cierto."]

[???: "Pasa por esta dirección junto a él. Ya sea que decidas ayudarme como si no.

Te estaré esperando allí."]

Stelle guardó el teléfono.

Sus ojos buscaron a Aleph, quien seguía hablando con 7 de Marzo con ojos brillantes sobre todo lo querían hacer mientras estuvieran en el Luofu.

******

Welt, 7 de Marzo y Stelle entregaron el abanico de Tingyun a Yukong, quien finalmente les pidió que la acompañaran en una ceremonia de despedida raposiana.

Luego, tras una despedida, Stelle y Aleph se separaron del grupo, caminando juntos hacia la dirección indicada en el mensaje.

Solo sus pasos resonaban contra las antiguas piedras que conforman el camino.

Aleph caminaba con las manos en los bolsillos, su rostro mostrando una mezcla de aburrimiento y desgana.

Stelle, en cambio, parecía animada, aunque cada tanto lanzaba miradas furtivas a Aleph, para asegurarse de que no fuera a cambiar de idea a mitad de camino.

.....

Finalmente, llegaron.

Un pequeño pabellón semiabandonado, rodeado de faroles de papel apagados.

Y allí, sentada tranquilamente sobre el borde de un banco de piedra, estaba Kafka.

Su cabello se agitaba con la brisa.

Cuando los vio, sonrió.

"Vaya, vaya. ¿No es esta una sorpresa?" Murmuró mientras se ponía de pie."Creí que sólo vendrías tú, Stelle. Estaba más que segura de que él te rechazaría."

Su mirada se deslizó hacia Aleph.

Aunque sus labios no se movieron más de la cuenta, sus ojos parecían sonreír aún más.

"No esperaba que tú también vinieras, Caelus."

Aleph frunció el ceño.

Pero no dijo nada.

Ya no valía la pena corregirla, más aún teniendo en cuenta que técnicamente no estaba equivocada.

Kafka se cruzó de brazos.

"Imagino que el mensaje fue claro." Dijo. "Necesito su ayuda."

Stelle asintió sin dudar.

"¿Qué tenemos que hacer?"

Aleph abrió la boca, para protestar, el solo había ido para acompañar a Stelle ¿En cuanto a ayudar a Kafka? No estaba realmente interesado… pero entonces la vio.

La expresión de Stelle... ¡Y esos malditos ojos de cachorrito!

Esa súplica silenciosa que decía "por favor", "hazlo por mí", "no seas malo".

Ugh.

Aleph soltó un suspiro largo, como si acabaran de pedirle que cargara el Luofu entero en su espalda.

"…Está bien." Gruñó mientras internamente maldecia a 7 de Marzo por enseñarle a Stelle esa técnica secreta.

Kafka rió suavemente.

"Algunas cosas nunca cambian."

Pensó, y aunque su expresión no cambio, su mirada sobre ambos se volvió mucho más suave. "Incluso ahora, Caelus… sigues cediendo ante la misma mirada."

Kafka bajó ligeramente la cabeza, era hora de pasar a temas más serios.

"Blade está... lidiando con episodios severos de Mara."

Sus palabras flotaron en el aire como una nube pesada.

"Su mente se fragmenta. Sus recuerdos, su conciencia… todo se deshace lentamente."

Aleph frunció el ceño.

Stelle apretó los puños.

"Yo puedo estabilizarlo." Continuó Kafka.

"Pero durante el proceso seré completamente vulnerable. Y este no debe ser interrumpido bajo ningún motivo."

"Suena sencillo." Comentó Aleph, ladeando la cabeza. "¿Necesitas que te cubramos la espalda? ¿Que habrá para nosotros si cumplimos tu solicitud?"

Kafka sonrió como si hubiera estado esperando esa pregunta.

"Si lo hacen, les ofreceré algo a cambio... Juguemos."

Stelle parpadeó y Aleph la Miró con una ceja levantada.

"¿Jugar?"

"Sí." Kafka sonrió. "Un juego que suelo practicar con Silver Wolf, una verdad, una mentira."

"Harán dos preguntas cada uno. Yo responderé una con la verdad y otra con una mentira. Ustedes pueden adivinar cuál es cuál. Pero no tendré la obligación de decirles si acertaron o no."

Aleph se cruzó de brazos, poco interesado.

Stelle ya estaba asentiendo entusiasmada.

"Aceptamos."

Aleph suspiró.

"Supongo que no tengo opción..."

Kafka asintió.

"Perfecto. Entonces… prepárense. Ya ha llegado nuestra primera interrupción."

Señaló discretamente hacia el edificio lateral.

Varios sonidos de pasos pesados comenzaron a escucharse.

Poseídos por Mara se acercaban.

"Voy a empezar el procedimiento." Dijo Kafka, deslizándose hacia una ventana abierta que daba a otra habitación. "Ustedes… encárguense de nuestros invitados."

Sin perder tiempo, Aleph gruñó y levantó su brazo.

Un Zionga rugió a través del pasillo, fulminando a dos poseídos de un solo golpe.

Sus cuerpos cayeron inertes, vaporizados antes de tocar el suelo.

Mientras tanto, Stelle subió las escaleras con pasos ágiles.

Arriba, un discípulo de Sanctus Medicus intentaba interrumpir en el lugar.

No duró mucho.

Con un solo golpe de su bate, reforzado por su energía, fue lanzado volando contra la pared más cercana.

Con un gruñido satisfecho, Stelle bajó las escaleras.

Aleph ya la esperaba abajo, apoyado casualmente contra la pared.

"¿Problemas?"

Stelle sonrió.

"Ninguno."

Se miraron y, por un breve instante, se preguntaron que les depararia para el resto de la noche.

.....

El silencio volvió a instalarse en el pabellón, apenas roto por el zumbido de la energía residual del Zionga que Aleph había usado anteriormente.

Aleph y Stelle esperaban apoyados contra una de las columnas, atentos por si aparecía otro enemigo.

No tardaron mucho.

Kafka volvió, caminando tranquila, como si no estuviera haciendo un trabajo tan extenuante.

Sus ojos los examinaron brevemente antes de sonreír.

"Una pequeña pausa no le hará daño. Actualmente he aislado los sentidos de Blade para que no pueda percibir algo que no sea mi voz o tacto." Dijo, como si hablara de una siesta casual.

Se cruzó de brazos y ladeó la cabeza, mirándolos con interés.

"¿Qué dicen...? ¿Comenzamos nuestro pequeño juego?"

Stelle asintió enseguida.

Aleph suspiró profundamente, resignado.

"Decidan quién va primero." Dijo Kafka, divertida.

Ambos se miraron.

Sin decir palabra, levantaron sus manos.

Piedra, papel o tijeras.

....

Aleph ganó, para sorpresa suya.

¿Era esto buena o mala suerte?

Con una mueca, Stelle retrocedió un paso, cruzándose de brazos con un gruñido que a Aleph le pareció adorable.

Aleph dio un paso al frente, su expresión completamente inexpresiva.

Kafka lo miró, sus ojos brillando con una chispa de algo difícil de descifrar.

Y entonces, preguntó.

"Recuerda. Debes responder una pregunta con la verdad y otra con una mentira. ¿Qué opinas de mí?"

Stelle parpadeó, desconcertada ¿Por qué le preguntaría eso a Aleph?

Aleph ni siquiera lo pensó demasiado antes de darle su respuesta.

"Te odio."

Su voz era completamente plana.

Incluso Stelle se sorprendió al escucharlo así, la voz de Aleph, incluso cuando estaba furioso... Jamás había escuchado su voz así de fría.

El eco de esas palabras pareció quedarse suspendido en el aire durante unos segundos demasiado largos.

Kafka parpadeó desconcertada antes de bajar la mirada, el silencio perduró por unos instantes mientras la mujer desviaba la mirada, Stelle se sorprendió al notar el breve momento en que las manos de Kafka temblaron.

Ella giró ligeramente el rostro, como si el viento hubiera cambiado de dirección.

Luego sonrió.

"Qué... directo." Murmuró, su tono no cambió en absoluto pero Stelle no pudo evitar sentir como este sonaba un poco más apagado que antes.

Dio media vuelta y camino un par de pasos mientras se acomodaba el cabello con una mano.

Por un momento, el ambiente se tensó.

Stelle miró de reojo a Aleph, preguntándose por que estaba actuando así.

Aun de espaldas, Kafka les habló.

"Interrumpamos temporalmente el juego. Tenemos... invitados no deseados."

El tono de su voz cambió, volviéndose más ligero, como si la conversación anterior no hubiera ocurrido en absoluto.

Aleph simplemente encogió los hombros.

"¿Dónde?"

Kafka señaló hacia el patio trasero con un gesto perezoso.

Aleph resopló.

"Vuelvo enseguida."

Mientras Kafka volvía a su posición inicial para mantener su concentración en Blade, Aleph caminó tranquilamente hacia la entrada trasera.

Dos hombres, armados y vestidos con los ropajes de los Caballeros se encontraban allí, su mirada nerviosa dejaba claro que no eran los mejores elementos del cuerpo.

"¡Alto!" Ordenó uno, alzando su lanza. "¿Qué estás haciendo aquí?"

"¿Haz visto dónde está la prófuga?" Preguntó el segundo, mientras sacaba un retrato de Kafka de su bolsillo y se lo entregaba a Aleph y le decia a su compañero que revise el área.

Aleph se encogió de hombros.

"Ah, sí. La vi hace un momento." Señaló vagamente hacia el comercial más cercana. "Estaba robando un puesto de fideos mientras gritaba que ahora toda la comida del Luofu le pertenecía."

Los Caballeros parpadearon.

Uno de ellos señaló directamente hacia atrás de Aleph.

"¿Sabes que la figura de la prófuga es claramente visible detrás de ti?"

Aleph dejó escapar un suspiro.

Sin cambiar de expresión, avanzó.

Un destello rápido de movimiento.

THUD.

THUD.

Los dos Caballeros cayeron al suelo, inconscientes.

Nada de sangre.

Nada de alboroto.

Solo dos cuerpos desplomados, como si hubieran decidido que una siesta improvisada era su mejor opción en la vida.

Aleph los apartó con el pie hacia un lado del camino y volvió hacia Stelle y Kafka, como si nada hubiera pasado.

"Resuelto."

Stelle lo recibió con un pulgar arriba.

Kafka, sin moverse de su posición, soltó una suave risa.

"Siempre tan eficiente, Caelus."

Aleph gruñó por lo bajo, pero no replicó.

....

Kafka suspiró suavemente.

Se alejó unos pasos de la ventana y giró hacia Aleph y Stelle.

"Es hora de que vuelva con Blade." Murmuró, sacudiéndose el polvo de su ropa. "Pero antes…"

Una sonrisa traviesa curvó sus labios.

"Podemos continuar nuestro juego."

Aleph cruzó los brazos con una expresión de poco interés.

Kafka ladeó la cabeza, divertida.

"Esta vez es mi turno de preguntar."

Aleph soltó un suspiro resignado.

"Está bien." Dijo ella, dándole un gesto con la mano para que continuara.

Kafka se apoyó contra el borde de la ventana. Su mirada se cruzó con la suya.

Y un escalofrío recorrió su espalda mientras podía verse reflejado en ellos.

Aleph no sabía por que pero ver a Kafka a los ojos le traía una sensación incómoda y algunos sentimientos que no estaba seguro de cómo definir.

"¿Por qué estás con los Cazadores de Stellaron?" Preguntó.

Kafka puso una expresión pensativa por un momento antes contestarle mientras ladeaba la cabeza.

"Porque Elio me prometió que recuperaría algo que perdí hace tiempo. Algo que en sus palabras me cambiaría y yo lo cambiaría." Su tono era tan suave como la seda, se aseguró de no apartar la mirada y mantener el contacto visual mientras hablaba. "El resto… es historia."

Se apartó de la ventana y se volvió hacia Stelle.

"Tu turno." Dijo, extendiendo una mano en su dirección.

Aleph se alejó discretamente.

No era su lugar escuchar lo que Stelle quisiera preguntar.

Además, todavía quedaban unos cuantos Caballeros Nimbus dando vueltas.

...

Aleph volvió unos minutos después.

En cuanto cruzó la entrada, se detuvo.

Stelle lo estaba mirando de una forma un tanto rara.

Su mirada era bastante intensa.

Como si buscara algo oculto en él.

Incluso cuando Aleph se movió detrás de Kafka para evitar su mirada, notó que seguía sintiéndola fija sobre él.

Era desconcertante.

Kafka, que había notado la escena, soltó una risita baja.

"Qué adorable." Murmuró, más para sí misma.

Pero su expresión se volvió más seria al instante siguiente.

"Ahora sí..." Dijo, mirando a Aleph directamente a los ojos.

"La verdadera prueba se acerca."

Aleph frunció ligeramente el ceño.

Kafka chasqueó los dedos, como marcando el ritmo de una canción invisible.

"El joven teniente de los Caballeros Nimbus ya debe estar en camino." Su tono era bastante despreocupado.

"Antes de que llegue, podemos hacer otra ronda." Sugirió.

Y sin esperar confirmación, lanzó su pregunta a Aleph.

"¿Quieres verme de nuevo?"

Stelle giró la cabeza hacia Aleph, curiosa.

Aleph se detuvo unos momentos a pensar y la respuesta le llegó con facilidad.

"Sí."

... A pesar de todo, algo en su interior le decía que quería volver a verla.

Kafka parpadeó, genuinamente sorprendida.

"Yo... Ya veo." Contestó mientras lo miraba un poco más de cerca. Aleph pudo notar que había un ligero rubor en sus mejillas, y que su sonrisa a pesar de ser mucho más sutil se sentía mucho más genuina que las anteriores.

"No tengo más preguntas para ti por ahora." Murmuró, desviando la mirada.

Entonces, Stelle levantó tímidamente la mano.

Kafka rió.

"Claro, Stelle." Dijo, volviendo a su tono juguetón. "Tu turno."

Aleph se retiró una vez más. En silencio se hizo unas preguntas.

¿Que significaba Kafka para Caelus?

Y...

¿Que significa Kafka para él?

...

Cuando regresó, encontró una escena bastante peculiar.

Kafka parecía bastante sorprendida por no decir en shock.

Miraba a Stelle con una expresión de genuina confusión mezclada con desconcierto.

Stelle, por su parte, tenía el rostro rojo y evitaba mirar a Aleph.

Y cada vez que trataba de cruzar miradas ella lo evitaba de inmediato.

Llegando incluso al punto de querer golpearlo con su bate por su insistencia.

En serio ¿Que pasó mientras no estaba?

*****

Kafka pronto recuperó su compostura y se giró hacia Aleph con una expresión más serena.

"Es momento de tu última pregunta."

Aleph pensó durante unos segundos.

Podía preguntar algo serio.

Algo que sinceramente le traía mucha curiosidad.

"¿Quién es la más hermosa de las integrantes de los Cazadores de Stellaron?"

La sonrisa de Kafka se congeló por un instante.

Stelle parpadeó, desconcertada, aunque pronto su mirada se enfrió mucho.

Kafka lo miró con una ceja arqueada, parecía curiosa a la vez que desconcertada y... ¿ligeramente molesta?

No, no. ¿Por que Kafka se sentiría molesta por eso?

Aleph negó con la cabeza convencido de que simplemente se confundió.

"¿Esa es tu pregunta?"

Aleph asintió solemnemente, como si estuviera planteando una cuestión de vida o muerte. El lo tenía muy claro, podrían llamarlo hipócrita cuanto quisieran por haberse burlado de Flynn por sus gustos...

¿Pero, sinceramente, quién podría decirle que no a una sexy criminal? Ni siquiera Batman era capaz, y el es Batman.

Kafka soltó una risita suave y, apoyando un dedo en su barbilla pensativamente, respondió.

"Silver Wolf."

Aleph sacó con toda tranquilidad una pequeña libreta arrugada de uno de sus bolsillos y, usando un bolígrafo, anotó algo con mucha seriedad.

Kafka y Stelle lo observaron en silencio.

Finalmente, Kafka preguntó.

"¿Puedo saber... para qué exactamente necesitas esa información?"

Aleph terminó de escribir, cerró la libreta y la guardó en su chaqueta, su expresión se mantuvo neutra al igual que su tono de voz mientras recibía de frente la mirada curiosa de Kafka y la mirada fría de Stelle.

"Secreto."

Ambas lo miraron con una mezcla de irritación y exasperación.

Lamentablemente no tuvieron la oportunidad de sacarle más información.

CLACK.

La pesada puerta de abajo se abrió de golpe.

Y una pequeña figura vestida de azul ingreso al lugar.

Yanqing.

Su espada envainada a su lado, sus pasos firmes y su rostro endurecido.

Su mirada se posó primero en Blade, inconsciente sobre una silla.

Luego en Kafka.

"El General les otorgó clemencia, y así pagan su misericordia. Ahora no podrá decir que me equivoqué cuando los llevé delante de él."

Finalmente pareció notar la presencia de Aleph y Stelle.

Su ceño se frunció tanto que casi podría haber roto su propio rostro.

"Así que aquí estaban."

Su voz era tan cortante como su espada.

Kafka se llevó una mano a la mejilla con fingida sorpresa.

"Qué cruel eres, teniente."

Yanqing la ignoró y clavó su mirada acusadora en Aleph y Stelle.

"¿Qué hacen ustedes aquí con la prófuga?"

Kafka sonrió de forma traviesa.

"Están bajo mi control."

Yanqing apretó los dientes, miró a Aleph... Si, definitivamente estaba controlado. De otra manera ¿Como un imbécil de su clase tendría una expresión distinta a esa sonrisa idiota que tenía mientras llevaba al General como una princesa?

Imposible, alguien así jamás podría mostrar una expresión tan sería y neutral. Preferiría creer que el General era en secreto un vándalo amante de las rosquillas que frecuentaba ese... D-Distrito llamado el "barrio rojo".

"¡Sabía que ese idiota no podía ser tan serio!"

"Bruja…" Escupió Yanqing, apuntando a Kafka.

Yanqing desenvainó su espada, avanzando como un rayo hacia ellos. Seis espadas se elevaron a su alrededor.

Stelle dio un paso adelante, lista para intervenir.

Pero Aleph levantó una mano.

"No es necesario."

Con un simple chasquido de dedos, concentró su magia.

Una descarga de Zionga surgió de su palma, más rápida de lo que Yanqing pudo reaccionar.

La electricidad envolvió al joven Caballero, Aleph sólo había usado la potencia suficiente como para paralizarlo al instante sin dañarlo.

Yanqing cayó de rodillas, sus músculos temblando incontrolablemente. Su mirada se clavó en el rostro inexpresivo de Aleph mientras apretaba los dientes.

Stelle tragó saliva mientras los veía.

La vista delante de ella le evocaba unos cuantos recuerdos sobre aquellos Comics que 7 de Marzo mantenía ocultos bajo su cama, de esos que tienen dos chicos abrazándose y un +18 en la portada.

Aleph se acercó con calma.

Extendió la mano y creó una capa de hielo bajo los pies de Yanqing que pronto se levantó envolviendo sus piernas y brazos.

Yanqing gruñó, luchando por liberarse.

"¡Tu!" Comentó. "¡No creas que podrás escapar de mi venganza una vez me libere de esto!"

Kafka se acercó, sus tacones resonando en el suelo.

Sonrió, casi con dulzura, y rozó la frente del muchacho con dos dedos.

"Escuchame: Olvida todo, nada de esto ocurrió. Fue sólo un sueño, descansa."

Un leve destello de luz envolvió la cabeza de Yanqing.

Su cuerpo se relajó al instante, sus ojos se cerraron, y su respiración se estabilizó.

Kafka se giró hacia Aleph y Stelle, satisfecha.

"Problema resuelto. ¿Aunque fue necesario ser tan brusco?"

Aleph se encogió de hombros.

"El calor del momento."

Stelle sonrio ligeramente.

"Creo que fue bastante bueno, como se esperaría del secuaz de El Bate Galáctico."

Kafka suspiró.

"Qué poco aprecio tienen por el arte."

Y entonces, como si nada hubiera pasado, regresó hacia Blade. Preparándose para terminar el tratamiento que había dejado pendiente.

Mientras tanto, Aleph lanzó una última mirada a Yanqing dormido y congelado en el suelo.

Pronto intercambio miradas con Stelle mientras ella sacaba un marcador de su bolsillo.

"¿Para que llevas eso?"

"Desde esa vez que 7 de Marzo se desmayó y no tuve nada en la mano para convertir su rostro en mi lienzo... Jure que jamás saldría del Expreso sin uno en mi bolsillo."

....

La calma regresó.

Kafka terminó su trabajo en silencio.

Blade, aún adormilado, abrió lentamente los ojos.

Parpadeó unas cuantas veces, como si tratara de recordar dónde estaba, o quién era.

Sus pupilas brillaron con un matiz extraño, pero, a diferencia de antes, su expresión ya era mucho más tranquila.

Se incorporó con lentitud, su cabello desordenado cayendo sobre su rostro.

Kafka sonrió suavemente.

"Bienvenido de nuevo."

Blade no respondió.

Simplemente se puso de pie, tambaleándose un poco, parecía estar absorto en sus propios pensamentos.

Kafka salió, una vez afuera se giró hacia Aleph.

Por un momento pareció vacilar un poco, pero rápidamente dejó eso de lado antes de envolver sus brazos alrededor de Aleph y apoyar su cabeza en su pecho. Sólo con eso le bastaba, con escuchar un corazón latiendo en ese pecho.

Con saber que no se había ido.

...

El cuerpo de Aleph se tensó por puro instinto.

Pero Kafka no le dio oportunidad de apartarse mientras lo abrazaba con fuerza.

Aleph se sintió realmente extraño, sus manos se movieron por puro instinto mientras le devolvía el abrazo.

Sin notar que Kafka había deslizado algo en su bolsillo.

*sniff

Aleph parpadeo con desconcierto cuando sintió como si Kafka estuviera oliendo su pecho. Antes de que pudiera preguntar nada, Stelle se unió al abrazó volviéndolo uno grupal.

Kafka soltó una risa baja, y con una mano acarició la cabeza de Stelle con cariño.

"Gracias." Murmuró suavemente, su voz cargada de una sinceridad que los sorprendió a ambos.

Finalmente, cuando vio que Blade se acercaba arrastrando los pies, los liberó a ambos.

Blade se detuvo a unos metros de ellos, su mirada distante.

Kafka cruzó los brazos con una sonrisa traviesa.

"Ya puedes irte. El Mara ha sido contenido. Aunque deberías evitar forzarte demasiado o acercarte a gente que despierte emociones fuertes. Podrías recaer."

Blade no contestó de inmediato, al final sólo asintió.

Kafka se volteó pata mirar a Aleph y Stelle.

"Espero que nuestros caminos se crucen una vez más." Comentó mientras se retiraba tranquilamente.

Blade miró a Aleph y Stelle.

"Los recuerdo…" Dijo con voz rasposa. "Recuerdo que ustedes… seguían todo el tiempo a Kafka."

Aleph ladeó la cabeza, curioso.

Stelle parpadeó con desconcierto.

Blade cerró los ojos un momento, como si escarbara en sus recuerdos.

"Nunca había visto a nadie seguirla tanto tiempo, o con tanta terquedad como ustedes." Su voz era apenas un susurro.

"…Y sobrevivir para contarlo."

Un leve estremecimiento recorrió su espalda.

Blade, abriendo los ojos nuevamente, dejó escapar un suspiro.

"Todos los Cazadores de Stellaron siguen a Elio por un motivo propio, ya sea una promesa, un deseo... Una ambición imposible de lograr por medios normales."

Su mirada se volvió más dura.

"Si Kafka también aceptó seguirlo… entonces su deseo debe ser algo extraordinario. Algo que ningún precio ordinario podría pagar."

Se giró dándoles la espalda.

"Lo más seguro es que tuvo que hacer mucho… demasiado… para mantenerlos con vida."

Blade se alejó luego de haber dicho todo lo que quería decir.

Su figura se perdió entre las sombras del pasillo, camino sin mirar hacia su siguiente destino.

Aleph se quedó mirando el lugar donde Blade desapareció.

Hasta que sintió un pequeño tirón en su manga.

Stelle lo tomó de la mano y comenzó a jalarlo en una dirección.

"7 de Marzo comenzó a quejarse de que la cena no está lista." Dijo con con una expresión sería. "Dice que incluso Dan Heng y Pom-Pom comenzaron a verse particularmente deliciosos."

Aleph soltó una risa baja, rascándose la nuca.

"Entonces…" Miró hacia el techo como si pidiera paciencia a los cielos. "Supongo que debemos apresurarnos y salvar a Dan Heng y Pom-Pom antes de que Marzo los devore."

Ambos comenzaron a caminar juntos de regreso.

El paso de Aleph era relajado.

Pero en su mente ya comenzaba a cocinar su venganza contra aquella que le enseñó a Stelle la técnica prohibida de... Las miradas de cachorrito.

[Maestro, ¿en serio piensa usar el picante ultra letal en la comida de 7 de Marzo?]

La voz de Burroughs sonó en su cabeza, parecía bastante dudosa de sus siguientes acciónes.

"Sí."

Pensó Aleph, sin un ápice de remordimiento.

[... Entonces grabe el momento, es mejor guardarlo por sí posteriormente se vuelve util. Como en un caso donde sea necesario chantajear a 7 de Marzo usando su momento ridículo como un arma.]

Aleph no pudo evitar reír de manera un tanto malvada para desconcierto de Stelle.

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