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Chapter 53 - Capítulo 52: El Origen de la Medicina

Bronya y Aleph despertaron lentamente.

Durante unos segundos, ninguno de los dos procesó que seguían abrazados en el sofá, pero cuando lo hicieron, el rubor les subió al rostro casi al mismo tiempo. Se separaron con torpeza.

"Perdón." Murmuró Aleph mientras se levantaba.

Aleph ya estaba a punto de salir cuando sintió la mano de Bronya sujetar la suya. La miró con confusión.

"Adiós."

En ese instante ella lo abrazó y dejó un beso en su mejilla. Antes de que él lograra reaccionar.

Bronya ya se había ido a toda velocidad.

...

De regreso al Hotel Goethe, Aleph apenas cruzó la entrada cuando se encontró con Dan Heng, sentado bebiendo té con calma.

Más cerca, Marzo y Stelle lo miraban con expresiones oscuras.

"¡Te atrapé!" Exclamó Marzo con una mano en la cadera mientras lo señalaba dramáticamente. "¡Hoy, la heroína inigualable, 7 de Marzo te llevará a la justicia por engañar a Stelle con Bronya!"

Stelle la observó sin comprender de qué hablaba. Dan Heng suspiró y se llevó una mano a la frente.

Aleph sintió que una gota de sudor frío le bajaba por la frente.

Sin perder tiempo, guió (arrastró) a los tres hasta su habitación.

...

Una vez dentro, Aleph se tomó su tiempo para aclarar el malentendido. Marzo se sonrojó cuando entendió que no, que Aleph no había hecho nada indebido con Stelle.

"Entonces, ¿porqué tardaron tanto en el hotel?" Preguntó Marzo mientras lo miraba con sospecha, intentando recuperar terreno.

Esa pregunta hizo que Stelle lo mirara con ojos más duros.

A veces ver era mejor que contar, Aleph entendía bastante bien ese principio.

"¿Eh? ¡Exihibicionista!" Gritó Marzo al ver lo que hacía.

Así que simplemente se quitó el abrigo y la camiseta.

Las grietas doradas que recorrían su pecho desde el centro quedaron al descubierto, brillando levemente bajo la luz.

Dan Heng fruncio el ceño y se puso de pie para acercarse. Aleph se estremeció mientras los dedos de su amigo trazaban su pecho.

"Por favor no seas tan brusco... Esa área es un tanto sensible."

Ignorando sus palabras, Dan Heng se concentró en la sensación que transmitía la energía que provocaba dichas grietas. Su pensamiento originalmente era que tras absorber la vitalidad como lo hizo y comer de forma directa parte del Árbol de Ambrosía, Aleph ahora padecía de Mara, pero tras una mejor inspección se dio cuenta de que se trataba de la energía del Stellaron.

"Ya que has decidido mostrarnos esto supongo que debe haber una razón más allá de generarnos preocupación ¿Verdad?"

Aleph asintió y procedió a darles un resumen.

"Esto es una consecuencia de haber absorbido un segundo Stellaron." Comentó mientras le dirigía una mirada a Stelle. "Mi cuerpo, como saben al igual que el de Stelle es capaz de llevar contenido en su interior un Stellaron."

Y sólo decir "contenido" era poco más que un eufemismo, Aleph tenía hasta cierto punto el presentimiento de que así como el aprovechaba la energía del Stellaron para potenciar sus hechizos era más que seguro que Stelle en algún punto podría hacer algo similar.

Resumió lo que él y Burroughs habían deducido.

En primer lugar el Stellaron de Luofu, no había tenido tiempo de asentarse profundamente ni de expandir su energía; en cambio, el de Jarillo-VI llevaba siete siglos activo, liberando energía de forma constante al llenar el entorno con la expansión del Fragmentum.

Esa energía residual había impregnado el planeta y, al absorber el Stellaron de Jarillo-VI, Aleph se había vuelto el principal beneficiario de esta.

Su cuerpo, como el de todo ser vivo tenía un límite, si no hubiera absorbido el Stellaron de Luofu la carga no habría sido tanta.

Pero con sus acciones término generando una sobrecarga, no era extraño decir que su cuerpo era como un vaso lleno hasta el punto de rebalsar.

Marzo se sostuvo la cabeza con una mirada confusa.

"No entiendo ¿Aleph ahora es una especie de bomba de tiempo que camina?"

Aleph se dio una palmada en la frente.

"No exactamente, pero no está tan alejado de la realidad como me gustaría." Con un chasquido de sus dedos Burroughs proyecto una imagen.

Mostró un gráfico con los cambios en su firma energética desde su regreso a Jarillo-VI. La curva de incremento era tan marcada que incluso su vitalidad anormal no podía hacer mucho por contenerla y evitar los daños físicos, de allí surgen las grietas doradas.

"Más tarde tras hablar con Burroughs decidimos probar una cosa. Si el problema es el exceso de energía ¿Podria resolverse esto si hago un uso más potente del que suelo hacer?" Comentó mientras Burroughs proyectaba un vídeo de la pelea entre el Poderoso D-Dragon y G-Yuan.

"... ¿Por que los hiciste así?" Preguntó Dan Heng inexpresivamente. Aleph sólo desvió su mirada.

"Eso no es lo importante. Lo que importa es que si, efectivamente funcionó por lo que estoy fuera de peligro."

Mientras que Marzo vio el espectáculo con ojos brillantes.

"¿Puedes hacer uno de Svarog contra Pom-Pom?" Preguntó con ojos tan brillantes que Aleph no se atrevió a decirle que no.

Fue entonces que Stelle se levantó. Aleph retrocedió, sintiendo que algo no iba bien al ver su expresión oscurecida.

"¿Por qué no me dijiste esto ayer?" Preguntó ella en voz baja.

"Lo descubrí más tarde, y… con lo de Bronya, se me pasó." Respondió Aleph con cautela.

Parecía que su respuesta no había sido la correcta, porque Stelle parecio molestarse aún más.

Stelle tomó su bate. Aleph reaccionó antes de que ella pudiera alzarlo, escapando por la puerta mientras esquivaba los golpes que venían detrás.

"¡Eres un estúpido desconsiderado!" Le gritó furiosa mientras lo perseguía. "¡Me hiciste preocuparme hasta el punto de llorar!"

En el pasillo, los pasos y el eco de los batazos marcaron el inicio de una persecución que solo terminaría cuando Stelle se sintiera satisfecha.

"¡Te haré sentir tanto dolor como tú a mí preocupación!"

****************

Tras una hora de huir y otra más de ocultarse en el taller de Serval, Aleph había decidido que lo mejor era mantener cierta distancia de Stelle hasta que ella se calmara un poco. Con ese pensamiento en mente, tomó rumbo hacia Underworld.

Tras unos minutos de caminar y saludar a una que otra cara conocida, no tardó en cruzarse con Seele.

Ella lo miró con un dejo de molestia; el recuerdo del día anterior todavía le pesaba, pero no dijo nada. Al fin y al cabo, fue ella quien eligió por su cuenta proteger la cita de Aleph y Bronya, así que se guardó cualquier comentario colorido que pudiera querer darle a Aleph.

Un suspiro escapó de su boca. Ser una buena amiga era difícil…

"Buenos días, Seele." La saludó Aleph con una sonrisa.

De repente recordó algo, la última vez que estuvo aquí fue con lo ocurrido por culpa de Skott, y ni siquiera tuvo tiempo de preguntar cómo se encontraba la gente de la zona.

"Ya que estás aquí… ¿quieres comer algo?" Preguntó.

Si se trataba de Seele, lo más seguro era que ella tuviera algo de información. No tanto como Sampo, pero seguro que podría contarle bastantes cosas.

El ceño de Seele se frunció un poco más.

"¿Comer… conmigo?" Preguntó con desconcierto.

"Sí, ¿por qué no?" Replicó Aleph sin verle el problema.

En su mente, Seele analizó la situación con suspicacia.

¿Acaso pretendía Aleph "extender sus garras" hacia ella al no estar satisfecho con Bronya? La sola idea hizo que se estremeciera de la repulsión que le causaba.

Aunque esta sensación se desvaneció cuando él continuó.

"Somos amigos, ¿no? No nos vemos tan seguido… pensé que no estaría mal comer juntos y conversar un rato. Me gustaría saber qué ha pasado en Underworld desde que me fui hace un tiempo."

Seele lo miró, desconcertada. Aleph apartó la vista, algo incómodo.

"A menos que… ¿malinterpreté eso de que somos amigos?" Pensándolo un poco mejor, sus interacciones con Seele habían sido prácticamente mínimas y, tal vez, no le dejó una buena impresión. También le era un tanto difícil juzgar qué tan cercano era alguien; en su vida antes de llegar aquí, ¿cuántos amigos tenía? Que recordara bien, solo Kevin, Mei, Su, Mike y su amiga de la infancia, Pado.

Seele suspiró y sacudió la cabeza antes de soltar una carcajada al ver la expresión abatida de Aleph.

Le dio un puñetazo juguetón en el hombro.

"No, tonto. Sí somos amigos." Su expresión se suavizó. "Está bien, acepto."

Pronto alzó el pecho con orgullo.

"Hmph ¡Pero será mejor que te prepares, porque al ser quien lo sugirió tú pagas!" Comentó mientras lo señalaba.

Aleph se rió un poco y le dio un pulgar arriba.

.....

Un rato después, ambos estaban sentados frente a un festín improvisado de salamandras asadas y salchichas especiales del puesto de un viejo conocido de Aleph.

En el tiempo que había pasado en Underworld, Aleph se había hecho un nombre como manitas y como competidor por el título de campeón de lucha, aunque al final nunca pudo pelear contra Luka.

El dueño del puesto sonreía satisfecho. No le quedaba mercancía, pero esta vez era porque había vendido absolutamente todo.

"¡Que lo disfruten!" Comentó mientras les dejaba unas bebidas de cortesía.

Mientras saboreaban la comida, Seele lo miró con curiosidad.

"¿Y tú qué haces en Underworld?" Preguntó mientras mordisqueaba una salchicha sin molestarse en cortarla.

"Es… complicado. Básicamente me estoy quedando aquí hasta que se calmen las aguas." Aleph se encogió de hombros. "No sé por qué Stelle está enojada conmigo."

No le gustaba mentir más de lo necesario, pero aquí no había otra opción. Aunque Seele era su amiga, no podía contarle a todo el mundo la verdad sobre su situación.

Ella, por su parte, recordó lo ocurrido el día anterior y llegó a una conclusión bastante simple, seguramente era por su salida con Bronya.

Era fácil imaginar a Stelle persiguiéndolo con un bate en la mano. Trató de reprimir su risa para no ahogarse, pero realmente habría disfrutado estar allí para ver a Aleph corriendo por su vida.

En ese momento, Joshua se acercó a saludar.

"Seele… ¿Huh? ¿Aleph?" Se desconcertó por unos momentos al ver una cara conocida. "Bueno, es un gusto verte."

"Hola, Joshua." Respondió Aleph con una sonrisa.

"Natasha me pidió que te buscara, Seele." Su expresión era completamente seria. "Dice que es urgente."

"¿Urgente?" Seele frunció el ceño, preguntándose qué habría ocurrido.

Aleph adoptó un gesto serio al escuchar la conversación.

"Si no tienes un problema con ello, me gustaría ayudarte."

Seele lo miró con un ceño fruncido, pero finalmente aceptó.

"Está bien, vamos."

.....

Natasha los recibió en la entrada.

"Seele, justo a tiempo." Su mirada pasó a Aleph, un poco sorprendida de verlo allí. "Y tú también, no podrías haber llegado en un mejor momento."

Natasha abrió la puerta y los invitó a entrar.

"Últimamente hemos tenido escasez de recursos médicos. Los vendajes, fármacos, incluso material más básico, están terminándose." Comentó mientras veía cómo las expresiones de Seele y Aleph se volvían mucho más serias. "Me puse en contacto con gente en Overworld. Aceptaron enviarnos suministros, pero necesito que me acompañen a recogerlos y ayudar a transportarlos hasta aquí. Muchos de los miembros de Wildfire están ocupados en otras tareas, por lo que no había nadie más disponible."

Aleph y Seele intercambiaron una mirada.

Joshua se despidió de los tres, ya que tenía que continuar trabajando.

"Cuenta con nosotros." Respondió Seele, mientras Aleph asentía.

Antes de que Natasha, Seele y Aleph pudieran salir de la clínica un joven minero entró y los hizo a un lado, llevando una pequeña bolsa de medicinas. Sin decir palabra, se acercó al escritorio de Natasha y la dejó allí.

Seele y Aleph intercambiaron una mirada de desconcierto. Natasha frunció el ceño.

"¿Dwayne?" Lo llamó con desconcierto. "¿Por qué me devuelves estos medicamentos? Los necesitas."

Dwayne la miró con un desdén y burla.

"Desde que apareció esa medicina milagrosa, ya no necesito verte ni aceptar nada de ti." Respondió con descaro. "Mejor dáselos a alguien que sí los quiera. Seguro encontrarás a algún ingenuo que confíe en ti."

Habiendo dicho todo lo que quería decir, Dwayne se dio la vuelta para marcharse.

Aleph hizo crujir sus nudillos y Seele le dio una mirada peligrosa, ninguno se había tomado bien esa forma de hablarle a Natasha.

"Déjenlo." Pero ella los detuvo interponiéndose entre ellos y la puerta. "No vale la pena."

Los dos se calmaron a regañadientes, aunque no es como que alguno de los dos hubiera prometido que más tarde no le darían una visita "amistosa" a Dwayne.

Natasha suspiró, bajando la mirada hacia las medicinas en su escritorio.

"Él es la tercera persona que hace esto en los últimos días…" Comentó mientras metía la bolsa en un cajón.

Seele ladeó la cabeza.

"¿A qué te refieres?"

Natasha la miró como si le sorprendiera la pregunta aunque pronto pareció entender porque.

"Es cierto. Has estado ayudando allí arriba con lo preparativos del Festival Calisol en los últimos días ¿Verdad? Tiene sentido que no supieras nada." Comentó mientras asentía para sí misma. "Desde hace unos días circulan rumores sobre una medicina milagrosa dicen que puede curar cualquier enfermedad. También dicen que fui yo quien expulsó de Underworld, e incluso estuvo a punto de matar, al médico genio que la creó."

Seele apretó los puños y Aleph la observó con el ceño fruncido.

Ninguno de los dos dijo nada, pero ambos se sintieron preocupados al ver la expresión un tanto ausente en el rostro de Natasha.

Ella notó sus expresiones y les dedicó una leve sonrisa.

"No es nada." Comentó mientras desestimaba sus preocupaciones, luego su tono se volvió más serio. "Lo que me inquieta es que la mayoría de miembros de Wildfire ha estado ocupada intentando averiguar la verdad sobre este asunto. Y si lo que temo resulta ser cierto… la situación es grave. Muy grave."

...

Seele y Aleph salieron de la clínica con poco después.

Natasha les había dicho que partirían hacia Overworld en dos horas, lo que les dejaba un margen de tiempo para prepararse.

"¿Y ahora?" Preguntó Seele con los brazos cruzados.

Aleph se apoyó contra la pared.

"Pienso que podríamos usar este tiempo para mezclarnos con la gente y ver qué más podemos averiguar."

Seele lo miró como si le hubiera dicho algo estúpido.

"¿Y cómo piensas que averiguaremos algo?" Preguntó Seele. "Nos guste o no, somos demasiado conocidos aquí. Nadie va a soltar rumores sobre Natasha delante de nosotros, y menos sabiendo que somos cercanos a ella."

Aleph sonrió y le hizo una seña para que lo siguiera.

"Ven conmigo."

Caminaron hasta un callejón oscuro. Seele lo miró con suspicacia.

"Espero que no sea lo que parece."

Aleph le puso los ojos en blanco, pero no se lo tomó en serio.

"Tranquila." Respondió él. Chasqueó los dedos y, de inmediato, su magia los envolvió a ambos en una ilusión.

Pronto sus rasgos cambiaron, convirtiéndolos en simples mineros promedio.

"Ohhh…" Exclamó Seele, sorprendida. "Bien jugado, se me había olvidado que podías hacer eso."

...

El tiempo pasó y ambos regresaron al punto de encuentro. Aleph deshizo el hechizo con otro chasquido, revelando nuevamente sus verdaderas apariencias.

Bastó un vistazo de la expresión del otro para que notaran que habían escuchado cosas desagradables.

"La gente no para de soltar calumnias sobre Natasha…" Comenzó Seele con el ceño fruncido. "Dicen que ella arruinó la carrera del doctor, que lo exilio, que robó sus descubrimientos… y todo para impedir que la medicina milagrosa se hiciera pública."

Aleph asintió.

"Y según lo que oí, el creador de esa medicina fue otro médico que ayudaba aquí… el hermano mayor de Natasha. Muchos aseguran que el exilio fue una excusa y que en realidad fue asesinado personalmente por ella."

Seele negó con la cabeza.

"No me creo lo último. Natasha no es así."

"Coincido… pero si lo exilió, ¿por qué? No me creo esa patraña de los celos, así que debió haber sido por otra razón." Aleph entrecerró los ojos, pensativo. "No tiene sentido."

"También siguen repitiendo ese nombre..." Comentó Seele.

"¿'Asociación de Apoyo Mutuo para Pacientes con Enfermedades Complicadas'? Parece una estafa descarada." Dijo Aleph mientras fruncía el ceño. "Ni Sampo sería tan obvio."

"Muchos, como ese idiota de Dwayne parecen estar rechazando el tratamiento de la clínica tras unirse a esa dichosa asociación."

Ambos compartieron una sonrisa bastante malvada.

"Oye Aleph ¿Crees que podríamos usar tu cosa rara esa...?"

"Magia." Comentó con una sonrisa presumida mientras una paloma ilusoria salía de su manga.

"Si, eso." Dijo Seele mientras hacía crujir su cuello. "¿Crees que podríamos infiltrarnos y ver que hacen..."

"...Y si no es nada bueno darles una paliza? Me gusta que estemos en la misma página."

Ambos chocaron puños.

"Aunque tendrá que esperar a que terminemos de ayudar a Natasha a traer esos medicamentos."

**************

"¿Dónde será el punto de reunión?" Preguntó Seele mientras caminaban por la calle adoquinada.

"En la plaza de la fuente, en el distrito administrativo." Respondió Natasha sin detenerse. "Mi madre me dijo que nos encontraríamos allí."

Caminaron un par de minutos más antes de que Natasha se detuviera y mirara a Aleph con cierta duda.

"Oye, tú que sueles pasar más tiempo en Overworld… ¿tienes alguna idea de qué podría regalarle a mi madre y a mi padre?"

Aleph se llevó la mano al mentón, pensativo. Tardó un momento en responder, pero entonces recordó el ramo de peonías que había encargado horas antes para que Vaska se lo entregara a Bronya.

"Flores." Dijo con una sonrisa. "Nunca fallan."

Natasha parpadeó, sorprendida, y luego dejó escapar una risa suave.

"¿Qué pasa?" Preguntó Seele, curiosa.

"Es solo que… en mi familia solíamos regalarnos flores en ocasiones especiales, era prácticamente una tradición nuestra." Explicó Natasha, y su expresión se volvió más melancólica al añadir: "Mi hermano mayor, Vache, adoraba esa tradición."

Ni Seele ni Aleph hicieron preguntas. No querían entrometerse más allá de lo que ella quisiera contar.

.....

En la floristería, Vaska los recibió con una sonrisa.

"Aleph, tu pedido ya fue enviado." Informó con amabilidad.

"Gracias, Vaska." Respondió él.

Seele alzó una ceja, inquisitiva.

"¿A quién le enviaste flores?"

"Se las envié a Bronya. ¿Por qué?" Contestó desconcertado.

Ella asintió, satisfecha; por lo menos Bronya no sería la única en tomar la iniciativa.

Natasha lo miró de reojo.

"¿Sabes lo que significan esas flores?"

Aleph negó con la cabeza.

Natasha rió de nuevo, y Aleph la observó con cierta desconfianza.

"¿Tienen un mal significado?" Preguntó con preocupación; no le gustaría dejarle a Bronya una idea equivocada.

"No, pero tampoco voy a decírtelo." Contestó ella con una sonrisa enigmática.

Aleph se giró hacia Vaska en busca de respuestas, pero la florista también sonrió de la misma forma.

"Tendrás que descubrirlo por tu cuenta." Dijo ella.

Entonces miró a Seele, que parecía contener la risa, esperando que Aleph le preguntara lo mismo para negarse. Pero él solo le lanzó una mirada fugaz y no dijo nada.

"¿Por qué no me preguntaste?" Protestó Seele.

Aleph la miró con desinterés.

"¿Eh? Bueno…" Aleph ladeó su cabeza. "¿No parecen ser la clase de cosas que te interesarían? También porque lo más seguro es que no tengas ni idea de lo que significan."

Seele frunció el ceño, ofendida.

"¿Huh? ¿Y eso qué se supone que significa?"

Aleph dudó unos momentos antes de contestar.

"... ¿Que Seele es más una mujer de acción que de ideas?"

Las cejas de Seele temblaron.

¿No era esa solo una forma más sutil de decirle idiota?

"Ah, sí, también impulsiva." Agregó, como si recién se hubiese acordado de ello.

Seele lo miró inexpresivamente por unos segundos antes de abalanzarse sobre él intentando estrangularlo. Aleph se limitó a sujetarla por la cabeza con una mano, aprovechando su considerable ventaja de altura.

"¡Bájame!" Gruñó ella, pataleando, mientras él reía.

Natasha y Vaska observaron la escena con sonrisas divertidas, sin intervenir.

....

Tras recoger el ramo, retomaron el camino hacia la plaza. Aleph sobaba su mano, ahora con varias marcas de mordida. Seele bufó, negándose a mirarlo y cruzándose de brazos. Natasha negó con la cabeza, divertida por su comportamiento infantil.

Muy pronto vieron el punto de encuentro. Cerca de la fuente, un hombre mayor vestido con un impecable traje de mayordomo los esperaba, el señor Orwell. A su lado, una mujer de porte refinado y rostro amable, Vanessa, la madre adoptiva de Natasha.

"¡Mamá!" Exclamó Natasha, corriendo a abrazarla.

Luego saludó al señor Orwell con calidez.

"Gracias por cuidar de mis padres todos estos años."

"No hay nada que agradecer, señorita Natasha." Respondió él con una sonrisa cortés. "Usted se ha convertido en una gran mujer. Aún recuerdo cuando era una jovencita un poco revoltosa… Ah ¿Cómo decía que le gustaba que la llamaran en ese entonces?"

Vanessa rió antes de contestar.

"¿No era 'Raven'?"

Natasha, algo sonrojada, les pidió con rapidez que guardaran silencio sobre "ciertos episodios del pasado", mientras Aleph y Seele intercambiaban miradas curiosas.

"¿Dónde está papá?" Preguntó entonces.

El gesto de Orwell y Vanessa se ensombreció.

"Hace tres años..." Dijo Vanessa, con suavidad.

Natasha comprendió antes de que dijeran nada.

"Se fue sin sentir dolor."

Natasha guardó silencio, su expresión se ensombreció con tristeza.

"Lo siento… no estuve con ustedes en estos diez años. Y aunque Overworld y Underworld se reconectaron hace meses… apenas ahora vengo a verlos más allá de unas cuantas cartas."

"No tienes la culpa del bloqueo, Nat." respondió Vanessa, tomándole las manos. "Tampoco de la incomunicación, por favor no te culpes por ello."

Natasha bajó la mirada.

"Quería que esta fuera una reunión feliz… pero ahora mismo hay muchas personas en Underworld que podrían estar sufriendo por la falta de medicinas. Por eso vine a verte, mamá. Eres la única que puede ayudarme ahora."

Vanessa sonrió, con un toque de orgullo.

"He oído lo que haces allá abajo. Tu padre estaría orgulloso de ti y yo también. Nuestra familia tiene buenas conexiones con la escuela de medicina. No habrá problema en ayudarte, sea con medicamentos o con información."

"Gracias…" Susurró Natasha mientras la abrazaba una vez más.

"Ya tendremos nuestro momento para ponernos al día." Añadió Vanessa. "Por ahora, sigue trabajando y llenándonos de orgullo a tu padre y a mí."

Natasha asintió.

Seele y Aleph se encargaron de recoger los cargamentos.

*************

Tras ayudar a Natasha a llevar las medicinas y suministros médicos a su clínica en Underworld.

Aleph se estiró mientras Seele sacudía las manos, quitándose el polvo.

"Gracias por la ayuda. Sin ustedes, esto habría tomado toda la tarde" Dijo Natasha, sonriendo.

"No es nada" Respondió Aleph con una expresión tranquila mientras Natasha entraba a la clínica.

Aleph y Seele se despidieron de ella.

Ambos adoptaron un semblante serio. Era hora de retomar su investigación sobre la "Asociación de Apoyo Mutuo para Pacientes con Enfermedades Complicadas" y su misteriosa "medicina milagrosa".

"Por las reacciones de Natasha… y lo que se dijo del doctor que creó esa medicina, algo me dice que el exilio de Vache no fue por un malentendido" Comentó Aleph, con las manos en los bolsillos.

Seele, que caminaba a su lado, asintió.

"Me pregunto qué habrá hecho exactamente. No se ve que Natasha sea de las que se distancian de alguien de su familia por algo pequeño."

Aleph chasqueó los dedos. Ilusionista entró en acción, y en un parpadeo ambos adquirieron nuevas apariencias, diferentes a las que habían usado antes.

"Será mejor seguir cambiando de aspecto cada tanto." Dijo él. "No quiero que nos identifiquen antes de tiempo."

...

Durante horas, alternando rostros y atuendos, Seele y Aleph fueron recolectando información.

Su primera parada fue con Philip, un joven minero sentado en un banco, mirando sus manos.

"¿Tú… usaste las medicinas de esa Asociación?" Preguntó Seele.

Philip asintió lentamente.

"Estaba casi seguro de que era solo un resfriado… afortunadamente fui más precavido y comprobé que no era así. Me dijeron que podía ser algo mucho más grave, y que debía tratarlo rápido." Se tocó el brazo, apretando la piel sin inmutarse. "Perdí la mayor parte de la sensibilidad de mi cuerpo y mi trabajo... pero, al menos estoy vivo, ¿no?"

Más tarde se toparon de nuevo con Dwayne, el mismo sujeto idiota que apareció en la clínica antes de subir a Overworld con Natasha.

"¿Mi situación como la de Philip? Va." Soltó un resoplido mientras negaba con la cabeza. "A diferencia de él, lo mío es congénito; no creo tener cura. Lo mejor era devolverle las medicinas y esperar a que le sirvan más a otros. Sí, actué de forma un tanto idiota esperando molestar a Natasha y que ella las tomara sin decir mucho al respecto."

Dwayne se rascó la cabeza.

"Bueno, si me disculpan, iré a tener una última gran cena. Tal vez por la medicina milagrosa salve mi vida, pero lo más seguro es que Seele termine con ella." Comentó despreocupadamente.

Continuando con su búsqueda, se encontraron con Zapphire, una mujer que murmuraba para sí misma mientras esperaba delante de la mina.

Aleph le preguntó con curiosidad a quién esperaba.

Ella le respondió con una sonrisa.

"Estoy esperando a mi esposo y a mi hijo." Dijo con la mirada fija en dirección a la mina.

La dejaron allí y, unas calles más adelante, se cruzaron con Angela, una mujer mayor que se presentó como la madre del esposo de Zapphire.

Les contó que tanto su hijo como su nieto habían heredado una enfermedad congénita. Natasha les administró tratamientos para mitigar los síntomas, pero no había cura conocida.

"Entonces llegó el doctor Vache con su medicina especial." Relató Angela, bajando la voz. "Mejoraron… al menos en apariencia."

"Un mes después, ambos murieron. Zapphire nunca lo superó."

Sus manos temblaban mientras hablaba.

"Soy la última que queda para cuidarla. Cuando yo me vaya… ¿quién se encargará de ella?"

....

Con toda la información reunida, Aleph y Seele regresaron a la clínica de Natasha.

Ella los escuchó en silencio antes de comenzar a hablar.

"Mi padre era uno de los mejores doctores de Belobog. Vache y yo queríamos seguir sus pasos. No sé en qué momento cambió. Se volvió frío, distante… incluso con nosotros."

Se detuvo, buscando las palabras.

"Se obsesionó con encontrar una cura para el frío extremo. Todo comenzó cuando un amigo suyo en la Guardia murió congelado en las llanuras heladas. Tras graduarnos, nos mudamos a Underworld. Él abrió una institución que era hospital y laboratorio; yo me encargaba de atender pacientes, mientras que él desarrollaba medicinas."

Su rostro se oscureció.

"Debí haberlo notado." Murmuró. "Debí haber desconfiado más de sus intenciones. Empecé a notar que las cosas no estaban bien cuando varios de los pacientes atendidos con sus medicinas comenzaron a mostrar los síntomas que ustedes vieron hoy."

Natasha suspiró.

"Cuando Oleg y yo supimos la verdad, lo expulsamos. La institución más tarde se convirtió en un orfanato."

Seele se sorprendió, y Natasha asintió: se trataba del orfanato de su infancia.

"Creemos que la Asociación encontró alguno de esos fármacos viejos." Comentó Seele.

Natasha apretó los puños al oír el resto de la información reunida por ambos.

La Asociación cobraba sumas exorbitantes y se aliaba con un doctor de Overworld para dar falsos diagnósticos con un sello oficial.

"¡Increíble!" Exclamó ella. "¡Juegan con la salud de la gente como si fuera un negocio cualquiera!"

Aleph puso una mano sobre su hombro.

"Déjanos a nosotros encargarnos."

Natasha suspiró, intentando recomponerse.

"Tengan cuidado. Incluso siendo tan fuertes como son, todavía pueden lastimarse mucho."

Al salir de la clínica, Seele miró a Aleph.

"¿Cuál es el plan?"

Aleph simplemente sonrió.

"¿Abrirnos paso por la fuerza?"

Seele simplemente se encogió de hombros.

"Directo. Justo como me gusta."

.....

Seele y Aleph llegaron a Villa Remache. Allí, según la información que habían reunido, operaba el intermediario encargado de distribuir la llamada medicina milagrosa.

En una casa destartalada encontraron el lugar donde el intermediario vendía las medicinas.

"¿Qué necesitan?" preguntó uno de los guardias, dándoles una mirada escrutadora de arriba abajo.

"Venimos por la medicina milagrosa." Respondió Aleph con una neutralidad estudiada. "Hemos escuchado que funciona incluso en casos graves."

"Eso dicen." Añadió Seele, mirándolo como si estuviera desesperada por una solución. "Pero queremos saber más."

El intermediario sonrió y, con grandilocuencia, les explicó los beneficios de la medicina y sus precios, pero a medida que las preguntas continuaban, su paciencia se desmoronaba.

"¿Van a comprar o han venido a buscar problemas?" Espetó con irritación.

Uno de sus guardias se inclinó hacia él y murmuró algo. El hombre frunció el ceño.

"La farmacia está cerrada por hoy. No quiero tratos con nadie relacionado con esa mujer."

A su alrededor, varias personas suplicaban con desesperación, extendiendo manos vacías, rogando por el medicamento. El intermediario los despachó con frialdad, cerrando la puerta sin importarle a quién dejaba afuera.

Seele apretó los puños; Aleph colocó una mano en su hombro para remarcarle que aún no era el momento.

"Vamos" Dijo con calma.

....

Se ocultaron en un callejón hasta que el grupo se alejó lo suficiente. El sigilo de Seele hacía innecesarias las ilusiones, pero Aleph activó la suya de todos modos, diluyendo su presencia en el entorno.

Siguieron al trío hasta un rincón más apartado. Allí, el intermediario se reunió con dos hombres vestidos con ropas demasiado finas para un lugar como ese.

"Es increíble lo fácil que es engañarlos." Rió uno, con un tono bastante desdeñoso. "Se aferran a cualquier esperanza como ratas buscando migajas." Comentó mientras servía vino de aspecto caro en una copa.

"Y mientras tanto, nosotros llenamos las bolsas." Añadió el otro mientras alzaba su copa para un brindis.

Seele sintió cómo la ira le subía por la garganta. Aleph, con una expresión similar a la suya, le indicó que hiciera silencio y le mostró que su teléfono estaba grabando desde el comienzo de la conversación.

"Paciencia" Susurró mientras se inclinaba más cerca de Seele. "Si los vamos a derribar, que sea de forma que nadie pueda inventar alguna tontería como que Natasha nos envió a romperles la cara por encargo."

.....

Cuando los tres terminaron de hablar, Aleph y Seele se dejaron ver. El intermediario apenas tuvo tiempo de dar una orden y los guardias se abalanzaron sobre ellos. El enfrentamiento duró menos de un minuto; ninguno de los atacantes estaba a la altura de un soldado entrenado, y mucho menos al nivel de Seele y Aleph.

"Creo que su inventario acaba de quedar fuera de circulación." Dijo Aleph, lanzando un chispazo de Agi que prendió fuego a los cajones de medicina. El humo comenzó a llenar el callejón mientras los tres hombres gritaban amenazas que solo consiguieron arrancarles una carcajada.

Los dejaron atados y tendidos en el suelo, y Aleph envió el video a Gepard y Pela como prueba. Después, recogieron unos papeles con listas de distribución y se dirigieron a destruir los alijos restantes.

....

Horas más tarde, de regreso en la clínica, encontraron a Natasha sentada detrás de su escritorio, sosteniendo un fajo de hojas amarillentas con una expresión complicada.

"¿Qué es eso?" Preguntó Seele con curiosidad.

"Cartas" Respondió Natasha. "El señor Orwell me las envió… son de Vache. La mayoría fueron escritas hace años; no llegaron por culpa del bloqueo."

Abrió la primera hoja con cuidado y comenzó a leerlas sin importarle la presencia de Seele y Aleph.

"Natasha:

He tenido años para entender lo que tú ya sabías. No merezco el perdón ni tuyo ni de la gente de Underworld. Desde el inicio estuve descalificado para llamarme doctor, porque abandoné a mis pacientes por una quimera.

El exilio me enseñó algo que nunca quise aprender: ¿cómo podría un niño criado en el calor entender cómo curar el frío? Gracias por darme una última oportunidad para encontrar la respuesta.

Vivo en una casa destartalada en las llanuras nevadas. Mis manos tiemblan, pero no por el frío… cada día siento que estoy más cerca. No puedo volver; soy un paria, y sin embargo, por primera vez sé por qué existo.

Lo que hice en Underworld fue una vergüenza: trataba síntomas, no causas. Ahora sé que la clave de mi 'Inmunidad a la Ventisca' es elevar la temperatura de todo el cuerpo de forma uniforme, sin dañarlo. Estoy cerca, Natasha. Tan cerca…

No habría llegado hasta aquí sin ti. Gracias."

La última hoja cayó sobre el escritorio, y el silencio que quedó fue denso como la nieve. Aleph y Seele no dijeron nada.

Natasha alzó la vista, mirándolos a ambos.

"Quiero ir a Overworld… a las llanuras nevadas. Necesito verlo, una última vez. ¿Vendrán conmigo?"

Seele asintió sin vacilar. Aleph también.

************

Las llanuras heladas se extendían hasta perderse en un horizonte blanco, donde el viento arrastraba copos como agujas de hielo. Natasha se abrazó a sí misma, encogiéndose en su bata.

"Es difícil imaginar que alguien pueda vivir en un lugar así" Murmuró suavemente.

Aleph miró alrededor con calma.

"Créeme, esto es casi un clima primaveral comparado con lo que era antes, cuando el Stellaron seguía activo." Dijo mientras sobaba su estómago, ya comenzaba a sentir hambre.

Seele asintió.

"Todavía recuerdo lo fuerte que era el frío cuando fuimos a enfrentar a Cocolia, era una locura."

...

Caminaron en silencio con el crujido de la nieve bajo sus botas acompañando sus pasos. No tardaron en encontrarse con las primeras criaturas del fragmentum, seres vagamente humanoides con formas deformes de hielo y metal que emergieron de entre la nieve como si la tormenta las hubiera invocado. Seele blandió su guadaña con una expresión aburrida y, en cuestión de segundos, los restos se destruyeron en un millón de pedazos mientras caían de nuevo en la nieve.

"Fáciles." Comentó, sacudiendo el filo antes de continuar.

Unos metros más adelante, Aleph se agachó y apartó un montón de nieve endurecida.

Entre el hielo aparecieron hojas de papel arrugadas con bordes quebradizos, y a su alrededor un par de tubos de ensayo y recipientes de vidrio con restos congelados en su interior.

"Eh... ¿Natasha?" Dijo mientras levantaba una de las hojas para verla contra la tenue luz. "Creo que encontré algo."

Natasha se acercó rápidamente.

"Son de Vache. Reconozco su letra. Si estamos encontrando esto aquí, puede que haya mucho más cerca de aquí."

Se giró hacia ambos.

"Quiero ir más adentro. Conociendo lo meticuloso que es mi hermano, no habrá dejado nada sin anotar."

Siguieron avanzando y el frío empezó a intensificarse, arañando la piel incluso a través de las capas de ropa. Un muro blanco comenzó a cerrarse a su alrededor; una tormenta de nieve se formaba rápido. Incluso Seele frunció el ceño, encogiendo los hombros ante el impacto helado.

Aleph, imperturbable, se quitó su abrigo y se lo puso sobre los hombros.

"Te hará más falta a ti que a mí." Dijo, sin darle la opción de negarse. Con un chasquido de dedos, conjuró una esfera de fuego que flotó sobre su mano, irradiando un calor denso y constante. "Acérquense, no pienso cargar con dos estatuas."

Natasha agradeció el calor con un suspiro, pero la tormenta no dio tregua. La ventisca golpeaba con más fuerza, reduciendo la visibilidad. A lo lejos, Seele divisó una silueta oscura que vagamente parecía una casa destartalada medio enterrada en nieve.

"Allí." Señaló. "Podemos refugiarnos."

Se lanzaron hacia la estructura, pero un rugido gélido les cortó el paso. De entre la nieve emergió un Ice From Outer Space.

Aleph no se molestó en detenerse; en un instante, una cuchilla de viento se formó en su mano y atravesó el núcleo, destrozándolo en una explosión de cristales. La criatura se desplomó y el vapor frío se disipó en el aire.

.....

Dentro de la casa, el olor a madera húmeda y metal oxidado se mezclaba con el silencio.

Mesas de madera sostenían matraces, frascos y un microscopio antiguo. Sobre una mesa cercana, Aleph encontró más hojas llenas de fórmulas, diagramas y anotaciones escritas con la misma letra de antes.

"Aquí hay más." Comentó mientras se los llevaba a Natasha.

Natasha tomó los papeles con cuidado, repasándolos con una mirada analítica.

Seele y Aleph se acomodaron junto a la puerta, observando cómo la tormenta azotaba el exterior. Entre ráfagas, alcanzaban a ver a algunos monstruos del fragmentum atrapados afuera, recibiendo golpes implacables de hielo y viento.

Seele se rio al ver cómo chocaban entre sí.

"No pensé que alguna vez me divertiría viendo esto."

Aleph soltó una carcajada.

"¡Ni la naturaleza los quiere!"

Finalmente ambos se quedaron viendo el caos desde la puerta mientras esperaban a que la ventisca terminase.

....

La tormenta se apagó tras tres largas horas, dejando un silencio extraño, roto sólo por el crujir de la nieve bajo el viento más suave. La noche había caído, y la luna se filtraba entre nubes dispersas.

Apenas dieron unos pasos fuera del refugio, cuando una voz los detuvo en seco.

Frente a ellos, un Capitán de la Guardia seguido de cerca por cuatro guardias les bloqueaba el camino.

"Uh…" Murmuró Natasha, inclinándose levemente hacia Aleph. "Creo que es ilegal salir de Belobog hacia las llanuras sin un permiso. Así que… quizá estemos en problemas."

Aleph soltó un suspiro, Natasha y Seele soltaron un grito desconcertado al sentir sus manos en sus cinturas.

"¡Soy demasiado joven y guapo para acabar en una celda!" Comentó mientras se preparaba para correr.

Seele comenzó a patalear mientras usaba su puño para golpear la espalda de Aleph.

"Oi ¡¿No puedes simplemente calmarte un poco?!" Gruño Aleph.

"¡¿Y tu no podrías ser un poco más gentil con una dama?!"

"Eh." Soltó Aleph desconcertado. "Estoy bastante seguro de que fui lo suficientemente gentil con Natasha."

La expresión de Seele se oscureció mientras comenzó a patalear con más fuerza.

El capitán, tras observarlo un segundo más, abrió los ojos sorprendido.

"¿Aleph? No esperaba encontrarte aquí."

Aleph dejó caer a Seele al suelo mientras se sorprendía por la voz familiar, resultó que era Dunn.

Tras un breve intercambio de saludos, les preguntó qué hacían allí. Natasha, algo tensa, relató una versión reducida de su búsqueda.

Para su sorpresa y desconcierto, tanto Dunn como los guardias que lo acompañaban reaccionaron con respeto al escuchar el nombre de Vache.

"El Doctor Vache nos salvó más veces de las que puedo contar." Explicó Dunn notando su desconcierto. "Aquí afuera, el frío mata casi tanto como los monstruos del fragmentum. Durante años, ese fue uno nuestros peores enemigo… hasta que apareció su medicamento."

Natasha lo escuchó con atención.

Dunn continuó.

"Gracias a esa medicina, podemos patrullar y acampar sin miedo a terminar convertidos en esculturas de hielo."

Los labios de Natasha se separaron ligeramente mientras murmuraba con incredulidad.

"Inmunidad a la Ventisca…"

"¿Y deja suficiente para todos?" Preguntó Aleph con curiosidad.

"Más que suficiente." Respondió Dunn. "Es tan potente que con media botella tienes para resistir el frío durante una semana entera. El problema es que casi nunca lo vemos. Es… evasivo. En todos estos años sólo lo hemos encontrado una vez, y no era precisamente hablador."

Les explicó que Vache siempre dejaba las botellas en lugares estratégicos, donde las patrullas pudieran encontrarlas.

Sin embargo, hacía ya dos o tres años que no recibían noticias directas de él.

"Espero que esté bien." Añadió Dunn con preocupación mientras los otros guardias asentian.

Natasha preguntó si había algún efecto secundario. Dunn y los demás rieron.

"Solo uno, mientras dure su efecto, no entres a la ciudad. El medicamento hace que el cuerpo produzca calor extra para resistir el frío. Si entras sin cuidado, acabarías con un golpe de calor que te dejaría peor que cualquier ventisca."

Cuando Natasha anunció su intención de seguir buscando pistas en las llanuras, Dunn la miró con seriedad.

"No deberían adentrarse de noche."

Pero, viendo que nada cambiaría su decisión, le entregó una pequeña botella.

"Aún nos queda más de la mitad del último cargamento que nos dejó. Les hará falta."

Tras despedirse, los guardias continuaron su patrullaje. Natasha ofreció la medicina a Aleph, pero él negó con la cabeza.

"Úsenla ustedes dos."

Natasha y Seele bebieron una pequeña cantidad. La calidez se propagó de inmediato, arrancándoles un suspiro de alivio.

"Es increíble…" Admitió Seele con una expresión satisfecha.

Reanudaron la marcha, enfrentándose a más criaturas del fragmentum hasta encontrar otra casa en ruinas. Dentro, entre polvo y cristales rotos, hallaron más anotaciones de Vache. Natasha las tomó con cuidado, sus manos eran firmes pero sus ojos oscuros.

"¿Lo extrañas?" Preguntó Aleph.

"Sí. A pesar de todo lo que hizo, sigue siendo mi hermano." Respondió sin dudar mientras guardaba las anotaciones en su bolso. "Ya lo decidí, voy a terminar lo que empezó. Voy a perfeccionar la Inmunidad a la Ventisca."

Se volvió hacia ellos.

"Pero antes… necesito pedirles un favor."

Una vez de regreso en el exterior.

Aleph invocó un bloque de hielo con Bufu, y Seele talló en el con su guadaña. Cuando terminaron, frente a ellos se alzaba una lápida simple, grabada con el nombre de Vache. Natasha se quedó frente a ella en silencio.

"Vamos, es hora de volver." Comentó mientras le daba la espalda a Seele y a Aleph.

Finalmente, tomaron el camino de regreso a Belobog.

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