LightReader

Chapter 6 - Capítulo 6: El Caos en la Cocina.

*DANIEL*

Me apoyé contra el marco de la puerta de mi habitación, cruzando los brazos sobre mi pecho mientras las miraba fijamente. Mi expresión era dura, cargada de enojo y frustración, y lo sabía, porque ni siquiera intentaban levantar la vista para enfrentarlo. Las cuatro estaban sentadas en la orilla de la cama, cada una vistiendo alguna camiseta o pantalón holgado que claramente era mío.

Sofía jugaba con el borde de la camisa que le llegaba hasta los muslos, mientras Mariana mantenía las manos apretadas sobre sus rodillas, su mirada fija en el suelo como si algo interesante estuviera grabado ahí. Laura, usualmente la más segura, tenía los brazos cruzados y el rostro girado hacia un lado, evitando cualquier contacto visual. Y Valeria, siempre tan directa y descarada, estaba encorvada, con la barbilla apoyada en sus manos y sin un solo comentario ingenioso a la mano. Era extraño, casi aterrador, verlas así, como si hubieran perdido todo el poder que usualmente irradiaban.

"¿Qué demonios pasó anoche?" Mi voz rompió el silencio, firme y sin margen de duda. Ellas se estremecieron ligeramente al escucharla, pero no dijeron nada. Sus reacciones solo encendían más mi enojo. "¿Por qué desperté así?" señalé con una mano las marcas en mi cuello, clavícula y torso, dejando que el peso de mis palabras cayera sobre ellas. "¿Por qué tengo labial hasta en los labios y marcas por todo el cuerpo? ¿Qué hicieron?"

Nada. Solo silencio. Mariana abrió la boca, como si fuera a decir algo, pero luego la cerró, sin emitir sonido alguno. Valeria, por su parte, se llevó una mano al cabello, despeinándolo aún más, pero tampoco dijo una palabra. Era desconcertante, porque normalmente no podían quedarse calladas ni un segundo, y mucho menos frente a mí.

"¿Van a decir algo o qué?" insistí, dando un paso hacia ellas. "Porque no recuerdo absolutamente nada después de unas copas, y ustedes cuatro estaban ahí. Y ahora las encuentro en mi cama, con mi ropa, mientras yo... estoy así." Mi voz tembló al final, más de frustración que de otra cosa.

Sofía finalmente alzó la vista, aunque apenas un poco, y luego volvió a bajarla. Mariana cruzó los brazos, como si intentara protegerse de las palabras que no llegaban. Laura seguía mirando hacia otro lado, y Valeria apretó los labios, como si estuviera conteniendo algo.

Era una escena surrealista. Yo, de pie, exigiendo respuestas, y ellas, las mismas que siempre tenían una respuesta rápida o una burla lista, sentadas ahí como niñas regañadas. Algo estaba mal, y lo peor era que no tenía ni una sola pieza del rompecabezas para entenderlo.

Laura fue la primera en romper el silencio, su voz temblorosa pero firme, como si tratara de justificarse.

"En nuestra defensa, todo esto fue tu culpa, Daniel. Apenas llegamos para dejarte en la cama, tú no nos dejaste ir," dijo, levantando la mirada con un destello de nerviosismo.

Mi ceño se frunció aún más, y mi tono subió sin poder contenerlo. "¿Mi culpa? ¿Y por qué demonios no me detuvieron si no estaba en mis cabales? Ustedes deberían haber tenido más sentido común."

Valeria, que hasta ahora había estado en silencio, se encogió de hombros con una expresión casi despreocupada. "Bueno, no es como si nos hubieras dado muchas opciones, ¿no?"

Mis ojos se clavaron en ella, y las palabras salieron sin filtro. "¿Ah, sí? ¿Y el beso en el bar? ¿Qué fue eso, Valeria? Porque para mí eso ya fue cruzar una línea."

Ella me sostuvo la mirada por un momento, y luego soltó un resoplido, como si el tema fuera insignificante. "Eso fue un impulso del momento. Tú no parecías quejarte demasiado."

Mi frustración alcanzó su punto límite. "¿Impulso del momento? ¿Y lo de anoche también fue otro 'impulso'? Porque todo esto parece algo planeado, o peor aún, una estupidez completamente irresponsable."

Sofía, que hasta ahora no había dicho nada, levantó las manos en un gesto de calma, aunque su rostro aún estaba rojo por el alcohol y la vergüenza. "No fue planeado, Daniel. Las cosas simplemente... se salieron de control."

Mariana asintió en silencio, todavía incapaz de mirarme directamente.

"¿Se salieron de control?" repetí, incredulidad mezclada con enojo. "Eso no me suena a una excusa válida. Todas ustedes estuvieron involucradas, y ninguna pensó en detenerme ni en detenerse ustedes mismas. ¿En serio?"

Mis palabras flotaron en el aire, llenas de indignación, y el silencio que siguió me hizo sentir más frustrado con cada segundo. Las chicas, todas sentadas en la cama, no se atrevían a mirarme a los ojos. Movían sus dedos nerviosamente, evitando la mirada directa, lo que solo aumentaba la tensión en la habitación. Pude sentir cómo la incomodidad se apoderaba de ellas, sus cuerpos inquietos, jugueteando con sus manos, como si trataran de encontrar una salida.

"Mirénme a los ojos y díganme la verdad. ¿Esto fue planeado?" Les ordené, mi voz cortante, mientras mis ojos buscaban respuestas en cada una de ellas.

Se miraron entre sí, como si estuvieran evaluando qué decir, y finalmente, fue Laura quien habló, su voz vacilante pero sincera. "Sí, fue planeado, pero no como crees... Solo lo de lo del bar.

Queríamos... queríamos felicitarte, Dani. Sabíamos que habías trabajado mucho en el proyecto para tu trabajó y que te merecías un descanso, y bueno, además de recompensaron con una semana de vacaciones... Y queríamos... desestresarte, como una recompensa."

Mis ojos se estrecharon, procesando cada palabra que salía de su boca. "¿Así que todo esto fue solo para darme una 'recompensa'?"

Laura asintió, sus dedos retorciéndose entre sí, incómoda. "Sí, pero... no todo lo que pasó anoche era parte del plan."

"¿Entonces qué pasó? ¿Cómo terminamos aquí?" mi voz era un susurro, pero con un tono tan fuerte que las hizo estremecerse.

Mariana miró hacia el suelo antes de hablar. "La idea original era que una de nosotras pasara la noche contigo... Solo eso. Pero al verte tan... acabado por el alcohol, y... con todo el ambiente, decidimos que quizás no era el momento adecuado. Y luego, al llegar a tu casa, todas estábamos eufóricas, no sé, ebrias... con todo a tope, y ya sabes cómo acabó."

Mi respiración se agitó al escuchar sus palabras. Aun cuando estaban tratando de justificarlo, no podía evitar sentir que algo muy fuera de lugar había ocurrido. "Así que... al final, fue una mezcla de todo, la fiesta, el alcohol, y ¿Un mal momento para todos?" solté, sintiendo que mi cabeza estaba a punto de estallar de todo lo que me habían revelado.

Sofía habló ahora, con una pequeña risa nerviosa. "Bueno, sí... nos dejamos llevar por la diversión. Pero lo que pasó no era lo que teníamos en mente desde el principio. Créenos, nadie planeaba que todo fuera tan... tan... de esta manera."

Me quedé en silencio un momento, procesando lo que acababa de escuchar. No sabía si sentir alivio, enojo o vergüenza por todo lo que había sucedido. El plan original, aunque erróneo, no parecía tener la magnitud de lo que realmente pasó, pero al final, todo había sido una espiral de decisiones tomadas bajo los efectos del alcohol y la tensión acumulada.

"Entonces..." Dije finalmente, sin poder ocultar una mezcla de frustración y cansancio. "¿Todos estábamos fuera de control?"

Las chicas no respondieron de inmediato, pero sus rostros rojos y miradas avergonzadas lo decían todo. Sabían que se habían dejado llevar por un momento, y que ese momento había escalado hasta algo que ninguno de nosotros había planeado.

Las chicas seguían mirándome de vez en cuando, con los ojos evitando el contacto directo, pero aún así reconociendo lo que habíamos hecho anoche. Sus miradas se posaban en mi torso, en mi cuerpo al descubierto, que ahora mostraba las huellas evidentes de lo que había sucedido. Podía sentir la incomodidad en el aire, la tensión que flotaba entre nosotros, y aunque algunas trataban de mirar hacia otro lado, sus ojos traicioneros volvían a mi cuerpo.

En su cuello también noté marcas, aunque no tan intensas como las que había dejado yo. Las marcas en su piel eran más tenues, menos visibles, pero suficientes para darme una idea de lo que había sucedido durante esa noche de descontrol. La sensación de vergüenza y arrepentimiento me envolvía con cada momento que pasaba.

Me dirigí al armario, sin poder dejar de notar la atmósfera incómoda en la habitación, y busqué una camiseta limpia. La saqué y me la puse rápidamente, sin querer pensar demasiado en lo ocurrido, mientras las chicas seguían sentadas en la cama, cada una mirando el suelo, tocándose el cuello, como si trataban de ocultar algo.

"Cámbiense," les dije, mi voz más calmada, aunque la irritación seguía presente. Abrí el cajón de mi cómoda y les di uno de mis cambios de ropa cómoda. "No se queden así, no es apropiado," agregué, con la esperanza de que al menos, si no podía arreglar lo que había sucedido, al menos lograría que la situación se calmara un poco.

Las chicas se miraron entre ellas, un tanto sorprendidas por mi actitud, pero al final tomaron la ropa que les ofrecí. Nadie decía nada por un momento, pero la tensión seguía flotando en el aire, como si estuviera esperando una reacción, una salida.

Mientras ellas comenzaban a ponerse sus nuevos cambios de ropa, me tomé un momento para respirar hondo y pensar.

*****

*LAURA*

Lo sentía, cada palabra de Dani todavía retumbaba en mi cabeza. Había sido difícil soportar la mirada de enojo que nos había lanzado, y más aún la decepción que se notaba en su voz. Yo sabía que habíamos cruzado una línea, que no solo lo habíamos dejado tomar el control de la situación, sino que también habíamos contribuido a todo el desastre. Mientras él se metía a la ducha, nos quedamos en la cocina, las cuatro nos mirábamos sin saber qué decir, cómo enfrentar lo que había sucedido.

Yo, en lo personal, no podía dejar de pensar en la humillación que sentía. No me acostumbraba a este tipo de situaciones, pero de alguna manera, había sido mi culpa. Como chef, sabía que siempre tenía la capacidad de calmarme en situaciones difíciles, pero anoche había sido un torbellino. Mis manos se movían automáticamente mientras preparaba el desayuno. Aunque mi sazón era mejor que el de ellas tres, nada me calmaba, solo el sonido de los ingredientes al ser mezclados me ayudaba a concentrarme.

Valeria rompió el silencio, hablando con un tono cargado de arrepentimiento. "Fue tu plan, Laura. Tú lo iniciaste, pero no podemos ignorar que todas tenemos nuestra parte de culpa por dejar que todo se fuera de control. Ahora, Dani nos mirará como mujeres malvadas, lujuriosas en celo... ¿Qué vamos a hacer?"

La mirada de Sofía seguía fija en el suelo, pero sus palabras fueron como una ráfaga en medio del silencio. "Yo me siento mal, claro que sí. Pero también me excita recordar lo que pasó. Fue... algo diferente, algo emocionante. Nunca habíamos hecho algo así, cuatro contra uno, y por horas. Fue una experiencia única."

Las palabras de Sofía fueron como un golpe en el estómago. No sabía si sentía asco o... algo más. La realidad era que, aunque no debimos haber llegado tan lejos, algo en mí también sentía una especie de adrenalina al pensar en todo lo que había sucedido. Era confuso y, lo peor de todo, tal vez aún deseaba que las cosas fueran diferentes, que todo tuviera otro desenlace.

"¿Y ahora qué? ¿Cómo se lo explicamos a Dani?" preguntó Mariana, su voz temblando un poco.

"No hay forma de explicarlo," respondí, mientras batía las claras de huevo con más fuerza de la que debía. "Lo que pasó, pasó. Y ya está. Solo... tenemos que ser sinceras con él. No podemos ocultar lo que hicimos. Pero tampoco podemos ignorar que todo eso fue culpa de todas nosotras, no solo de una."

El ambiente estaba cargado. Nadie sabía cómo continuar.

Mientras las otras seguían en su mundo, sumidas en su vergüenza y confusión, yo me quedé en silencio por un momento. Lo que Sofía había dicho antes me hizo pensar aún más en todo lo que había pasado. Pero ahora, a medida que el aire se cargaba de tensión, me salió una pregunta al aire, sin querer, y aunque no esperaba una respuesta clara, tenía que salir.

"¿Qué significa todo esto para nosotras?" pregunté, casi en un susurro. La voz me temblaba un poco, pero no me importaba. El sonido de los utensilios y el leve chisporroteo del sartén fueron lo único que rompió el silencio después de esas palabras. Las miradas de las chicas se fijaron en el suelo, pero sus mentes parecían estar a kilómetros de distancia.

"Sabemos que cada una de nosotras ha suprimido sentimientos por él," continué, ahora más baja, como si temiera que mis propias palabras pudieran ser una confesión que no podía controlar.

"Llevamos menos de siete años desde que lo conocimos, desde aquella fiesta en la casa de Alejandra, pero esos sentimientos han ido aumentando con el tiempo. Cada año que pasa, parece que es más difícil no sentir algo, incluso aunque intentemos ignorarlo. Anoche... bueno, fue el punto de quiebre. No pudimos reprimirlo más."

Valeria, Mariana y Sofía me miraban, pero todas estaban demasiado avergonzadas para hablar. Sabían lo que había dicho, y probablemente, cada una de ellas había sentido lo mismo, aunque no lo dijeran en voz alta.

"Pero," seguí, tomando aire, "eso no significa que vayamos a hacer algo al respecto. No se trata de confesiones ni de cambiar nada. Lo que pasó, pasó, y... no podemos hacer como si no hubiera pasado. No sé qué va a significar esto, pero no quiero que esto se vuelva en nuestra contra. No quiero que nuestra amistad, ni nuestra relación con él, se vea afectada por lo que hicimos."

El silencio volvió a envolver la cocina. Todos estábamos sumidos en nuestras propias reflexiones, cada una digiriendo lo que acababa de decir. Sabíamos que algo había cambiado entre nosotras, aunque nadie se atreviera a hablar de eso abiertamente. No íbamos a confesar nuestros sentimientos, no íbamos a pedirle nada a Dani. Pero, a pesar de todo, algo se había encendido en nosotras, algo que no podíamos apagar tan fácilmente.

"Ya veremos qué pasa," murmuró Mariana, levantando la vista por fin, aunque su tono estaba lleno de incertidumbre. "Solo espero que todo esto no se nos escape de las manos."

El aire en la cocina se mantenía tenso, casi suspendido. Las chicas aún procesaban todo lo que había sucedido, pero en ese instante algo más captó nuestra atención. El celular de Daniel estaba sobre la mesa, cerca de Valeria, y de repente, el sonido de una llamada interrumpió el silencio. Un tono de llamada vibrante se oyó, y en la pantalla apareció un nombre, Anni, acompañado de un pequeño corazón rojo.

Un nudo de celos se formó en mi estómago. El resto de las chicas también miraban la pantalla en silencio, compartiendo la misma sensación. Nadie dijo nada, pero la incomodidad en el aire era palpable. No sabíamos qué pensar. Anni. ¿Quién era ella? ¿Acaso alguien importante? Los ojos de todas se encontraron en un momento de entendimiento tácito, pero nadie se atrevió a tocar el celular ni a hacer comentarios.

En ese momento, Dani apareció de repente, irrumpiendo en la cocina con el cabello aún mojado. Sin darnos oportunidad de decir algo, agarró el celular y se alejó del grupo para contestar la llamada, lo cual no hizo más que incrementar nuestra curiosidad. El sonido de su voz se escuchaba ahora claramente mientras hablaba en tono relajado, ajeno a la tensión en el aire.

"Sí, todo está bien," dijo Daniel mientras pasaba su mano por su cabello, sonriendo ligeramente. "Solo algo no deseado ocurrió de la nada, así que no te preocupes. Te llamo luego. Adiós, Anni."

El nombre volvió a resonar en mi cabeza. Anni. Aparentemente no había nada de qué preocuparse, pero al mismo tiempo, esa conversación dejó una sensación extraña entre nosotras. Sabíamos que algo pasaba, pero qué tan importante era esa tal "Anni", no lo sabíamos.

Dani terminó de hablar, y antes de que pudiera volver, las chicas y yo nos miramos en silencio, intentando procesar todo lo que estaba sucediendo.

Dani volvió a la cocina, su presencia llenando el espacio con una calma inesperada. Sofía, que no pudo evitar hacer un comentario burlón, dejó escapar un suspiro y, con voz chillona, imitó a Daniel a la perfección: "Algo no deseado ocurrió... Adios, Anni..." Su tono se volvió casi sarcástico, y pude ver cómo la frustración y los celos se reflejaban en su rostro. No pude evitar una pequeña sonrisa ante la exageración de Sofía, pero al mismo tiempo sentí que había algo incómodo en la atmósfera. Algo que no sabíamos cómo manejar.

Pero Dani no parecía ni molesto ni sorprendido. Simplemente nos miró un momento, sin decir nada. Su expresión, fría como siempre, hizo que todas nos quedáramos en silencio. Luego, como si nada, se acercó a la estufa, tomó el utensilio que yo estaba usando y me lo quitó de las manos, mientras su voz firme llenaba el espacio.

"La comida se está quemando," dijo, su tono dejándonos claro que no había lugar para respuestas. Sin esperar una reacción, se puso a mover la sartén con una habilidad que, a pesar de la situación, me hizo sentir un ligero alivio. Dani, como siempre, parecía manejar todo a su manera.

Sofía, al igual que nosotras, se quedó en silencio. Yo misma sentía una extraña mezcla de irritación y vergüenza, pero lo que más me molestaba era la forma en que sus ojos, aquellos ojos que nunca mentían, pasaban sobre nosotras, como si de alguna manera nos estuviera observando con más atención de la que habíamos anticipado. Como si ya estuviera entendiendo todo lo que pasaba por nuestras mentes.

Aunque estaba intentando concentrarme en la comida, mis pensamientos seguían regresando a esa tal Anni, a esa llamada, a esa relación que se nos escapaba.

Mientras Dani servía la comida con movimientos meticulosos, su rostro permanecía serio, casi inmutable. El aroma de la comida llenaba la cocina, pero la tensión en el aire era palpable. Nadie dijo nada, pero todos lo pensábamos: ¿qué iba a pasar ahora con todo lo que había ocurrido?

Al final, Dani rompió el silencio, como si fuera la única manera de decir lo que todos estábamos pensando. Nos miró con sus ojos fijos, y su voz, aunque calmada, tenía un matiz de determinación.

"Esta es mi semana de vacaciones pagadas," dijo, colocando un plato frente a cada una de nosotras. "Voy a salir de la ciudad unos días. Necesito tiempo para pensar en todo lo que pasó anoche."

Mis ojos se dirigieron automáticamente hacia su cuello, hacia los chupetones visibles que marcaban la piel, señales de lo que había ocurrido, algo que todas habíamos visto, pero que nadie se atrevía a mencionar en voz alta. No pude evitar que la incomodidad me invadiera, y me pregunté si él también lo notaba. ¿Lo recordaba? ¿Sentía lo mismo que nosotras?

Dani continuó, ahora mirando a cada una de nosotras, como si intentara atravesarnos con su mirada. "Por favor, no me molesten hasta que pueda aclarar mi mente. Necesito pensar bien las cosas y entender qué es lo que ocurrió anoche y cómo manejar todo esto." Sus palabras fueron directas y firmes, y el tono de su voz dejó claro que no estaba pidiendo permiso, sino que estaba estableciendo un límite.

Luego, con una pequeña pausa, añadió: "No sé si nuestra amistad podrá seguir siendo la misma después de esto. No sé si se pueda volver a lo de antes."

La sala se quedó en silencio. Nadie sabía qué decir.

Mariana fue la primera en romper el silencio, y su voz tembló un poco, aunque trató de mantener la calma. Miró a Dani, como si intentara entender sus palabras, buscando una explicación en su rostro.

"¿Por qué no quieres saber de nosotras?", preguntó con tono bajo pero firme. "Sabemos que fue un error. Las cuatro lo cometimos, pero tampoco nos puedes culpar de todo. Tú también lo hiciste, Dani. Y no fue con una, fue con todas nosotras. No fue solo cosa nuestra."

Dani la miró en silencio, sin decir nada de inmediato, pero sus ojos reflejaban una mezcla de frustración y tristeza, como si se estuviera debatiendo internamente sobre lo que debía decir a continuación.

Finalmente, su voz se escuchó, grave y decidida. "Eso... eso fue algo que jamás debió ocurrir," dijo, con una firmeza que cortó el aire. "No puedo creer que lo haya permitido. No volverá a suceder. No lo haré de nuevo."

Las palabras de Dani dejaron un peso aún más pesado sobre nosotras, y por un momento, nadie supo cómo reaccionar. Sin embargo, las chicas, impulsadas por la necesidad de hacerle entender algo que sentían, no pudieron callarse.

"No puedes simplemente dejarnos de lado, Dani," dijo Sofía, levantando la vista. "Sabemos que esto fue un desastre, pero... somos amigos desde hace años. No puedes huir de lo que pasó. Aunque no fuera con todas, al menos con una de nosotras algo habría pasado en algún momento... y no podemos ignorarlo."

Laura asintió, añadiendo: "Sí, no puedes irte y fingir que nada pasó. Esto no es algo que se pueda dejar atrás tan fácilmente. Nos conocemos demasiado bien como para simplemente perderlo todo por algo que... no debió pasar, pero pasó."

El ambiente estaba cargado, tenso. Ninguna de nosotras quería presionar demasiado, pero el hecho de que Dani estuviera tan decidido a cortar todo nos dejaba con una sensación de vacío, como si una parte importante de nuestras vidas estuviera por desmoronarse.

"Es la amistad lo que más importa aquí," continuó Mariana, mirando a Dani con una mezcla de tristeza y determinación. "Y no quiero perderla. No lo quiero. A pesar de todo lo que ocurrió... no podemos dejar que esto termine así."

Las palabras flotaron en el aire. La sala permaneció en silencio por un momento largo, mientras todos asimilábamos lo que habíamos dicho, y las miradas se cruzaban, buscando alguna respuesta de Dani. Pero ¿qué respuesta nos daría?

More Chapters