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Hielo bajo sábanas

DaoistkNu7h2
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Chapter 1 - Capítulo ~1: La Princesa del Hielo

Logan Harper

Otra noche. Otra chica.Otra forma vacía de perder el tiempo.

Me gustaban así: rápidas, calientes, sin complicaciones. Como el hockey. Entrar, jugar duro, ganar, salir. Sin drama. Sin nombres que recordar.

Me apoyé contra la encimera de la cocina, todavía con el cabello mojado por la ducha, mientras la rubia de turno revoloteaba por la sala como si tuviera alguna razón para quedarse.

—¿Te quedas a dormir? —preguntó con esa voz melosa que me taladraba el cráneo.

Ni siquiera le respondí. Tomé mi botella de agua y caminé hacia la nevera. Lo que ella no entendía —lo que ninguna entendía— es que para mí, las noches se medían por el placer, no por la compañía.

—La puerta está al fondo. —Mi voz sonó seca, como debía.

La chica captó el mensaje, refunfuñó algo que no escuché y se fue. Me quedé solo. O eso pensé, hasta que escuché el crujido de una cuchilla sobre la tabla de madera en la cocina.

Ahí estaba ella.Camisa larga. Pies descalzos. Cabello negro suelto sobre los hombros. Y esos malditos ojos verdes que parecían juzgar cada respiración que tomaba.

—Qué considerada. —Le lancé una sonrisa cargada de veneno—. ¿Estabas esperando tu turno?

Ella ni se inmutó.Siguió cortando manzana como si no acabara de ver salir a la chica medio desnuda por la puerta.

—Tu turno será el día que el infierno se congele, Logan.

—Ya lo hizo —dije, apoyándome contra la isla de la cocina—. Está en mis pantalones cada vez que me miras así.

Sus ojos se elevaron por fin, fríos como el hielo sobre el que patinaba.—Eres patético.

Dios, cómo me encantaba hacerla hervir.

—¿Y tú? ¿Qué haces levantada a esta hora? ¿No tienes que practicar tu danza ridícula mañana?

Ella me fulminó con la mirada, agarró su manzana y pasó por mi lado. Su perfume me golpeó , su olor...

Me giré para seguirla con la vista, no pude evitarlo. Ese cuerpo… esa forma de moverse.Era hermosa. Y sabía que estaba prohibida.Pero había algo aún más jodido:

Me excitaba más su odio que cualquier gemido en mi cama.—Sabes que no puedes resistirte —dije en voz baja. Solo para provocarla.

Ella se detuvo en seco, se giró y me lanzó una última mirada.

—Y tú sabes que nunca vas a tocarme.—Ya veremos, princesa.

Y entonces subió las escaleras, con esa forma de caminar que hacía que mi autocontrol se tambaleara.

Me quedé solo, otra vez. Pero con la sangre hirviendo.No por la rubia de hace unos minutos.Por ella. Por mi maldita hermanastra.

La princesa de hielo.