Capitulo 60 – Dia de Descanso 7
El sol comenzaba a filtrarse entre las ramas altas del bosque, tiñendo el campamento con tonos dorados y cálidos. Los rayos se deslizaban por las lonas de las tiendas, por los troncos apilados, por las mochilas abandonadas junto al fuego apagado. Era temprano, pero no silencioso. El día ya respiraba.
Gwen abrió los ojos lentamente, sintiendo el calor suave sobre su rostro. No había gritos, ni retos, ni caos. Solo el murmullo de hojas moviéndose y el crujido de pasos lejanos. Se incorporó con cuidado, estirando los brazos, y se sentó en el borde de su tienda. Observó.
Izzy ya estaba despierta, haciendo estiramientos imposibles sobre una roca. Lindsay se peinaba con una ramita, como si el bosque fuera su salón de belleza. Heather caminaba con una taza en la mano, probablemente llena de agua caliente, fingiendo que era café. Owen aún roncaba, pero su tienda temblaba como si estuviera soñando con comida.
Gwen se puso de pie. Su cuerpo aún sentía el peso del día anterior, pero su mente estaba clara. Miró hacia la cabaña de Cody, esperando verlo salir como siempre, con esa energía madrugadora que lo caracterizaba. Pero no apareció.
Frunció el ceño.
Cody siempre era el primero en moverse. El que encendía el fuego. El que ayudaba al chef. El que hacía rondas por el campamento como si fuera su responsabilidad. Que no estuviera ahí... era raro.
Gwen caminó hacia su cabaña, con pasos lentos pero decididos. No era curiosidad. Era preocupación.
La puerta estaba entreabierta. Gwen empujó con suavidad y entró.
La luz del sol se colaba por una rendija, iluminando el interior con un tono cálido. Cody estaba ahí, dormido profundamente, con el rostro relajado y el cuerpo envuelto en mantas. Respiraba con lentitud, como si el mundo no lo necesitara por un rato.
Gwen se quedó quieta. Lo observó. No como quien espía, sino como quien intenta entender.
Era raro verlo así. Vulnerable. Silencioso. Humano.
Entonces, escuchó pasos detrás de ella.
Noah apareció en la puerta, bostezando.
"¿Lo estás buscando?" dijo Noah.
Gwen asintió.
"Nunca duerme tanto" dijo Gwen.
Noah se apoyó en el marco.
"Nos dijo anoche que el chef le dio medicamento fuerte. Algo para el dolor. Dijo que probablemente lo dejaría fuera de combate hasta mediodía" dijo Noah.
Gwen miró a Cody una vez más.
"¿Está bien?" dijo Gwen.
"Está vivo. Y eso ya es bastante" dijo Noah.
Noah sonrió.
"Vamos al comedor. Owen acaba de levantarse. Si no llegamos antes, se come todo" dijo Noah.
Gwen dudó por un segundo. Luego asintió.
"Está bien. Pero quiero volver pronto" dijo Gwen.
"No lo dudo" dijo Noah.
Y así, salieron de la cabaña, dejando a Cody en su descanso merecido.
El sol seguía subiendo.
Y el día... apenas comenzaba.
El comedor aún estaba medio dormido. Las mesas vacías, el aire con olor a madera y café quemado, y el sonido lejano de utensilios chocando en la cocina. Gwen, Noah y Owen cruzaron juntos la puerta, caminando con paso tranquilo, como si el silencio del bosque se hubiera pegado a sus pies.
Owen bostezaba con fuerza, estirando los brazos como si fuera a levantar una tienda entera. Noah caminaba con las manos en los bolsillos, observando todo con su mirada crítica habitual. Gwen iba en medio, con el cabello aún revuelto por el sueño, pero los ojos despiertos.
"¿Crees que haya tocino hoy?" dijo Owen, con tono esperanzado.
"Si lo hay, lo vas a ver pasar en mi bandeja" dijo Noah, sin mirar atrás.
"¿Y si lo compartimos?" dijo Owen, con una sonrisa.
"¿Y si no?" dijo Noah.
Gwen soltó una risa leve. "Ustedes dos tienen la dinámica de un matrimonio sin desayuno."
"Y tú eres la vecina que nos juzga desde la ventana" dijo Noah.
"Con razón Cody duerme tanto. Para no escuchar esto" dijo Gwen.
"Le dieron medicamento fuerte. Lo revisé antes de salir. Está como piedra. Respirando bien, pero no se mueve ni aunque le pongas música de batalla" dijo Gwen.
"Sí, parecía un burrito humano. Nunca lo había visto tan quieto" dijo Owen.
Los tres tomaron sus bandejas y se acercaron al mostrador, donde el chef ya estaba de pie, con su delantal manchado y su expresión habitual de "no estoy aquí para hacer amigos".
El chef los miró con una ceja levantada, como si ya supiera que venían a pedir más de lo que merecían.
"Vaya, miren quiénes llegaron. Los dos comensales favoritos del chico que hoy no vino... y su guardaespaldas" dijo el chef, mirando a Gwen.
"Está descansando. Lo fui a ver. Sigue dormido por los medicamentos" dijo Gwen.
"Sí, nos lo dijo anoche. Que probablemente no se levantaría hasta después del almuerzo" dijo Noah.
"Y que si lo despertamos antes, nos va a lanzar con la mirada" dijo Owen.
El chef sirvió huevos con movimientos bruscos, pero su tono se suavizó apenas.
"Pues gracias a ustedes, mi ayudante sin sueldo decidió tomarse el día libre. Qué conveniente. Ahora tengo que hacer todo yo solo. ¿Saben cuántas ollas lava ese chico sin que nadie se lo pida?" dijo el chef.
"¿Cody te ayuda en serio?" dijo Noah.
"Más que ustedes. Ese chico se levanta antes que el sol, prende el fuego, lava ollas, y hasta me recuerda los ingredientes que se me olvidan. Y hoy, gracias a la pelea con el oso, está fuera de servicio. Pero lo entiendo. No cualquiera hace lo que él hizo" dijo el chef.
Owen se quedó en silencio, algo raro en él. Noah bajó la mirada por un momento. Gwen apretó la bandeja con ambas manos.
El chef los observó con más calma. Su tono cambió. Ya no era burla. Era algo más cercano a respeto.
"Encontraron a un buen amigo. Y no cualquiera pone la vida por los demás. No cualquiera se lanza contra un oso por proteger a su grupo" dijo el chef.
Gwen levantó la mirada. El chef la vio directamente.
"Cuida de ese chico. Porque alguien así no se encuentra dos veces en la vida" dijo el chef.
Gwen no respondió de inmediato. Solo bajó la mirada, como si esas palabras se quedaran flotando dentro de ella. Luego asintió, con una expresión que mezclaba gratitud y algo más profundo.
"Lo haré" dijo Gwen.
Noah y Owen tomaron sus bandejas y se sentaron en la mesa más cercana. Gwen los siguió, pero antes de sentarse, miró hacia la puerta. Como si esperara que Cody apareciera en cualquier momento, despeinado, medio dormido, pero con esa sonrisa que siempre traía al grupo.
"¿Crees que Cody sepa todo lo que está provocando?" dijo Owen.
"No. Y eso es lo que lo hace más valioso" dijo Noah.
El comedor siguió llenándose poco a poco.
Pero la conversación del chef... se quedó flotando en el aire.
El comedor estaba lleno, pero había una ausencia que se sentía más fuerte que cualquier ruido. Todos estaban sentados: bandejas servidas, cubiertos en mano, risas dispersas. Pero la silla de Cody seguía vacía.
Gwen la miraba de reojo, como si esperara que él apareciera en cualquier momento, despeinado, medio dormido, con esa sonrisa que siempre traía al grupo. Noah comía lentamente, más pensativo que de costumbre. Owen ya iba por su segundo plato. Izzy tenía una torre de fruta que parecía una escultura abstracta.
"Es raro no tenerlo aquí" dijo Owen, con la boca medio llena.
"Sí. Se siente como si el comedor estuviera... incompleto" dijo Izzy.
"Está descansando. Y lo merece más que nadie" dijo Gwen.
"Lo que hizo ayer... no sé si ya lo procesamos del todo" dijo Noah.
Hubo un silencio breve. No incómodo. Reflexivo.
"Se lanzó contra un oso. Solo. Sin plan. Sin respaldo. Y volvió caminando" dijo Owen.
"Y no lo hizo por protagonismo. Lo hizo por nosotros" dijo Gwen.
" Por ti. Por todos. Porque no soportaba la idea de que alguien saliera herido" dijo Noah.
Izzy giró su torre de fruta como si fuera un tótem ceremonial.
"Eso es lo que lo hace especial. No solo lo que hizo, sino por qué lo hizo" dijo Izzy.
Owen se acomodó en su silla, mirando la bandeja de Cody vacía.
"¿Sabes qué es lo más loco? Que nadie lo vio venir. Cody era el chico simpático, el que hacía chistes, el que se tropezaba con las mochilas. Y ahora... es el que peleó con un oso" dijo Owen.
"El que nos salvó" dijo Gwen.
"El que se puso en riesgo sin pensarlo dos veces" dijo Noah.
Izzy bajó la voz, como si estuviera compartiendo un secreto.
"Es raro encontrar a alguien así en este show. Alguien que no juega solo para ganar, sino para proteger. Para cuidar. Para estar" dijo Izzy.
Gwen asintió. "Y lo hace sin pedir nada a cambio."
"Ni siquiera lo presume. Solo... lo hace" dijo Noah.
Owen se rascó la cabeza. "¿Creen que sepa lo que significa para nosotros?"
"Tal vez no. Pero lo vamos a hacer sentirlo" dijo Gwen.
La conversación se apagó lentamente, como una vela que deja calor después de extinguirse. La silla de Cody seguía vacía. Pero su presencia... estaba en cada palabra.
En una mesa más alejada del bullicio, Heather, Lindsay y Beth compartían desayuno. No era común verlas juntas sin competencia de por medio, pero algo en el ambiente las había unido. Tal vez el silencio de Cody. Tal vez el peso de lo vivido.
Heather revolvía su avena con más fuerza de la necesaria. Lindsay mordía una tostada con forma de corazón que había hecho sin querer. Beth tomaba jugo lentamente, como si cada sorbo le ayudara a pensar.
"Fue muy loco todo lo de ayer" dijo Lindsay, rompiendo el silencio.
Heather no respondió. Solo siguió revolviendo.
"Cuando el oso apareció, yo pensé que nos iba a comer. Literal. Y Cody... Cody se puso enfrente. Como si fuera una película. Como si no tuviera miedo" dijo Lindsay.
"Sí, fue valiente. Muy valiente" dijo Beth.
Heather soltó un suspiro. "Fue imprudente. Eso fue lo que fue."
"Pero nos salvó" dijo Lindsay.
"Y casi se muere en el proceso" dijo Heather.
Beth la miró con calma. "¿Te molesta que lo hiciera?"
Heather se detuvo. Bajó la cuchara. "No. Me molesta que... que lo hiciera sin pensar. Que se lanzara como si fuera invencible."
"¿Y si lo hizo porque le importamos?" dijo Lindsay.
Heather frunció el ceño. "No tiene sentido. No somos tan cercanos."
"Pero se puso entre el oso y tú. Y Gwen. Lo viste. Lo bloqueó. Tú estabas ahí" dijo Beth.
Heather bajó la mirada. "Lo sé."
Lindsay se inclinó hacia ella. "¿Te asustaste?"
"Claro que no" dijo Heather, rápido.
Beth sonrió. "Eso sonó como un sí disfrazado."
Heather se cruzó de brazos. "Solo digo que fue una locura. Nadie hace eso. Nadie se lanza así. Nadie..."
"¿Nadie como Cody?" dijo Lindsay.
Heather no respondió.
Beth tomó otro sorbo de jugo. "A veces las personas que menos esperas hacen lo más grande. Y eso cambia todo."
Lindsay sonrió. "Cody es un héroe. Como los de los libros. Pero con menos músculos y más sarcasmo."
Heather soltó una risa breve. "Y con más torpeza."
"Pero con corazón" dijo Beth.
Las tres se quedaron en silencio por un momento. La silla de Cody seguía vacía. Pero su nombre flotaba entre ellas como una presencia invisible.
Heather miró hacia la puerta.
"No sé qué va a pasar cuando vuelva. Pero... creo que le voy a decir algo. No mucho. Solo algo" dijo Heather.
"¿Como qué?" dijo Lindsay.
"No sé. Algo como... 'gracias por no dejar que me convierta en comida de oso'" dijo Heather.
"Eso sería lindo" dijo Lindsay.
"Eso sería raro" dijo Heather.
"Eso sería sincero" dijo Beth.
Y por primera vez en mucho tiempo, Heather no discutió.
La mañana avanzaba con ritmo lento, pero en la mesa de los Bagres Asesinos, el ambiente era todo menos tranquilo. Los platos estaban servidos, el café tibio, y las palabras flotaban como vapor sobre la comida. Lo que se había dicho la noche anterior aún resonaba en sus cabezas.
"Cody peleó con un oso. Literalmente. Para salvar a Heather y Gwen" dijo Bridgette, con los ojos abiertos como si aún no lo creyera del todo.
"Eso fue lo que nos contaron. Que lo enfrentó solo. Que lo bloqueó cuando iba directo hacia ellas" dijo Courtney, con tono serio.
"¿Y sobrevivió? ¿Sin perder un brazo? ¿Sin convertirse en sushi de oso?" dijo Duncan, alzando una ceja.
"Sí. Está vendado, pero vivo. Y según dicen, lo hizo sin pensarlo. Solo actuó" dijo Geoff, con una mezcla de asombro y admiración.
DJ comía en silencio, pero sus ojos estaban fijos en la conversación. No hablaba mucho, pero se notaba que lo que escuchaba lo afectaba.
"Yo no sé ustedes, pero eso no es normal. Nadie hace eso. Nadie se lanza contra un oso por alguien más. Y menos en este programa" dijo Courtney.
"Tal vez no sea normal. Pero es real. Y eso lo hace más impresionante" dijo Bridgette.
Duncan se recargó en la silla. "Cody siempre fue el chico simpático. El que hacía chistes malos. El que se tropezaba con los troncos. ¿Y ahora resulta que es un héroe silencioso?"
"Sí. Y eso cambia todo" dijo Geoff.
"¿Cambia qué? ¿La forma en que lo vemos? ¿La dinámica del juego?" dijo Courtney.
"Tal vez ambas" dijo Bridgette.
DJ finalmente habló, con voz baja pero firme. "Yo creo que hay gente que no necesita demostrar nada. Solo aparece cuando más se necesita. Y eso es lo que hizo Cody."
Hubo un silencio breve. No incómodo. Reflexivo.
"¿Creen que lo hizo por estrategia?" dijo Duncan.
"No. Lo hizo por instinto. Por proteger. Por cuidar. Y eso no se puede fingir" dijo Bridgette.
Courtney se cruzó de brazos. "Es un idiota por ponerse en riesgo así. Pero... también es alguien que no se encuentra dos veces."
Geoff sonrió. "Nunca pensé que dirías eso."
"Yo tampoco" dijo Courtney.
Duncan se rió. "Esto se está poniendo cursi. ¿Alguien quiere cambiar de tema antes de que Bridgette llore?"
Bridgette lo ignoró. "Solo digo que... si Cody vuelve a aparecer por aquí, merece que lo escuchemos. Que lo veamos distinto."
DJ asintió. "Sí. Porque no todos los héroes gritan. Algunos solo... se lanzan."
La mesa quedó en silencio por un momento. El desayuno seguía, pero algo había cambiado.
Cody no estaba ahí.
Pero su historia... ya los había tocado.
Cody abrió los ojos como si el cuerpo ya supiera que el descanso había cumplido su ciclo. No hubo drama. No hubo dolor. Solo el calor del sol entrando por la ventana de la cabaña y el murmullo lejano del campamento en marcha. El mundo seguía girando, y él... también.
Se estiró con naturalidad. El vendaje en su costado apenas tiraba, pero no dolía. Las piernas respondían. El brazo estaba firme. El cuello giraba sin crujir. Se sentó en el borde de la litera, bajó los pies al suelo y se quedó un momento mirando el techo.
"¿Ya estoy casi al cien? Maldito Max Steel... tus poderes están rotos" pensó Cody, con una sonrisa torcida.
Se puso de pie, se sacudió el cabello con una mano y se acercó al espejo del rincón. Se quitó la camiseta con un movimiento rápido, dejando que la tela cayera al piso.
Y ahí estaban.
Las marcas.
Tres líneas diagonales, aún cicatrizando, cruzaban su costado izquierdo. Las garras del oso habían dejado su firma. No eran profundas, pero sí visibles. Y Cody las miró como quien observa una mejora estética.
"Me hacen ver más rudo. Hanayama estaría orgulloso" pensó.
Se giró un poco, observando el perfil. El cuerpo seguía delgado, ágil, pero ahora tenía algo más. Algo que completaba la silueta. Como si la herida fuera parte del diseño. Un detalle que lo volvía más real. Más completo. Más protagonista.
Abrió la puerta de la cabaña y salió al aire libre. El sol le dio en la cara. El sonido de cubiertos y risas venía del comedor. Todos estaban ahí. Pero él tenía otro destino primero.
El baño.
Cruzó el sendero con paso firme, como si el bosque fuera su pasarela personal. Cada movimiento era fluido. No había torpeza. No había debilidad. Solo el ritmo de alguien que había vuelto.
El vapor comenzaba a llenar el baño como si fuera una niebla teatral. Cody ya estaba sin camiseta, sin prisas, con las cicatrices marcando su costado como si fueran parte de un diseño exclusivo. Se acercó al pequeño reproductor portátil que había traído días atrás —una reliquia que apenas funcionaba, pero que tenía lo esencial: volumen y actitud.
Lo encendió.
Y ahí estaba.
El beat.
El groove.
La intro inconfundible de *My Lovin'* de En Vogue empezó a sonar, con ese ritmo que no pide permiso, solo entra.
Cody sonrió.
"Perfecto."
Se metió bajo la regadera, dejando que el agua caliente lo envolviera como una ovación. Cerró los ojos por un segundo, y cuando los abrió... ya no era solo Cody.
Era Robbie Weirdick.
El giro de hombros.
La pose exagerada.
El movimiento de cadera que parecía tener coreografía propia.
"You're never gonna get it..." dijo Cody, cantando con voz grave y juguetona.
Y entonces empezó el baile.
Primero con los brazos. Luego con los hombros. Un paso hacia atrás, otro hacia adelante. El torso se movía como si tuviera luces de neón. El vapor lo hacía parecer una estrella en su propio videoclip.
Se señaló en el espejo con una sonrisa de estrella de acción.
"¡Robbie weirdicht, versión bosque!"
Giró sobre sí mismo, hizo un paso de cadera que no tenía derecho a ser tan fluido, y lanzó una mirada dramática al techo como si esperara aplausos.
"¡Los héroes también se enjuagan con estilo!" gritó, mientras hacía un gesto de reverencia con la toalla.
La canción seguía.
El agua seguía.
Y Cody... estaba en su elemento.
No como el chico que peleó con un oso.
Sino como el chico que, después de todo eso... aún sabía cómo bailar.