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Chapter 3 - Cap 1: ¿Dónde estoy?

Abrí los ojos.

La luz del sol me golpeaba directamente en la cara, casi tan intensamente como para darme dolor de cabeza.

Mi cabeza, nuca y espalda dolían, no debería sorprenderme, dormir en el piso siempre causaba eso.

 Pero, ¿Porqué estaba en el piso? 

No podía recordar nada y todo estába demasiado brillante para poder aclarar mis pensamientos. Me dí la vuelta y con un poco más de esfuerzo de el que me hubiera gustado, me levanté del suelo sintiéndome ligeramente incómodo por la sensación en mis manos, como si estuviera utiliando un guante, pero era mi propia piel. Al menos no es tan olgada como para parecer un saco arrugado. De hecho, no parecía extraña en lo absoluto, era tan tersa como la de cualquier niño, si no conociera mi propia especie, pensaría que solo es un poco más elástica que las de más personas.

 Después de oir mi estómago gruñir, me puse de pié y salí del callejón en el que estaba, parecía la calle Dédalos, aunque se sentía un poco extraño, como si estuviera en un lugar que sólo había visto en fotografías. Pasara lo que pasara, no podía quitarme una sensación de malestar y extrañeza.

¿Cómo había llegado aquí?¿Con quién vine?¿Porqué me dejaron o me quedé aquí?

Mi estómago soltó otro gruñido. Pasara lo que pasara, no llegaría muy mejor con mi estómago interrumpiendo mis pensamientos así.

Caminé un par de calles hasta que pude ver a lo lejos un rascacielos enorme.

-Babel ...

La imagen de la torre que aspiraba el llegar a los cielos me quitó el aliento, era magestuosa y tenía algo que de pronto me hizo querer ir a ella.

Dispuesto a hacerlo, comencé a caminar hacia Babel, aunque no tenía ni siquiera una idea de lo que heria una vez llegara. Pero apenas dados un par de pasos, mi estómago volvió a recordarme el hambre que tenía. Se estaba volviendo molesto, y decidí ir a buscar algo de comer antes que cualquier otra cosa.

 Vague por las calles esperando encontrar algún lugar que vendiera comida o fruta, pero sólo encontraba bares de aspecto bastante sospechoso que no me daban nada de confianza. Casi al borde de rendirme, mi naríz detectó un olor a fruta fresca y sentí mí boca empezar a salivar.

 Después de limpiar la saliva, seguí la fuente del olor y caminé hasta una esquina, al asomarme desde el lado de un edificio, pude ver un puesto de frutas con varias manzanas, peras, mangos y hasta algunos tomates. Casi por reflejo, metí mi nano a la pequeña bolsa de mi viejo pantalón, sólo para descubrir, para sorpresa de nadie, que no tenía dinero.

 Entonces, no podía pagar para comer, ni siquiera pensaba en querer robar, si al menos un aventurero estaba cerca, sería mi fin, tomando en cuenta mi edad, ni siquiera se necesitaba de un aventurero, sólo un adulto en relativamente buena condición física. Eso debe ser todo, simplemente me sentaré y esperaré a que mi estómago se achique hasta ya no sentir hambre, sería lo mejor

 ... ¿Qué hora será? A juzgar por el Sol, casi medio día. Seguro los aventureros están el el calabozo. El único problema serán los vendedores. Pero si me atrapan será igual de malo... Al menos no se ven en muy buena forma ...

- ... Tengo hambre...

 Guiado por una repentina determinación que no estoy seguro de dónde saqué, me levanté y caminé hasta el puesto de frutas. Nadie me hizo caso, ni siquiera me miraron, no les podría importar menos. Era perfecto, sólo asegúrate de no llamar la atención y mezclate en una masa de gente, entonces estarás bien.

 Haciendo mi mejor esfuerzo por no parecer sospechoso, llegué hasta un lado de el puesto de frutas y me puse al lado de una señora como si hubiera venido con ella, ojalá nadie se fijara mucho en mi ropa hecha tirones.

Con toda la sutileza que pude, deslice una mano por sobre la mesa, me habría gustado tomas una de las frutas de más arriba, pero descubrí que mi cuerpo aún era muy pequeño. Aún así, determinado a no irme sin algo de comer, tome lo primero que pude agarrar y dí un jalón lo más rápido que pude, sin embargo, para mí mala suerte, no solo había tomado un tomate, también había tomado uno de los tomates que sostenían la pirámide cuidadosamente construida y la terminó derribando miserablemente.

 Apesar de mi nerviosismo y miedo inicial, casi como si estuviera siendo controlado, mis brazos actuaron por si solos y tomaron mi camisa, extendiendo la para atrapar algunos tomates y sin esperar nada, comencé a correr lo más rápido que pude en dirección contraria.

 -¡Heyyy! ¡Ladrón! ¡Vuelve acá mocoso!

 Escuché al dueño gritarme, pero sólo sirvió para que agitara mis piernas más rápido mientras me metía un tomate a la boca, gracias a mis colmillos ligeramente más afilados de lo normal, pude romper la cáscara fácilmente y después de como máximo, tres masticadas, lo trague, casi me atraganto, por supuesto, pero me controlé y seguí corriendo. Al menos hasta que ví una sombra aparecer a mi lado y rápidamente barrerle las piernas.

Caí pesadamente sobre los tomates creando un desastre tanto en el piso como en mi ropa, intenté levantarme lo más rápido que pude, pero una mano me tomó de la cabeza y le levantó sin que pudiera hacer nada.

 -Te tengo, mocoso

Dijo una voz diferente y más joven que la de el tendero.

Fácilmente me cargó y comenzó a regresar a la tienda de la que había tomado los tomates.

Mientras sentía mi cabeza entrar en crisis, volteé a ver a todos lados intentando encontrar como liberarme, hasta que ví su cuchillo.

 ¿Era un aventurero? Aunque no todos fueran al calabozo al mismo tiempo, esperaba tardar más en encontrarme con uno.

 Luego de unos pensamientos fugases, aproveché el balanceo de sus brazos y cuando pensaba que podría no verme, tomé el mango de el cuchillo y lo saqué de la funda, el aventurero se volteó rápidamente, pero para mí suerte, aún fue demasiado lento como para permitirme enterrar el cuchillo en su antebrazo.

- Haaa! Maldito mocos... El veneno...

El aventurero me soltó y cuando se disponía a golpearme cayó de rodillas. Antes de poder deducir bien el ¿porqué? Comencé a correr otra vez con todas mis fuerzas. Seguí corriendo y corriendo, hasta que ninguna calle me volvió a resultar familiar, había puesto el cuchillo en la funda y lo dejé en mi bolsa.

 Estaba agotado, el tomate había calmado mi hambre un momento, pero correr durante tanto tiempo me había gastado toda la energía que podía haber obtenido.

Estaba empezando a anochecer y entonces tomé conciencia de cuan aterrado estaba por eso y cuánto había corrido. Me dejé caer recargado en una pared esperando calmarme, cuando me llegó un aroma exquisito. Maldije mí suerte por traerme aquí sin dinero y con tanta hambre. Volví a mirar por la esquina de un edificio hasta el restaurante de enfrente. Tenía mucha hambre, pero ésta vez, ni siquiera se me pasó por la cabeza intentar nada, ni siquiera era un puesto, estaría rodeado, parecía que había muchos aventureros y sin mencionar, por una fracción de segundo miró a una mujer, era enorme, y con brazos y espalda ancha, sólo un vistazo me dijo que intentar algo así era una sentencia de muerte.

 Volví a caer contra la pared ya sin energía y el hambre taladrando en mi cabeza. Lo mejor sería, irme a dormir y dejar ésto para después...

 Sin darme cuenta, caí rápidamente en la inconciencia.

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