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Chapter 10 - Capítulo 10: Los Primeros Movimientos y la Sombra de un Fantasma

La información de Franklin llegó un par de días después, un mensaje de texto escueto: "Tengo los datos. D. Weston tiene unos coches de coleccionista. Seguridad ligera. Te llamo para los detalles." Michael asintió con una mezcla de resignación y determinación. El guion avanzaba, pero él ya no era un actor pasivo.

Mientras esperaba la llamada de Franklin para concretar el golpe a Devin Weston, Michael se zambulló en su nueva obsesión: los negocios legítimos. La idea del casino era atractiva, pero extremadamente compleja y llena de burocracia. Necesitaba un punto de entrada más accesible.

Su investigación en línea lo llevó a un sector que, sorprendentemente, conocía bien desde su vida anterior como programador: tecnología de startups. Los Santos era un hervidero de pequeñas empresas tecnológicas con ideas brillantes pero mala gestión. Había una en particular, una pequeña firma de desarrollo de aplicaciones llamada "ByteWare Solutions", que estaba al borde de la quiebra a pesar de tener un software prometedor. Su valoración era baja, ridículamente baja, y Michael vio una oportunidad. Podía inyectar capital, reorganizar la gestión y, con su propio ojo para el código, quizás incluso guiar su desarrollo. Sería un proyecto personal, una forma de canalizar su antigua vida.

Pero su prioridad en esos días no era solo el dinero. También era la preparación mental para Trevor. Cada vez que el teléfono vibraba con un número desconocido, Michael sentía un escalofrío. Sabía que sería él. Practicaba la respiración profunda, la visualización. Se imaginaba a Trevor irrumpiendo, gritando, y Michael permaneciendo en calma, sus palabras firmes pero sin ira, su postura inquebrantable. Repasaba mentalmente los puntos clave: aceptación de la situación, mantener la calma por encima de todo, priorizar la familia y observar las reacciones de Trevor para intentar redirigir su destructividad.

La primera prueba de su nueva estrategia se dio, de forma inesperada, en su propia casa. Una tarde, mientras Michael revisaba documentos de "ByteWare Solutions" en su oficina, escuchó un estruendo abajo. Luego, una serie de gritos furiosos, la inconfundible voz de Amanda, seguida de la de Jimmy.

Michael bajó corriendo las escaleras, preparándose para lo peor. Se encontró con la sala de estar hecha un caos. Jimmy estaba de pie, con la cara roja, un control de videojuegos roto en el suelo. Amanda, exasperada, gesticulaba furiosa.

"¡No puedo creer que hagas esto, Jimmy! ¡Eres un niño mimado e ingrato!", gritaba Amanda.

"¡Tú no entiendes nada, mamá! ¡Es MI juego! ¡MI progreso!", replicaba Jimmy, al borde de las lágrimas, pero con la habitual insolencia.

Este era el Michael original: un Michael que se uniría al griterío o, peor aún, se encerraría en sí mismo. Pero Alex no. Michael respiró hondo, sintiendo el impulso de explotar, pero lo controló.

"¡Silencio!", la voz de Michael resonó en la sala, sorprendentemente tranquila, pero con una autoridad inquebrantable. Los gritos cesaron de golpe. Jimmy se encogió. Amanda lo miró, perpleja.

Michael se acercó al control roto, lo recogió y lo examinó. "Jimmy, este control no es solo tuyo. Es una propiedad de esta casa. Y tú lo has destruido por un ataque de ira. ¿Me equivoco?"

Jimmy tragó saliva. "No, papá, pero…"

"Pero nada", interrumpió Michael, sin elevar la voz. "Esto demuestra una falta de respeto por la propiedad, por tu madre y por tu propio autocontrol. Y no lo voy a tolerar." Michael miró a Amanda. "Amanda, por favor, ve a la cocina un momento. Hablaré con Jimmy."

Amanda dudó, luego, para sorpresa de Michael, asintió y se retiró.

Michael se sentó en el sofá, dejando el control roto en la mesa de café. "Jimmy, si vas a vivir en esta casa, vas a vivir con respeto. Respeto por las cosas, por tu familia y por ti mismo. Tus explosiones de ira no te van a llevar a ninguna parte. Ahora mismo, estás castigado. Sin videojuegos por una semana. Y vas a reemplazar este control con tu propio dinero, buscando un trabajo para ganarlo."

Jimmy lo miró con los ojos muy abiertos. "¿Un trabajo? Papá, no puedes… Soy un niño."

"Eres lo suficientemente mayor para destruir cosas, eres lo suficientemente mayor para trabajar y arreglarlas", replicó Michael. "Y no te estoy pidiendo, te estoy diciendo. Esta semana, buscarás formas de ganar ese dinero. Pregunta por el vecindario, ayuda a los vecinos. Algo. Y no harás nada de eso hasta que me hayas dado una disculpa sincera a tu madre por cómo le hablaste."

Jimmy permaneció en silencio, sus hombros tensos. Pero la mirada de Michael era inquebrantable. No había ira, solo una firmeza fría. Finalmente, Jimmy bajó la mirada. "Lo siento, papá."

"No a mí", dijo Michael. "A tu madre."

Jimmy fue a la cocina y, tras un momento de vacilación, se disculpó con Amanda. La voz de Amanda era suave cuando lo aceptó.

Michael observó la escena, sintiendo una extraña satisfacción. No había sido el Michael del caos. Había sido el Alex de la lógica, pero con la autoridad del padre. Este era el nuevo camino.

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