LightReader

Chapter 10 - Capitulo 7: Un gran oscuridad que amenaza

"Sé la luz que ilumine el camino más oscuro"

Quinto Cielo Menor – Arys <<

El Quinto Cielo era un rincón encantador, donde la vida florecía con inocente esplendor. Mariposas luminosas y criaturas esponjosas —similares a pequeños algodones vivientes— jugaban en los campos mientras las hadas danzaban con ángeles entre flores celestiales. El aire era dulce, y las nubes flotaban a ras del suelo como si acariciaran los prados.

Arys – Prado Celestial de Algodones <<

—¡Auuugh! ¡Qué sueño! Espero que haya una aldea cerca, príncipe, o terminaré usando tu cabeza como almohada… —bosteza Zeus con tono teatral.

—No estamos tan lejos —respondí con una sonrisa

—Desde aquí veo los tejados —añadió Alexander, su voz metálica reverberando suavemente—. Más allá del bosque, tras este prado.

—Aprovecho para preguntar algo que me tiene perplejo desde que te conozco, Alexander —intervino Rykamaru, con una ceja levantada—. ¿Cómo haces para entrar a lugares pequeños? ¿Te teletransportas? ¿O eres... un mago encubierto?

—¡Yo también quiero saber eso! —saltó Yatma con curiosidad, mientras Seraphiel asentía cruzada de brazos—. Nunca has explicado ese truco mecánico tuyo.

Alexander se detuvo por un momento, girando su gigantesca cabeza dorada con solemnidad.

—Tengo un sistema de miniaturización que me permite reducir mi tamaño y...

Todos se quedaron en silencio, esperando una explicación técnica o mágica.

—...ocultar mi enorme belleza dorada para no eclipsar a los simples mortales —añadió con total seriedad.

—¡JAJAJA! ¡No cambias nunca! —rió Zeus—. Eso me recuerda aquella vez que intentaste colarte en un burdel lleno de ángeles y hadas. ¡Y todo por "una misión de reconocimiento"! Sí, claro...

—¡Estaba asegurando que no hubiera amenazas en la zona! —replicó Alexander, ofendido.

—¿Amenazas debajo de las faldas, quizás? —comentó Yatma con una sonrisa maliciosa.

—¡Momento! ¿Estás diciendo que este cubo gigante tiene... gustos? —preguntó Seraphiel arqueando una ceja—. ¡Eso sí que es nuevo!

—No lo malinterpreten... Solo estaba cuidando a las hadas... y bueno, Zeus estaba conmigo... ¡y Rykamaru también!

Todos giraron hacia los aludidos.

—¡Zeus, no me sorprende! Pero tú, Rykamaru... ¿un ángel-demonio metido en eso también? —bufó Yatma, fingiendo decepción—. Pensé que eras el más cuerdo del grupo.

—Me arrastraron, lo juro —murmuró Rykamaru, ocultando su rostro con la capa.

—Si yo fuera una de esas hadas, sinceramente, ninguno de ustedes me parecería atractivo. Especialmente tú, chatarra con patas —sentenció Seraphiel, con una sonrisa triunfante que los dejó fuera de combate.

Todos se encogieron como si hubieran recibido un hechizo de silencio.

Entonces, rompiendo el incómodo momento, hablé con total inocencia:

—Una duda... ¿qué es un burdel? ¿Es como una pista de baile? ¿O un restaurante?

El grupo se congeló.

—E-Es solo un lugar donde los adultos van... a comer comida muy rica y costosa —respondió Zeus con torpe rapidez.

—¿Comida costosa? Pero para eso hay tabernas o los puestos de la feria... ¿Y por qué había hadas? ¿Eran cocineras? —seguí preguntando con genuina curiosidad, rascándome la cabeza.

Yatma y Seraphiel se miraron con ojos asesinos, apuntando lentamente sus miradas letales hacia los tres mentores.

—Zodiark, aún eres muy pequeño para entender las cosas de los adultos —dijo Seraphiel dulcemente, forzando una sonrisa.

—Exacto. Además, recuerda lo que te enseñé: no hagas muchas preguntas cuando los adultos se miran raro —añadió Yatma, entrecerrando los ojos.

Zeus, Alexander y Rykamaru tragaron saliva al mismo tiempo.

—Mejor cambiemos de tema... —murmuró Rykamaru, mirando al horizonte.

—Sí... cambiemos antes de que termine achicharrado —susurró Zeus.

Asi continuamos el camino cruzando todo el prado, hasta entrar en un bosque frondoso.

>>Arys-Bosque celestial<<

El Bosque Celestial Arys parecía un remanso de paz suspendido en el tiempo. Un aire sereno lo envolvía todo, acompañado por el perfume de manzanas celestes, hierbas mágicas brillantes, y frutas amarillas que flotaban levemente sobre el suelo. Ciervos plateados bebían agua de riachuelos suspendidos en el aire, y pequeños espíritus en forma de hojas luminosas danzaban entre los árboles.

Pero esa calma se desmoronó en cuestión de segundos.

Un escalofrío recorrió mi espalda, como si el mismísimo vacío hubiera respirado sobre mi cuello.

—¿Alguien más sintió eso? —pregunté, abrazándome instintivamente.

—¡Brrr! Qué helado que está esto… No puedo ni mover los dedos —se quejó Yatma, frotando sus manos e invocando una pequeña chispa mágica—. ¿Quién invocó a los espíritus del invierno sin avisar?

—¡Fooh! Por todos los cielos... ¿quién enfureció al clan de las Nieves Eternas? —dijo Zeus, usando su larga barba como bufanda improvisada.

—¡A mí no me miren! —intervino Seraphiel mientras desenvainaba lentamente su espada escarchada—. Soy fría, sí... pero esto no es obra mía.

—No alcanzo a ver nada... —murmuró Alexander con tono grave—. Una niebla densa rodea todo el bosque.

—Aquí hay algo más que magia... —añadió Rykamaru, poniéndose en guardia.

De pronto, mi cuerpo se tensó. Algo invisible, como una roca aplastante, me derribó. Caí de rodillas, paralizado, incapaz de moverme o hablar. Mis mentores intentaron correr hacia mí, pero la niebla los atrapó también, cubriéndolo todo como un velo opresor.

—¡Zodiark! —escuché voces apagadas mientras el mundo se volvía blanco.

Una silueta se arrastró entre la niebla.

Una serpiente colosal, blanca como el hueso y con una gema brillante incrustada en el pecho, se deslizó con sigilo. Sus ojos eran vacíos... asesinos.

—¿Quieres huir...? —su voz resonó dentro de mi cabeza, sin boca—. Nadie escapa de mi niebla murmurante...

—¿Qué... quieres...? —balbuceé.

—Sus almas... sus sueños... tu miedo.

Iba a atacar.

Pero entonces… un sonido cortó la tensión.

Un ¡clang! metálico y un grito alegre resonaron entre la niebla.

La serpiente siseó y se desvaneció con la bruma. Poco a poco, la visibilidad volvió, y el frío se disipó.

Frente a mí, un extraño se abría paso entre la niebla: era un mono anciano, con armadura desgastada pero reluciente, y un bastón sagrado lleno de inscripciones doradas. Caminaba como si el tiempo no le afectara.

—¿Qué tal, niño? ¿Todo bien? —preguntó con una sonrisa serena.

—C-creo que sí... —respondí mientras me incorporaba.

Mis mentores también se pusieron de pie, sacudiéndose el polvo. Zeus fruncía el ceño.

—¿Qué demonios fue eso? ¿Y quién es el mono que brilla?

—Solo recuerdo el frío... y que mi fuego no servía —agregó Yatma.

—¿Estoy soñando o este simio es real? —dijo Seraphiel, observándolo con recelo.

—¡Ugh, mis articulaciones! —se quejó Rykamaru mientras se estiraba—. Debí tomarme esa poción de juventud antes de partir...

Pero en cuanto levantó la vista y reconoció al mono, su expresión cambió.

—¡Jujuj! Si no es mi viejo camarada, el samurái loco... —exclamó el mono con una risa chispeante.

Ambos se abrazaron como si hubieran vencido mil batallas juntos.

—Vaya, el viejo se lleva bien con otro viejo... parecen recién salidos del asilo celestial —bromeó Zeus.

—¡Y no digas que vos no estás en la lista de espera, anciano! —respondió Yatma, cruzándose de brazos.

—¡Habla la que se arrancó su primera cana con gritos de guerra! —retrucó Zeus, encendiendo una nueva ronda de discusiones.

—Otra vez empiezan... —suspiró Alexander, sacudiendo la cabeza.

—¿Siempre se pelean? —pregunté a Seraphiel.

—Desde que tengo memoria. Antes se agarraban a golpes... ahora solo discuten —respondió con una sonrisa melancólica.

Aún sacudido por el encuentro, no podía dejar de pensar en aquella serpiente… y en sus palabras.

"Sus almas… sus sueños…"

Recordé lo que me dijo Aetherios antes de partir:

"Una profecía de oscuridad nos acecha. No podrás escapar de ella."

Un estremecimiento me recorrió.

Rykamaru se giró hacia nosotros, junto al mono.

—Les presento a mi viejo amigo de guerra y compañero de locuras: ¡Xin Yang!

—¡Jujuju! Soy el gran Xin Yang, conocido por estos cielos menores como el Héroe del Viento Blanco —dijo mientras hacía malabares con su bastón como si fuera un joven acróbata.

Todos lo saludaron, agradeciéndole por salvarnos.

—Por cierto… ¿qué era esa serpiente blanca? —pregunté con inquietud.

Todos se voltearon hacia mí, sorprendidos. Nadie más la había visto con claridad, excepto Xin Yang.

—¡Ah! Si era blanca y tenía una gema… esa debe ser la Guardiana del Cristal de Luz número ocho —explicó Xin Yang con calma mientras flotaba con su bastón.

—¿Guardiana? —pregunté—. ¿De qué hablas?

Seraphiel cruzó los brazos.

—Los Doce Cristales de Luz son los pilares del equilibrio de los cielos. Sin ellos, todo colapsaría.

—Exacto —añadió Yatma—. Si uno desapareciera, los cielos menores podrían fragmentarse... o peor, desaparecer.

—En tiempos antiguos, peleamos para protegerlos —dijo Zeus, ahora serio.

—¿Y qué hacía la serpiente fuera de su lugar? ¿No vive en una mazmorra? —insistí.

—Correcto. Se supone que reside en el Laberinto de los Perdidos... es muy extraño verla aquí —comentó Rykamaru, frunciendo el ceño.

Alexander asintió con gravedad.

—Algo oscuro se está moviendo...

—Si tienen dudas, pueden visitarme en mi pequeño templo. Está saliendo del bosque, a las afueras de la aldea Adaryn —dijo Xin Yang alegremente—. ¡Prometo té de algodón celestial y dulces de loto!

El viejo mono se despidió flotando en el aire como una hoja, girando con su bastón en la espalda.

—Vaya, para ser un mono tan viejo... todavía da saltos como un héroe —dijo Zeus con una sonrisa torcida.

—¡Vamos, equipo! Tenemos que llegar a la aldea Adaryn antes del anochecer —ordenó Seraphiel, tomando el liderazgo con firmeza.

Seguimos avanzando por el Bosque Arys con muchas preguntas sin respuesta.

Y yo… caminaba en silencio, sintiendo una sombra que se cernía sobre nosotros.

Una voz, un susurro... un mal presagio.

Y Moniark... ¿estará bien?

>> Aldea-Adaryn <<

Y así llegamos todos, con el cuerpo entero… y el espíritu ligeramente desordenado. La bienvenida fue cálida y reconfortante. La aldea Adaryn, aunque pequeña, rebosaba de vida. Niños corrían de un lado a otro practicando magia de invocación menor, otros bailaban al ritmo de una flauta de viento, mientras algunos ancianos meditaban en silencio junto a árboles centenarios que parecían susurrar secretos.

El aroma a pan recién horneado flotaba por el aire, tan dulce que mis pies me llevaron solos hasta una casa familiar… y mi corazón comenzó a latir con fuerza.

>> Casa de Moniark — Reencuentro <<

Corrí con todas mis fuerzas. ¡Tenía tantas cosas que contarle! Aventuras, entrenamientos, monstruos, mapas, dioses con mal carácter… Todo. Y ahí estaba ella.

Moniark, de cabello rosado y espíritu de fuego, estaba frente a su cabaña, horneando galletas mientras cantaba una melodía suave. Su voz llenaba el aire con calidez. Luy, su compañera espiritual en forma de pequeña zorra cristalina, rodaba feliz entre sus pies.

Toc, toc.Golpeé la puerta, mi corazón parecía una campana de iglesia.

—¿Quién es? —preguntó con tono curioso.

—Soy yo… Zodiark… tu amigo.

La puerta se abrió como impulsada por la misma magia del destino. Sin pensarlo, Moniark me abrazó con todas sus fuerzas, tan fuerte que casi me caigo hacia atrás.

—¡¡Zodiark!! ¡Te esperé día y noche!—Lo sé… —respondí, con una sonrisa mientras la miraba fijamente. Ella se sonrojó y me devolvió la mirada, avergonzada pero feliz.

—Pasa, pasa. ¡Preparé un pequeño banquete! Luy está ansiosa por verte —dijo ella entusiasmada.

Entramos en su cabaña. Todo era tal como lo recordaba: libros por doquier, pinturas hechas a mano, frascos con ingredientes mágicos, y una atmósfera encantadora.

Pasamos horas comiendo postres, compartiendo historias, riendo y reviviendo momentos. Ella me mostraba con orgullo sus pinturas, sus hallazgos mágicos, y me hablaba de las pequeñas aventuras que vivió en los alrededores del Quinto Cielo.

>> Un lazo que nos une <<

Después de reírnos por una historia donde accidentalmente activó una trampa mágica en una cueva de ardillas explosivas, ella se puso algo pensativa.

—Oye… Zodi… ¿Alguna vez pensaste en tu destino? —preguntó suavemente, con nervios.

—Creo que no lo entiendo del todo aún… —respondí, rascándome la cabeza—. Hace poco, nos atacó una guardiana serpiente… Custodiaba uno de los Doce Cristales de Luz.

—¡Los Cristales! Espera… eso me suena —susurró, buscó apresuradamente entre sus libros—. ¡Aquí está!

Sacó un libro polvoriento titulado "Los 12 Cristales de los Cielos e Infiernos".

—¿Dónde conseguiste eso? —pregunté, sorprendido.

—Digamos que… me lo prestó un mono viejo muy sabio que vive en un templo no muy lejos de aquí —respondió con picardía.

—¡¿El mono blanco?! ¡Ese mismo nos salvó de la serpiente mágica! —exclamé.

—Sí, suele contar historias a los niños. Dice que luchó en guerras antiguas y protegió los 12 cielos de toda clase de criaturas horribles —dijo imitando una voz de ultratumba para asustarme.

—¡Waaa! Qué miedo… 

Ambos reímos y empezamos a leer:

"Cuando el Creador dio origen a la magia primordial y las almas, nacieron las Deidades Supremas. De ellas surgieron el universo, los Cielos y los Infiernos. Nacieron el Tiempo, el Espacio, la Vida… y la Muerte. "

"Tambien se creo Un misterioso lugar llamado "Neox" y otro llamado "Limbo Infinito" lugar donde se encuentra todo resto de la Gran guerra Existencial"

"Alli tambien se encuentra el ser deshacedor llamado "Chaos" lo cual esta sellado y custodiado"

"Para que nadie se acceda a el se creo 24 reliquias magicas las cuales son las llaves necesarias para acceder hacia el las cuales fueron repartidas por todo el universo, cielo e infierno.."

"Tambien se creo 12 cristales de luz y 12 de oscuridad quienes equilibran los cielos e infiernos de toda maldad"

"Asi tambien en el universo se creo 14 orbes que equilibran todo lo que conocemos y que sin ellos...

De pronto, las siguientes páginas estaban ilegibles, como si una fuerza oscura las hubiera borrado.

—¡Justo cuando se ponía interesante! —se quejó Moniark inflando las mejillas.

—¡Wii! —exclamó Luy, imitando la frustración de su amiga.

—Definitivamente tenemos que volver al templo del mono —dije decidido.

—Sí, pero… últimamente he sentido algo extraño, Zodiark. Como si una oscuridad estuviera corrompiendo a los seres del cielo. Me da miedo —confesó con voz temblorosa.

—No estás sola, Moniark. Yo te protegeré, incluso si el cielo se cae a pedazos —dije firme, tomándola de las manos. Ella se sonrojó y asintió.

—Pero, oye… ¿esa coronita? ¿Acaso eres un príncipe? —preguntó curiosa, con una sonrisita.

—Eh… digamos que… algo así —respondí, rascándome la cabeza, rojo como un tomate.

—Pues si tú vas, yo también. No dejaré que seas el único héroe aquí —dijo con una sonrisa, fuerte como el acero.

Y por primera vez… me sentí acompañado en mi camino. Ya no era solo mi lucha.

>> Aldea-Adaryn – Reencuentro con la Familia <<

De vuelta al grupo, Moniark y Luy fueron recibidas con entusiasmo. Alexander, como siempre, saludó con su voz de trueno:

—¡¿Quién es esta pequeña?! ¿Una nueva guerrera?

—Es Moniark, mi amiga…

—¡Mucho gusto! —dijo ella haciendo una reverencia, algo nerviosa.

Zeus la rodeó juguetonamente con un brazo:

—¿Amiga, eh? Mmm… no me engañas, Zodiark. ¡Yo también tenía una "amiga" en mis tiempos!

Yatma le pegó suavemente con su abanico:

—¡Zeus! No molestes, o te lanzo al Lago de las Ilusiones otra vez.

—¡Hey, eso dolió! —se quejó él, sobándose.

—Si siguen peleando, ¡los caso yo misma! —dijo Serafiel, con una risa contagiosa mientras Rykamaru asentía con expresión zen.

Alexander se agachó y le ofreció a Zodiark sus hombros.

—¿Subes, pequeño principe? ¡Tendremos que caminar hasta el templo!

—¡Sí! Pero Moniark también va, ¿eh?

—¡Suban los dos! ¡Pero cuidado con los tirones de pelo!

Y así, entre risas, bromas y un nuevo lazo irrompible, nuestra historia continuó, rumbo al templo del viejo mono blanco, sin saber que las piezas del destino empezaban a moverse de formas que nadie podía anticipar.

More Chapters