LightReader

Chapter 3 - cada vez me vuelvo más fuerte

En medio de la ciudad reducida a ruinas no pude evitar reírme.

Aquellos idiotas que solían mirarme como escoria… mírenlos ahora, aplastados entre los escombros, tan frágiles como siempre lo fueron.

Tal vez suene cruel de mi parte, pero esto… esto es el castigo que merecían por atreverse a despreciar a un ser tan poderoso como yo.

—Nox, ¿estás conmigo? —pregunto preocupado.

—Nox... creo que sé quién pudo hacer esto.

De entre los escombros, aparece un grupo de chicos armados con espadas y bastones mágicos.

—Reeshi—. Disculpen, ¿alguien sabe quién provocó esto? —pregunto con curiosidad.

«¿Cómo pudieron sobrevivir estos chicos?», pienso.

—Yo tampoco sé quién lo hizo... debió de ser algún tonto que cometió un error —respondo, disimulando.

—Nox—. Esto fue provocado por el infinito número diez... Hushei —me dice con voz fría.

—¿Hushei? ¿Infinito número diez? —pregunto intrigado.

—Reeshi—. ¿Por qué hablas solo, muchacho? —dice mirándome extrañado—. En fin, vamos a tener que llevarte con nuestro capitán —añade con total seguridad.

«¿Su capitán?», pienso.

«Espera… ¿cómo tuvieron tiempo de formar un grupo organizado solo minutos después de esto?».

—Reeshi—. ¿Minutos? ¿De qué hablas, chico? —dice burlándose—. Han pasado más de tres meses… acabas de despertar, ¿cierto?

«¿Tres… meses?», pienso paralizado.

«Y yo que creía que todo acababa de pasar...».

—Está bien... aceptaré ir con su capitán —digo con un nudo en la garganta.

—Reeshi—. Tomaste una buena decisión. Igual, si no aceptabas, te llevaríamos a la fuerza —se burla.

Pasamos entre edificios destruidos y casas derrumbadas. El olor a cadáveres es insoportable.

Finalmente llegamos a su guarida: un lugar oscuro, lleno de rocas afiladas y cabezas de bestias que jamás había visto colgadas en las paredes.

Eso, debo admitirlo… me emocionó un poco.

—Reeshi—. Capitán, encontramos a este chico. Tal vez nos sirva de ayuda.

De las sombras emerge un hombre corpulento, con bigote y cabello blanco por la edad. Sus brazos parecen capaces de romper huesos de un solo golpe.

—Rayku—. Bien hecho, Reeshi. Necesitamos más peones… carne de cañón para cazar a esas asquerosas bestias.

—¿Peones? —pregunto con nerviosismo, sintiendo el frío recorrerme la espalda.

> —¿Acaba de decirme que va a usarme como peón?

—Pero qué mierda… —pienso, apretando los dientes.

—Nox —dice con voz fría—: deja que te usen como peón y tú aprovechas para cazar bestias. Así subirás más rápido tus habilidades.

—Buena idea, Nox —respondo, forzando una sonrisa—. Está bien, me ofrezco como carnada.

—Perfecto, niño. Mientras más rápido aceptes, mejor —Rayku se echa a reír, su voz retumba como un trueno en la caverna.

«Maldito pedazo de mierda», pienso con desagrado.

Rayku, ese hombre gigantesco, se gira y acaricia la cabeza de una chica rubia que está a su lado.

—¿Será su hija, Nox? —pregunto en mi mente.

—...posiblemente sí —responde Nox, indiferente.

Mientras los demás magos y soldados se preparan, aprovecho para hacer ejercicio. Logro hacer cincuenta flexiones.

—No sé por qué no puedo hacer unas simples cien flexiones… ¿No se supone que soy muy fuerte? —le digo a Nox, frustrado.

Nox, cruzada de piernas en su forma visible, me mira sin emoción.

—Que seas infinito no significa que tendrás todo de la noche a la mañana, Kai.

Suena la orden del capitán. Es momento de salir a cazar.

Nos ponen a mí y a un par de tontos al frente como carnada, en medio del bosque.

—¡No quiero, no quiero morir! —grita Shorkiin, con lágrimas en los ojos.

—De todos modos, nuestras vidas eran mediocres… —dice Zara, aceptando su destino.

De repente, aparecen las bestias: leones gigantescos, con garras del tamaño de troncos y fauces que parecen capaces de partir rocas.

Siento cómo el aire me corta los pulmones. Sus bocas se abren, rugiendo con un estruendo que me hiela la sangre.

—¡Nox, activate! —grito.

Una energía violeta sube desde mis pies hasta mi cabeza. Salto hacia las bestias; con mi fuerza, logro aplastar el cráneo de una bajo mis manos. Siento el crujir de huesos… me estremezco.

—¡Maldito hijo de perra! ¿Qué estás haciendo? —grita Rayku—. ¡Tú solo distraes! ¡Nosotros las matamos! ¡Eres una maldita carnada!

Pero no me importa. Salto de nuevo. Siento la adrenalina quemándome las venas. Subo por la cola de otra bestia y le corto la cabeza con un hueso que arranqué del cráneo del primero.

Pero no miro atrás: una garra me alcanza, desgarrándome parte del cuello. Un ardor como brasas se extiende por mi piel.

—Capitán… ¿deberíamos ayudarlo? —pregunta Reeshi, preocupado.

—Déjalo. Que esas malditas bestias se lo coman. Así aprenderá —responde Rayku, dándome la espalda—. Retirémonos.

«¿Qué? ¿Me van a dejar morir…?», pienso, sintiendo el calor de la sangre empapándome el cuello.

—¡Malditos cobardes de mierda! —grito con rabia.

Siento cómo mi furia me llena de energía.

—Déjame ayudarte —susurra Nox.

Entre mis manos, surge una espada de energía violeta creada por Nox. Con ella, le corto la cabeza al líder de los leones gigantes, la sangre mancha todo a mi alrededor.

—¡Gracias, Nox! —respiro agitado, con una sonrisa maníaca.

Salto a un árbol, luego me lanzo sobre los dos leones restantes. Nox crea una cuerda mágica; la paso por sus cuellos mientras forcejean. Antes de que puedan liberarse, les corto la cabeza de un solo tajo.

Tomo las dos cabezas, y Nox transforma la cuerda en una gigantesca cadena. Las arrastro hasta los pies de Rayku.

—¿No estás muerto? —dice Rayku, temblando.

La cadena se transforma en una espada bajo mis manos. La apoyo en su cuello, frío como el acero.

—Dame tu puesto de capitán… o te cortaré la cabeza, igual que a estas bestias —digo, mostrando una sonrisa maliciosa.

More Chapters