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Chapter 3 - Capítulo 3: La Llegada de lo Inesperado

Capítulo 3: La Llegada de lo Inesperado

Con el sonido crepitante de un rayo, similar al sonido estridente de una explosión. Pero mucho más bajo, más contenido ya menor escala. Como un pequeño petardo explotando justo frente a ti. El entorno comenzó a iluminarse. Una luz carmesí que le precedió, se encontró destellando y brillando justo frente a Alex.

El sonido de la voz al lanzar un hechizo aturdidor se escuchó. La voz según la opinión de Alex parecía joven, sin duda mayor que él, pero aún no un adulto propiamente dicho.

La voz no poseía esa gravedad, ni ese cansancio que viene con la edad y el pasar de los años. No, el sonido era más agudo, más entusiasta, como si detrás del se encontrara la valentía de la juventud. Pero aún así, manteniendo una ligera vibración que, si prestas atención, podría hacer notar el creciente nerviosismo que afrontaba aquel dueño de la voz.

Un joven, que parecía apenas salido de la adolescencia, con una túnica impecable y un traje interior casi completamente en colores negros o grises -como si quisiera parecer más serio- se encontraba cruzando a través de la puerta de entrada.

Sostenido en su mano derecha, se encontraba un palo corto, que parecía tener unos treinta centímetros de largo aproximadamente. Con un diseño demasiado elegante para ser un simple palo y un mango con cubierta metálica que parecía haber sido añadido recientemente a la parte trasera que actuaba como mango, con el único fin de mejorar el diseño estético general.

Era demasiado reluciente y con demasiados diseños para ser un palo normal. De este objeto fue de donde la luz carmesí que impactó al monstruo dio origen. Alex quedo sorprendido, por no decir aturdido ante los hechos que sus ojos presenciaban.

¿Qué era ese palo? ¿Era esto una varita? Y si lo era, ¿Existían los magos de los cuentos de hadas? ¿Eran los cuentos de hadas reales? ¿Deberías haber leído más de ellos?

La verdad era que, a pesar de su juventud, Alex no se tomó demasiado tiempo leyendo cuentos de los libros, puesto que los considera poco útiles. Prefería pasar el poco tiempo que podía ir a la biblioteca cercana cuando surgía la oportunidad leyendo libros que contuvieran conocimientos que eran o parecieran ante sus ojos, más útiles en el día a día, y en algunos casos, más interesantes.

Cuentos como libros de cocina, aunque no tenían ingredientes para practicar. Uno que otro libro de matemáticas. Libros que en su juventud leyó sobre como escribir correctamente, puesto que en el orfanato nunca le enseñaron y la escuela pensó que eso ya había sido aprendido previamente. Pero también recientemente, libros a los que les encontraron un interés que mayormente procedió de la curiosidad. Era más personal. libros que lo impresionaron, que trataban sobre un detective con personalidad errática, y una habilidad deductiva que dudaba el pudiera alcanzar incluso hasta el final de su vida.

Pero a pesar de que algunos libros de cuentos podrían resultar interesantes y quizás hasta divertidos en algunos casos, la realidad distaba mucho de los cuentos. Aquí no había final feliz, no había una princesa que rescatar, ni un castillo que heredar. Y finalmente pero no menos importante, tampoco existía la magia.

Pero, ¿y si en realidad no estaban tan lejos de la realidad como él creía? Claro, el aún no creía que existieran finales felices para todos, pero quizás, solo quizás, si entrecerraba los ojos y se atrevía a soñar, podría haber uno, esperándolo a él. El mundo podría ser más grande de lo que había imaginado anteriormente y él tendría mucho que explorar, mucho que descubrir y talvez también, mucho que disfrutar.

Saliendo de sus pensamientos y su estupor, se encontró observando como el rayo rojo carmesí impactaba a la criatura justo en medio de su pecho, entre toda esa maraña de pelo sucio y apestoso.

El joven era un auror del ministerio de magia, se había graduado recientemente de la que se consideraba la mejor escuela de magia y hechicería del mundo, Hogwarts. O al menos, eso era lo que pensaba en Inglaterra, en parte por la presencia de Dumbledore, quien era política y popularmente conocido como “El mago más poderoso”.

Lo cierto es que cada país, entorno y sociedad, solía considerar a los suyos como los mejores. Y siendo Hogwarts la escuela donde la mayoría de la gran Bretaña enviaba a sus hijos, los londinenses solían referirse a ella como “La mejor escuela del mundo”, aunque nada podría distar más de la verdad.

Lo cierto era que, el “Mundo Mágico” como popularmente lo conocían, era un entorno cerrado, pequeño en cantidad a comparación de la gente común, basado en el uso del poder, y el abuso de este de forma desascarada siempre que se tuviera suficiente dinero. No solían interactuar voluntariamente con otras comunidades y el racismo de diferentes tipos abundaba.

Aunque esto fue cambiando recientemente, debido a la adición de otras comunidades sobrenaturales al mundo. En los últimos diez años, estallaron muchos choques entre las diversas comunidades sobrenaturales y no fue hasta recientemente, que comenzó a alcanzarse algo similar a la estabilidad. No era paz, pero ciertamente ya no existían conflictos constantes en plena calle.

Este joven auror se encontró en una patrulla de rutina. No se suponía que se encontrara con situaciones peligrosas. Después de todo, en los entornos muggles no solía haber fuentes de peligro y por lo tanto, se consideraron tareas tediosas y aburridas que podían ser dejadas para los recién llegados como el, motivándolos con falsas palabas dulces y justas, sobre la importancia de estas tareas para el bienestar del mundo y el cuidado de nuestra sociedad por el bien de la estabilidad general.

El joven auror llamado Connor Taylor era un hijo de muggles, o como el prefería llamarse, hijo de personas comunes. El detector indicaba actividad mágica en crecimiento en la zona. El joven Alex, aunque todavía no había hecho nada, se encontró en una situación especial.

Su cuerpo detectaba y presentaba el peligro incipiente proveniente de las garras de las garras estiradas de esa criatura. No había duda de que, si estas lo alcanzaban, podría terminar ensartado como brocheta, cortado como papel o siendo agujereado como un colador.

Ante este peligro, algo en su interior comenzaba a moverse, a prepararse para actuar. Pero antes de siquiera poder moverse o hacer algo, quedo aturdido por las acciones inesperadas del joven que había entrado recientemente al almacén abandonado.

El detector del joven auror lo guió hasta Alex, e inmediatamente y de forma casi instintiva, lanzó un hechizo aturdido. Tal y como indica el nombre, no era un hechizo diseñado para hacer daño, pero era uno de los más usados y repetidos en la academia de aurores.

A pesar de su creciente nerviosismo, su confianza se vio incrementada por aquel disparo. El entrenamiento de la academia por fin estaba dando frutos. Mientras en su mente aparecía momentáneamente la escena de él parándose sobre la bestia y obteniendo el reconocimiento de sus compañeros y superiores. Este joven comenzó a pensar en los protocolos que le habían enseñado y que se supone debía hacer ahora.

Después de un análisis rápido llego a una conclusión. Debía -quería- contener a la bestia y llevarla como prueba de sus logros, en cuanto al niño, si lograba salvarse, en su admiración con la que el quedaría quizás podría describir sus acciones heroicas mientras el se quedaba a un lado dejándolo hablar, para que no digan que está exagerando y quedando así, como alguien presumido y petulante.

"¡Retrocede niño! Déjamelo a mí", exclamó el joven Auror. Su voz ahora firme y rebosante de confianza, aunque si prestas atención, podrías detectar una ligera vacilación, un temblor casi imperceptible que delataba su inexperiencia. Su voz era decidida, aunque su cuerpo estaba visiblemente tembloroso.

Preparando un nuevo hechizo y repitiendo en su mente que la situación estaba bajo control, no como una afirmación, sino más como para autoconvencerse.

El monstruo, aunque ligeramente aturdido por unos segundos, no estaba derrotado y se preparaba para un contraataque salvaje. Sus ojos bioluminiscentes, ahora se encontraban completamente fijos en el joven auror, dejando de lado al niño y haciendo que el nerviosismo de este joven empleado de la ley mágica aumentara.

Sus gruñidos estaban creciendo en volumen, su silueta temblaba, parecía estar preparado para saltar en cualquier momento y despedazar a su objetivo con furia.

Pero antes de que el joven Auror pudiera conjurar su siguiente hechizo, una sombra inmensa cayó de un salto en el almacén. Un gruñido grave y profundo resonó, no de la criatura ahora herida, sido de algo mucho más grande, más… peculiar.

El joven Auror quedo completamente atónito, al girarse para ver a la nueva figura, se encontró con los ojos muertos de un gigantesco mayordomo -Lurch, sirviente de la familia Addams, con su expresión impasible y su imponente estatura de más de dos metros-, quien había emergido de la oscuridad en un instante con una naturalidad absurda, como si en vez de una criatura potencialmente mortal, tuviera frente a el un gato pequeño e inofensivo.

Seguidamente detrás de él, ingresó una figura más pequeña, pero no menos peculiar. Calvo y con ojos desorbitados, moviendo entre sus manos lo que parecían ser rayos de electricidad: Fester Addams, o como más común se le conoció, el tío Fester.

Estos dos seres peculiares recién ingresados al almacén, pertenecían a la peculiar familia Addams. Esta familia tenía una historia mucho más peculiar de lo que se cabría esperar. Teniendo a lo largo de su historia toda clase de “raros”, desde brujas y hechiceros hasta hombres lobo, muertos vivientes, mutantes, vampiros, pie grande, hijos de las profundidades, entre otras categorías.

Su ADN está saturado de todo tipo de rarezas mezcladas. También han sido maldecidos Múltiples veces, incluso por si mismos. Algunos han hecho pactos de sangre, pactos con demonios, con Djinns, gente hada, Dioses Oscuros y la lista continua.

Muchos de ellos vuelven después de la muerte, ya sea como muertos vivientes o espíritus fantasmagóricos. Y como cabría de esperar de una familia tan peculiar, sus personalidades también han sido peculiares. Teniendo asesinos, psicópatas, científicos locos, artistas de lo macabro, torturadores, maestros del disfraz, caníbales, verdugos y muchas otras, conformando una lista tan grande que es difícil decir el origen de la familia, puesto que hay varias versiones.

Lurch y Fester, provenían de la rama de la familia liderada por Gómez y Morticia Addams, ambos miembros de la familia que, aunque peculiares y amantes de lo macabro por igual, se amaban profundamente, así como también a sus hijos, Wednesday y Pugley.

Para el joven Auror, el terror era palpable. Sus ojos, antes llenos de la confianza de un joven graduado con expectativas de demostrar su valía, se abrieron de par en par, en una mezcla de confusión abrumadora, horror y una incredulidad casi cómica. ¿Qué eran estas cosas? ¿Productos del uso de Magia Oscura? ¿Criaturas Mágicas? ¿Adefesios?

Su mente, entrenada en la academia para reconocer diferentes razas, bestias y criaturas mágicas, se encontró con la visión chocante de no solo no poder reconocer a la criatura que atacó al principio, sino que aparecieron dos individuos más que no tiene idea de cómo categorizar.

Parecían peligrosos, por no decir raros y el más bajo teniendo apariencia a sus ojos de un completo lunático. Pero para Alex, la escena era completamente diferente. Lo que veía se grababa con nitidez en su mente. Cada detalle, cada movimiento, cada sombra, se imprime directamente en su memoria. Era un espectáculo digno de observar, y uno que, sin querer, cambiaría su vida desde ese día.

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