LightReader

Chapter 7 - No ahora

ZOE

Después de unos minutos Eneas llego con agua para la bañera que estaba en la habitación. Casi me quedo dormida en la bañera, el agua me relajo mucho… más de lo que quisiera tanto que pensaba tomar una siesta mientras llegaba la hora de la cena y por ende Perseo regresaría y asi podríamos tener un momento para hablar. No sabía que decir cuando él me respondió si en serio no sabía porque tenía todas esas atenciones conmigo.

Mi mente divaga un poco en ese aspecto… como se supone que debo actuar jamás me había topado con una situación tan vergonzosamente importante. No era una vergüenza mala… sino una vergüenza de exponerme… de que me viera tal cual soy… que pasa si no le gusto después de algún tiempo o si no puede soportar ciertas cosas que yo hago o digo… o como pienso… ¿qué pasaría si después de un tiempo se aburre de tenerme en su casa? ¿Dónde podría ir? No tengo a nadie… mi familia me repudio y no hay vuelta atrás… ellas no me volverán a recibir nunca más… y me alegro… yo quería buscar nuevos horizontes… una aventura… fue por eso que ayude a Hércules porque era mi boleto a acompañarlo en sus aventuras… Luego apareció Perseo… y el me ofreció un hogar… algo nuevo y estable… desde donde podría tener nuevas aventuras… donde podría empezar nuevamente.

La confusión me abrumaba porque yo había tratado de ser más arrojada con Perseo… le di un beso en la mejilla… intente en repetidas ocasiones tomar su mano… lo abrace más de una vez… tal vez fueron esas cosas la que lo empujaron a tener tantas atenciones… Y yo me quede solo anonadada… y haciendo una pregunta tan estúpida… es un hombre… obviamente quiere recibir afecto de una mujer… asi es cómo funcionan los hombres… ¿no es asi? ¿O tal vez está esperando que yo sea un poco más clara con mis intenciones?… Y después de ver su rostro cuando no supe que responder, no creo que las cosas sean del todo naturales entre nosotros… la torpeza y tal vez un poco de distanciamiento estaba a las puertas… y yo no quiero eso.

—Señorita Zoe —la voz de Eneas me asusto un poco, haciéndome saltar un poco de la bañera, gracias a los dioses que había un biombo que cubría la bañera dándome privacidad, pero le permitía a Eneas entrar a la habitación.

—Si Eneas —le respondí calmándome un poco y retomando el baño que había dejado por mi momento de relajación con el agua. Se podía ver que el sol estaba empezando a ocultarse… ya solo un poco de luz quedaba en cielo naranja y rosado.

—¿Está bien? —su voz sonaba un poco preocupada. Que chico tan singular… no era un criado… pero no le molestaba comportarse como tal… un muchacho extraño. Su formalidad podía llegar a molestar a veces, pero no lo hacía con mala intención.

—Si… saldré enseguida —le dije mientras tomaba la toalla para secarme. Al darse cuenta que salía de la bañera se levantó y se dirigió a la puerta.

—Dejé en la cama algo de ropa limpia… luego vendré a limpiar todo aquí —¿ropa limpia? En una casa de hombres… ¿ropa para mujeres? Como es eso posible… tal vez Eneas no tenía razón del todo y si había traído mujeres… sino ¿cómo podría tener ropa de mujeres?

—Está bien… Gracias Eneas —le respondí un poco desanimada con la idea de que Perseo conservara ropa de los dioses saben que mujer…

—La cena estará dentro de una hora —me dijo mientras se dirigía a la puerta, la abrió, pero se detuvo un momento.

—Gracias Eneas… pero esperare a Perseo —le anuncie rápidamente, porque no tenía intención de cenar sin él… necesitaba aclarar todo este malentendido… toda esta confusión… tal vez él no puede expresarse con palabras… y él no sabe que yo no sé cómo responder o expresarme… o que decir en estos momentos… pero un beso diría todo lo que yo quería que supiera… tal vez si lo beso el sabría que si me había dado cuenta de sus atenciones y que me gustaba que fuera asi conmigo… creo que lo que dije sobre si Eneas coqueteara conmigo dejo el camino para que él se sintiera rechazado o no valorado… y todo eso es un error.

—Pero no creo que llegue a tiempo —su réplica tenía sentido por la forma en que Perseo salió… molesto… triste y dolido no creo que vaya a regresar para cenar… por más que me dijo que si lo haría… pero creo que solo lo hizo para ser amable.

—Igual lo esperare —no iba a dar mi brazo a torcer… podía soportar el hambre hasta que el llegar… de todas formas… asi podría estar a solas con él ya que Eneas debía dormir temprano.

—Al menos me honrara con su compañía señorita —sonaba tan formal que pensé que estábamos en la corte… Eneas… Eneas… por favor!

—Zoe, Eneas… me llamo Zoe —le dije con calma aun detrás del biombo… no pensaba salir solo cubierta con una toalla.

—Está bien Zoe… ¿me acompañaras? No tengo compañía usualmente —ahora sonaba más humano más iguales.

—Claro… avísame cuando esté lista la cena… voy tomar una pequeña siesta —le conteste con amabilidad… podría averiguar un poco más sobre Eneas y sobre Perseo…

—Asi lo haré —contesto suavemente y luego abrió la puerta.

—Gracias —le dije con el mismo tono amable y luego salió de la habitación y yo salí de detrás del biombo para encontrarme con una túnica de lino… color azul… muy hermosa con un bordado que jamás había visto en ningún vestido. Rápidamente me lo puse… era casi perfecto para mi talla… giré un par de veces sintiendo la comodidad de la túnica. Pero no pude evitar bostezar y sentir el peso del viaje más la relajación de un baño caliente. Asi que rápidamente me refugie en la cama y me abrigue para rápidamente caer en el sueño. Al menos hasta que Eneas me avise que la cena está servida.

No sé cuánto tiempo paso hasta antes de que abriera mis ojos. Pero cuando lo hice empecé a escuchar la voz lejana de Eneas llamándome desde fuera… me levanté con algo de Pereza aun… estaba cansada por el largo viaje y porque hace más de 10 días que no tenía una cama para dormir. Pero no podía dejar a Eneas cenar solo asi que me levanté y empecé a caminar hacia la puerta. Su rostro estaba iluminado de alegría cuando me vio. Pobre muchacho seguramente no tiene compañía a menudo

—¿Que has preparado hoy Eneas? —Le pregunte mientras empezábamos a caminar rumbo a la estancia principal. A la luz de la fogata principal el salón se veía más acogedor que con la luz natural. Supongo que por eso fue que pusieron la fogata en el medio para darle ese toque especial en las noches.

—Cordero… Zoe —me señalo una pierna de cordero que estaba al costado de la fogata, pero el fuego ya no estaba cocinándola asi que supongo que solo estaba allí para mantenerlo caliente.

—¡Qué bien! Me has llamado Zoe —celebre que empezara a verme como un igual… necesitaba amigos al igual que yo.

—Solo porque me lo pidió —dijo sonriendo y empezó a cortar el cordero en pequeñas fetas (lonjas como sea que le llamen en vuestros países)

—Bueno al menos dejaste de hacerlo… no eres un sirviente… somos iguales —me senté junto a la fogata y dejé que me mantuviera caliente, como recién me había despertado tenía algunos pequeños escalofríos cuando salí de la habitación. Eneas me vio un poco asombrado de que yo le dijera que somos iguales.

—¿Iguales? —pregunto como si hubiera dicho alguna locura.

—Claro… no tengo más privilegios que la de huésped… tú en cambio eres el administrador aquí —le hice ver su verdadera condición, no era un criado… era el administrador de las posesiones de Perseo… pero nunca lo había visto de esa forma… tal vez porque era joven aún.

—Nunca lo había visto asi —me ofreció un pedazo de cordero el cual acepte gustoso… tenía una muy buena sazón. El continúo sirviendo sus alimentos y trajo un par de copas y una jarra… con vino… ¿no era demasiado joven para tomar esta clase de bebidas?

—Además si Perseo no quiere que lo trates como señor… harías bien en no hacerlo —quería que de una vez por todas lo entendiera… a Perseo parecía molestarle que lo tratara como si él fuera su amo.

—Está bien Zoe —me ofreció el vino, pero tuve que rechazarlo ya que con el estómago vacío no tardaría demasiado en dar un espectáculo de lo más embarazoso

—Ahora come… debes tener hambre… y yo quiero escuchar tu historia —le hice una seña para que empezara con su cena.

—¿Mi historia? —me pregunto un poco nervioso… o avergonzado… si supiera cual es mi historia seria a un más vergonzoso.

—Claro… como es que conoces a Perseo y todo eso —no quería presionarlo demasiado, pero tenía curiosidad por conocer su historia.

—Está bien… pero es una larga historia —suspiro con derrota… sonreí ligeramente. Me gustan las buenas… y más aún si en medio de todo eso voy a poder conocer un poco de la historia de Perseo.

—Hasta que llegue Perseo seguro tenemos mucho tiempo —Entonces una larga noche de historias comenzó.

||||—||||—||||—||||

Luego de escuchar su historia no pudimos evitar quedarnos en silencio por un periodo prolongado, pero luego una pequeña curiosidad con respecto a Perseo me invadió y quería sacarme la duda a toda costa.

—Entonces… Perseo —empecé como dando pie a que el continuara la conversación en relación a Perseo… pero el solo me miro con una cara de perdido mientras limpiaba un poco de los residuos de la cena.

—¿Que hay con él? —no habíamos hablado mucho de Perseo puntualmente, asi que el rostro de Eneas me dejo más que claro que no sabía porque la conversación se encaminaba hacia allí.

—Nada olvídalo —decidí dejar el tema… tampoco quería que Enenas pensara que estaba ansiosa por saber más sobre Perseo.

—Zoe —su voz sonaba como vamos pregunta lo que quieras preguntar.

—El nunca… ya sabes… ha tenido… tiene —trate de que con mis expresiones entendiera lo que estaba tratando de preguntar, pero me resultaba difícil, hasta vergonzoso, preguntar por la vida sentimental de Perseo… no se… me sentía una celosa compulsiva… o una desesperada enamorada.

—¿Un caballo? —la sonrisa burlesca en el rostro de eneas me hizo enfadar, pero trate de controlarme… obviamente lo hacía para fastidiarme.

—Eneas… sabes de lo que hablo —trate de que mi sonara a suplica y no a amenaza, porque estaba dispuesta a darle un par de golpes por jugar conmigo…

—Si… bueno… ¿hablas de una novia? —se llevó la mano al mentón y disparo su mirada hacia el techo… este chico terminara colmando mi paciencia. No sé por qué Perseo no la ha perdido ya con él.

—Ummm… —fue lo único que pude decir… empezó a enumerar con los dedos de manera exagerada y cada dedo que añadía a su cuenta era un gruñido de rabia. Sentía una rabia incalculable… casi como la que pude sentir cuando estuve frente a frente con Hércules.

—Haber… mmmm… no… yo diría que no —esa sonrisa pícara y descarada me estaba haciendo hervir en ira… y todo para decir que no estaba completamente seguro de su respuesta.

—¿Tu dirías que no? Es decir… ¡no estás seguro! —gritaba con furia mientras Eneas se alejaba un poco, pero si dejar de sonreír como si le causara placer verme explotar de rabia ante su respuesta.

—Bueno tú sabes… en el ejército suelen tener ciertas prácticas —la sola idea de que Perseo sea esa clase de hombre me revolvía el estómago y tenía ganas de tenerlo frente mío para golpearlo… Aunque no sabía exactamente por qué.

—¿No pensaras que Perseo sea esa clase de hombre que ve a la mujer como un objeto de satisfacción y nada más? —reaccione para defenderlo… él no es asi… al menos jamás trato de aprovecharse de mi o de seducirme con esos fines, es más siempre actuaba de manera torpe cuando me acercaba mucho a él. Eneas me sonreía como si hubiera conseguido lo que quería.

—Por eso digo… el señor Perseo no haría eso —declaro con una seriedad fingida para luego largar la carcajada descarada y ruidosa que me hizo enfadar… entonces le di un buen golpe en el brazo.

—¡!Eres un desgraciado!!… ¡porque te ríes! —Eneas dejo de reír lentamente y se frotaba el brazo mientras aún quedaban rezagos de su burla.

—Porque es gracioso ver como expones tan fácilmente que tienes sentimientos muy fuertes por Perseo —la declaración de Eneas me dejo helada por dentro… pero rápidamente salieron dos palabras de mi seca garganta.

—¡Yo no! —no podía decir nada más.

—¿Vas a negarlo? —Eneas me dio una mirada penetrante, como si a él le doliera que me negara a la clara verdad que él había expuesto.

—Yo… no…. —Las palabras se ahogaban en mi garganta… no podía negarlo… no podía decir que no… seria la peor mentira de mi vida.

—¿Tu no qué? —volvió a preguntarme de una manera desafiante… entonces cedi a confesar algo tan importante.

—Yo no lo niego —mis mejillas me ardían… y sentía una vergüenza desconocida que me invadía como si algo se hubiera destapado dentro mío.

—Con razón son tan torpes —una sonrisa amable se dibujó en Eneas, quien me ofreció una copa de vino, que rápidamente bebí.

—¿Es tan notorio? —pregunte con vergüenza, mientras por dentro un calor propio del vino hizo que mis mejillas volvieran a teñirse de un brillante rojo.

—Y claro… hasta un ciego lo notaria —la expresión de sus manos me hacía sentir aún más tonta y expuesta de lo que ya me sentía.

—Qué vergüenza —dije con un suspiro derrotado… no me gustaba que otras personas husmearan en mis sentimientos… aún tenía miedo de que Perseo mismo lo supiera. Una cosa es que yo a través de mis acciones le dé a entender cosas… y otra diferente es que yo abiertamente le confiese la naturaleza de mis sentimientos. La expresión de Eneas se tornó adusta… ¿dije algo incorrecto esta vez?

—¿Te avergüenzas de mi señor? —pregunto de manera airada… avanzando hacia mí de manera tempestuosa.

—¡Que! ¿Yo? ¡No! ¡Claro que no! —agite los brazos rápidamente para que no creyera que despreciaba a Perseo… claro que no… Pero en el camino Eneas empezó a reír nuevamente sin control. Odio a este chico…

—Esto es sin duda muy gracioso —se tomaba el estómago de tanto reír y yo solo atine a tirarle un golpe en el brazo… al parecer funciono, pero en cuanto lo hice una fuerte impresión me golpeo… Perseo… él estaba enfadado con mi desentendimiento de sus atenciones.

—Deja de burlarte de mí Eneas… además no creo que algo pueda llegar a suceder entre nosotros —la decepción de mis palabras hizo que la sonrisa de Eneas se borrara. Tenía un nudo atravesado en mi garganta de recordar toda esa escena. Eneas me miraba con un poco de compasión, pero a la vez su mirada era reflexiva, como si estuviera pensando en lo que iba a decir.

—Perseo puede ser muy tímido… hasta un poco tonto a veces, pero no te dejaría ir sin intentarlo todo para conseguir tus afectos —sus palabras sonaban alentadoras… un poco de luz entro a mi entenebrecido animo… pero rápidamente fue extinguido cuando ese todo se dibujó ante mis ojos. Me salvo de Hércules, prácticamente puso la vida por mi… me busco cuando todo hubo terminado para ofrecerme un nuevo hogar, cuido de mí en todo el largo camino, luego aquí me cedió su propia habitación y yo simplemente no pude ver lo obvio… Perseo tenía alguna clase de sentimiento por mí.

—Me temo que llegamos a ese todo… creo que arruine todo —tuve que decirlo… tal vez no ayudaría en nada, pero tenía que reconocer que fui yo quien estropeo las cosas… usualmente seria lo suficientemente orgullosa para negar cualquier clase de culpa, pero me encontraba aun sensible a cualquier emoción.

—Eso no puede ser posible... Pude ver en los ojos de Perseo un brillo especial con tu presencia aquí… no voy a negar que se veía perturbado por el mensaje que recibió… pero no creo que fuera un poco áspero debido a ti —Perseo estaba ya perturbado antes que Eneas hubiera entrado a la habitación con aquella carta. Pero no pude evitar sentir un poco de dolor cuando me hablo del brillo de sus ojos… yo vi como ese brillo se extinguió para conmigo.

—Yo le pregunte tontamente… porque tenía tantas atenciones conmigo, y deberías haber visto la cara de herido que me puso —Eneas suspiro como si lo que acabara de decir fuera una mala señal… pero no dijo nada por un momento.

—¿Que te dijo? —tenía miedo de que lo que iba a decirle fuera solo una respuesta a mi anhelo de que hubiera algo que yo pudiera hacer para hacerle saber a Perseo que sus atenciones no pasaron desapercibidas.

—¿En serio Zoe? —le conté con un poco de timidez, pero tratando de imitan el tono monótono y dolió de la voz de Perseo cuando dijo esas palabras.

—Mmmm… creo que solo debes dejar que se le pase antes de arreglar las cosas —no sonaba del todo convencido y eso no ayudaba demasiado a poder creerle.

—¿Tú crees? —si alguien conocía a Perseo ese sería Eneas.

—Perseo por lo general no se enfada… pero cuando hay muchas cosas que se juntan es mejor dejar que su cerebro se enfrié, luego podrás corregir tus palabras —me ofreció un poco más de vino, pero decidí rechazarlo esta vez porque con el estómago vacío podría desencadenar una somnolencia que no quería que estuviera presente. Quería esperar a que Perseo volviera.

Eneas se fue a dormir y me consejo que hiciera lo mismo ya que era tarde y tal vez Perseo demoraría mucho más tiempo o tal vez no vendría a dormir en casa. No quería dejar pasar más tiempo, además él dijo que vendría. Esperé por un tiempo más, pero el cansancio del viaje hizo su trabajo, asi que finalmente decidí seguir el consejo de Eneas, asi que me retiré a la habitación que Perseo me había dado.

Note con agrado con Eneas había dejado una especie de túnica blanca para que pudiera cambiarme de ropa para dormir. No debo olvidar darle las gracias cuando amanezca. Tal vez Perseo haría el suficiente ruido como para despertarme y poder al menos servirle la cena. Ya que no me había dejado cocinar durante todo nuestro largo viaje por lo menos me dejaría compensar mi estupidez con servirle la cena y cenar conmigo… tal vez podría dejar algunas cosas en claro con él… algunas cosas que tal vez yo no había sabido expresar… o él lo tomo un poco como un rechazo. Después de un tiempo de haber dormido me desperté sobresaltada y salí corriendo hacia la entrada de la casa para ver si Perseo había regresado, pero para mí decepción todavía no había vuelto. Asi que volví a mi habitación.

||||—||||—||||—||||

Un extraño ruido me despertó… con un poco de pereza me levanté y empecé a caminar hacia la entrada. Allí estaba el… se notaba que estaba muy cansado. Estaba sentado con los brazos atrayendo sus rodillas hacia su pecho y su cabeza con la mirada hacia el suelo.

—Perseo... —pronuncie su nombre con algo de temor de que su mirada me dijera más de lo que quería saber. No respondió. Por un momento pensé que se había quedado dormido. Me dolía tanto verlo en el suelo mientras yo tenía una cama donde dormir. Me acerque y me arrodille a su lado y toque su hombro. —Perseo —rápidamente giro su cabeza hacia mí. Algo había muerto en su mirada. Algo que estaba más allá de mi alcance tal vez.

—Oh… Zoe… lamento haberte despertado —dijo con un poco de frialdad levantándose del suelo rápidamente, ni siquiera quería verme a la cara. Pero lo poco que pude ver de la suya tenía la cara manchada de algo similar a las lágrimas, pero no era del todo seguro.

—Está bien… igualmente iba a despertarme para servirte la cena —su rostro se volvió un poco adusto. Solo en ese momento me dirigió una mirada, un tanto fría.

—Te dije que no hacía falta —esas palabras salieron rápidamente, recordándome la gravedad de mi situación. Y que debía arreglarla pronto.

—Lo se… pero realmente quería hacerlo —trate de darle énfasis en la palabra querer. No le diría que yo todavía había cenado, eso tal vez no le agradaría demasiado.

—Ese no es el punto —suspiro de manera cansada.

—Vamos… déjame, aunque sea una sola vez —le suplique. Jamás lo había hecho. Pero Perseo merecía más de lo que yo pudiera darle alguna vez en la vida.

—Una sola vez —su voz sin convicción me hizo sentir un poco desanimada, pero no podía echarme atrás.

—Si —dibuje la mejor sonrisa que pudiera fabricar en ese momento. Pero él no respondió a mi sonrisa, sino que dejo a un lado su capa y un rollo sellado.

—Iré a lavarme un poco —hizo su camino hacia la puerta.

—¿Dónde vas? —le pregunte como un ruego para que se quedara. Tal vez se le ocurriría quedarse fuera de casa… y yo quería pasar tiempo con él.

—A lavarme —su voz sonaba cansada, no sé si cansada de que le preguntara tantas cosas o simplemente porque necesitaba descansar.

—Pero puedes hacerlo en mi…. Tu habitación —le señale hacia donde estaba la habitación que me había dado.

—No… yo prefiero hacerlo en el establo —me respondió con firmeza mirando hacia el suelo. No pude resistir más esta barrera que estaba entre nosotros.

—Perseo… por favor… no hagas eso —le pedí con dolor en el corazón. Creo que realmente pudo haberse sentido un tanto rechazado. ¿Pero esa irreparable? ¿Realmente pudo llegar a pensar que le rechazaría tan crudamente?

—¿Hacer qué? —Perseo no despegaba su mirada del suelo, ignorándome completamente.

—Eso… eso que estás haciendo… de ser indiferente —le espete con un poco de rabia de que negara lo obvio.

—No estoy siendo indiferente… estoy siendo practico —confeso con su voz un poco quebrada, pero rápidamente se recompuso y se giró para abrir la puerta.

—Practico —suspire repitiendo la palabra que usaba para describir la indiferencia hacia mí.

—Vengo enseguida —dijo finalmente su voz estaba entrecortada nuevamente, pero no me dio tiempo a decir nada más porque salió corriendo.

Empecé a calentar la cena para ambos. No sabía si querría comer conmigo asi que por las dudas solo puse la comida en su plato y decidí esperar a ver si al lavarse había cambiado su estado de ánimo. Finalmente entro por la puerta. Y con él un ventarrón que casi apaga la fogata.

—Toma… aún está caliente —le ofrecí un plato lleno de deliciosa carne de cordero que Eneas había preparado.

—Gracias… —susurro casi inaudiblemente. Pude ver que al menos se había ido un poco de esa indiferencia que traía al comienzo.

—Entonces… ¿porque tardaste tanto? —le pregunté mientras me senté a su lado con mi plato. No creo que diría nada al respecto. Guardó silencio por un momento. Pero de un momento a otro hablo.

—Mañana salimos hacia la ciudad —me sorprendieron las noticias que me daba. No es que no quisiera ir con él a dondequiera que el fuese, pero recién habíamos llegado. Debo admitir que estaba cansada. Al no ser inmortal nunca más las leyes naturales empezaron a golpearme y necesitaba descansar más de lo normal para recuperar fuerzas.

—¿Mañana? Pero acabamos de llegar —pregunte con un poco de ansiedad… ¿a qué vamos a la ciudad?

—Lo se… es solo que tengo que ir a la ciudad —su voz sonaba un tanto preocupada, pero también desesperada, como si no quisiera que preguntara más. Pero yo necesitaba saber porque teníamos que movilizarnos.

—¿Que ha pasado? —le rogué alcanzándole una copa con agua.

—Posiblemente guerra —fue todo lo que dijo para hacer que mi corazón se acelerara y mil posibilidades pasaran por mi mente. La peor de ellas. Perder a Perseo para siempre.

—Entonces significa que están llamando a todo el ejército —antes que una pregunta fue una afirmación.

—No lo sé aun… la nota no decía mucho —entonces entendí que la nota era una convocatoria para que se presentara a servicio.

—Entonces me dejaras en la ciudad? Pensé que… —¿pensaba dejarme sola en la ciudad? No pude terminar mi pensamiento porque el rápidamente habló.

—No… te llevare con una amiga —dijo rápidamente, aunque el termino amigo me dejo un sabor amargo en la boca no me atreví a pensar más de lo debido.

—Perseo… —susurre queriendo cambiar drásticamente el centro de la conversación.

—Por favor Zoe… no… yo solamente estoy pensando en lo mejor para ti —su sinceridad era notoria, pero también sabía que estaba sufriendo… por dentro Perseo estaba sufriendo y su voz, su mirada y su expresión me lo podían decir claramente. No sonreía más.

—Pero tu dijiste que estaría contigo —le suplique que no me alejara de su lado… quería más tiempo… solo un poco más de tiempo.

—No lo entiendes… —casi que era un regaño. Era verdad no entendía.

—Ayúdame a entender —tomé su mano rápidamente… no la aparto, al contrario, la apretó suavemente.

—Solamente tienes que confiar, aunque sea un poco en mi —su mirada se perdió en el fuego mientras sus palabras me tocaban el corazón haciendo que me doliera.

—Y lo hago… —susurre…

—¿Entonces? —suspiró de manera agotada. No sabía cómo llegar a donde quería con Perseo.

—Entonces… quiero decirte algo… —empecé, pero rápidamente fui cortada por una sola palabra.

—No

—¿No?... Pero Perseo, tus atenciones no pasaron desapercibidas, es solo que me asusté —le confesé lo asustada que me había puesto cuando habíamos hablado. No sabía que decir, me quede sin palabras.

—¿Hice algo que pudiera asustarte? —un poco de dolor en sus palabras me hicieron sentir doblemente tonta.

—No, pero debes entender que jamás nadie tuvo esa clase de atenciones conmigo… siempre estuve encerrada en ese jardín —era cierto jamás había salido del jardín, y cuando Hércules llego era mi boleto para una nueva aventura.

—Será… será mejor que descansemos, tenemos que partir temprano —se levantó rápidamente, pero yo todavía no había terminado con él. Le tome del brazo suavemente, quería su atención total.

—Perseo… —empecé susurrando su nombre con suavidad. Quería ablandarlo un poco.

—Zoe… —susurro temblando un poco. Quise sonreír, pero no quería que pensara que me estaba burlando de él.

—No hubo nada que hicieras que no hiciera mi corazón latir… que no me hiciera sonrojar como una tonta… que me dejara sin palabras… nada… me sentí una tonta preguntando por tus atenciones pensando que podrías decir algo más directo —cuando hube termine de decir lo que quería decir, sentí que un gran peso se levantó de mis hombros, pero a la vez me sentí expuesta. Y tenía miedo de que Perseo me rechazara. Esa era mi realidad.

—Zoe yo… —trato de hablar, pero simplemente sus palabras se ahogaban en suspiros profundos, como si se estuviera ahogando en el mar.

—Perseo… nunca jamás dije esto a nadie —me expuse aún más… dándole la primicia de mis sentimientos. Sus ojos titilaban con un brillo extraño. Como si estuviera reprimiendo algo.

—Yo… —trato de hablar, pero hice lo que jamás tendría pensado que podría llegar a hacer. Un valor salió desde el fondo de mí ser para empujarme hacia adelante y capturar sus labios con los míos. Me asuste porque sentí que todo mi cuerpo empezaba a debilitarse y mis ojos se cerraban como si me fuera a desmayar. Me asusté más cuando sentí que Perseo empezaba a temblar. Él no me rechazo, eso ya era más que bueno. Sus manos se fundieron con las mías mientras nuestros labios ardían en llamas. No sé cuánto tiempo duro, un par de segundos, varios minutos, horas… años… Solo sé que cuando nos separamos necesitaba con urgencia respirar. Sus manos no abandonaron las mías. Pero cuando abrí los ojos me topé con una realidad completamente diferente a la que esperaba. Perseo tenía lágrimas en los ojos y algunas ya corrían por sus mejillas con tal fluidez que me asuste. Tal vez le hice daño.

—¿Porque lloras? —le pregunte tocando sus mejillas. Sus lágrimas eran abundantes. Quería abrazarlo en ese instante mágico donde nuestro primer beso se había llevado a cabo, pero el empezó a hablar.

—Porque esto está mal… esto no puede ser… No aquí… no ahora —la miseria de su voz me dijo más de lo que quería saber sobre lo duro que había sido decir lo que dijo. Me dolió en el alma que nuestro beso haya sido solo una antesala de algo tan doloroso como escucharle decir lo que dijo.

—¿De que estas hablando? —Perseo se apartó de mí rápidamente y empezó a caminar nerviosamente sin mirarme, hasta que se detuvo. Para ese momento yo ya tenía lágrimas corriendo por mis mejillas. Me sentía decepcionada y dolida.

—Esto… tú y yo… a puertas de una guerra… no puede ser… lo siento —Cuando dijo eso, quise cerrar los ojos y volver el tiempo y que no hubiera tenido que decir eso. Pero solo me quede helada de pie, mientras el salía de la casa con lágrimas en los ojos. Y yo me quedaba en la casa cayendo de rodillas mientras también lloraba.

More Chapters