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Chapter 4 - Capítulo 4

Capítulo 4 Fénix, Dios Dragón

 

Llegaron a la Cordillera de las Diez Mil Bestias poco

después. Al volar, cualquier lugar parecía cercano, pero si Xión caminara,

tardaría días.

—¿Grupo de mercenarios Demonio Negro? —preguntó Xión a unos

mercenarios que pasaban, sacando una píldora curativa de bajo nivel. Aunque

fuera de bajo rango, los ojos del mercenario se iluminaron de alegría. Él

señaló apresuradamente una carpa en el campamento.

—Joven maestro, su grupo está allí. También tengo un grupo de

mercenarios por si le interesa —Xión asintió.

—Gracias, lo tendré en cuenta —dijo mientras se dirigía hacia

la carpa.

—Hada Chu Yuechan, por favor, sella el lugar —dijo Xión antes

de entrar a la tienda. Chu Yuechan se tensó, pero luego asintió.

La tienda era un amplio espacio de diez metros de ancho. Al

entrar, vieron a un grupo de diez hombres reunidos alrededor de una mesa,

examinando un mapa mientras planificaban algo. Cuando Xión y los demás

entraron, los hombres se voltearon para mirarlos, centrando su atención en Cang

Yue y luego en Chu Yuechan y él. Uno de ellos, que ya estaba en el reino

Profundo Real, les hizo una reverencia respetuosa.

—Joven maestro, damas, bienvenidos. Somos el Grupo Mercenario

Demonio Negro. ¿En qué podemos ayudarles? —preguntó.

—La aldea Fénix, dime su ubicación —ordenó Xión. El hombre y

su grupo se pusieron tensos.

—Joven maestro, no sabemos a qué se refiere —dijo el líder,

pero antes de que terminara de hablar, Xión abrió la primera de las siete

puertas, ingresando al Reino de Alma Hereje.

Esta era la técnica secreta que venía con las Venas Profundas

del Dios Maligno y la razón por la cual Xión había entrenado su cuerpo hasta el

extremo. Esta técnica secreta, además de requerir la apertura de los cincuenta

y cuatro puntos de circulación de energía profunda, también necesitaba un

cuerpo extremadamente resistente, ya que debía soportar un aumento de poder de

tres veces, al utilizar el modo berserk, solo en esta primera etapa.

Xión avanzó rápidamente y, sin que ninguno de los mercenarios

pudiera evitarlo o siquiera verlo, tomó del cuello a uno de ellos. Cuando los

demás voltearon a mirarlo, el mercenario ya caía al suelo con el cuello roto.

—¿Dónde está la aldea Fénix? —volvió a preguntar Xión con

tono sereno.

—¡Maldito! —exclamó un hombre y se lanzó hacia él con una

daga en mano, acompañado por otros dos. Sin embargo, a mitad de camino, los

tres cayeron al suelo con el cuello roto y Xión se encontraba en su posición.

—¿Dónde está la aldea Fénix? —volvió a preguntar. Los

mercenarios no volvieron a intentar atacar, pero corrieron en todas

direcciones, estrellándose contra una barrera creada por Chu Yuechan y dándose

cuenta de que estaban encerrados.

—Joven maestro, por favor, perdone nuestras vidas —rogó un

mercenario arrodillándose y suplicando. Los otros siguieron su ejemplo.

—¿Dónde está la aldea Fénix? —preguntó Xión por cuarta vez,

acercándose a uno de ellos, quien sabía que sería el siguiente en morir.

—¡No! ¡No me mates! Solo yo y el jefe sabemos esa

información. Si me perdonas la vida, te lo diré —ofreció el mercenario. Xión

asintió y en pocos segundos todos los demás estaban muertos.

Xión señaló el mapa en el centro de la tienda. El mercenario,

con su cuerpo tembloroso, se apresuró a acercarse y señaló un punto en el mapa.

—Su aldea está en esta zona, pero no hemos encontrado una

entrada específica. El jefe y yo estábamos espiando el lugar para obtener más

información. Apenas tenemos pistas, solo hemos visto a unos pocos cazadores con

la marca del Fénix en sus frentes —dijo el mercenario.

Xión ya había utilizado sus sentidos sobre él antes y sabía

que era probable que no estuviera mintiendo, pero con lo que dijo ahora,

confirmó que decía la verdad. Xión se acercó al mercenario.

—¡No! ¡Teníamos un trato! —exclamó asustado.

—Lo tenemos, pero aún no te he dado mis condiciones —dijo Xión

levantando la mano y tocando su frente con un dedo. Infundió su energía

profunda en su cerebro—. Te dejaré ir con la condición de que jamás hables con

nadie sobre la aldea Fénix, ni siquiera menciones o insinuaciones de su

existencia. ¿Aceptas? —preguntó Xión.

—Acepto —dijo el mercenario, y se orinó encima al sentir la

presión en su cabeza. Xión frunció el ceño.

—Sigues vivo —dijo Xión con genuina sorpresa. Él había

enviado su energía profunda a su cerebro, creando una compulsión. Si mentía o

siquiera tenía una pequeña duda en cumplir su palabra, moriría de inmediato.

El mercenario lo miró aturdido. Xión retiró su mano y sacó

varias píldoras de bajo y alto nivel para entregárselas al mercenario.

—Corre y no mires atrás —dijo Xión. Estas píldoras eran una

fortuna para este hombre, pero también era un cultivador y no le durarían más

de un año.

Xión le dio un último vistazo al mapa mientras el mercenario,

inseguro de sí mismo, se arrodillaba y se echaba rostro a tierra para agradecer

por su vida. Este era ese tipo de mundo.

Xión miró a Chu Yuechan y a Cang Yue, quienes no se habían

movido de sus posiciones, con sus cuerpos tensos.

—Vamos —dijo Xión saliendo fuera. No encontró ninguna barrera

que le impidiera salir y, fuera del campamento, todo seguía igual. Los

mercenarios de los alrededores ni siquiera habían sentido la barrera.

Media hora después, descendieron en la zona indicada por el

mercenario. Chu Yuechan y Cang Yue no habían dicho ni una palabra desde que

salieron de la tienda de los mercenarios. Xión miró a su alrededor, pero no vio

nada extraño. Retiró el artefacto que ocultaba su cultivo y activó el modo

Berserk de las venas del Dios Maligno. De inmediato, una presencia abrumadora

se centró en ellos.

—¿Quién eres? —preguntó una voz en su mente. Xión saludó con

una reverencia.

—Mayor, soy Xión, y he venido a solicitar tu ayuda para

cumplir una importante misión. Esta es la voluntad del Dios Maligno —explicó Xión.

—Espera allí —dijo el Fénix y su presencia se retiró.

—¡Un remanente de las bestias divinas! —exclamó Jasmine desde

la Perla del Veneno Celestial.

—Te dije que estaban en este planeta —dijo Xión—. No tienes

que ocultarte, dudo que el Fénix no pueda verte, ya que no tengo ningún poder

para ocultarte —agregó. Jasmine hizo una mueca, pero se cruzó de brazos fuera

de su tienda.

—Solo es un remanente —sentenció. Xión sonrió.

—¿Qué sucede aquí? ¿Y quién es el Dios Maligno? —preguntó Chu

Yuechan con tono alarmado.

—Este es el clan Fénix, y la presencia que se acercó a

nosotros es su guardián. No deben acercarse a este lugar sin su permiso. En

cuanto al Dios Maligno, es uno de los dioses de la creación, el dios de los

cinco elementos. Hace millones de años tuvo una fea discusión con sus hermanos

y desde entonces se hace llamar el Dios Maligno. No deben mencionar su nombre

ni hacer referencia a esta historia, ya que esa información puede provocar un

desastre para aquellos que la conozcan —advirtió Xión. Chu Yuechan y Cang Yue

asintieron.

—No debiste haberles dicho nada —dijo Jasmine.

Diez minutos después, treinta personas se acercaron corriendo

al lugar. Llegaron frente a su grupo y sin dudar, se postraron.

—El clan Fénix saluda al enviado —dijeron en coro. Todos

llevaban una marca gris de llamas de Fénix en sus frentes.

Xión sabía que esa marca debería ser de color fuego y que

estos individuos estaban malditos porque sus antepasados habían utilizado el

poder del Fénix para masacrar a mucha gente, por lo que ahora el remanente del

Fénix no les hablaba y les había impuesto una maldición. A pesar de todo,

parecían muy felices al verlo. Xión supuso que el remanente del Fénix se había

comunicado con ellos para pedirles que vinieran a recibirlo, y por eso estaban

contentos.

—Quisiera ver a su guardián —dijo Xión.

—Enviado, por favor, síganos —dijo un hombre que lideraba el

grupo.

Los miembros del clan Fénix lo llevaron a su aldea y a la

cueva donde residía el remanente del alma del Fénix.

—Entra, la barrera no te detendrá —dijo la voz del Fénix en

su cabeza.

—Espérenme aquí —dijo Xión y entró. Como había dicho el

Fénix, la barrera no lo detuvo, ni siquiera la sintió.

Xión avanzó por un túnel hasta llegar a una caverna enorme,

donde dos ojos carmesí, que parecían ser los de una mujer, lo saludaron. Estos

ojos eran un remanente del alma de una antigua bestia divina, el dios Fénix.

—Por favor, habla —dijo el Fénix. Xión, quien estaba atento a

Jasmine en la Perla del Veneno Celestial, sonrió.

—Mayor, eso no será necesario. Soy consciente de que puedes

ver en mi mente, por favor, hazlo. Hay cosas que no puedo arriesgarme a decir

—explicó Xión. Jasmine, que esperaba escuchar todo con emoción, puso una

expresión furiosa.

—¡Xión! —reprendió Jasmine con ira.

—Entonces, avanza —dijo el remanente del Fénix.

Xión avanzó y su cuerpo se elevó. Sintió una presencia en su

mente, pero no se resistió. No le preocupaba que el Fénix pudiera ver

demasiado, ya que todos sus conocimientos tecnológicos y todos sus

conocimientos como un dios estaban sellados, y solo él podía acceder a ellos

libremente.

Una hora después, fue devuelto al suelo.

—El peligro que se acerca es mucho peor de lo que he podido

imaginar —dijo el Fénix con pesar—. Incluso el dios ancestral no es capaz de

detenerlo —agregó con tristeza—. El Dios Maligno… —El Fénix parecía tener

dificultades para aceptar sus recuerdos.

—Parece que siempre estuvimos equivocados —dijo el Fénix con

pesar—. Pero tu presencia en este mundo es una oportunidad de redención para

todos. Viajero, espero, por el bien de nuestra existencia, que cumplas tu

propósito en este mundo.

»Como posees la semilla del fuego, asimilar mi línea de

sangre, esencia y alma te será fácil. También te daré la Oda Mundial del Fénix

y colocaré algunas protecciones en tu mente para evitar que alguien con malas

intenciones obtenga algo de lo que sabes —dijo el Fénix, y Jasmine gruñó con

ira. Xión sonrió, no sabía que el Fénix hiciera chistes.

—Solo eres un remanente, ¡no seas arrogante! —reprendió

Jasmine, saliendo de la Perla del Veneno Celestial y señalando con el dedo a

los ojos carmesí, que eran la forma del remanente del Fénix, con el cuerpo

tenso de indignación.

—No me refería a ti. Dentro de su mente, eres de absoluta

confianza. Solo teme que sus conocimientos te hagan daño, y creo que eso ya lo

sabes —dijo el remanente del Fénix con tono alegre. Jasmine apresuradamente

bajó el dedo y pareció incómoda.

—¡Solo dices tonterías! —espetó y se cruzó de brazos.

—Tu futura existencia y la de este mundo dependen de que él

cumpla con el propósito de la Diosa Ancestral. No debes negarle cosas debido a

tus…

—¡Se las daré! —chilló Jasmine desesperadamente. Xión levantó

una ceja con interés.

—¿Quieres morir? —amenazó Jasmine con tono asesino. Xión

estaría dispuesto a soportar una paliza por conocer los sentimientos de ella

hacia él, pero si hablaba, estaba seguro de que moriría, por lo que solo pudo

suspirar y darse por vencido.

—Si estás listo, comenzaremos el proceso de herencia en este

momento —dijo el Fénix. Xión pensó en algo.

—Mayor, aprovecharé mi capacidad para heredar legados e iré

con los otros remanentes de las bestias divinas. ¿Tendrán algún problema para

ver mis memorias? —preguntó Xión.

—Bueno, el Dios Dragón no tendrá problemas en eso —dijo el

Fénix con renuencia. Xión suspiró internamente, ya se lo imaginaba.

—Mayor, necesito el apoyo del Cuervo Dorado —dijo Xión,

sabiendo de la enemistad entre estos dos, y para obtener la confianza del

Cuervo Dorado, necesitaría más que palabras. El Fénix guardó silencio por unos

segundos.

—Es un hipócrita —dijo Jasmine en su mente, porque el Fénix

acababa de reprenderla por no colaborar con él debido a sus sentimientos, pero

ahora era evidente que le disgustaba que se asociara con sus rivales.

—Lo tendré en cuenta —dijo el Fénix con una mínima cantidad

de voluntad y mucha renuencia.

Tres días después, Xión salió del remanente del Fénix.

Gracias a haber absorbido diez gotas de sangre del Fénix, su esencia y parte de

su alma, se convirtió en un heredero del Fénix y avanzó a la etapa de la

Verdad, de rango 10, saltando desde la etapa elemental.

Sin embargo, Xión no estaba contento con esto, ya que su

cultivo se encontraba en un estado desordenado debido a su rápido avance, y su

cuerpo seguía siendo el mismo, solo con una pequeña mejora. No podía abrir la

siguiente de las siete puertas secretas, que le permitiría multiplicar su poder

profundo por cuatro. En resumen, necesitaba volver al entrenamiento de

inmediato.

Por supuesto, en comparación con Yun Che, él era como un

dios. Después de cuatro meses, Yun Che, debido a la falta de recursos

adecuados, solo había logrado alcanzar el rango 4 del primer reino, mientras

que Xión había avanzado tres reinos en menos de dos meses.

Al salir de la aldea, Xión miró a la gente del clan Fénix

reunida fuera de la cueva. Chu Yuechan y Cang Yue esperaban a un lado, en una

pequeña tienda que habían armado. Xión dirigió su mirada hacia la gente del

clan Fénix.

—Su guardián ha decidido perdonarles por el pecado de sus

antepasados, pero no olviden sus leyes, pues si lo hacen, serán desterrados

—sentenció Xión, mientras las marcas en la frente del clan Fénix pasaban de un

gris negruzco a un color fuego purificador. Al verse liberados de su maldición,

el clan se apresuró a arrodillarse y dar gracias a su deidad guardiana,

mientras juraban seguir sus leyes. Xión se acercó a donde estaban Chu Yuechan y

Cang Yue.

—Cang Yue, nuestros caminos pronto se separarán, por lo que

necesito saber tu respuesta ahora —dijo Xión. Cang Yue dudó. Chu Yue la miró a

medias, parecía que ella aún no sabía que viajaban con la princesa del país.

—¿Era necesario matar a esos hombres? —preguntó Cang Yue.

Ella era una pacifista y nunca había matado a nadie.

—Quizás no. Una persona de gran poder habría podido

someterlos sin violencia ni muertes. Pero en mi caso sí, porque soy demasiado

débil y no puedo darme el lujo de cometer errores dejando enemigos detrás

—explicó Xión—. Ellos también planeaban atacar esta aldea, y como habrás

notado, no tenían el poder para defenderse si los mercenarios lograban evadir

sus protecciones —agregó.

Cang Yue no parecía estar satisfecha con su respuesta, pero

hizo una reverencia.

—Por favor, joven maestro Xión, ayúdame con la salud de mi

padre —rogó Cang Yue. Xión la ayudó a levantarse.

—Ya te lo dije antes, tengo una deuda contigo. No necesitas

ser amable conmigo. Incluso si me escupes en la cara y luego me ordenas

ayudarte, lo haré sin dudarlo. Por supuesto, si me escupes en la cara, te

abofetearé sin dudarlo —dijo Xión. El hecho de ayudarla no significaba que

permitiría que lo tratara de cualquier manera. Cang Yue lo miró confundida,

pero finalmente asintió.

—Bien, por ahora regresaré a la Nube Congelada Asgard.

Necesito entrenar con urgencia, ya que mi cultivo está en riesgo. Sin embargo,

en tres meses, debería estar llegando a la capital. No informes sobre mi

llegada ni sobre lo que sucedió aquí a nadie. La enfermedad de tu padre no es

natural y él morirá sin remedio si adviertes a sus enemigos que será curado

—advirtió Xión. Cang Yue se tensó.

—¿Quién se atrevería a atentar contra el emperador? —preguntó

Cang Yue.

—Tus hermanos, sus esposas, algunas sectas. Tiene muchos

enemigos, incluso su médico. Te conviene mantenerte en silencio hasta mi

llegada si no quieres causar un desastre para tu padre —respondió Xión con

calma. Cang Yue se puso pálida.

—¿Cómo sigue vivo ese individuo? —preguntó Jasmine desde la

Perla del Veneno Celestial.

Cang Yue regresó a la Ciudad de la Luna Nueva en lugar de ir

a la capital. Xión volvió a la Nube Congelada Asgard y se centró en un riguroso

entrenamiento del cuerpo.

Jasmine le entregó una gota de sangre del dios de la

estrella, la sombra rota del dios de la estrella, que era una técnica de

movimiento divina, la técnica para fortalecer su cuerpo, el Gran Camino de

Buda, y la habilidad de combate con una espada pesada, el Tomo Divino del

Encarcelamiento del Lobo Celestial. Era un nombre grandilocuente, pero también

una técnica formidable, ideal para el manejo de una espada pesada.

Pasaron dos meses, y Xión se enfocó en cultivar su cuerpo y

dominar el Gran Camino de Buda, una técnica que no solo mejoraba su cultivo,

sino que también fortalecía su cuerpo y sus venas profundas. Además, refinó una

gran cantidad de medicinas para la secta Nube Congelada Asgard y guardó algunas

para su uso personal. Entre las más útiles estaban las medicinas de rango

cielo, que eran escasas en la secta, pero gracias a la Perla del Veneno

Celestial, pudo aprovechar al máximo sus beneficios.

Después de dos meses de entrenamiento y con diversos

materiales de mejora del cuerpo, como la sangre del dragón emperador que

convirtió en píldoras para reducir su efecto, Xión alcanzó el reino profundo

espiritual. Sin embargo, no fue debido a una cultivación convencional, sino

gracias a la práctica del Gran Camino de Buda, que fortaleció sus venas

profundas, y al continuo fortalecimiento de su cuerpo.

Xión ahora podía abrir la segunda puerta secreta, Corazón

Ardiente, sin dificultad, manteniendo también abierta la primera puerta, Alma

Hereje. Estas puertas secretas le otorgaban una habilidad de ataque en área muy

poderosa, aunque consumían mucha energía. A menos que estuviera rodeado de

enemigos, prefería usar la habilidad de espada del Lobo Celestial…

—Si sigues entrenando de esa manera, vas a morir —dijo

Jasmine desde dentro de la Perla del Veneno Celestial. Xión sonrió.

Xión estaba curando sus heridas después de su última sesión

de entrenamiento. Empuñaba una espada pesada de rango cielo y llevaba una

armadura pesada del mismo nivel. Aunque se encontraba en el rango 1 del reino

espiritual, gracias al Gran Camino de Buda, su entrenamiento físico y, sobre

todo, a las puertas secretas Alma Hereje y Corazón Ardiente, sería capaz de

derrotar a un cultivador del reino tierra, y un cultivador del reino cielo

tendría una tarea difícil al intentar matarlo.

Xión contempló su cuerpo. Tenía músculos desgarrados,

moretones y contusiones por todas partes, e incluso algunos huesos fracturados.

A otro cultivador en su estado le tomaría al menos un mes recuperarse, pero él

poseía los conocimientos de un médico divino y ahora contaba con el Gran Camino

de Buda. Aunque aún estaba en la segunda etapa de esta técnica y no podía

curarse directamente, multiplicaba el efecto de las hierbas medicinales sobre

él. Solo necesitaba unas horas al día para sanar sus heridas mientras

descansaba y refinaba las medicinas para la secta, que le proporcionaba una

abundante cantidad de hierbas medicinales para su entrenamiento continuo.

Por la forma en que entrenaba, Xión supuso que un año de

entrenamiento para él, considerando los recursos de los que disponía y sus

células de dios, cuya velocidad de asimilación en su cuerpo aumentaba

constantemente, era equivalente a cinco años de entrenamiento de Yun Che, quien

pasaba más tiempo holgazaneando que entrenando.

Por otro lado, a medida que avanzaba en poder, su cuerpo se

asimilaría más rápidamente. No estaba limitado a esperar, como sucedió en el

mundo Stargate, donde la realidad era estable y sus células divinas tardaron en

recuperarse. Este era un mundo en ruinas, agotado y moribundo, que no oponía

mucha resistencia ante los intrusos. Sus células también estaban mejoradas y

podían adaptarse a cualquier energía disponible. Aunque no podían reunir el

poder del cielo y la tierra debido a su cantidad limitada, podían utilizar la

energía que recibían a través del cuerpo de Yun Che.

—Estoy bien, en un par de horas estaré como nuevo —dijo Xión

sin darle importancia. De todas formas, el dolor era inexistente.

—¡Idiota! —reprendió Jasmine—. ¿Crees que no habrá

consecuencias por tratar así a tu cuerpo? Tus músculos se atrofiarán debido al

daño constante, tus huesos se torcerán, tus venas profundas se debilitarán. ¿No

eres un médico divino? ¿Por qué tengo que recordarte esto? —reprendió enojada.

—Gracias por preocuparte por mí, pero no es necesario —dijo Xión.

Jasmine aporreó el suelo delante de su tienda en la Perla del Veneno Celestial.

Estaba enojada—. Por supuesto, conozco los límites de mi cuerpo, pero también

tengo planes para fortalecerlo.

»Justo ahora, me disponía a reclamar la herencia del Dios

Dragón, lo cual fortalecerá mi cuerpo en gran medida y me dará acceso rápido a

la tercera etapa del Gran Camino de Buda. Con suficientes recursos, mi

velocidad de entrenamiento físico se duplicará, y no tendré problemas con las

heridas.

»Combinaré esto con mi habilidad curativa del Milagro de la

Vida para sanar mi cuerpo y dejarlo como nuevo. Incluso si destruyera mis venas

profundas, no me afectaría en ese momento —explicó Xión. Jasmine parpadeó,

luego apretó los puños con ira, se dio media vuelta, entró en su tienda

caminando como si su cuerpo fuera rígido como madera y cerró la solapa de la

tienda.

—¡Te odio! —gruñó desde el interior. Xión sonrió.

—¡Gracias por preocuparte! —dijo Xión, sintiéndose muy feliz.

—Si no te callas, salgo y te rompo una pierna —advirtió

Jasmine con un gruñido. Era muy linda cuando se enojaba.

Xión no tomaría ningún riesgo que no hubiera calculado antes.

La razón por la que entrenaba de forma maniática era porque sabía que todo el

daño que recibía ahora sería restaurado después de obtener la herencia del Dios

Dragón y entrar en la tercera etapa del Gran Camino de Buda.

Al día siguiente, Xión llamó a la maestra de secta, quien se

apresuró a verlo y en cinco minutos ya estaba allí.

—Maestro Xión, ¿en qué puedo ayudarte? —preguntó la maestra

de secta.

—Maestra de secta, necesitaré su ayuda, ya que debo realizar

otro viaje peligroso donde habrá bestias de rango cielo, en el centro del yermo

de la muerte —explicó Xión.

—¡Eres demasiado descarado! —reprendió Jasmine. La maestra de

secta solo hizo una reverencia.

—Las bestias de rango cielo no serán un gran problema.

Enviaré a Chu Yuechan contigo. Ella ha avanzado al reino emperador y, como fue

gracias a ti, me ha pedido que la envíe cuando tengas algún recado —dijo la

maestra de secta. Xión asintió, preguntándose si esto era el destino, aunque no

planeaba que sucediera nada fuera de lo común.

Chu Yuechan llegó una hora después y Xión, una vez más,

partió de la Nube Congelada Asgard, estando en la etapa espiritual, en el rango

1 del reino profundo. Avanzaron a gran velocidad, ya que Chu Yuechan ahora era

del reino profundo emperador y su poder se había duplicado.

—Maestro Xión, ¿puedo preguntarle en qué reino se encuentra ahora?

—preguntó Chu Yuechan.

—¡Qué mal educada! —bufó Jasmine con desprecio. Esa pregunta

era casi un tabú en el reino de los cultivadores.

—Ella solo pregunta por motivos de seguridad, quiere saber

qué tanta libertad tendría en una batalla para protegerme —dijo Xión.

—No te excuses por ella. Si no puede protegerte, no debió

aceptar la misión y dejar que la anciana viniera —dijo Jasmine.

—Si bestias del rango Cielo nos atacan, puedo esquivar sus

ataques durante algunos minutos o más, siempre y cuando no se empleen a fondo

—explicó Xión. Chu Yuechan se tensó debido a la conmoción, pero logró asentir.

—Jasmine, tu preocupación por mí siempre me llena de

felicidad, pero creí que me considerabas un cobarde sin valor, que no se

atrevía a correr riesgos y prefería cultivar encerrado. ¿Por qué ahora te

preocupa que tenga un guardaespaldas apropiado? —preguntó Xión a Jasmine.

Jasmine guardó silencio unos segundos, y Xión miró dentro de la Perla del

Veneno Celestial para ver su tienda cerrada. Xión solo pudo suspirar en su

mente.

Al llegar al centro del Yermo de la Muerte para buscar el

remanente del Dios Dragón, no tuvieron que perder tiempo revisando el lugar, ya

que dos dragones furiosos se les lanzaron encima, reclamando venganza por la

muerte de su hijo a manos de mercenarios humanos. Xión saltó del artefacto

volador para permitir que Chu Yuechan peleara sin preocupaciones.

Chu Yuechan se enfrentó al par de dragones en igualdad de

condiciones, a pesar de ser del reino profundo emperador, porque la fuerza de

este par de dragones no era ordinaria.

—Tu defensora no sirve para nada, no podrá derrotar a esos

dragones —sentenció Jasmine—. Si me lo ruegas, yo puedo ayudar —ofreció.

—No quiero que sufras un golpe del veneno por mí. Por favor,

no vuelvas a proponer algo así. Ten siempre en cuenta que yo planifico todo al

detalle y, si algo no encaja con mis planes, yo mismo tomaré la iniciativa de

pedir tu ayuda —dijo Xión con determinación.

—¡Eres idiota! ¿Para qué usas un tono grandilocuente si al

final admites que implorarás ayuda si te ves acorralado? —reprendió Jasmine con

un bufido de desprecio.

—Es que eres una diosa del reino divino, con un título

oficial de diosa. ¿Acaso es vergonzoso que un pobre mortal implore ayuda a su

diosa amada? —preguntó Xión.

—¡Ya cállate! Lamerme los pies no hará que cambie de opinión

—reprendió Jasmine, aunque sonreía. Los halagos eran su punto débil.

Xión activó la segunda puerta, Corazón Ardiente, y uno de los

dragones, que antes lo había ignorado al no sentir su cultivo ni intenciones de

pelear por su parte, voló hacia él. Xión sacó su espada pesada de grado tierra,

un arma que ya tenía cierta espiritualidad, y liberó su propia aura de batalla

al sentir la del dragón enfrentándose a él.

—¡Pequeño humano, no eres nada! —rugió el dragón, que se

acercaba volando a un kilómetro mientras Xión lo esperaba en la cima de un pico

de cien metros de altura.

A varios kilómetros de allí, Chu Yuechan se enfrentaba a su

propio oponente, tomando ventaja ahora que luchaban uno contra uno. El otro

dragón se dio cuenta y aumentó su velocidad para embestirlo con toda su fuerza,

abriendo la boca para devorarlo en un solo golpe.

—Dragón idiota, no puedes capturar a alguien que usa la

sombra rota del dios de la estrella con tu pobre velocidad. Xión, solo hazte a

un lado para entretenerlo mientras tu inútil acompañante se encarga del otro

—propuso Jasmine, dando su consejo para la batalla. Xión supuso que temía que

él pensara alguna tontería, como que era capaz de soportar la embestida del

dragón. Xión sonrió.

—No, creo que tienes razón. Tengo que al menos hacer algunas

cosas por mí mismo —dijo Xión y abrió la tercera puerta de las artes secretas

del Dios Maligno, adentrándose en el reino de Purgatorio.

De inmediato, su aura se tiñó de rojo sangre y sus músculos

estallaron y retumbaron, causándole heridas por todo el cuerpo. Sus huesos

temblaron y comenzaron a crujir, todo esto en tan solo un segundo.

Xión ignoró todo eso y, activando la técnica de la espada

pesada del Lobo Celestial, saltó hacia el dragón que estaba a solo cien metros

de él. El dragón abrió mucho los ojos al sentir su poder, pero estaba en plena

embestida a toda su velocidad y no podía hacer nada para cambiar su curso. El

dragón solo pudo concentrar su poder del reino del cielo profundo en su boca y,

al igual que Xión, dar todo lo que tenía.

—¡Xión, retrasado mental! ¡Nos vas a matar a los dos! —chilló

Jasmine con indignación, pero ya era tarde, el daño ya estaba hecho, el choque

con el dragón era un mero trámite.

La espada de grado tierra, que ejercía el poder del lobo

celestial, impactó en la boca del dragón oriental de cien metros de largo,

cortando a través de sus dientes, mandíbula superior e inferior, cabeza y la

mitad de su cuerpo. Sin embargo, la espada no pudo soportar el poder y se

rompió en varios pedazos. Xión desactivó el tercer reino de las puertas

secretas, así como el segundo y el primero, y fue arrastrado por el cuerpo del

dragón hasta estrellarse contra el pico donde antes había estado.

A unos dos kilómetros de distancia, el otro dragón presenció

la atroz muerte de su compañero y emitió un grito de furia, dispuesto a cobrar

venganza. Pero Chu Yuechan, quien tenía un poder similar y no podía

subestimarse, aprovechó la oportunidad y atacó con toda su fuerza. Para cuando

el dragón reaccionó, ya era demasiado tarde y su descuido le causó heridas

graves.

Después de eso, la batalla se inclinó a favor de Chu Yuechan,

pero Xión, que estaba en medio del cuerpo dividido del dragón que había matado,

no tenía tiempo para preocuparse por ello. Su cuerpo amenazaba con desangrarse

y luchaba por tomar algunas píldoras curativas, usando un brazo fracturado en

tres partes para tomar la medicina que había sacado de su anillo espacial.

—¡No te estoy ayudando, estoy cuidando de mi propia vida!

—gruñó Jasmine, apareciendo a su lado y apresurándose a recoger la medicina

profunda para meterla en su boca.

—No puedo masticar, ¿puedes hacerlo por mí? —preguntó Xión

con tono lastimero. Jasmine no dudó y, después de darle tres fuertes cachetadas

que le fracturaron la mandíbula, le metió las pastillas hasta la garganta para

empujarlas dentro. Xión se sintió triste e insatisfecho, ella no solo no

masticó las pastillas por él, sino que también lo golpeó sin piedad.

Por supuesto, eso no fue todo. Jasmine sacó la tina con

hierbas medicinales que usaba en sus entrenamientos y lo metió dentro después

de destruir su ropa ensangrentada con un gesto de su mano, dejándolo en ropa

interior. Al terminar, ella regresó a la Perla del Veneno Celestial.

Xión suspiró abatido y recuperó el cuerpo del dragón para

evitar que su sangre se desperdiciara más en el suelo. Permaneció sumergido en

las hierbas medicinales, esperando a que la batalla de Chu Yuechan llegara a su

fin.

Como su oponente resultó gravemente herido debido a su

descuido, Chu Yuechan no tuvo muchos problemas para derrotarlo. Aunque el

dragón intentó autoinmolarse para herirla o matarla, Chu Yuechan era demasiado

fuerte para que ese truco funcionara, y antes de que pudiera acumular

suficiente poder, ella le cortó la cabeza.

Después de terminar su combate, Chu Yuechan voló hacia Xión a

toda velocidad.

—Estoy bien, solo mi corazón está roto y mi alma está

inundada de tristeza —dijo Xión con sinceridad, refiriéndose a su fracaso en

obtener el aprecio de Jasmine a través de su situación. Xión miró a su

alrededor y supuso que Chu Yuechan buscaba a Jasmine, era difícil creer que no

la hubiera visto.

—Mayor, sé que estás observando, soy Xión, y tengo una misión

urgente que cumplir, que también es la voluntad del Dios Maligno y la Diosa

Ancestral. Si puedes ayudarme, no tengo tiempo que perder, debo seguir

entrenando —dijo Xión, en parte para evitar responder las preguntas de Chu

Yuechan sobre Jasmine. Después de terminar de hablar, una presencia muy

poderosa se concentró en ellos.

—¡Tráelo! —ordenó una voz grave y autoritaria desde una

montaña cercana. Chu Yuechan se estremeció. Al ver su reacción, la presencia se

retiró y Chu Yuechan respiró aliviada.

—Maestro Xión, siempre es una aventura estar contigo —dijo

Chu Yuechan acercándose a la piscina de hierbas para sacarlo y llevarlo junto

al Dios Dragón.

—Espera, primero ve por el otro cuerpo del dragón. Aunque no

te sea útil, esto podría mejorar el cuerpo de Xia Qingyue. Si ella no lo

quiere, la carne de dragón sigue siendo un manjar —dijo Xión.

Chu Yuechan dudó unos segundos, pero al ver la expresión de Xión,

se apresuró a buscar el segundo cuerpo.

Al regresar, Chu Yuechan cargó a Xión en su abrazo cálido, ya

que seguía herido de gravedad y una hora no era suficiente para recuperarse. Xión

guardó la piscina de hierbas medicinales, y Chu Yuechan voló hacia la montaña

mientras lo sostenía.

En la montaña, encontraron otra cueva protegida por una

barrera que no los detuvo. Pronto llegaron a una gran caverna donde encontraron

el remanente del alma del Dios Dragón.

—¡Habla! —ordenó el Dios Dragón.

—Mayor, será más fácil si miras directamente en mi mente

—dijo Xión.

—De acuerdo —respondió el Dios Dragón, y su cuerpo flotó

hacia él. El alma remanente del Dios Dragón se asemejaba a la del Fénix, con un

par de ojos flotantes, pero estos tenían una apariencia más humana y eran de

color azul.

Una hora después, el Dios Dragón rugió de ira cuando la

lectura de la mente terminó.

—¡Malditos bastardos! ¡Cómo se atreven a lastimar a mi

descendencia! —reprendió el Dios Dragón, lo que confirmó la pregunta de Xión.

Entonces, ella sí era la hija del Dios Dragón.

—Mayor, ella está bien ahora, y en el futuro me aseguraré de

que siga así. Cualquiera que le haya causado daño pagará con su vida —aseguró Xión.

La ira del Dios Dragón se calmó.

—Xión, te quedarás aquí durante un mes. Mi poder no es algo

que puedas heredar con tu cuerpo actual debilitado, y no posees ninguna semilla

elemental que pueda ayudarte en el proceso. A pesar de las venas del Dios

Maligno, será difícil para ti.

»Pretendo darte toda mi herencia, incluyendo parte de mi

médula, para que tu cuerpo pueda producir mi sangre por sí mismo y fortalecerse

más allá de lo que cualquier otro de esos inútiles que llevan el nombre de mi

raza pueda lograr —sentenció el Dios Dragón. Era evidente que lo más importante

para él era su familia, ya que no mencionó en ningún momento el asunto de la

extinción universal. Delante de su hija, odo eso quedaba en segundo plano.

—Mayor, haré todo lo posible —dijo Xión, y miró a Chu Yuechan

cuando tocaron el suelo. Esto tomará tiempo. Puedes regresar a la Nube

Congelada Asgard, pero antes pasa por la capital, la Ciudad del Viento Azul, e

informa a Cang Yue, si está allí esperándome, que tardaré un poco más —dijo Xión.

—Iré a informarle y luego regresaré a este lugar, ya que mi

tarea aún no ha terminado —sentenció Chu Yuechan con determinación. Xión

asintió, ya que si ella estaba allí, no tendría que hacer un largo viaje de

regreso.

 

 

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