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Chapter 8 - Capítulo 8: La Sombra del Futuro

El entrenamiento se volvió más intenso. Bajo mi supervisión, Goku y Piccolo, a pesar de sus constantes piques, comenzaron a dominar la detección de Ki. Podían sentir las auras de otros seres, identificar su fuerza y, crucialmente, aprender a suprimir la suya propia para evitar ser detectados. Era un avance fundamental que el Raditz original jamás les habría ofrecido. Krilin, aunque con más dificultad, también mostraba progreso, su determinación superando sus limitaciones de poder.

Gohan, por su parte, era una esponja. Su mente infantil, libre de los prejuicios de los adultos, absorbía mis enseñanzas sobre el control de Ki con una facilidad asombrosa. Le enseñé a canalizar su energía a través de ejercicios de concentración, transformando sus estallidos emocionales en ráfagas de poder controladas. Sus explosiones de Ki, antes caóticas, empezaban a tener un propósito.

Mientras tanto, Bulma se convirtió en mi sombra en la Corporación Cápsula. Su entusiasmo por la tecnología Saiyajin era contagioso, y su intelecto, innegable. Había logrado crear "trajes de peso" ajustables, que si bien no simulaban gravedad, aumentaban drásticamente la resistencia muscular de los Guerreros Z. También estaba trabajando en un nuevo prototipo de scouter, intrigada por la tecnología alienígena que yo portaba.

Sus coqueteos eran sutiles, pero constantes. Frases como "Eres tan fascinante, Raditz" o "Con tu fuerza y mi intelecto, ¡podríamos conquistar el universo!" eran comunes. Yo las desviaba con respuestas evasivas, manteniendo la conversación centrada en el entrenamiento o la tecnología. Era difícil ignorarla, sin embargo. La Bulma de la vida real era tan vibrante y audaz como en el anime, y su atención era un halago, a pesar de las implicaciones futuras.

El tiempo era mi enemigo. A pesar de mis mentiras a Vegeta, sabía que su paciencia era limitada. El plazo de una semana que había negociado era apenas un respiro. Pronto, los verdaderos Saiyajin llegarían.

Una tarde, mientras observaba a Gohan practicar sus ráfagas de Ki controladas, un escalofrío me recorrió la espalda. Mi scouter, que había estado monitoreando constantemente el espacio, emitió un pitido inconfundible.

"Dos unidades de poder significativas aproximándose rápidamente al planeta", anunció la voz sintética del dispositivo. "Niveles de poder: extremadamente altos. Inconfundiblemente Saiyajin."

Mi corazón se apretó. Ahí estaban. Vegeta y Nappa. Llegaban incluso antes de lo que recordaba, quizás mi llamada había acelerado su llegada por la curiosidad de Vegeta sobre mis "semillas de poder".

Corrí hacia Goku, que estaba en medio de un ejercicio de Ki. "¡Goku! ¡Piccolo! Vienen. ¡Dos naves, Saiyajin! ¡Están a punto de aterrizar!"

La noticia golpeó a todos como un rayo. Los rostros de Goku y Piccolo se endurecieron, sabiendo que la verdadera amenaza, la que yo les había advertido, estaba finalmente aquí. Krilin palideció. Gohan se aferró a la pierna de su padre, asustado.

"¿Estás seguro, Raditz?", preguntó Goku, su voz grave.

"Absolutamente", respondí, mi mirada fija en el cielo. "Sus Ki son monstruosos. Mucho más altos que el mío. Son los dos Saiyajin de los que les hablé, los compañeros de Vegeta. Nappa y el propio Príncipe Vegeta."

La revelación de la llegada de Vegeta no solo significaba la confrontación inminente, sino también una complicación aún mayor para mi propio juego de engaños. Vegeta era inteligente, y mi historia sobre las "semillas de poder" tendría que ser vendida con una convicción que rozara la locura. Además, si Bulma y Vegeta se encontraban en estas circunstancias, la historia podría desviarse de maneras impredecibles.

Piccolo, con su pragmatismo, fue el primero en reaccionar. "Bien. ¡Vamos a enfrentarlos! ¿Dónde van a aterrizar?"

"En la Ciudad del Este", mi scouter parpadeó con las coordenadas. "En medio de la ciudad, para causar el máximo impacto y terror."

Goku asintió, su rostro serio. "Entonces no hay tiempo que perder. ¡Vamos, Raditz!"

Mientras volábamos a toda velocidad hacia la ciudad, el miedo y la emoción se mezclaban en mi interior. Había logrado cambiar el inicio, había ganado una alianza con los Guerreros Z, y había adelantado su entrenamiento. Pero ahora, la verdadera prueba comenzaba. Enfrentaría a Vegeta y Nappa, no como un invasor, sino como un Saiyajin reencarnado que jugaba un juego peligroso de lealtades divididas. ¿Sería capaz de mantener la farsa? ¿Y qué haría Vegeta al ver a su "general" Raditz del lado de los terrestres?

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