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Chapter 9 - Capítulo 9: La Tierra Unida

La Ciudad del Este era un caos de gritos y polvo. La nave esférica de Nappa y la más pequeña, pero ominosa, cápsula de Vegeta, habían aterrizado con una fuerza devastadora en el corazón de un distrito comercial. Edificios derrumbados, vehículos aplastados y el pánico generalizado de los ciudadanos eran el telón de fondo para la llegada de los dos Saiyajin.

Nos acercamos a toda velocidad, Goku, Piccolo, Krilin, Yamcha, Ten Shin Han y Chaos. Yamcha, Ten Shin Han y Chaos habían sentido el inmenso Ki de los recién llegados y habían volado a nuestro encuentro, su determinación mezclada con un miedo palpable.

"¡Raditz, no puedo creerlo! ¡Esas energías son monstruosas!", jadeó Yamcha, sus ojos fijos en la estela de destrucción.

"Se los advertí", respondí, con la voz dura. "Prepárense. No son como ningún oponente que hayan enfrentado antes."

Al llegar, Nappa, con su corpulenta figura y su sonrisa cruel, ya estaba sembrando el terror. Un par de desafortunados helicópteros militares habían sido reducidos a escombros con una simple ráfaga de Ki. Vegeta, más pequeño pero irradiando una aura de poder inmenso y una arrogancia fría, observaba el espectáculo con desdén.

Nappa notó nuestra llegada primero, su Scouter emitiendo un pitido. "Vaya, Vegeta, mira esto. ¡Más de esas sabandijas de la Tierra! Y... ¿qué es eso? ¡Detecto un Ki Saiyajin! ¡Un nivel de poder bastante patético, pero Saiyajin al fin y al cabo!"

Vegeta giró lentamente su cabeza, sus ojos oscuros fijándose en mí. Su expresión era ilegible al principio, luego se transformó en una mezcla de asombro y furia helada.

"Raditz", siseó, su voz cargada de veneno. "Así que te dignas a aparecer. ¿Y qué es esto? ¿Te has hecho amigo de estos insectos? ¡Y has bajado tu Ki a un nivel casi irreconocible para un Saiyajin!"

El plan había funcionado para atraer su atención, pero la ejecución de la mentira sería crucial. Volé un poco por delante de Goku y los demás, poniéndome entre Vegeta y mis nuevos "aliados".

"Príncipe Vegeta, Nappa", comencé, mi voz firme. "He estado operando bajo mis propias órdenes, como le informé. He descubierto la verdad sobre este planeta, la 'energía mística' que les mencioné. Y estos... 'terrestres' son clave para desbloquearla."

Nappa se rio a carcajadas. "¡Ja! ¿Lo ves, Vegeta? ¡Se volvió loco! ¡Piensa que estos gusanos tienen algún poder!"

"Silencio, Nappa", gruñó Vegeta, sus ojos clavados en mí. "Explícate, Raditz. ¿Por qué demonios no has aniquilado a estos estorbos y has reclutado al inútil de Kakarotto?"

"Kakarotto es esencial. Su conexión con la Tierra es más profunda de lo que pensábamos. Y esta 'energía' no es algo que se pueda tomar por la fuerza bruta. Necesita ser... cultivada. Es una fuente de poder latente, Príncipe. Algo que puede amplificar nuestras propias habilidades Saiyajin a niveles inimaginables. Estoy convencido de que es la clave para superar a Freezer y su patética fuerza."

Podía sentir el escepticismo de Vegeta, pero también la chispa de su ambición. La promesa de un poder que superara a Freezer era su mayor debilidad.

"¿Y qué hay de mi Scouter, Raditz? ¡Tu Ki es bajo! ¡Y el de Kakarotto también lo es!", escupió Vegeta, levantando su dispositivo para leer sus niveles. "¡Ni siquiera llegan a doscientos! ¿Es esa tu 'energía mística', debilidad?"

"Es parte del proceso, Príncipe", respondí, sin inmutarme. "Para interactuar con esta energía, debemos suprimir nuestras propias auras. Es un sacrificio temporal para una ganancia eterna. Goku y yo hemos estado practicando esta supresión. La verdadera fuerza está en el control, no solo en el despliegue bruto. Imaginen el poder que tendríamos si pudiéramos acceder a esta energía y luego liberarla sin restricciones."

Miré a Goku y los demás, quienes, aunque confundidos por la charla sobre "energía mística", mantenían sus posturas defensivas. No podían entender mi juego, pero confiaban en que había una razón.

"Es una mentira, Vegeta", interrumpió Nappa, impaciente. "¡Este inútil está con los terrestres! ¡Mátalo y volvamos al trabajo!"

Vegeta alzó una mano, silenciando a Nappa. Sus ojos se entrecerraron en un desafío. "Muy bien, Raditz. Me has contado una historia interesante. Pero los Saiyajin no nos tragamos cuentos de hadas. Demuéstrame esta 'energía mística'. Muéstrame qué es capaz de hacer uno de estos 'terrestres' que valga la pena mantener con vida."

La prueba. Era inevitable. Y sabía exactamente a quién presentar.

Me giré hacia Goku y señalé a Gohan, que había estado observando todo desde detrás de su padre. "El niño. Gohan. Él es la clave. Su poder es puro, sin corromper. Es la manifestación de esta energía. Su ira es el catalizador, pero su control es lo que necesitamos. Príncipe, le mostraré una fracción de su potencial."

Goku me miró con alarma. "¿Mi hijo? ¡Raditz, no!"

"Es necesario, Kakarotto", susurré, apenas audible para él. "Es la única forma de que nos de tiempo. Confía en mí."

Vegeta arqueó una ceja, una sonrisa cruel asomando. "Oh, ¿así que el mocoso tiene algo de chicha? Interesante. Adelante, Raditz. Muéstrame lo que este 'potencial' puede hacer. Pero si es una decepción, no solo los mataré a todos ustedes, sino que me aseguraré de que tu muerte sea... pedagógica."

La bola estaba ahora en mi tejado. Tenía que mostrarle a Vegeta el poder de Gohan, lo suficiente para intrigarle, pero no tanto como para provocar su ira incontrolable. Era un delicado equilibrio entre la manipulación y la supervivencia.

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