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Chapter 5 - Hambre, veneno y sobrevivencia

6 días habían pasado en aquel infierno.

6 días de dolor, de hambre, de mutilaciones y muerte.6 días donde cada segundo podía ser el último.

Ahora, Haruya Ryūzaki corría entre árboles deformados, su velocidad natural ya rozaba Mach 1.1.Su mente, más aguda que nunca, procesaba información a una velocidad inhumana.

—8 planes de escape en solo segundos...

Cada ruta, cada probabilidad, cada posible error, todo fue calculado.

Todo o nada.

Cuando llegó al río, no se precipitó.Primero analizó:

No detectaba presencias cercanas.

El aire estaba tenso, pero parecía seguro.

No había huellas recientes.

Sólo entonces, rápidamente sumergió la cabeza en el agua y bebió como si fuera su última oportunidad.

El frío líquido le quemaba la garganta, pero al mismo tiempo era una bendición.

—¡Por fin...!

Pero su alegría fue corta.

Ramas quebrándose.Sonidos de pasos pequeños.

Goblins.

Unos 30 goblins, de alrededor de 1,60 metros, emergían de la maleza.Sus cuerpos pequeños y deformes ocultaban un poder brutal:Velocidad Mach 5.5.

Más rápidos que Haruya.Mucho más rápidos.

El protagonista se tensó.Cada fibra de su ser gritaba ¡CORRE!

Intentó moverse silenciosamente, pero una rama podrida cayó de su escondite.

¡CRACK!

El sonido cortó el silencio como una explosión.

Todos los goblins giraron sus cabezas al unísono.Ojos inyectados en sangre.Sonrisas podridas.Muerte segura.

Haruya Ryūzaki echó a correr.

Usando su daga improvisada, logró defenderse de los primeros que lo alcanzaron.

Con agilidad sobrehumana esquivaba, se deslizaba, golpeaba.

Cada uno de sus 8 planes era puesto en práctica:

Correr en zigzag.

Trepar árboles.

Arrojar piedras.

Atravesar zonas de fango.

Engañar su olfato.

Nada servía.

Los goblins eran demasiado veloces, demasiado salvajes.

Cuando todo parecía perdido, aplicó su último plan:

Una emboscada improvisada en un terreno resbaladizo.

Tres goblins murieron, degollados por su daga mientras caían.

Eso le dio la ventana que necesitaba.

Con todo su poder, escapó.

Corrió hasta que sus piernas no pudieron más.Corrió hasta que su pecho ardió como fuego vivo.

Finalmente, encontró un refugio temporal entre rocas afiladas.Allí, jadeando, cayó de rodillas.

—Tengo... que comer algo...

Tenía cinco frutas silvestres.

Sabía que podían estar venenosas.

Sabía que su cuerpo apenas resistía.

Pero también sabía que moriría de hambre si no comía.

Comió.Comió todas.

El veneno invadió su sangre como cuchillas de hielo.

Vomitó sangre.Tembló.Cayó al suelo retorciéndose.

Pero no murió.

Su cuerpo ya era una máquina adaptativa brutal.

¡Resistencia al Veneno ha subido a Nv.10!¡Regeneración Lenta ha subido a Nv.6!

Entre el dolor, entre la fiebre, entre los retorcijones...

Sonrió.

—Otro día más que sobrevivo... —murmuró.

No era una sonrisa feliz.Era una sonrisa salvaje.Una que decía:No me rendiré jamás.

Mientras tanto, en el "mundo perfecto" de los héroes...

Los héroes entrenaban bajo el cielo claro y los cuidados de sus instructores.

Las chicas practicaban magia elemental, perfeccionando sus hechizos.Ráfagas de viento, pequeñas explosiones de fuego, campos de hielo bajo sus pies.

Cada vez más seguras.Cada vez más fuertes.

Eiden Faulkner, el espadachín, nunca desenfundaba su espada real.

Entrenaba sólo con una espada de hierro, desgastada y vieja.

Cada corte, cada estocada, cada desvío, lo perfeccionaba más y más.

—El filo real debe reservarse para la muerte, no para el entrenamiento —había dicho una vez.

Ahora, era reconocido como el mejor espadachín de la nueva generación.

Vayne Halberd, el semi-bestia, se mantenía al borde de su transformación.

Sólo sus brazos se convertían en armas de brutalidad salvaje.Sus ojos brillaban de un rojo profundo, y su rostro adquiría rasgos animales.

Entrenaba fuerza y control.

—La bestia no me controla a mí. Yo la controlo a ella —susurraba entre cada golpe brutal.

Su power scaling ya era temido incluso entre sus compañeros.

En el trono principal del castillo, el Rey comentaba con su hija, la Princesa:

—Han mejorado más rápido de lo esperado.En unos meses, podrían estar al nivel de los caballeros élite.

La princesa, con una sonrisa orgullosa, asintió:

—Todavía son diamantes en bruto... pero su potencial es ilimitado.

Al anochecer, los instructores se acercaron.

—¡Es suficiente por hoy! ¡A descansar!

Pero los jóvenes, con ganas de volverse mas fuertes, respondieron al unísono:

—¡Sólo un poco más!

Sus cuerpos temblaban de cansancio.Sus rostros estaban cubiertos de sudor.

Pero sus corazones ardían de determinación.

Ellos todavía no sabían...

Qué clase de infierno los esperaba más adelante.

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