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Chapter 7 - Capítulo 7: Las Aguas Revueltas de la Vida Familiar

La llamada de Franklin se sentía como un gancho, intentando arrastrar a Michael de vuelta al caos del pasado. Pero ahora, Michael tenía prioridades diferentes. Lo que había logrado con Simeon era una prueba de que podía operar en este mundo sin ser una marioneta del crimen sin sentido.

Al llegar a la mansión, el ambiente, aunque aún frágil, era perceptiblemente distinto. Amanda estaba en el salón, leyendo un libro, algo que Michael rara vez la veía hacer con tanta calma. Jimmy estaba, sorprendentemente, en su habitación estudiando (o al menos haciendo ruido como si estudiara), y Tracey había salido con unas amigas, pero había avisado por mensaje, un pequeño gesto de cortesía que Michael apreció.

"¿Todo en orden con tu 'asunto'?", preguntó Amanda, sin levantar la vista del libro.

"Todo en orden", respondió Michael, sentándose en el sofá individual. "Simeon ya no será un problema."

Amanda asintió. "Bien. Me alegro. ¿Y... la terapia de mañana?"

"Confirmado", dijo Michael. "Me siento bien al respecto. Creo que será un buen paso."

Un silencio cómodo se instaló entre ellos, algo inusual en la casa De Santa. Michael se permitió relajarse por un momento, la tensión del día desvaneciéndose. Pero entonces, una ráfaga de actividad irrumpió en la casa.

La puerta principal se abrió de golpe y Tracey entró, con el pelo revuelto y el maquillaje corrido, los ojos ligeramente enrojecidos. Detrás de ella, con una sonrisa lasciva y un aire de triunfo, venía Lazlow, el presentador de televisión local.

La sangre de Alex/Michael se heló. Este era uno de los momentos clave del guion original, una de las chispas que incendiaban la ya volátil dinámica familiar. Tracey, en su desesperación por la fama, se había involucrado más de lo que Michael había querido.

"¡Tracey! ¿Qué demonios…?", comenzó Michael, levantándose abruptamente.

"¡Papá, es Lazlow! ¡Me prometió una audición de verdad!", balbuceó Tracey, con una mezcla de excitación y vergüenza.

Lazlow, con su mirada lasciva habitual, se acercó a Michael. "Ah, Michael. El hombre de la casa. Tu hija tiene talento, amigo. Mucho talento. Y yo sé cómo pulirlo. Ya sabes, para la televisión." Su mano se posó de forma desagradable en el hombro de Tracey.

Michael sintió una oleada de furia, una oleada tan potente que casi lo consume. Era la furia de Michael, multiplicada por la indignación de Alex al ver el patético intento de un depredador por explotar a una joven.

"Lazlow", dijo Michael, su voz baja y peligrosamente tranquila. Ignoró las súplicas de Tracey. "Te dije que no te acercaras a mi hija. Te lo advertí."

Amanda, que se había levantado, observaba la escena con una mezcla de alarma y un atisbo de aprecio por la repentina protección de Michael.

Lazlow soltó una risa nerviosa. "Vamos, Michael, no seas dramático. Es solo una oportunidad. Tracey sabe lo que quiere."

"Lo que quiere es tu atención, y lo que necesita es protección de tipos como tú", replicó Michael, dando un paso hacia Lazlow. Su nueva determinación, reforzada por el ejercicio y la incipiente reconciliación con Amanda, lo hacía sentir más imponente. "No solo te estás aprovechando de ella, sino que estás mintiéndole. Sé lo que haces, Lazlow. Sé lo que hiciste con otras chicas. Y no voy a permitir que uses a mi hija para tu patético espectáculo de freaks."

Los ojos de Lazlow se abrieron. La voz de Michael tenía una convicción que nunca había escuchado. "Yo… yo no sé de qué hablas."

"Claro que lo sabes", Michael sonrió, una sonrisa sin humor. "Y sé que tienes algunos hábitos... embarazosos. Hábitos que no te gustaría que salieran a la luz. Hábitos que, si se hicieran públicos, arruinarían tu preciosa carrera de por vida. ¿Qué tal si hablamos de eso, Lazlow? ¿O prefieres que lo hagamos público?" Michael estaba improvisando, pero la confianza en su voz, la amenaza velada, resonaba con la autoridad del Michael De Santa criminal que Alex ahora habitaba. Y Alex sabía lo suficiente de Lazlow por el juego para saber que tenía muchos esqueletos en el armario.

Lazlow palideció. La sonrisa se le borró de la cara. Miró a Tracey, que estaba asustada y confusa, y luego a Amanda. "Esto es… esto es difamación. Yo soy inocente."

"Inocente, ¿eh?", Michael dio otro paso, acorralándolo. "Prueba a difundir ese cuento. Te aseguro que la próxima vez que te vea en la televisión, será en las noticias, esposado, y con tu nombre y tu reputación hechos pedazos. Ahora, sal de mi casa. Y si vuelves a acercarte a Tracey, o incluso a mirarla de reojo, te juro que te arrepentirás de haber nacido."

Lazlow, sin más argumentos, se dio la vuelta y salió corriendo de la mansión como alma que lleva el diablo, tropezando ligeramente al bajar las escaleras.

Tracey se quedó en silencio, mirándolo con una mezcla de sorpresa, miedo y una nueva admiración. "Papá… ¿qué… qué fue eso? ¿Cómo supiste…?"

Michael se giró hacia su hija, su expresión ahora suave pero firme. "Tracey, te lo dije. No confío en ese hombre. Y sé lo que hace con la gente. No te mereces eso. No mereces que nadie juegue contigo ni con tus sueños. Si quieres hacer carrera en el entretenimiento, lo haremos de forma segura, de forma real. Y sin tipos como él cerca de ti."

Amanda se acercó a Tracey, envolviéndola en un abrazo. Miró a Michael por encima del hombro de su hija, con una expresión de asombro y gratitud. La protección feroz de Michael, tan ausente durante años, era una revelación.

"Mañana por la mañana, Tracey, vamos a investigar otras opciones para ti", dijo Michael. "Y Jimmy, no más videojuegos todo el día. Hay un mundo real ahí fuera, y necesitamos que ambos formen parte de él." Su tono no era de castigo, sino de una promesa de compromiso.

Esa noche, mientras cenaban, la mesa, aunque silenciosa a veces, estaba imbuida de una nueva atmósfera. Los niños, aunque todavía algo desconcertados, mostraban una deferencia que Michael no había visto en mucho tiempo. Amanda, por su parte, lo miraba con una nueva luz en sus ojos, una luz que insinuaba la posibilidad de que, tal vez, solo tal vez, el hombre con el que se había casado estuviera comenzando a reaparecer.

La vida de Michael De Santa se estaba desviando del guion original de maneras significativas. La familia, el núcleo de su existencia en este mundo, estaba experimentando un terremoto, pero esta vez, Michael era el sismógrafo, no el epicentro del desastre.

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