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Chapter 3 - Capitulo 3: Mi Linda Esposa.

Una vez terminada la reunión y despedidos los sirvientes, me deje caer en la silla con pereza, mis ojos vagaron por la habitación ahora que estaba solo, había estado aquí por un buen tiempo, pero no me había detenido a ver nada más que la cama, las paredes y el escritorio frente al que estoy.

Debo reconocerlo, la habitación tiene presencia.

Largas cortinas rojas se extendieron al final de unas pequeñas escaleras, presumiblemente dando a un balcón, habian dos estanterías de madera ennegrecida, cada una contenia 100 libros, cada uno de los cuales parecía único.

Las paredes blancas fueron decoradas por figuras de cerámica detalladas, pintadas en una mezcla de negro y rojo que hacia ver las piezas como algo profano, especialmente cuando cada una representada diversas criaturas míticas, el encanto oscuro solo se vio aumentado por los intrincados y diferentes diseños entre cada pieza de cerámica que se grabaron en la pared misma, como para acomodar cada pieza en un área determinada.

También había varios cuadros en las paredes, uno de estos cuadros plasmó a una bella mujer de exuberante cabellera blanca portando una armadura negra de complejos diseños, era un retrato más que un cuadro, y por alguna razón, siento una cantidad de nostalgia inmensa al verla, como si mi corazón deseara su presencia. 

Habían más, camine por la habitación, deteniendo mi paso frente a otra pintura, está vez, el sentimiento fue escalofriante, inquietante y turbio, se sentía como ser asfixiado lentamente por un mar emocional, en el retrato frente a mi había un hombre de cabello rojo carmesí corto y bien mantenido, vestía ropas sencillas de colores neutros, en sus brazos había un niño pequeño peli rojo, su cabello era largo y había una corona sobre su cabeza, de fondo había una playa, la mujer de antes estaba detrás de ambos con una bola de agua en sus manos apuntandoles, una sonrisa de diversión en su rostro.

El sentimiento provenía del hombre, mientras que la nostalgia volvía con solo mirar a la mujer, el niño, sin embargo, me provocaba un sentimiento de odio irracional, estos sentimientos eran fuertes.

Pase mis dedos sobre el cuadro, estás pinturas, retratos, parece que tengo algo de apego por ellos, más que un simple sentimiento, es como si este sueño ortogara sentimientos y roles, estos dos deberían ser mis padres, al menos en este contexto, el niño por mera lógica sería yo, pero mi apariencia no es tan refinada, hermosa y noble, nada como esto.

Nunca fui muy cercano con mis padres, o mi familia en general, supongo que ver esto me genera sentimientos que no entiendo y se ligan con el sueño.

Camine un poco más, encontrando dos nuevas pinturas, ambas en solitario, en una de ellas, el hombre peli rojo tenía un aspecto sombrio y decaido, estaba portando una armadura similar a la de la mujer, era más grande, más compleja, más pesada, una corona de metal oscuro descansando sobre su cabeza y una espada larga ostentosa con grabados peculiares, incluso a través del papel, la vista resultaba imponente. La otra era del niño, mayor, de unos 8 años, mortalmente serio, vestido con un lujoso traje que se asemejaba a una bata de baño, el fondo parecía festivo, más el no lo fue, sin sonrisas, sin alegría, no había nada infantil en el, solo seriedad y... tristeza, algo en esa pintura me hizo contraer el corazón, frío, la situación que llevo a al retrato se sentía muy fría y sofocante.

No parecía natural.

Había una última pintura, una que ocupaba bastante espacio, eran los tres anteriores, más jóvenes, ahora a tamaño real, ambos adultos tenían sonrisas en sus rostros, un marcado contraste con los retratos que acababo de ver, con el hombre sentado en un trono, la mujer sobre sus piernas y el niño en los brazos de ambos, el niño sonreía felizmente mientras tocaba la corona sobre su cabeza, había amor genuino desbordándose de la pintura, sin embargo, mi corazón se llenó de una enorme tristeza, la más abrumadora que jamás hubiera experimentado nunca, sujete mi pecho, sintiendo la llegada de un quiebre emocional, hasta que, sin aviso, mientras apenas podía evitar jadear, un sentimiento más fuerte, sólido y ardiente surgió, llevándose toda la tristeza como la luz del amanecer a la oscuridad, me hizo sentir cálido.

Hipnotizado por la belleza del sentimiento tan puro que sentía y la exquisitez del cuadro que seguía observando, me perdí por completo, en blanco.

Cuando recobre el sentido me dí la vuelta, negando con la cabeza. Esto terminaría en cualquier momento, ya se que es un sueño, así que no me voy a encariñar de nada para no sufrir al despertar, y, mientras pensaba en eso, me congelé en mi lugar mirando fijamente frente a mi.

-¿Quién?

Delante de mi pude visualizar a un hombre que me observa atentamente, me mirá con tal serenidad y firmeza que me estremecieron, sentí como si esos ojos azules suyos dejarán una herida profunda en mi pecho, su presencia por si sola era suficiente para querer hacerme retroceder y huir tan lejos como mis piernas me lo permitieran, su cabello largo era rojo carmesí intenso, casi como la sangre, el se elevó fácilmente sobre el metro ochenta, su tez es pálida, lleva puesta una ancha bata blanca que deja expuesto su torso delineado hasta la cintura, dónde fue atada, tenía bordes dorados en ella y toques florales y llevaba unos pantalones de suave seda blanca, su presencia misma parecía hacer que se le temiera, el solo hecho de verlo me hizo sentir como lo haría un pequeño mamífero frente a un león hambriento.

Le devolví la mirada sin pestañear, se sentía extraño, quería alejarme, pero, al mismo tiempo, también quería quedarme, tal sensación, como las polillas al fuego.

Este era mi sueño, también mi castillo, nadie ma asustaria aquí, nadie iba a venir a intimidarme, no aquí, y estoy listo para cualquier cosa.

En una mirada más exhaustiva sobre el, me di cuenta de que esta persona seguía cada uno de mis movimientos, como un reflejo lo haría, en las esquinas superior e inferior de la pared se podían ver pequeñas fisuras medio ocultas por el mismo mármol, era solo un espejo, uno muy grande.

Cuando lo pienso ahora, ¿es está apariencia la que hace que las personas estén tan nerviosas a mi alrededor? Especialmente Sylvie, la pobre parecia querer llorar en cuanto me vio despierto.

En definitiva, tenía todo que ver, y aun sabiendo eso, no puedo evitar pensar en lo estúpido que fue asustarme de mi reflejo.

Me golpeé a mi mismo en la cabeza, claro, eso fue muy valiente de mi parte.

Solo agradezco que nadie haya visto esto, es demasiado vergonzoso.

El sonido de la madera siendo golpeada asalto mis oídos de repente.

Mi cuerpo tembló ligeramente, casi saltando del susto.

Comprobando que, en efecto, fue la puerta y no mi propio reflejo, suspiré aliviado, nadie sabría nunca de esto, sueño o no.

"Puedes pasar".

Entrando por la puerta, Sylvie llevaba una bandeja repleta de comida que parecía deliciosa, incluso si nunca la había visto antes, ella tenía una sonrisa en su rostro que me hizo olvidar mi error anterior.

En mis recuerdos no puedo ver a nadie llevando comida solo para mí, ni siquiera en mi niñez, me calienta el corazón de una forma que no puedo precisar. "¿Fuiste personalmente a buscar esto para mí?" 

Encogiéndose un poco, levantó la bandeja para cubrir un poco su rostro. "Lo hice yo misma, pensé que estaría hambriento luego de tanto tiempo, ¿no...debería?" 

Su voz era insegura, casi abatida, como si hubiera cometido un error, sinceramente, no entiendo cuánto debería uno haberse equivocado para pensar que la mayoría de sus acciones podrían no ser correctas.

Tomé la bandeja con mi mano, rodeando su cuerpo con la otra, presione mis labios contra su frente. "En absoluto, me gusta, mucho en realidad". Una pequeña brisa golpeó las cortinas, pude ver el balcón de reojo a través de ellas, ajuste mi agarre sobre Sylvie y la cargué contra mi pecho como una princesa, era sorpresivamente ligera.

"¡M-majestad!" 

Sonreí ante su gemido de sorpresa. "¿No sé me permite cargar a mi futura esposa? No haré nada que no quieras hacer, si crees que voy muy lejos, puedes detenerme cuando quieras". Susurré cada palabra a su oído aprovechando la cercanía, fue divertido ver cómo su cuerpo reaccionaba con cada una, desde su rostro enrojecido hasta su vergüenza no disimulada.

Estás eran cosas que jamás podría hacer en la realidad, pero podía en este lugar.

Al llegar al balcón encontré una silla de madera reclinable, estaba bien acolchado, como no había más, simplemente me senté, colocándola sobre mi regazo.

La vista era increíble, podía ver el reino abajo con todo lujo de detalles, puedo entender porque alguien no querría salir de este castillo, si es tan grande para elevarse sobre cualquier otra construcción con facilidad, ¿que más podría contener?

Al ver su rostro sorprendido, Sylvie no pudo evitar comentar. "¿Siempre es así cuando viene aquí? Está vista es espectacular, pero al mismo tiempo se siente...solitario" Al oír sus propias palabras se cubrió la boca con las manos, cerrando los ojos con temor mientras esperaba un golpe que nunca llegó.

Una dulce risa escapó de mis labios mientras intentaba frenarla, como si solo con ella pudiera decir cuánto realmente sentia.

Al escuchar esa risa, una reacción no esperada, abrió lentamente sus hermosos ojos de esmeralda, observando el rostro de su rey, que ocultaba una sonrisa detrás de su mano, sin éxito, mientras evitaba mirarla directamente.

"Q-¿Que es tan gracioso?" 

Sintiéndose como una completa tonta, no pudo hacer más que enojarse consigo misma. 

Cuánto más tiempo pasaba junto a este hombre, menos lo entendía, alguna vez pensó que era cruel, alguien que no soportaba que se hablara sin su permiso, que, si se lo miraba, uno corría el riesgo de ser castigado, pero ese no era el hombre que estaba viendo, esos rumores del palacio, aunque una vez entretenidos, perdieron su gracia cuanto más veía de el.

No era nada como lo que pensaba que sería, como lo que la gente decía que era, eso por si solo la hizo querer saber más de el, siempre había sido curiosa, quería saber más.

Sin mirarla todavía, esperé unos segundos, ahuyentando por fin la risa. "Lo siento, es solo que tus reacciones son muy lindas". 

Repentinamente avergonzada por esas palabras inesperadas, inclinó su cabeza contra mi pecho, buscando esconder su expresión.

Realmente era muy hermosa, sus reacciones eran muy diferentes a las que normalmente tendría una mujer en su situación, eso solo la hizo más atractiva a mis ojos, era, literalmente, de ensueño, aún cuando podía ver en sus ojos un remanente de miedo, lo eliminare hoy mismo.

'Linda, piensa que soy linda, el rey piensa que soy linda, ¿yo? ¿Enserio?' 

Los pensamientos de Sylvie estaban muy lejos de lo que el podría esperar que ella pensara en ese momento.

Inconsciente de ese hecho, no había terminado.

Tomé su barbilla moviendome hacia ella; que apenas registro mis acciones, volví a robarle un beso, mirando directamente a sus ojos, fue suave, rápido, pero suficiente por ahora.

"Eres linda, no dejes que nadie te haga creer lo contrario, mi linda esposa". 

Luego de decir unas palabras así de románticas, no pude mantener mis ojos en ella, optando por mirar la ciudad de abajo, nunca había dicho nada similar antes por nadie, se sentía bien.

Sylvie estaba casi al borde del desmayo.

Nadie la llamo linda antes, desde que tenía memoria, la única cosa que se le dijo fue "eres nuestra esperanza" y, más tarde "inútil pedazo de basura", pero, que el rey mismo dijera eso, seguro que era verdad...¿verdad?

Y, como si no fuera suficiente, había dicho que ella era su linda esposa, la hizo sentir querida por una vez.

"Es solitario, mas yo mismo me hice esto, nunca interactúe con mi pueblo, no se cómo me ven, no sé cómo viven, sus costumbres, que hacen para divertirse, si soy sincero, ni siquiera sabía cuantos problemas había con mi reinado hasta hoy. Tampoco puedo permitirme llorar a mi madre, no ahora, cuando ellos me necesitan".

Despertando de su trance, observó la expresión serena de su rey, que miraba las edificaciones de abajo con un rostro que denotaba fascinación, sus palabras eran tristes de oir, un solo pensamiento cruzó su mente.

Hermoso.

De forma instintiva, las palabras llegaron a su mente, mismas que de otra forma nunca habrían salido de su boca, lo hicieron. 

"¡Pues vamos, te enseñaré, te mostraré tu reino!"

Sorprendido ante su audaz arrebato, la observé, sus pequeñas manos apretadas en puños, sus ojos brillando con emoción, su rostro, antes más distante, ahora estaba más cerca del mío, sonreí, al parecer la bella mujer no era exactamente tan tímida como había pensado inicialmente.

Realmente no me sentía triste, es solo mi personaje ahora.

Tomé un pastel de la bandeja, poniéndolo en su boca antes de que pudiera reaccionar. "Claro, no voy a oponerme, sin embargo, ayúdame a comer, realmente empiezo a tener hambre, o podría comerte a ti en su lugar". 

Su comportamiento se volvió dócil en cuanto le di un mordisquito en la oreja, pronunciando la última parte de la oración silaba por silaba.

No mentire, cada vez quiero despertar menos de este sueño, incluso el fastidio de leer tanto se fue.

 ...

"Su majestad, si se me permite preguntar, ¿se dirige a algún lado?"

Me detuve un momento, mirando a Ónix Abadón, el niño que Romeo recomendó con entusiasmo.

"Si, voy a bajar con mi dama a dar un paseo a las calles".

Ahora estaba fuera de mi habitación, en una sala de lujo diseñada para ser ostentosa, no era brillante, aunque tampoco oscura, con objetos caros por todos lados, ni siquiera sabía lo que hacían la mayoría de ellos a pesar de que, se supone, era mi subconciente el que generaba todo este lugar.

De todos modos, iba hacia las escaleras al piso inferior, me encontrare con Sylvie más abajo.

Claro, me había cambiado de ropa a una camiseta blanca y pantalones marrones, también me puse botas negras, esto debería bastar para pasar desapercibido.

Ónix, sin embargo, no coincidía.

"Le ruego que espere, por favor, traere ropas más adecuadas para usted". 

Con una reverencia, estaba a punto de retirarse, pero ahora estaba intrigado.

"¿Por qué debería cambiarme las ropas? Esto debería poder coincidir con la población general".

Por lo que he visto, ahora mismo era básicamente un momento en el que la ropa era, como mucho, simple en su diseño, al menos para la clase pobre y trabajadora, las ropas en el closet de su habitación eran demasiado extravagantes para llamarlas simples.

Mirándolo por un momento, el niño parpadeo, luego, su armadura de cuero desapareció, reemplazada por unos simples pantalones grises y una camiseta de un gris opaco, a pesar de que parecían un buen par de prendas, estaba claro que no eran de la mejor calidad.

"Esto es lo que pueden permitirse la mayoría de las casas con el rango barón, ropa de mejor calidad supondría un gasto innecesario para sus activos y podría ponerlos en números rojos, pido que haga una comparativa visual entre lo que lleva actualmente y lo que llevó justo ahora".

Ónix no intentó frenar mi deseo de dar un paseo, pero si freno el uso de mi ropa actual, era como si supiera solo por mi ropa que no quería llamar la atención, por lo que intervino al verme, apoyando mi decisión con su ayuda. Debo admitirlo, me gustaron sus agallas, pocos podrían detener a un rey de esta forma por miedo a perder sus cabezas, incluso si eso resultaría ser beneficioso para ellos de no morir.

Y, en realidad, sus palabras eran ciertas, la ropa que llevó puesta puede ser simple, pero está hecha con algunos buenos materiales que la hacían ver nueva e impecable, por sus palabras, destacaría bastante.

"Bien, esperaré por ti. Oh, si, también vendrás con nosotros, así que conserva lo que traes puesto".

Casi senti ganas de soltar una carcajada ante su desconcierto, aunque se recuperó bastante rápido.

Luego de un breve momento de espera, Ónix volvió con ropa desgastada con el, era justo mi talla, tenía buen ojo.

Me cambié la ropa y volví a salir, no me disgustaba está ropa.

Me acerque a Ónix. "Estoy listo". Luego me di la vuelta para irme, sin embargo, alguien me detuvo.

"Su majestad, permítame enviarlo hasta allí con mi magia".

Su voz era juguetona, aunque respetuosa, mantuvo humor apenas contenido. 

Observé a Circe Galdur venir desde un pasillo diferente junto a Romeo, parece que terminaron los preparativos iniciales.

Quise negarme inicialmente, pero luego recordé lo alto que estábamos, así que si ella podía enviarnos abajo, por mi estaba bien.

"Claro, pero tendrás que acompañarme cuatro pisos abajo, debo encontrar a mi futura reina". 

Ella sacudió su mano ante mis palabras. "Por favor, discúlpeme". El entorno cambió rápidamente, desde una sala llena de objetos valiosos y decorada con exquisita precisión, hasta un pasillo carente de cualquier cosa que no fuera el mármol y la luz, con Sylvie saliendo de una puerta justo después. "Ruego disculpe mi rudeza". 

Me rei levemente, ella no se arrepentía para nada, de hecho, casi sospecho que quiso probar mi temperamento.

"Avisa con antelación antes de hacer algo nuevamente, maga". 

Incluso sin decir más, supongo que sabrían leer entre líneas.

Ónix envaino lentamente su espada, que desapareció al hacerlo, el joven caballero había estado listo para cortar hacia adelante en cualquier momento desde que Circe habló la segunda vez. Romeo no había sacado su espada, pero sus ojos delataban su intensión asesina.

Circe parecía ajena a este hecho, inmersa en sus pensamientos.

"Estoy lista, majestad, cuando usted diga".

Aunque tímida, Sylvie avanzo hasta estar junto a mi, algo tímida por la reunión de personas.

"Tendrás que dejar de llamarme así, puedes llamarme Leto frente a otros".

Circe, Romeo y Ónix abrieron ligeramente los ojos, ¿era este el rey que recordaban? ¿El que envío a un grupo de sus mejores cocineros a mejor vida solo porque no le agradó su cena ese día? Ónix dudaba de los rumores, pero los tenía presentes, Circe y Romeo lo sabían mejor, así que ver esto era chocante para ellos.

Un rey humano.

Sylvie pareció dudosa sobre eso, así que mire a Ónix.

"También va para ti, aunque vayas como guardia, eres un amigo allá abajo".

Aturdido, asintió, sus ojos, como un abismo, permanecieron imperturbables a la tormenta que se gestaba en su corazón.

Este era su rey, a quien deseaba servir algún día, el que ahora hablaba de esta forma tan casual con el, si ayer le hubieran dicho que el día de hoy podría cumplir su anhelado sueño, y más de lo que deseó, habría abofeteando a esa persona.

Sylvie suspiro aliviada, al no ser la única que lo trataría de forma tan casual, se relajó, algo que esperaba sucediera.

Me volví hacia Circe. "¿Puedes hacer algo con mi cabello? Cualquier forma de encubrimiento se arruinaría con el".

Después de todo, el cabello era sinónimo de linaje.

La maga, aunque externamente parecía no reaccionar, por dentro su mente fue sacudida, el rey tirano, que nunca permitió que la magia fuera utilizada sobre el, no solo no la detuvo de usarla sobre el, sino que ahora le pedía usar magia en el, sintió que vivía en un mundo al revés.

"Lamentablemente, no puedo, como sabrá, la sangre real pesa con fuerza, así que cualquier modificación al cuerpo de la sangre real con magia es imposible para cualquier mago por debajo del rango Arkano".

"¿Que pasa con ilusiones?"

A pesar de la negativa, aún habían formas, usar ilusiones resultaría más facil que modificar su cuerpo.

"De hecho, es posible".

Luz parpadeo alrededor de mi cabeza, entonces, un mechon de mi pelo se volvió marrón, y luego, no fue difícil imaginar que el resto también lo hizo.

Asentí hacia ella. "Bien, ya estamos listos".

La mujer asintió, levantando su mano. "Espero disfrute de su estadía allí, majestad". 

No sé por qué sus palabras sonaban más maliciosas que alentadoras, pero nadie más pareció notarlo.

Antes de que pudiera preguntar, sin embargo, ya se había ido.

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