LightReader

Chapter 1 - Capítulo 1: El Camión y Fortebruma

La noche en Osaka era húmeda, el asfalto brillando bajo las farolas tras una lluvia reciente. En un apartamento desordenado, un joven de cabello blanco, largo y algo desaliñado, estaba hundido en su silla gamer, sus dedos danzando sobre el teclado mientras su avatar, un espadachín de armadura reluciente, destrozaba enemigos en un MMORPG. El monitor proyectaba destellos en su rostro, iluminando unos ojos brillantes y una leve sonrisa de concentración. "Solo un jefe más," murmuró, ignorando el reloj que marcaba las 11:47 p.m. Los envoltorios de ramen y latas de refresco vacías se apilaban en su escritorio, testigos de una maratón de juego sin fin. 

 

Hambriento, decidió salir a la tienda de conveniencia a unas calles de distancia. Con auriculares puestos, la banda sonora de su juego favorito resonando, caminaba por una calle tranquila, tarareando. No vio el camión que dobló la esquina a toda velocidad, sus faros cortando la oscuridad. El conductor, distraído, no reaccionó a tiempo. El joven alzó la vista, cegado por la luz, y un grito se ahogó en su garganta cuando el impacto lo lanzó al vacío. Todo se volvió negro, un silencio absoluto envolviéndolo como una manta fría. 

 

Cuando abrió los ojos, el dolor esperado no llegó. En su lugar, sintió una brisa fresca rozando su piel y un aroma a musgo, tierra húmeda y algo extraño, como si el aire estuviera cargado de una energía viva. Estaba de pie en un bosque denso, con árboles altos que se alzaban hacia un cielo azul salpicado de nubes algodonosas. Los rayos de sol se filtraban entre las hojas, dibujando patrones dorados en el suelo cubierto de helechos. Miró hacia abajo y vio que su ropa había cambiado: en lugar de jeans y camiseta, llevaba una camisa roja de lino, ligeramente desabotonada, y pantalones marrón claro, cómodos pero con un estilo medieval. Tocó su cabello blanco, aún largo y desaliñado, y sintió que su rostro y cuerpo eran idénticos a los de su mundo, pero ahora encajaban en este entorno nuevo. 

 

"¿Dónde estoy?" murmuró, su voz temblando de confusión. El crujido de las hojas bajo sus botas era real, demasiado real. Como gamer empedernido, su mente comenzó a analizar la situación. "¿Un isekai? ¿El cliché del camión?" pensó, con una mezcla de incredulidad y emoción. Había visto suficientes animes para reconocer el patrón, pero la textura del aire, el peso de su camisa, el canto de un pájaro lejano... todo le gritaba que esto no era un juego. De repente, un letrero de madera clavado en un árbol captó su atención. Tallado con letras rudimentarias, decía: "Fortebruma ← | Valverde →". El texto estaba en un idioma extraño, pero, para su sorpresa, lo entendió perfectamente, como si siempre lo hubiera sabido leer y hablar. 

 

"¿Cómo...?" susurró, tocando el letrero. Su mente de gamer lo comparó con un sistema de traducción automática en un RPG, pero no había tiempo para analizarlo. El letrero indicaba que estaba cerca de dos pueblos, y algo en su interior lo impulsó hacia Fortebruma. "Suena más... acogedor," pensó, ajustando su camisa roja. Su curiosidad, esa chispa que lo llevaba a explorar mazmorras virtuales hasta el amanecer, lo empujó a seguir el camino hacia la izquierda. 

 

Una voz suave y profunda resonó en su mente, interrumpiendo sus pensamientos: "Bienvenido a Lands of Adventure, viajero. Soy el Gran Sabio, tu guía en este mundo." La voz era cálida, casi paternal, pero con un matiz enigmático que lo puso en alerta. Giró la cabeza, buscando la fuente, pero estaba solo. "¿Quién eres? ¿Qué me pasó?" preguntó, su tono más valiente de lo que se sentía. 

 

"Estás en un reino gobernado por ocho dioses: Sol, Luz, Oscuridad, Agua, Viento, Tierra, Rayo y Guerra," respondió el Gran Sabio. "Cuatro naciones dominan estas tierras: Eryndor, Valthoria, Zephyrion y Drakthar. Más allá, una dimensión oscura acecha, hogar de demonios y criaturas que desafían la razón. Has sido traído aquí por un propósito, pero deberás descubrirlo. Avanza con cuidado." La voz pausó, como evaluándolo. "Te ayudaré cuando sea necesario, pero el camino lo forjas tú." 

 

El joven sintió un cosquilleo en su cuerpo. Notó que se sentía más fuerte, más ágil, como si las horas que había pasado en el gimnasio y sus reflejos de gamer se hubieran amplificado. Sus manos, callosas por practicar kendo como hobby, se cerraron instintivamente, buscando una espada que no estaba allí. "Si esto es un isekai, necesito un arma," pensó, recordando los animes que devoraba los fines de semana. Pero una punzada de timidez lo invadió: ¿cómo iba a enfrentar un mundo así, sin conocer a nadie, sin reglas claras? 

 

El sendero hacia Fortebruma serpenteaba entre árboles, y el bosque estaba vivo: ardillas correteaban entre las ramas, un ciervo lo observó desde la distancia antes de huir, y el sonido de un arroyo cercano lo guió. Cada paso lo llenaba de asombro y cautela. Su mente, entrenada por años de RPGs, buscaba un NPC, una misión, algo que le diera dirección. Cerca del camino, encontró una nota arrugada clavada en un árbol, etiquetada como "Nota 1". La desplegó con cuidado, sus dedos temblando ligeramente. 

 

"He avistado una manada de goblins cerca del camino que conecta este y el siguiente pueblo. Más allá, dentro del bosque, tiene que estar su asentamiento. ATT: Kenshin." 

 

Frunció el ceño, releyendo las palabras. "¿Goblins? ¿Como en un juego?" murmuró, su mente de gamer reconociendo una pista de misión. La nota era un aviso, pero también una advertencia. La guardó en un bolsillo de sus pantalones marrón claro, sintiendo que era más que un simple papel. El Gran Sabio habló: "Esa nota es una señal. Los goblins son una amenaza, pero también una oportunidad. Busca en Fortebruma al herrero. Él te dará el primer paso." 

 

El sendero se abrió a un claro donde el sol brillaba con fuerza. A lo lejos, divisó tejados de paja y columnas de humo ascendiendo al cielo. Fortebruma. Su corazón dio un salto, y aceleró el paso, aunque su timidez lo hacía dudar. "¿Y si me ven como un intruso?" pensó, ajustando su camisa roja. El pueblo era un asentamiento rústico en la nación de Eryndor, con casas de madera y ventanas de vidrio opaco alineadas en calles empedradas. Mercaderes gritaban ofreciendo hierbas, amuletos y armas, mientras niños corrían entre los puestos, riendo. Los aldeanos lo miraban, su cabello blanco y su camisa roja destacando entre las túnicas grises y marrones. Bajó la mirada, sintiendo el peso de sus ojos, pero siguió explorando. 

 

En un callejón estrecho, entre barriles y sacos de grano, encontró otra nota arrugada en el suelo, etiquetada como "Nota 2". La desplegó, su pulso acelerándose. 

 

"Donde el filo halló reposo, el pulso no olvidó la danza, el martillo canta ahora lo que la hoja ya no grita." 

 

El mensaje era poético, casi un acertijo. Shisaki frunció el ceño, tratando de descifrarlo. "¿El herrero?" pensó, recordando la mención del Gran Sabio. La nota parecía insinuar algo sobre el pasado del herrero, como si hubiera sido más que un simple forjador. La guardó junto a la primera, sintiendo que ambas eran piezas de un rompecabezas mayor. 

 

El bullicio de la plaza de Fortebruma lo abrumó. Mercaderes ofrecían cristales que brillaban con luz propia, un anciano narraba historias sobre los dioses, y el olor a pan recién horneado se mezclaba con el del metal caliente de una forja cercana. Allí, un hombre de unos 30 años con cabello castaño y una armadura desgastada lo observó desde un puesto del gremio de aventureros. Sus ojos, duros pero amigables, lo evaluaron. "Pareces perdido, chico," dijo, con una sonrisa confiada. "Este mundo no es amable con los novatos. Soy Jake, líder del gremio de Fortebruma. Si quieres sobrevivir, necesitas un arma. Ve con el herrero, al final del pueblo. Él te ayudará." 

 

Shisaki, nervioso pero intrigado, asintió. "Gracias," dijo, su voz baja, casi un susurro. Jake rió. "¿Nombre?" preguntó. Shisaki dudó, luego respondió: "Shisaki." Jake asintió, dándole una palmada en el hombro que lo hizo tambalearse. "Bienvenido a Lands of Adventure, Shisaki. No mueras en tu primer día." 

 

Shisaki se dirigió hacia la forja, guiado por el sonido del martillo contra el yunque. La nota en su bolsillo parecía pesar más, y las palabras del Gran Sabio resonaban: "Tu destino comienza ahora." Mientras caminaba, su camisa roja ondeando con la brisa, no podía evitar sentir que este mundo, con sus dioses, goblins y misterios, era mucho más que un juego. Pero como gamer, estaba listo para enfrentarlo... o al menos, eso esperaba. 

More Chapters