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Chapter 4 - Capítulo 4: Una Tensa Alianza

La sorpresa en los rostros de Goku y Piccolo fue palpable. Mi cambio de táctica había surtido efecto. No habían anticipado a un Saiyajin que hablara de amenazas galácticas y potenciales ocultos, en lugar de exigencias y violencia.

Piccolo fue el primero en reaccionar, su voz un gruñido sospechoso. "¿Freezer? ¿De qué basura hablas? Y, ¿quién eres tú para hablar de nuestro planeta y de los poderes de Kakarotto?"

"Mi nombre es Raditz, y lo que digo es la verdad", respondí, manteniendo mi postura relajada. "Soy un superviviente del Planeta Vegeta, al igual que Kakarotto. Fuimos enviados a diferentes planetas cuando éramos bebés para su eventual conquista. Él fue enviado aquí, a la Tierra." Miré a Goku. "La destrucción de nuestro planeta fue obra de un tirano galáctico, Freezer, que temía el creciente poder de los Saiyajin. Él y sus secuaces son una fuerza imparable. Si vienen aquí y detectan la presencia de Saiyajin, o si simplemente deciden que quieren este planeta, la Tierra será borrada del mapa. Y lo harán con una crueldad que no puedes ni imaginar, Namekiano."

La mención de su raza hizo que Piccolo tensara aún más su postura, pero no me interrumpió. Había tocado una fibra sensible. Los Namekianos también tenían un pasado doloroso y la amenaza de un ser como Freezer era algo que entenderían.

Goku, por su parte, tenía una expresión de confusión. "Mi... ¿hermano? ¿Planeta Vegeta? Yo no recuerdo nada de eso."

"Es normal. Fuiste un bebé cuando te enviaron aquí", expliqué. "Un golpe en la cabeza te borró esos recuerdos. Pero la sangre es la sangre, Kakarotto." Hice una pausa, sabiendo que la siguiente parte era la más difícil de tragar. "Tu hijo, Gohan, tiene un potencial de batalla latente que supera con creces el tuyo y el de cualquier guerrero de este planeta. Es una característica de los Saiyajin híbridos. Esa energía que detectaste al principio, esa fluctuación masiva de poder, era suya. Necesita ser entrenado. Necesita aprender a controlar ese poder si queremos tener alguna oportunidad contra lo que se avecina."

Se produjo un silencio. Gohan, que había estado escondido detrás de Goku, asomó la cabeza, sus grandes ojos observándome con una mezcla de curiosidad y miedo. Goku miró a su hijo, luego a mí, y de vuelta a su hijo. Pude ver la duda en su rostro, la lucha entre la incredulidad y la preocupación por su familia.

Piccolo, con su mente analítica, intervino. "Si lo que dices es cierto, ¿por qué no te unes a los Saiyajin que trabajan para este Freezer? ¿Por qué vienes aquí a 'advertirnos'?"

"Porque no soy un perro de Freezer, Namekiano", respondí con firmeza, dejando que un poco de la arrogancia de Raditz se asomara en mi voz. "Soy un guerrero Saiyajin. Y no me arrodillo ante nadie. Prefiero morir luchando que ser un esclavo. Además, la promesa de este planeta, la forma en que puede amplificar nuestro propio Ki, es algo que Freezer nunca podría entender o utilizar. Podría ser nuestra única ventaja para superarlo."

Era un riesgo enorme, pero mi coartada dependía de pintar a Freezer como el enemigo común y la Tierra como una fuente de poder única que solo yo podía entender.

Goku, con su corazón puro y su instinto guerrero, fue el primero en ceder, aunque fuera ligeramente. "Si lo que dices es cierto... si Freezer es tan peligroso... entonces tenemos que prepararnos. Pero si intentas algo contra mi hijo o contra la Tierra, te juro que te haré pedazos, ¡sin importar lo fuerte que seas!"

"No tengo intención de dañar a tu hijo, Kakarotto. Al contrario, quiero protegerlo, y utilizar su potencial para salvar este planeta", respondí, con una seriedad que esperaba sonara sincera. "Mi propuesta es esta: permítanme quedarme en la Tierra. Los ayudaré a entrenar. Los ayudaré a comprender las amenazas. Y les enseñaré a despertar el poder latente de Gohan. A cambio, solo pido un lugar donde prepararnos para la inminente llegada de Freezer y sus fuerzas. Si en algún momento sospechan que miento o intento algo, son libres de atacarme."

Piccolo resopló, pero no ofreció una objeción. La idea de un enemigo mayor era lo suficientemente inquietante como para considerar una tregua, aunque fuera temporal.

Goku extendió una mano, no en señal de amistad, sino de un desafío cauteloso. "Bien, Raditz. Por el momento, acepto tu propuesta. Pero que quede claro: estarás bajo nuestra vigilancia. Y si te desvías un centímetro, te arrepentirás."

Tomé la mano de Goku. Era una apretón firme, la promesa implícita de una tensa y forzosa colaboración. Había evitado el primer encuentro mortal. Había ganado tiempo. Ahora, la verdadera prueba comenzaba: ¿cómo entrenar a estos guerreros sin revelar demasiado mi conocimiento del futuro, y cómo convencerlos de que Raditz, el invasor, era ahora su aliado más improbable contra un enemigo mucho mayor?

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