E-34 corría, tambaleándose, por los pasillos silenciosos que serpenteaban como venas metálicas. Las luces parpadeaban. El suelo vibraba a intervalos irregulares, como si algo bajo tierra se revolviera con hambre.
Un mensaje parpadeaba en rojo sobre una compuerta cerrada:
[SINCRONIZACIÓN COGNITIVA INESTABLE - REINICIANDO CICLO DE RECONOCIMIENTO]
Sintió un tirón en la base del cráneo. Una presión invisible, como si algo intentara empujar sus pensamientos hacia otra dirección.
Tropezó. Por un instante, no era él mismo. Vio sus propias manos... y también las de otro. Más robustas. De piel morena. Venas marcadas.
Un rostro diferente al suyo le devolvió la mirada en el reflejo de una compuerta metálica. E-34 jadeó, y al parpadear… el rostro desapareció. Pero la sensación persistía. Como si compartiera su mente con alguien más.
Desincronización de Conciencia.
El término surgió en su mente sin contexto, como si alguien lo hubiera implantado allí.
Por la agitación no le tomo importancia.
Siguió corriendo. Hasta que llegó a una nueva sección: un pasillo largo, inclinado levemente hacia abajo, con una tenue luz azul que emergía del suelo.
Sobre el arco de entrada había una inscripción:
> "Túnel de los Nombres"
Aquí yacen los que alguna vez soñaron con ser humanos.
Las paredes del túnel estaban cubiertas con placas metálicas, ordenadas una junto a la otra como tumbas verticales. Cada una llevaba un código: A-5, C-9, D-22, F-1… y B-13.
E-34 caminó despacio. Por alguna razón, le dolía mirar las placas directamente. Sus nombres parecían murmurar. Susurros sin voz que rozaban los bordes de su percepción.
Entonces, su mirada cayó sobre una placa en particular:
B-13.
Y en ese instante, se iluminó.
Un brillo verde profundo, antinatural, brotó de la inscripción. No era luz: era una fuerza que lo llamó por su nombre no pronunciado. E-34 sintió cómo sus pupilas se dilataban, fijas en la placa, mientras su visión periférica comenzaba a distorsionarse.
Las paredes del túnel ondularon como reflejos en agua turbia. Los nombres a su alrededor comenzaron a parpadear, distorsionados, como si se estuvieran reescribiendo ante sus ojos.
El brillo de la placa lo absorbió.
Un zumbido penetrante llenó su cráneo, y el mundo real se desvaneció como tinta diluida.
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Visión:
Estaba de pie en una habitación redonda, completamente blanca. En el centro, una figura encapuchada —más pequeña, más delgada— hablaba consigo misma, dando vueltas sobre un círculo de símbolos.
—No deberían haberme desconectado —decía con voz quebrada—. Yo lo vi todo… todo, pero no quieren escuchar.
La figura se quitó la capucha. Una joven de no más de trece años, con cicatrices que iban de oreja a oreja, y ojos vacíos, como si ya no le pertenecieran.
—Soy B-13. Fui la primera que vislumbro el futuro. Pero no me creyeron. Y ahora… seré desechada pronto. Solo me queda esperar... mirar.
Su rostro se volvió hacia E-34 directamente, como si pudiera verlo a través del tiempo.
—Tú... también lo recordarás.
Mientras la visión se fracturaba escucho. Gritos distorsionados. Y termino Vislumbrando siete pares de ojos mirándolo desde tan cerca que sintió que se ahogaba. Una mano tocó su pecho, y una voz —una voz, más joven— dijo:
—Estas despierto… pero no eres el único.
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E-34 jadeó y cayó de espaldas. El túnel estaba oscuro de nuevo. La luz verde se había desvanecido. El sudor goteaba de su frente, mezclado con sangre de su nariz.
No estaba solo... Y lo sabía ahora.
Se puso de pie con dificultad, cuando de pronto una alarma chilló en los bordes del túnel:
[PROXIMIDAD DETECTADA - ACTIVACIÓN DE GUARDIANES DE SECTOR]
De las sombras en el techo y el suelo comenzaron a desplegarse extremidades metálicas, como patas de arañas mecánicas. Un chasquido agudo anunció la aparición de los Guardianes Automatizados: figuras humanoides, sin rostro, cubiertas de blindaje negro con inscripciones rojas, y con una sola línea de luz azul en el centro del rostro.
Uno alzó el brazo. Una hoja de energía se activó con un zumbido vibrante.
E-34 no tenía armas. Ni ropa. Ni memoria clara.
Pero tenía algo que los otros no.
Furia.
Y un conocimiento que no sabía que tenía, que surgió como un instinto nuevo: la ruta. El mapa mental. Las puertas no bloqueadas. La forma de correr sin ser visto.
Porque había recorrido este túnel antes. Muchas veces.
Solo que no en este tiempo...
Las alarmas se fundieron en un pitido constante, como si el mundo se hubiera reducido a un solo grito sostenido.
Los guardianes automatizados descendieron desde los techos y se alzaron desde las paredes.
Seis de ellos. Humanoides sin rostro, de blindaje negro mate, articulaciones hidráulicas y un núcleo de luz azul vertical en el centro del cráneo. Todos idénticos. Todos armados.
Uno alzó el brazo.
Fsshh-
Una hoja vibratoria de energía pura se desplegó con un chillido cortante.
E-34 se tensó. No tenía armas. No tenía fuerza. No tenía salida.
Pero cuando el primero se abalanzó hacia él, el tiempo tembló.
No el mundo. No el aire.
El tiempo.
Como una grieta en su percepción, E-34 vio lo que venía: una imagen de sí mismo, justo allí, en el mismo punto donde estaba ahora, cayendo hacia atrás con el pecho abierto en una flor sangrienta, la hoja del guardián aún brillando al rojo vivo.
Parpadeó.
El futuro se deshizo como humo.
El guardián lanzó el golpe.
E-34 ya no estaba allí.
Rodó a la izquierda con precisión quirúrgica. La hoja silbó junto a su oído. Otro guardián, que venía desde ese lado, no tuvo tiempo de ajustar su trayectoria: la espada del primero le atravesó el torso, desactivándolo con un estallido eléctrico.
E-34 jadeó, su cuerpo moviéndose antes de pensar. No era reflejo: era visión. Un instante antes de cada acción, veía las consecuencias.
Y no eran suyas.
Eran versiones de él.
Él mismo muriendo, una y otra vez.
Un corte al cuello.
Un estallido en la espalda.
Un salto fallido.
Un pie mal puesto.
Cada una de esas muertes lo enseñaba.
Lo empujaba un paso a la izquierda, un centímetro más abajo, una décima de segundo antes.
Corrió por el centro del túnel. Dos guardianes saltaron a la vez desde los flancos. Una nueva visión: su cráneo partido por una pinza hidráulica. Se dejó caer de rodillas antes de que ocurriera, deslizando su cuerpo por el suelo pulido. Las dos máquinas chocaron entre sí con fuerza brutal, su programación de combate confundida por el mismo objetivo en dos lugares distintos.
Una de ellas activó su lanzallamas de contención.
—¡No! —gritó E-34, aunque no sabía por qué.
Demasiado tarde.
Una lengua de fuego se encendió. Incineró al guardián que lo había embestido desde el otro lado. Los sistemas ópticos del resto parpadearon. La línea azul de uno de ellos se volvió roja. El protocolo de seguridad había interpretado un sabotaje.
Fuego amigo.
En cuestión de segundos, la unidad restante disparó una ráfaga láser contra el lanzallamas. E-34 saltó hacia un costado, cubriéndose detrás de un pilar mientras los guardianes se despedazaban entre sí.
Chispas. Fragmentos. Gritos mecánicos.
Solo uno quedó. Dañado. Tambaleante.
E-34 se enderezó. El guardián avanzó. Su hoja vibratoria cobró vida.
Pero E-34 ya había visto esta escena.
Otra visión: su yo alterno, saltando con desesperación, siendo atravesado.
—No así —susurró.
Cerró los ojos un instante. El tiempo se fragmentó.
Luego giró sobre su talón izquierdo, se lanzó hacia adelante, y con un impulso imposible, deslizó su brazo por debajo de la estocada del guardián. No buscó pelear. Solo redirigió.
La máquina giró para seguirlo.
Y caminó directo hacia el fuego que aún ardía del lanzallamas anterior.
Una explosión menor. Una lluvia de metal.
Silencio.
E-34 jadeaba, arrodillado entre los restos humeantes. Las placas del Túnel de los Nombres ardían con un tenue resplandor, como si lo hubieran observado todo.
Miró hacia el fondo del túnel.
Una nueva puerta. Cerrada. Pero no por mucho.
Y en su mente, una palabra que resonaba constantemente por todos los murmullos que lo guiaban, se repetía:
> "Murmullo…"
> "…del Tiempo."
Posdata: me gusta la comida picante y a ustedes? También hasta que alguien comente alguna vez solo publicaré un capítulo por día, tal vez ⁰-⁰
Doctor Zane Alias(El Clavo que Ve) ( trata de crear individuos que prevean el futuro)[Zane es un nombre de origen hebreo que significa "creador]