La vigilancia de S.H.I.E.L.D. era como un fantasma para Peter. No podía verla, no podía oírla, pero a veces, una punzada en su sentido arácnido, demasiado sutil para ser peligro pero lo suficientemente presente para ser una molestia, le hacía sentir que no estaba solo. Una furgoneta aparcada que parecía demasiado tiempo en la misma esquina, una persona que lo miraba un poco más de lo normal en la cafetería. La paranoia era un efecto secundario de su vida secreta.
Pero incluso con esa presión latente, la vida de Peter Parker tenía sus momentos. La confesión a MJ había abierto una nueva dimensión en su relación. Ella ya no lo miraba solo con perspicacia, sino con una mezcla de complicidad y una ternura inusual para ella. Y Peter, a su vez, se sentía más ligero, más él mismo, incluso cuando tenía que fingir para el resto del mundo.
Un día después de clases, Peter se armó de valor. "Oye, MJ," comenzó, sintiéndose un poco torpe. "¿Te gustaría... salir? No para una 'exposición de fotografía' esta vez. Solo... ¿una cita?"
MJ lo miró, una ceja levantada, sus labios curvándose en esa pequeña sonrisa que a Peter le gustaba tanto. "Parker, ¿tienes algún chiste nuevo para contarme? Porque tus chistes son bastante malos para una cita."
"¡No!", dijo Peter rápidamente. "Solo... quiero pasar tiempo contigo. De verdad. No como Spider-Man, no como Peter Parker el genio, solo... yo. Y tú."
Ella consideró su oferta por un momento, sus ojos brillando. "Está bien, Parker. Pero si me aburro, te culparé a ti."
La "cita" fue, a su manera, perfecta. Fueron a un pequeño restaurante de comida india que Peter había estado queriendo probar. Hablaron de todo: libros, arte, películas que habían visto, lo absurdo de la escuela, y por supuesto, el inminente juicio de Tony Stark sobre su juego "Web-Runner", que MJ le había ayudado a perfeccionar. Peter se sentía tan relajado como podía estar, compartiendo risas genuinas y una conexión que se sentía más fuerte que cualquier telaraña.
Mientras caminaban de regreso a casa de MJ, bajo el cielo estrellado de Queens, Peter no pudo evitar la punzada de su sentido arácnido. Esta vez, era más fuerte. Un presentimiento. No un peligro inmediato, sino un cambio en el aire, una inminente tormenta.
De repente, el comunicador de Tony Stark vibró con urgencia. El sonido era diferente, no era una simple llamada. Era una alerta.
"Araña," la voz de Tony sonó con una tensión que Peter nunca había escuchado antes. "Tenemos un problema. Grave. Creo que Rusia acaba de presentar a su propio 'Hombre de Hierro', y no está contento. Las noticias lo están cubriendo ahora mismo. Ivan Vanko. Las cosas se van a poner muy, muy feas."
Peter se detuvo en seco. Ivan Vanko. El hombre detrás del látigo de energía. Eso significaba que los eventos de Iron Man 2 estaban a punto de desatarse. Y con ellos, no solo la locura de Vanko, sino también la enfermedad de Tony y la creciente presión del gobierno sobre él.
MJ notó su cambio de expresión. "Peter, ¿qué pasa? ¿Esa es tu 'pasantía' secreta?"
Peter miró su teléfono, luego a MJ. El mundo estaba a punto de sumergirse en un nuevo nivel de caos. La noche con MJ, tan simple y perfecta, se sentía como un breve respiro antes de la tormenta.
"Algo grande, MJ," dijo Peter, su voz grave. "Algo que va a cambiarlo todo. Tony está en problemas. Grandes problemas."
MJ puso su mano sobre su brazo. "Pues claro que está en problemas. Es Tony Stark. Siempre está en problemas. Pero tú... ¿qué vas a hacer, Peter?"
Peter miró el cielo, donde las luces de Manhattan brillaban en la distancia. Su cita había terminado, y su deber lo llamaba. El mundo de Spider-Man estaba a punto de colisionar con el de Iron Man de una manera que ni siquiera Tony Stark podría haber anticipado.