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Limit of a Hero.

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Synopsis
Mikey Santana, Un niño de 16 años que vive con su abuelo sueña con convertirse en un superhéroe, pero una noche fatídica cambia todo, alterando para siempre la vida de Mikey. Asesinos, velocistas, monstruos, inmortales, seres divinos, extraterrestres, guerras, muertes y un sinfín de desgracias lo perseguirán implacablemente, obligándolo a luchar o morir. .A pesar de las abrumadoras probabilidades, Mikey resistirá, aunque su destino revelará la dura realidad de sus aspiraciones, mostrando cuán imposible y necio es realmente su sueño. Después de todo, los humanos tienen sus límites. ¿Verdad? --------- Advertencia de Contenido: Este libro contiene contenido explícito, violencia gráfica y representaciones de sangre. Se recomienda discreción. Algunas escenas pueden resultar perturbadoras para audiencias sensibles. Proceda con cautela. --------- Content Warning: This book contains explicit content, graphic violence, and depictions of blood. Reader discretion is advised. Some scenes may be disturbing to sensitive audiences. Please proceed with caution.
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Chapter 1 - Capítulo I (Editado)

«Pure trató de escapar nuevamente, pero fue detenido por Champion. El héroe fue interrumpido esta mañana debido a la alarma que inundó la torre de La Unión. Al notar el intento de escape de Thomas Santana, mejor conocido como Pure, los miembros de La Unión se apresuraron a ir a la prisión, Grand Prince, a evitar el escape del villano», informó el hombre del noticiero. Levanté la cabeza y miré la radio del coche. Con este ya habían sido quince intentos de escape en un año.

Suspiré. 

—Desearía ser un héroe — Dije. Las palabras salieron de mi boca casi como si fuera una rutina. ¡Qué sorpresa! Decir esas palabras sí era una rutina. 

«En otras noticias: este 10 de octubre empezarán las pruebas de aceptación a nuevos héroes en La Unión. Los mayores de 15 años pueden participar…», la voz que emitía la radio se escuchó difusa al concentrarme en los hermosos rascacielos que adornaban Middle City.

—Puedes ir — Dijo mi abuelo, interrumpiendo mis pensamientos. Sorprendido volteé mi mirada hacia Wayne, mi abuelo. Una expresión de regocijo se impregnó en mi cara.

—¿Te refieres a… — Pregunté a medias. 

Mi abuelo me interrumpió por segunda vez.

—Me refiero a que puedes ir a hacer las pruebas de La Unión. Sé que soy duro contigo, pero la verdad es que ya estás creciendo y puedes tomar tus propias decisiones — Respondió, sin apartar la mirada del camino. La felicidad inundó mi ser. No lo podía creer. ¡Podría ser un héroe! ¡Un superhéroe! Siempre quise ser uno pero pensé que mi abuelo nunca me dejaría—. Pero me tienes que hacer una promesa.

Mi cara de felicidad no pasó desapercibida y cómo era de esperarse, mi abuelo puso un pero.

—¿Qué sería?

—Si fallas la prueba no volverás a insistir en ser un héroe, no usarás tus poderes cuando los despiertes, te graduarás de la escuela, conseguirás un trabajo normal y tendrás una vida normal — Respondió—. Aún así mañana empezarás la escuela. Tienes que seguir con tu educación sin importar nada.

—Entiendo, abuelo — Acepté. No tenía nada que perder, perdería más si no lo intentaba.

—No sé porqué lo quieres hacer si ni siquiera has despertado tus poderes... Si es que tienes. El año pasado fuiste sin mi permiso, ¿recuerdas lo que pasó? Todos se burlaron de ti al ir sin ser portador de ningún poder — Dijo mi abuelo, con una sonrisa en la cara.

—Se burlaron porque no entienden — Le dije, enojado.

—¿Qué no entienden? — Preguntó, mientras apartaba un segundo la mirada para verme.

—No se necesita tener poderes para ser un héroe, menos vestir un lindo traje o ser millonario —respondí, mientras tomaba unos segundos para continuar, pero mi abuelo me interrumpió con otra pregunta.

—Entonces, según tú. ¿Qué se necesita para ser un héroe? —preguntó mi abuelo con un tono burlón.

—Realizar una hazaña, solo eso te vuelve un héroe —la respuesta hizo que mi abuelo se echara a reír a carcajadas, para luego dejar de prestarme atención y volver su mirada al caminó—. Aparte, pude haber aprobado si no me lo hubieras impedido.

—Sí, claro. Nunca hubieras aprobado sin poderes. Y si lo hubieras hecho, sería una muerte segura para ti. Pero ya, dejemos este tema que me da dolor de cabeza —dijo con una voz cansada. No sabía si le molestaba discutir conmigo o simplemente yo le molestaba. Nunca lo llegué a entender, era un viejo muy misterioso y raro. 

—Lo que digas.

Estaba enojado con mi abuelo. Sentía que yo podría marcar la diferencia. El primer superhéroe sin poderes, como un Batman pero sin dinero. Bueno, mejor como un Hawkeye sin arco y sin saber pelear. 

Llegamos a casa. Si se puede llamar casa a la pocilga en la que vivíamos. Un departamento de mala muerte, lleno de basura, criminales, viciosos, y demás seres despreciables. No me podía quejar realmente ya que el abuelo hacía todo lo que podía. Ese fue el lugar más barato que pudimos rentar.

Al bajar del coche, la brisa fría nocturna llenó mi cuerpo. Apreciando la hermosa luna me dirigí hacia el departamento junto a mi abuelo. Cuando abrí la puerta un hedor a ratón muerto inundó mi nariz. «¡Este lugar es realmente de lo peor!», pensé, e ignorando el hedor mi abuelo y yo subimos las escaleras hasta el séptimo piso. Avanzamos algunas puertas y mi abuelo sacó lentamente una llave. Intentó abrir la puerta, pero se dio cuenta que ya estaba sin seguro.

Mi abuelo me miró desconcertado.

—Espérame aquí y prepárate para llamar a la policía si pasa algo —dijo. No había forma de que mi abuelo hubiera dejado la puerta sin seguro por error. Mi abuelo siempre había sido cuidadoso y pensaba varias veces hasta las más mínimas de sus acciones. Lo más probable era que alguien había entrado.

Miré la espalda de mi abuelo mientras él pasaba el umbral del apartamento. Realmente quería ir junto a él, sin embargo, entendía que mi abuelo era una persona fuerte y sobreprotectora. Si hubiera insistido en entrar con él no me hubiera dejado. 

Pocos segundos después escuché forcejeos y el sonido de una ventana rompiéndose. La preocupación me obligó a cruzar la puerta y entrar corriendo para ver qué era lo que había sucedido.

Uno de mis miedos se convirtió rápidamente en realidad al ver a un señor con una máscara negra delante de una ventana rota. Había sangre por todas partes. Mi cuerpo se paralizó y mis piernas empezaron a temblar. Pude notar que el señor estaba igual de tembloroso, así que deduje que su intención no fue matar a mi abuelo. Aún así está muerto. Ningún humano normal sobrevive a una caída de un séptimo piso.

—N-no no era mi intención… —tartamudeó el hombre, tratando de convencerse a sí mismo. No hacía nada más que darle excusas al aire—. Empezamos a f-forcejear y lo empujé por error. Solo quería conseguir algo de dinero para mi familia.

El shock era tan grande que no podía procesar qué estaba sucediendo. El señor se volteó y notó mi presencia. En su cara se formó una expresión de horror, tal y como si hubiera visto a un muerto, y técnicamente eso haría si me dejaba matar. Parecía que estaba pensando qué hacer y yo sabía que iba a suceder. 

Él no podía dejarme con vida.

Sus pasos lentos e inseguros se dirigían hacia mí mientras murmuraba cosas incoherentes y escondía algo detrás de su espalda. Tonto. Ya había visto el cuchillo, un arma llena de la sangre de mi abuelo. Obviamente apuñaló a mi abuelo y luego lo empujó. ¡Qué asco de persona! ¿Cómo le haces eso a un anciano de 60 años? De entre todas las habitaciones en este departamento, ¿Por qué tuvo que entrar en la nuestra? Que mala suerte.

Cuando el señor estaba a unos pocos pasos de mí, mi cuerpo reaccionó solo. Supuse que se trataba de mi instinto de supervivencia, pero había algo anormal. Había algo en mi que fue potenciado por el miedo a morir, por el odio a ese asesino y por la tristeza de perder a mi abuelo. No era algo normal. Mi puño impactó con la cara del hombre y… él salió volando. El hombre atravesó la pared y salió disparado hasta el otro edificio. No estaba seguro pero parecía haber seguido atravesando las paredes de los edificios alrededor. Tampoco sabía si seguía vivo, aún así lo dudaba. Acababa de matar a alguien, asesiné, le arrebaté la vida a alguien.

Pocos minutos después, las patrullas y ambulancias inundaron el lugar. Unos policías me sentaron en una ambulancia. Luego que me revisaran y vieran que estaba en perfectas condiciones, me esposaron y me metieron en una patrulla. 

Pude ver cómo metían a mi abuelo en una bolsa negra… muerto. No pude ver al señor pero suponía lo peor. Los policías que me habían sentado en la patrulla me llevaron para la comisaría en la cual había unas letras grandes en azul encima de las puertas que decían: «MCPD, Departamento de Policía de Middle City».

Cuando entré a la comisaría el bullicio de agentes ocupados y estresados llegó a mis oídos. Estaba acostumbrado a tanto ruido debido a la zona en la que vivo... o vivía. Pero debido a mi estado actual, sentía que mi cabeza iba a explotar.

Los agentes me metieron en una sala de interrogatorios, igual a las películas. Siempre quise estar en una pero siendo el que interroga, no el interrogado. 

Cuando los agentes dejaron la habitación, mi ansiedad aumentó. ¿Qué me sucedería? Mi abuelo estaba muerto. Si me encarcelaban nunca podría estar en La Unión. Mi vida estará arruinada. Mi ansiedad era tan grande que inconscientemente levanté mis manos, rompiendo las esposas. Me quedé en shock.

Pensándolo bien me di cuenta que me sentía muy fuerte, será que... ¿Había despertado mis poderes? Me levanté y agarré la pata de la mesa, una mesa de metal, la doble como si fuera goma. Sentía que podía hacer muchas cosas con mis poderes, como si se tratara de una extremidad. Mi cuerpo empezó a flotar. ¡Yo empecé a flotar!

—¡Puedo volar! —grité. La emoción hizo que me olvidara por completo de todo lo que estaba sucediendo. Pero el sonido de la puerta abriéndose me devolvió a la oscura realidad. Dos personas entraron a la habitación.

Un señor de aproximadamente 50 años con ojos marrones fue la primera persona en entrar en mi campo de visión, no obstante, la segunda fue la que captó toda mi atención. Un individuo que llevaba un traje blanco con bordes dorados. Sin máscara, pero con su característica estrella blanca en su pecho. Se trataba de el mundialmente conocido Champion. Una persona que siempre había admirado estaba frente a mi. Viéndolo de cerca parecía que la vejez lo estaba alcanzando: en su melena castaña se podía divisar pequeñas canas, pero sus ojos verdes se veían llenos de energía. Cualquiera pensaría que estaba en sus 20 por esos ojos llenos de vida. Pero no, ya debería tener unos 40 años. 

Caí al piso. 

Los dos se quedaron viéndome parados delante de la puerta. Me levanté del piso y me senté en la silla disimulando. Una risa nerviosa salió de mi boca. Mientras Champion y el otro señor se sentaban en las dos sillas delante de mí, la mesa estorbaba debido a que estaba inclinada, por supuesto, le había doblado una pata. 

—Michael Santana Roccuzo de 16 años, asiste a la preparatoria Santa Carla y vivía con su abuelo, Wayne Santana. Según los testigos tu abuelo cayó de un séptimo piso a las 7:54 de esta noche, declarado muerto inmediatamente. 10 minutos después el señor David Smith salió disparado del mismo edificio. El señor Smith cuenta con múltiples fracturas en todo su cuerpo y los médicos aseguran que lo más posible es que no vuelva a caminar. Su condición de sobrehumano le dio la posibilidad de vivir esta vez —dijo el señor que vino con Champion mientras leía una especie de archivo. Supuse que ahí estaba la información del caso. «¿Cuántas horas han pasado desde lo sucedido?», me pregunté. Miré un reloj pegado en la pared y mi respuesta llegó como algo divino. Eran las 11 de la noche—. Aún así se confirmó que tiene una fractura en la cabeza ocasionada por un golpe, los médicos suponen que las otras heridas fueron por el impacto, así que quiero que me cuentes tu versión de la historia.

Al parecer el señor que irrumpió en mi casa seguía vivo. Nunca quise matarlo, no vale la pena. Mi abuelo siempre me decía que el peor castigo de una persona que hizo algo malo es vivir con el remordimiento, la muerte solo es un escape fácil.

Champion solo estaba ahí con los brazos cruzados mientras me observaba. Esperaba mi respuesta.

—Bueno... —pronuncié, luego le conté todo. El tiempo que hablé el señor no despegaba su mirada de una libreta. Claro, de vez en cuando me interrumpía para hacer preguntas.

—Eso sería todo —dijo el señor—. Serás liberado en breve. De ahora en adelante, el héroe aquí se hará cargo de ti. Me llamo Josh Caine. Si necesita algo solo llámame —el señor mientras me pasaba una tarjeta con su información personal. La información más importante resaltaba en una letra roja, casi tan roja como la sangre de aquél cuchillo que utilizó el hombre que casi maté. «Comisario Caine, 973-6xx-xxxx», se podía leer en la tarjeta, la cual guardé en mi bolsillo. Al ver mi pantalón un pensamiento intrusivo hizo eco en mi cabeza: «¡Qué asco, no me he bañado el día entero!».

Pronto Champion y yo quedamos solos en la habitación. Lo único que nos acompañaba era un ambiente incómodo y raro. Nunca esperé estar en una habitación a solas con el superhéroe más fuerte del mundo, el mismo héroe que estaba en contra de los planes de mis padres.

—Conocía a tu abuelo, también a tu padre y a tu madre —dijo. Mi padre y mi madre, ¿eh? Personas de las que no me gusta hablar. No los odiaba pero sus decisiones arruinaron mi vida. Mis padres son villanos, los peores. Nunca ha sido fácil ser el hijo de los supervillanos más odiados del mundo. La gente te odiará aunque intentes ser bueno, te juzga sin conocerte. Es una pesadilla. ¿Vida social? Nula. ¿Amistades? Casi nula. ¿Novia? ¿Qué es eso? Aún así no los odiaba, solo quería entender las razones detrás de su objetivo. Digo, nadie amanece de un día para el otro con las ganas de crear una organización terrorista con el objetivo de ayudar a una raza alienígena a esclavizar a su propia especie, ¿verdad?—. Elizabeth Roccuzo y Thomas Santana, mejor conocidos como Leviathan y Pure. Cabecillas de Leviathan —añadió—. Pero bueno, no estoy aquí para hacerte recordar tu horrible pasado. Estoy aquí para ayudarte, ayudar al hijo de mis antiguos camaradas.

Antes de que mis padres se volvieran locos eran miembros de La Unión. Eran columnas. Junto a otros héroes son fundadores de este grupo de héroes defensores de la humanidad, pero algo les hizo traicionar a su pacto; llevándose un núcleo Argo y matando a tres héroes en el proceso.

—No quiero ser una molestia.

—No te preocupes por eso. Tu abuelo me había contado que querías hacer las pruebas de La Unión. Te puedo entrenar para que controles estos nuevos poderes que tienes. ¿Cuando despertaste? —preguntó Champion. Su mirada amable hacía que me sintiera seguro junto a él.

—Hoy —respondí.

—Increíble, ¿y ya puedes volar? Aprendes rápido... bueno. Poco a poco descubriremos cuáles son tus poderes. Por ahora, dime, ¿tienes hambre? —dijo. Una sonrisa adornó el rostro de Champion. 

—Sí, tengo hambre —confesé mientras nos levantábamos y salíamos de la comisaría.

Luego de comer en un restaurante, lo cual llamó mucho la atención debido a que el hijo de los villanos más conocidos estaba cenando con un superhéroe en un restaurante cinco estrellas, me llevó a la torre de La Unión. Era la primera vez que estaba en la torre. Era enorme, de entre todos los edificios, creo que era más o tan grande como el Empire State… aunque tampoco he estado allá. 

Al entrar lo primero que me saluda es la estatua del superhéroe Aquiles, Kyle Johnson. El héroe que murió mientras los miembros fundadores de la unión trataban de detener la invasión alienígena en el año 2000. ¿O era 2001? No lo recordaba. Eran tan jóvenes en ese entonces. Aquiles se sacrificó para que los otros miembros de La Unión pudieran escapar del portal creado por los Argoryan, así cerrando el portal y él siendo destinado a quedar dentro junto a millones de Argoryanos. Después de esa hazaña La Unión se volvió famosa y se construyó esta torre. 

Me quedé contemplando la estatua de Aquiles, debajo había un cartel de oro que decía: «En honor a Kyle Johnson, Alias Aquiles. 10/20/1983-12/24/2000». Pues sí, fue en el 2000. Claro, porque un año después pasó el accidente de las torres gemelas. La Unión salvó a muchas personas antes de que se derrumbaran por completo pero aún así hubo pérdidas.

—No te quedes ahí, vamos —dijo. La voz de Champion me despertó y fui hacia donde él estaba, en el ascensor.

No había visto a ningún superhéroe en la torre, supuse que estaban ocupados. Solo estaban los guardias y la secretaría en el primer piso. No entiendo para qué necesitan tantos pisos pero bueno, tampoco sé la arquitectura de la torre. 

Llegamos al último piso. Me sorprendió lo grande que era esta torre. 

Champion me guió hacia un largo pasillo donde pude ver las puertas de muchas habitaciones. Luego de enseñarme mi habitación, me entregó la llave.

—Gracias —dije. 

Un olor a sábanas limpias y ambientador se impregnó en mis fosas nasales. Un alivio. La habitación era muy grande. En esta se desplegaba una cama para dos personas y tenía paredes blancas, un baño, televisión, un ventanal gigante y un closet. 

—Ya hice que trajeran todas tus cosas. Mañana, después de que vengas de la escuela, empezarás tu entrenamiento —me avisó mientras se iba. Antes de que la puerta se cerrara me guiñó el ojo.

Mi cuerpo cae cansado en la cama. «¡Vaya día!», exclamé en mi cabeza. Todo será diferente de ahora en adelante, de eso no había dudas. Un suspiro largo salió de mi boca mientras revisaba mi celular y miré la hora.

—3 de la mañana, debería darme un baño y dormir —le dije a mi soledad. Solté mi teléfono y empecé a flotar hacia el baño—. Esto es genial, nunca me aburriré. ¡Desperté mis poderes! —grité con emoción mientras daba unas vueltas en el aire, quitándome la ropa y entrando a la ducha. Abrí el grifo y sentí el agua caliente deslizarse por mi cuerpo. Mis manos se apretaron mientras levanté la cabeza y recordé todo lo que sucedió—. Prometo no decepcionarte, abuelo.