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Chapter 20 - Capítulo 20: Lavandería Sucia y un Imperativo Familiar

El éxito del golpe a Madrazo, ejecutado con la precisión de un cirujano, inyectó una nueva confianza en Michael. No solo había probado que podía operar en el submundo del crimen sin caer en el caos habitual, sino que había ganado un respeto a regañadientes de Franklin y, sorprendentemente, de Trevor. Ahora, el siguiente paso era crucial: legitimar las ganancias y, más ambiciosamente, la caótica empresa de Trevor.

"Bien, Trevor, hablemos de tu negocio", dijo Michael una tarde, mientras estaban en el porche de la mansión. El sol se ponía sobre Los Santos, tiñendo el cielo de naranjas y púrpuras. Trevor estaba, para variar, relativamente tranquilo, sorbiendo una cerveza.

"¿Mi negocio?", gruñó Trevor, su voz teñida de suspicacia. "No toques mi mierda, Michael. Es lo único que tengo."

"No la voy a tocar, la voy a limpiar", replicó Michael con calma. "Tu negocio de armas y drogas en Sandy Shores es una operación de bajo perfil con un potencial desperdiciado. Es ineficiente, atrae demasiada atención local y no está generando el dinero que debería. Vamos a cambiar eso."

Michael había estado investigando las debilidades del mercado legal e ilegal en el desierto. "Vamos a establecer una empresa de transporte falsa", explicó. "Una compañía de carga que 'compra' y 'distribuye' materiales a través del estado. Tu negocio de armas y drogas se convierte en su 'cliente principal', pagando por el 'envío' de mercancías. Ese dinero se lava a través de los libros de la empresa de transporte. Además, podemos usar la red para mover tus propios productos de forma más segura y 'legal'."

Trevor lo miró con escepticismo, pero también con un atisbo de interés. "Una empresa de transporte... ¿así que ahora soy un camionero?"

"Ahora eres un CEO, Trevor", corrigió Michael. "Serás el 'rostro' de la empresa, el tipo rudo que se encarga de que todo llegue a tiempo. Te daré una fachada, un par de empleados legítimos, un almacén en un polígono industrial. Y yo me encargaré de los libros, de que los números cuadren. Podrás mover tus cosas sin que parezca que es tuyo."

La idea de tener una identidad "legítima" y, más importante, una mayor seguridad y eficiencia para sus operaciones, empezó a intrigar a Trevor. La falta de caos era un precio que valía la pena pagar por la acumulación real de poder y dinero.

Mientras tanto, Michael no descuidaba sus propios intereses. ByteWare Solutions comenzaba a florecer. Bajo su dirección, la aplicación había sido relanzada con una interfaz de usuario mejorada y nuevas funcionalidades. La empresa había cerrado dos contratos más y estaba empezando a generar ingresos significativos. Michael pasaba horas en las oficinas, no solo dirigiendo, sino sumergiéndose en los detalles del código y la estrategia de marketing. Era una distracción bienvenida de la locura de Trevor y la tensión familiar.

La vida en la mansión, sin embargo, seguía siendo un campo minado emocional. Trevor, aunque algo más "controlado" por Michael, era un torbellino de imprevisibilidad. Un día, podría estar viendo caricaturas con Jimmy, al siguiente, gritando obscenidades al televisor por un comercial. Amanda seguía nerviosa, pero Michael se había comprometido a protegerlos.

Una tarde, mientras Michael revisaba documentos de ByteWare en su oficina, escuchó un sollozo. Salió y encontró a Tracey sentada en las escaleras, llorando en silencio.

"¿Qué pasa, cariño?", preguntó Michael, sentándose a su lado.

Tracey levantó la vista, sus ojos hinchados. "Es... es Jenny. Una de mis amigas. Parece que... que se metió en problemas con unos tipos malos. Unos que la querían... aprovecharse de ella para videos y cosas. Lazlow me advirtió de ellos, pero ella no me creyó."

El corazón de Michael dio un vuelco. La sombra del peligro de Lazlow se cernía de nuevo, pero esta vez, sobre una de las amigas de Tracey. Esto confirmaba que su intervención con Lazlow había sido acertada, pero el mundo de los depredadores de la industria del entretenimiento era vasto y oscuro.

"¿Sabes quiénes son estos tipos?", preguntó Michael, su voz calmada, pero con una dureza subyacente.

Tracey asintió, sollozando. "Sí. Unos productores independientes. Tienen un estudio en el centro. Se llaman... los hermanos O'Neil."

Michael se tensó. Los O'Neil. Un grupo violento y territorial de criminales sureños, conocidos por su brutalidad y su control de varias operaciones ilícitas, incluyendo el tráfico de drogas y la explotación. Eran la antítesis de la "limpieza" que Michael buscaba. Meterse con ellos significaría un conflicto directo y brutal, algo que Michael había intentado evitar. Pero la seguridad de Tracey y sus seres queridos era un imperativo.

Miró a Tracey, su hija, a quien había jurado proteger. Y a su lado, en la habitación de invitados, estaba Trevor. La herramienta perfecta para un problema tan sucio.

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