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grises

kurokaio
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Synopsis
Mi nombre es Kaito. Tengo 16 años y vivo solo en una casa fría y silenciosa. Cada día voy a la escuela y regreso sin hablar con nadie… hasta que conocí a Emily, una chica de pelo plateado que, por alguna razón, decidió acercarse a mí. ¿Por qué alguien como ella querría saber mi nombre? Esta es la historia de dos corazones grises que intentan encontrarse.
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Chapter 1 - tengo una enfermedad mental

—Mi nombre es Kaito y estoy solo. A veces me pregunto si sería mejor si no existiera.

—Voy a la escuela y me devuelvo a mi casa. Siempre es lo mismo y la verdad eso me está cansando. A veces solo me gustaría desaparecer un momento —cerré mis ojos fuertemente.

—Que empiece el siguiente día de mierda...

—¡Sonó la alarma!

—La apagué, suspiré y me levanté. Abrí los ojos, caminé tambaleándome hacia el baño y me vi en el espejo.

—¿Por qué soy tan horrible?

—Bajé la mirada lentamente, respiré hondo y subí mis manos hacia la llave. Siento el metal frío bajo mis palmas.

—Eso se siente horrible.

—Giré la llave, el agua subió rápidamente y bajó hacia mis manos. Tomé el agua y dejé caer mi cara sobre ellas.

—Levanté mi cara, giré lentamente, miré hacia abajo viendo cómo las cucarachas se metían en los huecos del baño. Eso me dio un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo.

—Malditas plagas de mierda... son como yo.

—Sentía cómo una lágrima quería salir de mis ojos pero estoy bloqueado, no puedo sentir emociones fuertes. Ojalá no pudiera sentir la soledad.

—Tomé mi cepillo de dientes, agarré la pasta dental, la esparcí sobre el cepillo y comencé a lavarme los dientes. Siento cómo me sangran las encías.

—¿Acaso soy un muerto andante?... no.

—Solo soy una escoria que nació por error.

—Escupí la pasta de dientes junto a la sangre que derramaron mis encías.

—Eso dolió.

—Me dirigí hacia mi habitación vacía. Veo el uniforme de la escuela colgando y balanceándose, como si me llamara, como si dijera mi nombre.

—Apreté mis puños fuertemente, suspiré y los abrí. Tomé mi uniforme, me lo puse.

—Salí de mi casa y me tapé las orejas. No soporto el ruido de la calle y también el olor a flores... el único olor al que está acostumbrada mi nariz es el olor a pared pudrefacta.

—Avancé y avancé hacia mi escuela. El viento es agradable, cerré los ojos y respiré profundamente. Giré hacia la derecha y vi a una chica de pelo plateado acariciando a un gato callejero.

—Los gatos son animales misteriosos, saben muy bien cómo lidiar con la soledad... pero me tocó ser humano y no un animal —pensé mientras la observaba.

—¿Esa chica es de la escuela? Tiene el mismo uniforme que yo —cuando estaba a punto de apartar la vista, me habló.

—Oye, ¿sabes dónde queda la escuela Hishida?

—Es la de al frente —respondí nervioso. Siento un nudo en la garganta que apenas me permitió decir esas palabras.

—Gracias, qué amable... Veo que tú también vas ahí. Si quieres, puedo acompañarte.

—¿Qué debo responder? Claro que sí, pero si digo que sí sería muy raro ver a una chica tan hermosa al lado de un tipo como yo.

—No, iré a hacer algunas cosas antes de entrar.

—Oh claro, discúlpame por molestarte.

—Sentí como una gota de agua fría se deslizaba por mi frente. Inhalé aire, me giré y empecé a mover mis piernas rápidamente para correr. Siento la adrenalina recorrer mi sangre, siento el fuego en mis venas. Vi un pequeño callejón y me dejé caer en el frío piso del lugar.

—¿Qué me está pasando? ¿Por qué mi corazón late tan rápido? No quiero sentir esto —dije sintiendo la ansiedad. Siento cómo todo a mi alrededor se vuelve pequeño y me aplasta.

—No puedo hablar con las personas. Creo que tengo un tipo de enfermedad. Cuando hablo con las personas siempre me siento con ganas de vomitar, me duele el estómago y siento un nudo en la garganta que no me permite decir palabras.

—Siento cómo las lágrimas invisibles se deslizan sobre mi rostro, pero no puedo verlas físicamente.

—Me tengo que levantar.

—Me levanté, respiré de nuevo profundamente, relajé mis manos y avancé hacia la salida del callejón y me dirigí hacia la escuela.

—¿Por qué soy tan patético hablando con las personas? —dije con el rostro y la cabeza baja. Sentía un peso en la espalda que no me permitía levantar la cabeza.

—Choqué con la puerta de la escuela.

—Ah... ¿cuándo apareció esta puerta?

—Siempre estuvo ahí —dice la chica de pelo plateado de antes, mientras se ríe de mi golpe.

—Qué estúpido —dije apartando la vista de la vergüenza. Intenté no mirarla.

—Por cierto, ¿cuál es tu nombre? —pregunta ella, algo sonrojada.

—Solo contrólate, controla tu corazón, respira, respira... no vomites, por favor —me dije a mí mismo.

—Pero... sentí cómo algo ácido se me subió por la garganta. Rápidamente me tapé la boca y sentí algo cremoso, algo que sabía a gusanos, algo que no podía explicar... era vómito.

—Sentí cómo mis pies se cargaban de energía para correr automáticamente y entonces salí corriendo hacia el baño. La visión era borrosa, no podía ver nada.

—Traté de calmarme, pero lo único que logré fue tragarme el vómito. Sentí cómo lo ácido volvía a mi garganta y bajaba hacia mi estómago. Un sabor amargo y asqueroso.

—¡Ahhhhh! —grité desesperado.

—¿Por qué mierda no puedo hablar con las personas?

—Levanté la vista, respiré para calmarme, tambaleándome me giré hacia la entrada. A mi sala, que no queda tan lejos del baño.

—¿Por qué soy así? —pensé mientras me dirigía hacia mi sala. Apreté fuertemente mis dientes.

—Avancé hacia mi sala temblando, abrí la puerta de la sala con ventanas gigantescas que iluminaban hasta los rincones, y ahí estaba la profesora mirándome junto a los demás.

—¿Por qué llegas tan tarde? —dice la profesora Mizuka.

—Tuve algunos p–problemas —dije con el nudo en la garganta.

—Mizuka, una nueva chica, Emily, se sienta al lado tuyo. Espero la trates bien, muchacho. Por favor, dirígete a tu asiento.

—Cuando dijo eso, algo se empezó a mover rápidamente dentro de mí. ¿Son nervios? ¿Es miedo? ¿Qué es esto? Cuando me dirigí hacia mi asiento sentí cómo el miedo me hacía tambalearme, como si estuviese caminando sobre un hilo muy fino a gran altura sin seguridad.

—Y ahí estaba la chica de pelo plateado.

—¿Por qué esta mujer apareció de repente en mi vida? —me pregunté.

—Ahora sí me dirás cuál es tu nombre, no tienes escape —dice mirándome con una sonrisa traviesa, con los ojos entrecerrados.