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Chapter 6 - Capítulo 6: El Asedio en la Carretera

"Todo estaba tranquilo en el autobús demasiado tranquilo pero"

"El autobús se detuvo con un chirrido metálico que se sintió en mis huesos. Desde mi asiento delantero, junto a la ventana, vi el caos antes de que la mayoría lo sintiera. Y ahí estaba él.

—¡El hombre del sombrero! —pensé, sintiendo un escalofrío. Era el mismo que había visto en la gasolinera, con su larga gabardina y su sombrero de ala ancha. ¿Cómo había llegado aquí? ¿Nos estaba siguiendo?

Pero no tuve tiempo de terminar mi pregunta. La carretera se inundó de pánico. Gritos. No de las personas, sino de algo que no tenía cuerpo. El aire se hizo frío, y frente al autobús, una horda de figuras oscuras apareció. Eran como sombras, pero más densas, con formas humanas distorsionadas. El terror me inundó.

Entonces, el hombre del sombrero se movió. Sacó una espada que no era de este mundo. Brillaba con una luz azul intensa, casi irreal. Lo vi luchar. Cada golpe de esa espada cortaba las sombras, haciéndolas gritar y desaparecer. Era como una danza macabra. El sonido de los gritos fantasmales se mezclaba con el horror de los pasajeros.

De repente, una de esas cosas, una sombra con ojos que parecían hambre, se dirigió directamente a mí. Mi corazón se detuvo. Y en ese instante, mi conejo de peluche, Lior, que estaba en mi regazo, comenzó a emitir un brillo amarillo suave. Una barrera invisible me protegió. La entidad se detuvo en seco, como si hubiera chocado con una pared de cristal.

Pero la protección de mi conejo no era para todos. Los gritos de los pasajeros a mi alrededor se hicieron más fuertes y desesperados. Los vi colapsar, sus rostros arrugándose en un terror mudo. Era como si su alma fuese absorbida. Sus cuerpos quedaron inertes. Pude ver cómo la vida se les apagaba. Yo, que siempre he querido huir de los problemas, estaba sentada en primera fila viendo una masacre.

La batalla terminó con un último golpe de la espada azul. Un silencio ensordecedor cayó sobre el autobús. El vehículo, ya inservible, estaba destrozado por la colisión y los ataques.

El hombre del sombrero, exhausto, envainó su espada y caminó hacia el autobús. Su rostro, aún oculto en las sombras, transmitía una autoridad que no pude ignorar. Entró y escaneó a los pasajeros, sus ojos se detuvieron en mí por un instante, y luego habló.

—El autobús está inservible. Tienen que caminar. Bajen sus equipajes, ayuden a los heridos cuando estén fuera. Y si tienen ventas o algo así, tráiganlas. Nos vamos.

Los pasajeros, todavía en shock, comenzaron a moverse lentamente. Yo me levanté de mi asiento, sintiendo el peso de Lior en mis manos. Cuando intenté salir, la mano del hombre del sombrero me detuvo.

—Tú. La de la mochila —dijo, su voz era un gruñido bajo, lleno de una rabia que no pude entender. Me miró con una intensidad que me hizo sentir desnuda—. A solas. Ahora."

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