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Chapter 9 - el club que desafía el orden

CAPÍTULO 9 — EL CONSEJO DE LOS NUEVE

La noche había caído sobre la Academia Kōri.

Las luces de los pabellones estaban apagadas, pero un edificio permanecía encendido: el "Edificio Central", una torre de mármol blanco donde solo los líderes de distrito tenían permiso para entrar.

El aire olía a lluvia y tensión.

Nadie hablaba; solo el sonido de los pasos se escuchaba en el corredor.

Allí, detrás de las puertas dobles con el emblema de los nueve dragones grabado, se desarrollaba una reunión que decidiría el futuro del colegio.

Una mesa circular de madera oscura dominaba la sala.

Alrededor, "ocho líderes" ya estaban presentes.

El "noveno asiento" permanecía vacío, cubierto de polvo y con una marca de garras tallada en el borde: pertenecía al "antiguo líder del Noveno Distrito", desaparecido misteriosamente.

En su lugar, sentada en silencio, estaba su hermana:

la llamada "Princesa Dragón", la única heredera del distrito perdido.

Cabello plateado, ojos serenos y una expresión que parecía no pertenecer a este mundo.

Kaoru, la *Emperatriz Carmesí*, rompió el silencio:

—Supongo que todos ya lo saben. El extranjero del Distrito Libre golpeó a Jin Takahara.

El líder del Cuarto Distrito, **Soma Hayate**, conocido como el *Soberano Dorado*, apoyó los codos en la mesa y habló con un tono bajo pero cargado de ira:

—Golpeó a *mi* vasallo dentro de *mi* territorio. Eso es una declaración de guerra.

—Tu vasallo intentó abusar de una chica, Hayate —replicó Kaoru con una sonrisa helada—. Si quieres mantener tu autoridad, al menos elige mejor a tus hombres.

El ambiente se volvió denso.

Los líderes intercambiaron miradas; el aire se podía cortar con un cuchillo.

Desde el otro extremo, una voz calmada pero firme intervino.

Era **Ritsu**, del Primer Distrito, apodada *La Doncella Blanca*.

Su tono era suave, pero cada palabra llevaba el peso de la autoridad.

—No podemos permitir que un forastero altere el equilibrio. El colegio existe bajo nuestras reglas por una razón.

—¿Equilibrio? —rió Kaoru—. Esto no es equilibrio, es opresión disfrazada de orden.

Ese chico solo golpeó a alguien que lo merecía.

—No lo entiendes, Kaoru —replicó Hayate—. Si todos comienzan a hacer justicia por su cuenta, el sistema se derrumbará.

El control se basa en el miedo.

Y si un simple extranjero hace temblar a los vasallos, nuestra fuerza perderá sentido.

Todos guardaron silencio.

Hasta que una voz suave, casi como un susurro, rompió la tensión.

Era la **Princesa Dragón**.

—El miedo no es control. Es debilidad disfrazada de poder.

Las miradas se volvieron hacia ella.

Pocas veces hablaba, pero cuando lo hacía, todos escuchaban.

—He oído rumores —continuó—. Ese club que formó el extranjero… "Club de Conocimiento".

Parece un nombre inocente, pero alguien como él no se mueve sin propósito.

Dicen que una de sus miembros, una chica sin distrito, sabe cosas que nadie debería saber.

Ritsu frunció el ceño.

—¿A qué te refieres?

La Princesa Dragón levantó la mirada.

Sus ojos reflejaban la luz de las velas.

—Sabe sobre los *puntos débiles* de cada distrito. Y sobre el Décimo.

Silencio total.

El nombre prohibido se había pronunciado.

Kaoru se enderezó.

—Eso no puede ser verdad. El Décimo Distrito fue eliminado hace años.

—Eso creíamos —respondió la princesa—. Pero si lo que esa chica sabe es cierto… entonces el Décimo nunca desapareció. Solo se escondió.

Las palabras pesaron en el aire como una sentencia.

Hayate apretó los puños.

—Sea como sea, ese club representa una amenaza. Quiero al extranjero bajo vigilancia. Y a esa chica… investiguen de dónde saca su información.

—No toques a esa chica —advirtió Kaoru con frialdad—. Fue mi recomendación para que se quedara en la academia.

—Entonces eres su cómplice —replicó Hayate.

Las velas parpadearon, como si el aire se hubiera vuelto más pesado.

El sonido de la lluvia comenzó a golpear las ventanas.

Finalmente, **Ritsu** se levantó.

—No tomaremos decisiones precipitadas. Por ahora, observaremos. Si el Club de Conocimiento crece, actuaremos.

Pero si ese ruso provoca otro incidente… no habrá advertencias.

Los demás asintieron, algunos de mala gana.

Uno a uno, los líderes comenzaron a retirarse, dejando tras de sí la sensación de que algo más grande se estaba moviendo bajo la superficie.

Solo Kaoru y la Princesa Dragón permanecieron en la sala.

—¿Por qué no dijiste toda la verdad? —preguntó Kaoru sin mirarla.

—Porque aún no están listos —respondió la princesa—.

El extranjero y la chica son piezas en un tablero que ninguno de ellos entiende.

Pero pronto… todo se revelará.

La *Emperatriz Carmesí* sonrió con un brillo peligroso en los ojos.

—Entonces será divertido verlo arder.

Afuera, el trueno rompió el cielo.

Y en los dormitorios del Distrito Libre, **Leónidas** miraba por la ventana, sin saber que su nombre acababa de dividir a los nueve distritos.

El juego de poder acababa de comenzar.

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