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SHINKEN NO KAKERA

Eduardo_Ruiz15
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Synopsis
—Los fragmentos del don no son un regalo divino… son la condena de un dios caído. En un mundo donde tres planos —el Celestial, el Infernal y el Terrenal— colisionan por el control de la Llave del Don, los fragmentos de ese poder supremo se han dispersado en los ojos de diez humanos elegidos. Ninguno sabe quiénes son los demás. Ninguno sabe por qué fueron elegidos. Pero los demonios sí. Kenji Hoshino, un joven cazador marcado por la desaparición de su hermano mayor, Edu, durante su expedición número 41, lidera su propio escuadrón dentro de un gremio lleno de secretos y alianzas dudosas. Cuando en la mazmorra conocida como Caverna Goru no Mitsudo, Kenji encuentra a un muchacho sin ojos. Kenji Hoshino no sabía lo que le esperaba. No sabía que aquella misión sería diferente. Que aquel muchacho sin ojos que encontraría bajo tierra cambiaría su destino. Y que, en sus ojos —en los ojos de todos ellos— descansaba el eco de un dios que alguna vez fue luz… y ahora solo ansiaba volver. —Kenji descubre una verdad que cambia por completo la guerra entre demonios y humanos: los demonios buscan extraer los ojos de los diez fragmentos para reconstruir la Llave y liberar al dios caído. Así inicia una carrera contra la oscuridad, una búsqueda a ciegas por los otros fragmentos, que ni el propio Kenji sabe si porta. Entre ruinas antiguas, ciudades encantadas y cavernas demoníacas plagadas de monstruos con nombre propio y especie única, se desenvuelve un conflicto ancestral donde las piezas ya estaban en movimiento mucho antes del nacimiento de los protagonistas. Porque en un mundo donde dioses caen, demonios conspiran y las mazmorras ocultan más que tesoros, incluso el fragmento más pequeño... puede destruirlo todo.
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Chapter 1 - HERMANOS DE SANGRE Y GATOS DEL INFIERNO

BOSQUES DE HIKARIMORI—7:03 AM

La niebla se deslizaba como un susurro sobre las copas de los árboles mágicos. Las raíces centenarias parecían latir, y pequeños espíritus del bosque flotaban entre la luz matinal.

Dentro de la mansión Hoshino, el caos era… rutina.

—¡¡¡AZUMI, SHIZUKA, ZUZU SE ROBÓ LA MANTEQUILLA EN ORO!!! —gritó Hinata desde la cocina.

Un torbellino de pasos descalzos resonó por el tatami. Zuzu, el gato mágico, corría a cuatro patas con una sonrisa de absoluto desprecio por las reglas. Saltó por la repisa, atravesó una ventana abierta y desapareció en el jardín. Pero no sin antes dejar caer un pequeño y sospechoso orbe de humo.

¡PUM!

—¡Ese maldito gato dejó una bomba de niebla otra vez! ¡No veo nada! ¡Me llenó el cabello de moho de pantano! —Hinata chillaba, agitando un cucharón como si fuera un báculo de guerra.

De la neblina emergió Azumi, la sirvienta mayor. Su elegante kimono oscuro se mantenía impecable, como si la bomba de niebla jamás la hubiera rozado. Tenía el cabello recogido en una coleta alta, ojos fríos como cuchillas y expresión que decía "mejor no me hagas perder tiempo".

—He limpiado cinco veces esta mañana. Si ese gato vuelve a tocar mis trapos de hechizo, juro que lo extradito al plano de los espíritus inferiores.

A su lado apareció Shizuka, la otra sirvienta, una joven dulce y callada, que parecía siempre medio dormida pero tenía un instinto asesino nivel SS. Sostenía una tetera y sonreía.

—Zuzu quiere atención… dice que sueña con ser el nuevo patriarca de la familia. —susurró.

Edu apareció por detrás de las dos, con una toalla al cuello y una taza de café.

—¡Buenos días, mis musas de la eficiencia! —dijo con tono melodramático—. ¿Sabían que verlas al amanecer prolonga la vida diez años?

Azumi le lanzó una cuchara mágica que explotó en una mini descarga eléctrica.

—Eso fue con cariño, ¿verdad?

—Más de lo que mereces. —respondió Azumi.

—¿Tú también soñaste que Zuzu me ahorcaba con mi propia bufanda o fui solo yo? —preguntó Kenji, apareciendo con cara de no haber dormido.

—Fue real. Yo lo vi. —dijo Shizuka, sorbiendo té.

Comedor — 7:45 A.M.

En la mesa principal, Sakura Sato madre de los hermanos Hoshino leía un pergamino. Tenía el cabello recogido en un moño de guerra y portaba un delantal con la frase "Cocino mejor que tú, pero puedo matarte igual". Una gran olla burbujeaba mágicamente en el centro.

—¿Quién invocó al golem de piedra para que lavara los platos? El golem está llorando en la pileta.

—Yo quería ayudar... —dijo Hinata bajito.

—No le diste instrucciones. Está intentando comerse una vela aromática.

Edu se desmayó dramáticamente sobre la mesa.

—Este hogar es una obra de arte. Un caos perfecto, una sinfonía de gritos, una danza entre lo ridículo y lo sublime...

—¿Estás borracho de café otra vez? —dijo Kenji, sorbiendo el suyo sin azúcar.

—¡¡Zuzu, bájate de la mesa ahora mismo!! —gritó Hinata, como si su vida dependiera de ello nuevamente.

Zuzu, el gato familiar, saltó grácilmente por encima de una lámpara flotante, giró en el aire y aterrizó sobre una bandeja de panecillos dulces. Con la cola ondeando como si se burlara de todos, robó uno y huyó hacia el pasillo.

¡Ese gato es un demonio disfrazado! —bramó Hinata con la escoba en mano.

En la mesa, Edu, con el cabello negro aún revuelto por el sueño y en bata, tomaba té como si nada ocurriera.

—Demonio o no, tiene excelente gusto —comentó, saboreando el aroma del pan robado—. ¿Sabías que los panecillos de Shizuka llevan una pizca de canela y polvo de espíritu? Están bendecidos por el sabor celestial.

Zuzu apareció en el techo, con una capa diminuta de terciopelo y un panecillo en la cabeza. Mientras que Hinata le pedía bajar.

—Zuzu declaró en voz profunda:

—¡Desde este momento me proclamo el Emperador de los Panecillos del Reino Hoshino!

Azumi le lanzó una cuchilla de cocina imbuida en energía espiritual. Zuzu la atrapó con la cola.

—¿Quién demonios le enseñó eso?

—Yo. —Shizuka levantó la mano—. Fue una apuesta. Perdí.

Kenji, de cabello más claro y gafas de lectura, no despegaba los ojos de su grimorio.

—Deberías ayudarles, Edu. Si mamá entra y ve el desastre…

Justo entonces, el sonido de una escoba estrellándose contra la estatua familiar interrumpió la conversación. El rostro pétreo del abuelo Hoshino se partió en dos, justo antes de que la puerta corrediza se abriera.

—¿Qué no me dirán?

Sakura Sato, matriarca de la familia, estaba de pie con una bandeja de té en la mano, mirada fría y sonrisa leve.

Silencio.

—…¿Pan? —preguntó.

Zuzu salió con un último panecillo en la boca. Todos se congelaron.

—Entrenamiento. Ya —ordenó Sakura sin subir la voz.

EL CAMPO DE ENTRENAMIENTO:

Detrás de la mansión se extendía un campo de piedra blanca, marcado con sellos ancestrales. Allí esperaba Takahashi Kakashi, un hombre alto, de barba gris y un solo ojo, el otro cubierto con una venda mágica. Apoyado en su bastón, chasqueó la lengua.

—Cinco minutos tarde. ¿Motivo?

—El gato robó la comida. Hinata lo persiguió. La estatua del abuelo murió.

Shizuka invoco cuchillos. Mamá ordenó ejecución por entrenamiento —resumió Edu con una sonrisa torpe.

Takahashi bufó.

—Parece un resumen coherente.

—No hay opción. —respondió Takahashi, activando un sello mágico en el suelo.

Desde portales ocultos emergieron… más Zuzus.

—He creado clones del gato real a partir de su pelaje dimensional. Cada uno posee habilidades diferentes: uno manipula el tiempo, otro el espacio, otro la gravedad… uno incluso puede hacer que sientas que comes picante por tres días.

—Regla de hoy: si logran atrapar a los clones de Zuzu, podrán almorzar. Si no… ayunen. Y corran 100 vueltas.

—¡¿Cien?! —gritaron todos.

—¡¡¡¿POR QUÉ EXISTE ESO?!!! —Hinata chilló mientras era arrastrada por un mini-Zuzu con alas.

Edu esquivaba como un bailarín profesional, riendo mientras hacía poses dramáticas.

—¡Admito que esto es lo mejor que me ha pasado en toda la semana!

—¡¡Estás loco!! —gritó Kenji, intentando bloquear ilusiones con barreras.

Durante una hora, la familia entera cayó en trampas creadas por Zuzu: portales diminutos, ilusiones felinas, clones que explotaban en confeti.

—¡Esto es humillante! —gritó Hinata mientras flotaba boca abajo en una trampa de gravedad.

—Al menos no nos aburrimos —dijo Edu entre risas.

Kenji y Hinata lo miraron con ojos de terror.

En la colina, Sakura, Azumi y Shizuka miraban mientras tejían, bordaban o simplemente tomaban té.

—¿Le añadiste la trampa de calcetines invisibles al campo? —preguntó Azumi.

—Claro. Y el árbol explosivo. —respondió Shizuka.

—Lo sabía. Hinata va directo a—

¡BOOM!

—…el árbol explosivo.

Finalmente, Sakura trajo la comida… y a todos les rugió el estómago. Zuzu comió primero, sentado como un rey en la mesa.

LA PROMESA BAJO EL CEREZO:

Por la tarde, Edu y Kenji descansaban bajo el viejo cerezo del jardín. Las flores aún no caían, pero el viento suave movía las ramas con un susurro ancestral.

—A veces pienso que mamá sabe más de lo que dice —comentó Edu.

—Seguro. Ella y papá se comunican con los ojos. Es inquietante —respondió Kenji.

—Hablando de papá… ¿crees que fue un guerrero real?

—Dicen que fue exorcista… o caballero. Nunca habla de eso.

—Creo que él sabe algo más. Algo… sobre nosotros. Sobre el mundo.

Silencio. El viento sopló más fuerte. Zuzu maulló desde el tejado.

Edu cerró los ojos.

—Algún día quiero convertirme en alguien fuerte. No por poder, sino para no perder a nadie. No quiero que nadie a quien ame… muera por mi debilidad.

Kenji asintió, conmovido.

—Entonces entrenaremos hasta lograrlo. Hasta que seamos escudo y espada del otro.

Los pétalos giraron alrededor de ellos como un pacto sellado en flores, barro y sangre de hermanos.

Desde la cima de la colina, Zuzu los miraba, los ojos brillando por un instante.

—Qué dramáticos… los amo.

TARDE EN LA MANSION HOSHINO:

Tras la intensa cacería de Zuzu, los entrenamientos y los regaños, la familia Hoshino finalmente se reunió en la sala común. El fuego de la chimenea crepitaba mientras el cielo se teñía de tonos naranjas y morados. Hinata se recostaba en el regazo de Sakura, mientras Kenji y Edu disputaban una partida de Shinsen-Go, un juego de estrategia mágica con piezas encantadas.

—Si mueves ese peón, pierdes tu barrera celestial —advirtió Kenji, empujando sus lentes con aire calculador.

—O… te obligo a mover tu dragón oscuro y dejo tu templo expuesto —replicó Edu con una sonrisa confiada.

—Chicos… por favor, no peleen más como la última vez —pidió Sakura desde su esquina.

—¿Cuál de todas? —preguntaron los dos al unísono.

Shizuka llegó con una bandeja de dulces. Azumi, la otra sirvienta, le seguía con tazas de leche tibia y pasteles de nube.

—Hoy están tranquilos. ¿No han causado explosiones ni portales en la biblioteca? —preguntó Shizuka con tono sospechoso.

—Eso fue la semana pasada —dijo Edu con la boca llena de pastel.

—Y esta vez fue Hinata —acusó Kenji.

—¡Yo no fui! ¡Fue Zuzu! —chilló Hinata.

Zuzu maulló desde lo alto de la repisa. Tenía puesta una corona hecha con una flor y una capa diminuta que decía "Rey de la Mansión".

Todos rieron.

Incluso Ibuki, que rara vez intervenía, dejó escapar una leve sonrisa mientras leía su libro en la esquina.

El día terminó con todos dormidos cerca del fuego. Edu y Kenji, espalda con espalda, con Hinata abrazando a Zuzu. Sakura cubrió a todos con una manta mágica que se ajustaba sola al frío.

Fin del capítulo uno