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El Último Registro

Soider
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Synopsis
Despertar sin memoria en un mundo donde el tiempo no existe es solo el primer paso para descubrir que tu vida ya está escrita… y que tú eres el único que puede cambiarla. Con un libro que reescribe la realidad y un contador que marca el precio de cada cambio, un hombre debe aprender a sobrevivir en un territorio dominado por sombras, secretos y entidades que cazan a quienes desafían el destino. En un universo donde el poder y la destrucción es tan delgado como un hilo. Esta es la historia de alguien que lucha contra el olvido, contra un Archivo que nunca perdona, y contra un destino que podría no ser suyo. Pero, ¿qué ocurre cuando el último lector comienza a escribir su propia verdad?
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Chapter 1 - La Sala sin Tiempo

No hubo un último instante.No un accidente, un grito, un golpe. No una luz cegadora ni la tibieza de una despedida.Solo… nada.Una ausencia tan absoluta que ni siquiera podía llamarla oscuridad.

Entonces, desperté.

Estaba de pie en una sala circular sin puertas, sin ventanas, sin techo visible. No había sombras. No había un origen claro para la luz que me envolvía, pero todo brillaba con un resplandor suave, uniforme, casi asfixiante. Las paredes eran de un material liso, translúcido, como cristal pulido con siglos de paciencia, y sin embargo, tenía la sensación de que latían, como si estuvieran vivas.

En el centro flotaba un libro. No descansaba en un pedestal ni estaba sujeto por hilos invisibles: simplemente permanecía suspendido en el aire, abriéndose y cerrándose por sí mismo, como si una mano invisible lo hojease a una velocidad imposible. Cada vez que las páginas pasaban, un punzón invisible atravesaba mi mente, dejándome una vaga sensación de haber perdido algo que no alcanzaba a recordar.

Intenté hablar, pero mi voz se rompió en la garganta. La sensación de llevar siglos sin pronunciar palabra me golpeó como un vértigo.

—Sujeto tres-dos-siete.

La voz no vino de ninguna dirección concreta; no viajó por el aire. Me atravesó. Era como si mis pensamientos hubieran sido invadidos por algo frío y ajeno. No era una voz masculina ni femenina, ni siquiera humana. Sonaba mecánica… pero también orgánica, como un susurro a través de un millar de bocas.

—¿Dónde estoy? —logré preguntar.—En el Archivo. Donde se guarda todo lo que fue y será.

El libro se detuvo en seco. Las páginas se quedaron abiertas en una hoja completamente en blanco. En ese instante lo comprendí sin necesidad de que me lo explicaran: esa página era mi vida… o lo que quedaba de ella. Y estaba vacía.

—Tu registro ha sido alterado —continuó la voz—. Faltan fragmentos. Secuencia incompleta.

Un temblor sordo recorrió el suelo, o lo que yo suponía que era suelo. Un zumbido grave empezó a llenar la sala, y del cristal de las paredes comenzaron a desprenderse fisuras negras, finas como cabellos al principio, pero que pronto se expandieron como grietas vivas.

Algo se movía dentro de esas grietas.

Eran hilos oscuros, retorcidos, que reptaban como lombrices en el interior de un frasco. Uno a uno comenzaron a extenderse hacia mí. No había calor ni frío en ellos, pero cuando me rozaron, sentí que algo estaba escribiendo en mis huesos, letra por letra, como si mi cuerpo fuese un pergamino.

En mi visión aparecieron símbolos que no reconocía: líneas, círculos y trazos que cambiaban constantemente, como si buscaran un idioma que pudiera entender. Finalmente, se estabilizaron:

[Autoridad asignada: El Último Registro]Función: Leer y reescribir acontecimientos.Restricciones: Tiempo limitado antes del colapso del hilo.

—¿Qué significa esto? —pregunté, mientras los hilos se enroscaban en mis brazos y mi pecho.—Significa que, desde este instante, eres el último lector de tu propia existencia —respondió la voz—. Todo lo que escribas… o borres… se volverá real.

El libro en el centro de la sala comenzó a arder, pero no con fuego normal: era un fuego blanco, que no emitía calor y que no consumía el papel, sino que lo transformaba en fragmentos de luz. Una de esas chispas voló hacia mí y se incrustó en mi frente.

De pronto, un sonido seco, como un cristal rompiéndose, resonó por todas partes. Las paredes se agrietaron más y más hasta que se pulverizaron en una lluvia de polvo luminoso. La nada que había visto antes de despertar regresó… pero esta vez, no estaba vacía.

A mi alrededor se abrió un cielo púrpura desgarrado por relámpagos negros. Cuatro lunas rotas colgaban en el firmamento, sangrando polvo plateado que caía como ceniza. Bajo mis pies se extendían ciudades imposibles: torres inclinadas flotando sobre océanos de fuego, calles que se doblaban sobre sí mismas, barcos navegando al revés por ríos que ascendían hacia el cielo.

Y entonces, la voz habló una última vez:

—Reubicación iniciada. Que tu escritura sea precisa… o no quedará nada que registrar.

Un viento invisible me arrancó del lugar donde estaba, arrojándome a través del cielo como una hoja seca. El mundo se deformaba a mi alrededor, y entre los destellos, alcancé a ver siluetas colosales observándome… con ojos que parecían hechos de tinta.

No sé cuánto tiempo caí.

Lo único que sé es que, cuando desperté, el libro estaba en mis manos. Y la primera línea ya estaba escrita:

Capítulo 1: La Sala sin Tiempo.