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Chapter 8 - capitulo 8

—¿Dónde se encuentra ese maldito lugar? —decía con una vena marcada en la frente por la frustración de no poder encontrar la posada-restaurante—. Creo que ya he pasado tres veces por esta misma calle…

En ese momento escuché ruidos de fiesta no muy lejos. Siguiendo el bullicio, por fin di con el lugar: una gran taberna acogedora, con una segunda planta que seguramente se usaba como alojamiento.

Al acercarme a la puerta, me recibió una chica-gato de cabello naranja, con orejas y cola del mismo color. Era Anya Formel, conocida por su amabilidad y energía.

—Hola, señor, ¿desea una mesa? —preguntó con una gran sonrisa.

—Muchas gracias, pero no necesito una mesa. Estoy esperando a alguien… ¿por casualidad no habrá llegado ya un chico joven, de cabello blanco, ojos rojos y complexión delgada?

—Sí, se encuentra en la barra. Dijo que esperaba a un tal Karl. ¿Eres tú? —preguntó curiosa.

—En carne y hueso —respondí con una sonrisa divertida.

—Encantada. Puedes pasar, está en el lado izquierdo de la barra.

Le agradecí y me dirigí hacia allí. Bell me saludó con entusiasmo en cuanto me vio y me pidió que me acercara. Le di una palmada en el hombro y me senté en el banco junto a él.

—Bueno, Bell, ¿qué tal te ha ido el día? —pregunté con una sonrisa.

—¡Bien! Mi diosa me actualizó y subí mucho mis parámetros. Además, conseguí una nueva habili… —No terminó, porque le tapé la boca de inmediato.

—Bell, nunca digas tus habilidades en público. Tus habilidades y magias debes mostrarlas solo a tu familia, nunca a desconocidos. Podría traerte muchos problemas —dije con tono serio.

Él entendió y asintió.

—En cuanto a lo de la familia… he decidido aceptar tu solicitud —dije, sonriendo.

—¿En serio? ¡Qué bien! —respondió Bell, casi saltando de la emoción.

En ese momento, una mujer imponente nos interrumpió.

—Ja, ja, ja. Es bueno ver a aventureros tan animados. Decidme, ¿qué quieren que les prepare? —preguntó Mama Mia, la dueña del local.

—Tráenos dos especiales de la casa, yo invito —dije con una sonrisa.

—¡Ese es el espíritu! Si no comes lo suficiente, nunca crecerás rápido y fuerte —dijo Mama Mia, regresando a la cocina.

—Pero Karl, eso es muy caro… —dijo Bell preocupado por mi bolsillo.

—No te preocupes. Antes de venir aquí vendí todas las piedras de monstruos que conseguí en mi viaje por la mazmorra. Con 250,000 balis, esto no es nada —respondí dándole una palmada en el hombro.

Cuando la comida llegó, empezamos a comer mientras compartíamos anécdotas de la mazmorra y experiencias divertidas. De repente, la voz de Anya interrumpió anunciando la entrada de la Familia Loki.

El grupo estaba compuesto por el capitán Finn Deimne el Valiente, el enano Gareth, que había estado desde la fundación, la princesa élfica Riveria, las amazonas Tione y Tiona, el hombre lobo Bete Loga, la princesa de la espada Aiz Wallenstein y la maga Lefiya.

Al girarme hacia Bell, noté que miraba con un leve sonrojo a Riveria y Lefiya.

—Bell… no sabía que te gustaban las elfas, y mucho menos mayores que tú —susurré divertido a su oído—. No creas que no vi cómo miras a Riveria.

Bell enrojeció como un tomate. Yo solo reí por lo bajo mientras él trataba de esconder la cara.

Seguimos comiendo y pidiendo algo de beber. Yo evité el alcohol: en mi otra vida no me sentaba bien, y no quería comprobar si en esta era distinto.

Fue entonces cuando una conversación de la mesa de la Familia Loki nos llamó la atención.

—¡Vamos, Aiz, cuéntales esa historia! —dijo alguien.

—¿Qué historia? —preguntó Aiz, confundida.

—La de los dos chicos que salvaste y que se fueron sin agradecerte a ti y a Tione —respondió entre risas.

—Así no fue como sucedieron las cosas —replicó Tione con seriedad.

—Vamos, ¿me vas a decir que esos dos enclenques mataron al mini-jefe del piso 5? El de ropa negra parecía un poco fuerte, pero seguro que era igual de débil que su compañero de pelo blanco… —dijo Bete, riendo.

—Bete, cállate. Estás borracho —intervino Riveria con severidad.

Bell comenzó a temblar, al borde de las lágrimas. Le puse una mano en el hombro para tranquilizarlo.

—No le prestes atención, Bell. Es solo un lobo amargado que cree que los débiles no sirven… pero él también fue débil alguna vez —susurré.

Bell se calmó un poco, pero Bete no paraba.

—Decidme, Aiz, Tione… ¿qué preferiríais? ¿Salir con uno de esos débiles o con alguien de vuestro nivel? —se burló con una sonrisa.

—Prefiero salir con uno de ellos antes que contigo —respondió Tione con desdén.

Aiz no respondió; siguió bebiendo su jugo. Finn intentaba calmar los ánimos, mientras Loki solo reía y seguía bebiendo.

Yo apretaba mi vaso con tanta fuerza que comenzó a resquebrajarse.

—Seguro que su diosa es igual de inútil que sus hijos… apuesto a que los eligió porque estaba desesperada —dijo Bete entre carcajadas.

Una lágrima cayó de los ojos de Bell. Eso fue la gota que colmó el vaso.

En un parpadeo aparecí detrás de Bete, mis ojos en su forma monstruosa.

—¿Te gustaría repetir lo que acabas de decir, pero ahora delante de mí? —pregunté, mientras una aura púrpura con destellos oscuros me rodeaba.

Bete sintió un escalofrío en la espalda, pero su orgullo lo hizo ponerse de pie. Repitió sus palabras con más fuerza, e incluso se burló de mí y de Bell.

—Lo único que harás esta noche será aprender modales y terminar en el hospital… porque después de mi clase no podrás andar por una semana —dije, agarrándolo de la cara y lanzándolo fuera del local, atravesando la puerta.

En un instante aparecí frente a él.

—Vamos, perro callejero, te voy a poner un collar para que aprendas a comportarte cuando comas con tus dueños —dije con una sonrisa maliciosa.

El público que se había reunido comenzó a reír. Incluso algunos miembros de la Familia Loki.

—¡Maldito! —rugió Bete, lanzándose a gran velocidad. Lo esquivé y le di una patada en el trasero, haciéndolo caer de cara al suelo. Más risas estallaron.

Volvió a lanzarse, pero le puse la zancadilla y volvió a besar el suelo. Ahora el público reía aún más fuerte. Incluso Bell sonreía un poco.

—¡Ja, ja! Te lo mereces, maldito chucho —se burló Tione, provocando más risas.

—¡Maldita amazona plana! ¿Cómo te atreves a burlarte de mí? —gritó Bete furioso.

Tione estaba a punto de abalanzarse sobre él, pero Tiona la detuvo.

—Nunca te han enseñado que a una mujer no se le toca ni con el pétalo de una flor. Será mejor que te disculpes antes de que te obligue —dije, mirándolo fijamente.

—¡Sí, claro! ¿Y cómo vas a…? —No terminó, porque le conecté una patada en el estómago que lo dejó arrodillado con la frente en el suelo.

—¿Ves? No era tan difícil —me reí—. Entonces, señorita amazona, ¿te parece bien esta disculpa o quieres que se arrodille un poco más?

Tione al principio se sorprendió, pero pronto estalló en carcajadas, seguidas por el público.

—Ja, ja, ja. Eres muy divertido. ¿Cuál es tu nombre? —preguntó.

—Karl. Karl Reus. Encantado de conocerte —dije con una gran sonrisa.

—¡Maldito! —rugió Bete, levantándose—. ¡Lucha de verdad contra mí!

—Que quede claro: tú lo pediste —respondí, adoptando posición. De repente, un copo de nieve azul brilló a mi alrededor.

La gente se quedó maravillada.

—Eso no puede ser… —murmuraron Riveria y Lefiya al unísono.

—¿Qué pasa? —preguntaron Finn, Gareth, Tione, Tiona y Aiz.

—Es magia sin canto. Nunca había oído de algo igual. Nadie en la historia ha hecho algo parecido… —explicó Riveria, aún atónita.

Todos quedaron en shock.

—Chucho… hace tiempo que no tengo un buen combate. Alégrame la noche —dije con una sonrisa que hizo sonrojar a más de una mujer.

En un destello de velocidad aparecí frente a Bete, conectándole un puñetazo en el plexo solar. Luego un gancho que lo levantó del suelo, y finalmente junté mis manos cargadas de maná.

—Estilo de Golpe: Garras del Vacío —murmuré antes de descargar el ataque.

El impacto lo hizo escupir sangre y salir volando, rodando por el suelo hasta estrellarse inconsciente en la fuente.

—Ups… creo que me pasé de fuerza —dije rascándome la cabeza.

El público me miraba como peces fuera del agua.

—¿Espera… usaste "un poco más de fuerza"? ¿Eso quiere decir que puedes usar más poder del que mostraste hoy? —preguntó alguien incrédulo.

Solo sonreí, incómodo. En ese momento, sentí a alguien trepar por mi espalda.

—¡Eso fue genial, Mostruo-kun! —rió Tione, colgándose de mí.

—Gracias… pero ¿de dónde salió ese apodo? —pregunté sorprendido.

—Cuando te llevaste a Bete, tus ojos se volvieron negros y tus pupilas rojas. Aunque daban miedo… te quedaban muy bien —respondió con una gran sonrisa.

—El apodo no me desagrada… Parece que ahora un monstruo ayudará a los humanos a conquistar la mazmorra —dije riendo. Tione rió conmigo.

Tras un rato, me acerqué a la Familia Loki con Tione aún a mi espalda.

—Lo siento por el alboroto, me sacó de quicio —dije señalando a Bete, que era recogido por sus compañeros.

—No te preocupes, le vendrá bien —dijo Finn con calma—. Por cierto, Tione, bájate ya, es hora de irnos.

Ella bajó a regañadientes, pero no sin despedirse agitando la mano.

Luego me acerqué a Mama Mia.

—Lo siento por la puerta. Espero que esto sirva para repararla —dije, entregándole 100,000 balis.

—Ja, ja. No te preocupes. Ese chucho se lo merecía. Y en cuanto a la puerta, gracias… aunque la hubieras pagado quieras o no, porque si no te buscaba yo misma —dijo, tronándose los nudillos.

—Bien, Bell. Vámonos para que me presentes a mi nueva diosa —dije sonriendo. Bell correspondió el gesto.

Nos despedimos de las camareras y nos pusimos en marcha hacia el hogar de la Familia Hestia.

Continuará…

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