LightReader

Chapter 19 - Desafío Naciente

—¿Ahora me explicarás tu plan?

—Sí, sí… dame unos segundos para terminar de orquestarlo, y te lo diré.

—Se me hace muy extraño verte planear algo… no luces como ese tipo de persona.

—El boxeo requiere planes rápidos. Si te tienen acorralado, debes encontrar una forma de salir del apuro sin romper las reglas.

—Repito… no luces como ese tipo de persona.

Gorgo bufó, claramente frustrado.

—¿Ves necesario matar al mocoso y al viejo?

—Definitivamente. Con esos dos en la ecuación, nuestros planes a futuro no darán resultados.

Su tono se volvió más frío.

—Si matamos al viejo, el mocoso querrá venganza.

—El mocoso… no lucía como un mal chico…

—Los demás que mataste tampoco lo eran. Y aun así, los eliminaste. Sigue trabajando… no es momento para cuestionarte la moral.

—Sí, señor…

—Has trabajado seis años para mí. Si terminas este encargo, me encargaré de colocarte en un puesto dentro de la corporación donde ya no tengas que ensuciarte las manos. Cobrarás bien… y te jubilarás a los cincuenta con una fortuna en los bolsillos.

—Me da igual el dinero. Cuando acabe esto, quiero largarme al demonio con mi plata y buscar otro estilo de vida.

—No podrás. Una vez que entras en este mundo… nunca sales.

—Gracias por el apoyo…

—Eres uno de mis mejores agentes. ¿Por qué querría que te fueras?

(Se hizo un breve silencio)

—Da igual… si tu plan tiene éxito y me entregas esas tierras… serás libre.

—Tómalo por hecho.

Una semana transcurrió. En total, ya eran catorce días desde el enfrentamiento entre Gorgo y Max. El sol colgaba en lo alto, tibio pero brillante, un día extrañamente cálido para estar comenzando el invierno.

Baldur se dirigía hacia la ciudad. Su intención era visitar a sus amigos Kawaki y Tao Pai en el hospital, llevarles algo de comida y compartir un rato juntos. Antes de partir, había dejado a Oliver y Gouten en una zona boscosa, con ejercicios asignados para continuar practicando las posturas del karate.

—Qué complicado es esto sin el maestro… —comentó Gouten, rascándose la frente—. No hay nadie que nos corrija. Ya no sé si lo estamos haciendo bien o mal…

—Tal vez esa sea la idea —replicó Oliver—. Tal vez tengamos que deducirlo por nuestra cuenta.

—Puede ser… —asintió Gouten, pensativo—. Sigamos entrenando. Siento que hemos progresado mucho esta semana. Estuve pensando en desafiar a Max a un duelo.

—De acuerdo… no nos distraigamos —respondió Oliver con una sonrisa motivada.

Al mismo tiempo, Max se encontraba en la casa principal, sentado a la mesa. Estaba concentrado en revisar un aparato que había traído consigo hacía ya seis años.

Desviaba la mirada de vez en cuando hacia la televisión, donde se transmitía un partido de béisbol.

(hace una hora)

—Me he dado cuenta de varios factores en contra que podrían perjudicarnos en el futuro —comentó Do'cientos, con la voz baja pero firme.

—¿Sí? ¿Cuáles? —preguntó Gorgo, apenas prestando atención.

—Hay tres testigos vivos que te enfrentaron… Lo mejor sería eliminarlos. No quiero cabos sueltos que puedan ponernos en problemas más adelante.

—¿Me darás más trabajo? —respondió Gorgo, fastidiado.

—No. Yo me encargaré. Iré con seis hombres… y también vendrá Noeredor.

—¿Tantos hombres para tres tipos hospitalizados? —preguntó Gorgo, alzando una ceja.

—Estamos hablando de sujetos que sobrevivieron a tus malditos golpes —contestó Do'cientos, girando lentamente la cabeza hacia él.

—Ya veo… —murmuró Gorgo, rascándose la mandíbula—. Es un buen punto.

—¿Está todo listo?

—Sí… al cien por ciento.

—Perfecto. En marcha entonces.

Max volvió la vista al televisor justo cuando el bateador conectaba un home run perfecto. Sin embargo, el partido fue abruptamente interrumpido por un boletín de última hora.

—Noticias urgentes: un grupo armado ha comenzado a disparar indiscriminadamente en la ciudad. Las autoridades instan a evacuar la zona de inmediato para evitar víctimas. Por ahora no se han reportado muertos… pero eso podría cambiar en cualquier momento —anunció la presentadora, con tono grave.

Max observaba con atención, pero sus ojos se abrieron de par en par al identificar una figura entre los atacantes: Gorgo. Su mandíbula se tensó, y sin pensarlo dos veces, dejó el dispositivo sobre la mesa y salió corriendo de la casa.

Al llegar al camino de tierra que conectaba con la ciudad, flexionó las piernas y ejecutó un salto descomunal, cubriendo dos kilómetros de un solo impulso.

Así comenzaba el plan de Gorgo: meticuloso, dividido en cuatro fases, y con un objetivo claro… la victoria.

<< ❶ Llamar la atención de Max y atraerlo a la ciudad, dejando a Baldur solo en el dojo. >>

Max corría velozmente hasta la zona donde las noticias mencionaron el tiroteo, al doblar una calle, se topo de frente con un sujeto vestido con armamento militar y una metralla. Detrás de él estaban sus compañeros

El sujeto no tardo en apuntar su arma y disparar una ráfaga al joven.

― ¡muévete desgraciado!¡me estorbas! ― le grita Max, mientras atrapa las balas en el aire con su mano, y al alcanzarlo, le conecta un zurdazo en las costillas al sujeto, provocando que choque con un vehículo estacionado.

Con las balas atrapadas en su mano, Max las lanza a otro de los hombres, provocando que este se cubra con el brazo, un grave error, ya que Max le propino una patada en el estomago que lo lanzo contra uno de sus compañeros.

—¡Saquen al relleno de la arena! —gritó Max, al estrellar a un cuarto sujeto contra un muro con un gancho certero.

Los dos soldados restantes, aterrados, vaciaron sus cargadores. Max apenas levantó los antebrazos para cubrirse los ojos, y las balas rebotaron contra su piel sin siquiera dejar marcas.

En un parpadeo, se lanzó hacia ellos, tomó a cada uno por el pecho y los arrastró con violencia contra el suelo, dejándolos inconscientes.

Al asegurarse de que ninguno estuviera muerto, soltó un respiro breve. El tiroteo había terminado. Todos estaban fuera de combate.

—Eso fue rápido… —dijo una voz conocida.

Max alzó la vista. Al final de la calle, de pie junto a la entrada de un oscuro callejón, se encontraba Gorgo.

—¡No sufriste ningún daño! ¿Qué diablos eres?

—El inicio de tu final… —le respondió Max con firmeza, lanzándose al ataque.

Sin embargo, su avance fue interrumpido por el vuelo repentino de un auto que se dirigía directo hacia él.

—¿Otra vez este chiste? —bufó Max, y de un puñetazo descomunal, envió el vehículo de regreso en la dirección de donde vino… pero Gorgo ya no estaba allí.

Al instante, Max dirigió la vista al callejón. Corrió y se plantó frente a la entrada, preparado para el contraataque. Pero no lo vio venir: un contenedor de basura lo golpeó de costado, haciéndolo trastabillar.

Con rapidez, apartó el contenedor de un golpe, y se enfocó al frente justo a tiempo para ver cómo el puño de Gorgo se acercaba veloz hacia su rostro.

Max reaccionó al instante: atrapó el puño en el aire y, con gran precisión, lanzó una patada directa al rostro del grandulón.

Pero algo no encajaba.

Gorgo ni se inmutó.

Max, por el contrario, sintió un cosquilleo doloroso recorrerle la pierna. Su pie comenzó a entumecerse.

—¿Qué…? —murmuró, confundido. Por primera vez en la pelea, Max estaba sorprendido. Su fuerza no había tenido efecto.

En ese momento, Gorgo logró propinarle un golpe brutal en el pecho a Max. El impacto fue tan potente que el joven atravesó el ventanal de un edificio, estrellándose contra escritorios y sillas que volaron por el aire.

—¿Qué rayos pasó? —murmuró Max, poniéndose de pie con una mueca de dolor. Se llevó la mano al pecho y frunció el ceño—. Mis golpes ya no surten efecto…

Miró por el cristal roto hacia la calle. Gorgo lo observaba desde abajo con una sonrisa tranquila, como si todo estuviera saliendo exactamente como había planeado.

—Claro… —razonó Max—. Han pasado dos semanas desde la última pelea… por supuesto que se habría preparado. No tengo ningún motivo para seguir conteniéndome…

Mientras tanto, Gorgo permanecía de pie, firme, como una montaña que esperaba el choque de una tormenta.

—Perfecto… —pensó con orgullo—. Mi cuerpo ya se adaptó a la fuerza contenida del mocoso. Ahora va a pelear con todo… y mi única tarea es aguantar.

<< ❷: Resistir el combate con Max. Un único objetivo en mente… >>

Max se lanzó con furia al combate, conectando tres golpes rápidos con fuerza total. Cada uno se sintió como el impacto de una bala de goma. El cuarto, sin misericordia, envió a Gorgo volando hacia un muro de concreto.

El grandulón se estrelló con fuerza, pero no cayó. Se movió a un lado justo a tiempo, esquivando una patada que destrozó la pared como si estuviera hecha de plástico.

<< Tras resistir los cuatro ataques sin contención de Max, algo comenzó a despertarse dentro de Gorgo Garilla. Un ardor creciente emergía desde su interior, abrasando su carne, endureciendo sus músculos. No era dolor. Era parte del entrenamiento. Un trabajo interno brutal, diseñado para forzar al cuerpo a evolucionar en medio del combate. >>

Max despegó el pie de la pared justo a tiempo para bloquear un devastador golpe de Gorgo. La fuerza fue tal que lo mandó a volar una cuadra entera.

—¿Y esa fuerza...? —se preguntó, confundido, mientras una gota de sudor resbalaba por su sien.

<< El ardor interno se apagó por un momento, pero Gorgo Garilla no estaba satisfecho. No era suficiente. No iba a pasar a la siguiente etapa del plan hasta alcanzar el límite. >>

Se lanzó otra vez sobre Max. Este lo esquivó con un simple agachado, cargó energía en sus palmas y apuntó directo al abdomen del grandulón.

Gorgo apretó los dientes y cerró los ojos, aceptando el impacto sin defenderse. La explosión de energía lo arrojó al suelo. Cayó de rodillas… y escupió sangre.

<< El ardor volvió con intensidad renovada. El cuerpo respondía, pero no sin consecuencias: sus órganos internos habían sido golpeados por la onda expansiva. El exterior resistía… pero por dentro, la batalla estaba dejando huellas. >>

Rápidamente, Gorgo intentó conectar un golpe, lo justo para alejar a Max. Lo logró: el joven retrocedió con un ágil salto, manteniéndose en guardia, claramente sorprendido.

Ya no estaba frente al mismo hombre que una vez esquivaba el combate al menor indicio de derrota. Gorgo era otro. Distinto. Más firme.

Mientras se incorporaba, Gorgo notó algo inquietante: no sentía dolor, pero su cuerpo le enviaba señales… algo no estaba bien en su interior. Sin embargo, el ardor, ese fuego extraño que lo ayudaba a resistir. había desaparecido otra vez, dándole un respiro.

Y así, pudo dar por completada la segunda etapa de su plan.

<< ❷: Resistir el combate contra Max. Un único objetivo en mente: adaptarse, sobrevivir… y evolucionar ante el poder del muchacho al completo. >>

More Chapters