"No dormí. En lugar de eso, me senté en la cama, abrazando a Lior. La luz amarilla había desaparecido tan rápido como llegó, dejándome con el corazón en la garganta y la mente hecha un lío. Miré a Lior. Parecía el mismo de siempre: un viejo peluche con las orejas caídas. Pero yo sabía lo que acababa de pasar.
—¿Qué demonios eres tú? —le susurré. Claro, no me respondió. Capricho, sin embargo, levantó la cabeza de la cama y me miró con sus ojos enojones, como si le hubiera hecho una pregunta estúpida. Quizá la hice.
Me pasé el resto de la noche dándole vueltas al asunto. Lo de la iglesia, la mujer, la luz de Lior... todo estaba conectado. Pero ¿cómo? Tenía un misterio entre manos, y como buena fotógrafa, sentía la necesidad de captar la imagen completa. Tenía que descubrir la verdad.
Mi primera idea fue revisar la foto. Mi ordenador portátil, siempre un compañero fiel, estaba sobre la mesa. Lo encendí y abrí la imagen. La foto de la iglesia. A primera vista, todo se veía normal. Pero me acerqué, buscando el lugar donde había visto a la mujer. Y ahí estaba. El destello plateado. En la foto, no era solo una mancha de luz. Si la ampliaba lo suficiente, podía ver una especie de... onda. Como si el aire en ese rincón se estuviera arrugando. Era algo imposible, algo que mis ojos no podían creer.
Pero no era lo más raro. Al lado de la onda, había un símbolo. Pequeño, casi invisible, como una letra o un dibujo que no reconocía. Lo guardé en mi teléfono, tomándole una captura de pantalla. Quizás mis amigos podrían ayudarme a entender qué era.
A la mañana siguiente, con el cansancio pesándome, me senté a tomar café mientras Capricho intentaba, sin éxito, robarme una galleta. Miré el teléfono. El símbolo. Y de repente, un recuerdo me golpeó. No un recuerdo mío, sino uno de esos que se sienten ajenos. Era una voz. Un susurro en mi mente.
Solo puedes ver lo que ellos no quieren que veas.
El susurro me puso la piel de gallina. Me hizo pensar en mi familia. En la distancia. En los secretos que siempre sentí que se escondían de mí. Y me di cuenta. Lo que yo había creído que era mi universo normal, mi día a día, era solo una capa. Y la mujer, la luz de Lior, el símbolo... todo eso estaba rasgando esa capa, revelando algo mucho más grande, más extraño y más peligroso. Algo que, de alguna forma, siempre había estado en mí.