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Chapter 5 - la nueva integrante

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"CAPÍTULO 5 — LA PRIMERA INTEGRANTE"

El sonido del timbre de la hora final resonó por los pasillos como una liberación.

Los estudiantes salieron de las aulas entre risas, gritos y pasos apresurados.

Pero en medio de aquel caos, "Leónidas Volkhov" caminaba en dirección contraria, con una carpeta bajo el brazo y una idea persistente en la cabeza.

Había pasado tres días desde la pelea con "Reiji", y aunque sus costillas aún dolían, lo que más pesaba en su mente no era el combate… sino el silencio que vino después.

El "Club de Observación y Conocimiento", como lo había llamado, ya estaba oficialmente aprobado.

Tenía su sello. Tenía su aula asignada.

Pero no tenía miembros.

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El salón que le habían asignado estaba en el edificio viejo del ala norte, un lugar que olía a polvo y a madera envejecida.

Las ventanas dejaban pasar una luz grisácea, y las paredes estaban llenas de carteles antiguos, restos de clubes desaparecidos:

"Club de Literatura 2009", "Club de Astronomía", "Club de Filosofía Experimental".

Leónidas suspiró y dejó la carpeta sobre el escritorio.

El eco del golpe resonó en la sala vacía.

—"Club de Observación y Conocimiento"… —repitió en voz baja—.

Suena más a refugio que a club.

Abrió la libreta que usaba para anotar ideas.

En la primera página había escrito con su letra firme:

>"Observar es entender. Entender es sobrevivir."

Era su lema, su pequeño recordatorio de por qué hacía las cosas.

Desde que había llegado a "Yokohama Kōri Gakuen", nada había tenido sentido.

Un colegio gobernado por bandas, con jerarquías absurdas, donde los profesores fingían no ver lo que pasaba.

Pero él no era del tipo que se adaptaba: prefería entender el caos antes que seguirlo.

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El reloj marcó las cuatro.

Y entonces, la puerta se abrió con un chirrido.

Leónidas levantó la mirada.

En el umbral estaba una chica.

Pequeña, con el uniforme perfectamente ordenado y unos lentes redondos que reflejaban la luz de la ventana.

Tenía el cabello negro, recogido en una trenza suelta, y sostenía una carpeta contra el pecho como si fuera un escudo.

—¿E-esto es el club de conocimiento? —preguntó con voz temblorosa.

Leónidas parpadeó.

—Sí. Aunque técnicamente se llama "Club de Observación y Conocimiento". Pero sí. —Se inclinó un poco hacia atrás en la silla—. ¿Qué necesitas?

—Leí el anuncio del tablón… decía que buscaban miembros —murmuró, sin levantar mucho la vista—.

Y… me interesa lo de "conocimiento".

Él la observó unos segundos.

No parecía pertenecer a ningún distrito: su insignia del uniforme no tenía color.

Eso significaba que no estaba afiliada a ningún grupo.

Una "neutra". Rara, pero útil.

—¿Tu nombre? —preguntó él.

—S-souma Aki —respondió ella, haciendo una pequeña reverencia.

—Souma, ¿eh? —repitió Leónidas, cruzando los brazos—. ¿Y qué sabes hacer, Souma Aki?

Ella vaciló un momento, como si la pregunta la intimidara.

Luego, sacó de su carpeta un cuaderno repleto de apuntes, diagramas, recortes de periódicos y estadísticas.

Lo puso sobre el escritorio con un golpe seco.

—Sé observar… —dijo finalmente—. Y sé registrar lo que otros no notan.

Leónidas abrió el cuaderno, curioso.

Había páginas enteras con esquemas de los "distrito"mapas del campus, horarios de los líderes, incluso notas sobre los combates recientes.

Al final de una página había una anotación escrita con lápiz fino:

> "Los distritos son un sistema autodestructivo. Su caída será interna, no externa."

El ruso levantó una ceja.

—Interesante forma de suicidarte si alguien más lee esto.

Aki se sonrojó.

—No es… que quiera causar problemas. Solo me gusta analizar patrones.

Leónidas cerró el cuaderno y lo empujó de nuevo hacia ella.

—Entonces encajas perfectamente aquí.

Ella lo miró, confundida.

—¿Eh?

—Bienvenida al club —dijo con una media sonrisa—. Oficialmente eres la primera integrante.

Aki parpadeó, incrédula.

—¿En serio? Pero… ¿no tienes requisitos? ¿Pruebas o entrevistas o algo así?

Leónidas encogió los hombros.

—Acabas de traer más información útil que todo el consejo estudiantil junto. Eso basta.

Ella bajó la mirada, intentando ocultar una sonrisa nerviosa.

—G-gracias.

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El resto de la tarde pasó tranquila.

Mientras Leónidas ordenaba papeles, Aki ya había comenzado a clasificar los datos del colegio por distrito, creando archivos con etiquetas de colores.

Su concentración era tal que, por momentos, el aire se sentía más ligero.

—Oye, Souma —dijo Leónidas, apoyándose en el escritorio—.

¿Por qué no te uniste a ningún distrito?

Ella se detuvo un segundo, sin dejar de escribir.

—No me gusta… pertenecer a bandos. —Su voz sonó más firme que antes—. En los distritos todo es apariencia. Aquí… parece que puedo pensar en voz alta.

Leónidas la observó un momento.

—Buena respuesta.

El reloj marcó las seis.

Aki cerró sus carpetas, recogió su mochila y se acercó a la puerta.

Antes de irse, se detuvo.

—Señor Leónidas… —dijo en voz baja—.

Si quiere que el club crezca… debería observar menos desde lejos y escuchar más de cerca.

Él la miró, sorprendido.

Pero ella ya había salido del aula, dejando solo el eco de su consejo.

Leónidas soltó una risa breve.

—Tsk… qué chica tan extraña. —Se reclinó en la silla, mirando el techo—. Pero tiene razón.

Fuera, el sol comenzaba a ponerse, tiñendo los ventanales de un tono ámbar.

En el viejo edificio del norte, el Club de Observación y Conocimiento tenía su primer miembro.

Y aunque ninguno lo sabía todavía, ese pequeño paso sería el inicio de algo mucho más grande.

Porque mientras Leónidas y Souma trabajaban en silencio,

en los "Nueve Distritos" los líderes ya habían oído hablar del nuevo club que observaba demasiado…

y algunos no estaban contentos con eso.

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