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El Susurro De Las Hojas De Sombra/The Whisper of the Shadow Leaves

DarkLeaves
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Synopsis
Aetherius Emwind reencarnó 350 años en el futuro después de morir en su emocionante y ultima pelea, en esta vida decidirá recorrer su nueva vida placenteramente mientras conoce a gente nueva y descubrirá su meta final pero no todo es felicidad en su vida, para lograr su meta tendría que pasar por terribles escenario y complicaciones en su recorrido. Aetherius Emwind reincarnated 350 years into the future after dying in his thrilling and final battle. In this life, he will decide to journey through his new existence pleasantly while meeting new people and discovering his ultimate goal. However, not everything is happiness in his life; to achieve his goal, he would have to pass through terrible scenarios and complications along his journey.
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Chapter 1 - Capitulo 0

Una detonación colosal estremeció el campo de batalla. El estruendo no fue solo un ruido: fue un rugido que desgarró el cielo, un trueno nacido del choque brutal de nuestras magias. El aire ardía, vibraba, silbaba como si todo el mundo estuviera gritando. Fragmentos de roca y polvo cayeron como lluvia de cenizas, mientras el suelo temblaba bajo nuestros pies y el horizonte se incendiaba con destellos de poder.

Aun así, en medio del caos, nuestros gritos se alzaban como cuchillas, y nuevas explosiones resonaban en la lejanía, encadenadas como tambores de guerra. Mis oídos apenas distinguían el sonido metálico de nuestras armas cuando chocaban: un estrépito seco, cortante, que partía el aire como relámpagos.

"¿Eso es todo lo que tienes?" rugió mi oponente, con el rostro perlado de sudor, la mirada encendida. Había frustración en su voz, sí, pero también una alegría salvaje, como si aquel combate fuera la última canción de su vida.

Sonreí con un hilo de aliento, sintiendo cómo mis músculos ardían y mi pecho se hundía bajo el peso del cansancio.

"Sí… eso es todo lo que puedo ofrecerte" le respondí, no con vergüenza, sino con una felicidad serena. Mi cuerpo estaba al borde del colapso, pero en mi interior algo brillaba:, eraeraorgullo.

Él me miró, respirando hondo, y habló con voz grave, cargada de respeto:

"Ciertamente me he divertido luchando contigo. Para ser franco, creí que podías ir más allá… pero me siento orgulloso de haber cruzado armas con mi gran amigo y enemigo. Esta es nuestra última pelea."

Sonrió ampliamente, aunque incluso él, con toda su fuerza restante, mostraba en su mirada el peso del cansancio.

"Pero me temo que hasta aquí termina nuestro glorioso enfrentamiento" susurró, y en un parpadeo se desvaneció de mi vista.

Una sombra se materializó a mi derecha. Su espada brilló, describiendo un arco letal que buscaba partirme del hombro a la cintura. Apenas tuve tiempo de alzar mi lanza; mi reacción fue lenta, torpe. El acero encontró carne. Sentí el impacto, el calor, y luego la debilidad: caí de rodillas, la sangre latiendo en mis oídos. Mi lanza se me escapó de las manos y resonó contra el suelo.

Él enfundó su espada lentamente, con un gesto solemne. Me miró con tristeza; sus ojos, tan fieros en la batalla, ahora temblaban con una melancolía profunda. Sabía que no volveríamos a tener esas luchas que nos definieron, que todo aquello se estaba desvaneciendo conmigo.

Con un hilo de voz, reuní mis últimas fuerzas:

"Gracias… mi amigo. Ciertamente me divertí todos estos años, luchando contigo… e incluso conviviendo de vez en cuando" tosí, sonriendo. "Pero tristemente ya es hora. No te sientas solo cuando me haya ido… jajajaja."

Él apartó la mirada, burlándose con voz rota:

"Je… ni quién te vaya a extrañar" dijo, pero sus manos temblaban cuando me sostuvo y me recostó con cuidado en el suelo. Colocó mi lanza entre mis manos, cruzadas sobre mi estómago, como si sellara un juramento.

Con la última chispa de mi vida, le hablé mientras mis ojos se nublaban:

"Espero… que algún día podamos reencontrarnos y tener otra gran pelea…"

Él sonrió con tristeza, pero en su rostro había una chispa de esperanza:

"Espero que así sea. Y mientras llega ese momento… iré por el mundo contando nuestra gran batalla, para que nadie la olvide."

Sus palabras fueron lo último que escuché con claridad. El ruido del campo de batalla se desvanecía; el polvo, la sangre y el rugido del viento se disolvían en silencio. Mi amigo permanecía a mi lado, inmóvil, acompañándome en mi lenta pero tranquila partida.

"Adiós, mi gran amigo…" murmuré, mientras la oscuridad me envolvía.