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Chapter 14 - Hospital Saint Luke's

Amelia no tardó en llegar al hospital Saint Luke's, donde la esperaba Matthew Simons en la entrada, listo para explicarle toda la situación a la joven elemental. Sin embargo, pese a que Amelia intentó acercarse en un primer momento, hubo algo que la detuvo. Una presencia fría y siniestra. Era enorme, como ninguna otra que hubiera sentido en el pasado. Amelia había tenido misiones en el pasado, todas bajo supervisión de un instructor con muchos años de experiencia encima; la joven había sentido la conexión de varios Oscuros antes, pero esta era diferente. Era gigante, equivalente a 10 o 12 Oscuros juntos en un solo lugar. Matthew también la sintió y comenzaron a buscar de dónde venía dicha conexión.

—¿Puede ver algo? —preguntó Amelia.

—No.

La conexión estaba ahí, pero era imposible saber a quién pertenecía. Su intensidad era tal que parecía cubrir un rango bastante amplio, haciendo casi imposible detectar de dónde provenía. Si el lugar hubiera estado vacío, tal vez el trabajo hubiera resultado más fácil, pero la sala de emergencias tenía unas 50 personas dentro, era como buscar una aguja en un pajar. Al menos que el dueño de esta conexión pasará frente a ellos, no habría forma de encontrarlo.

Mientras Amelia y Matthew intentaban encontrar al dueño de esta conexión, Jordan se encontraba conversando con Jessica. Amy había salido para darles espacio, pero al sentir aquella conexión, se reunió con su padre y Amelia para ayudarlos a localizar al dueño de dicha presencia. Jordan no se percató de esto y continuó conversando con su hermana. Llevaban así unos diez minutos desde que la joven despertó.

Media hora antes, los resultados de los análisis de sangre de la chica llegaron. Como sospechaba el doctor, la joven tenía bajos sus niveles de azúcar. Una vez supieron esto, comenzaron a administrarle glucosa vía intravenosa. No pasó mucho tiempo, probablemente unos quince minutos, hasta que Jessica despertó. Apenas lo hizo, se sintió mareada, con un gran dolor de cabeza y mucha hambre, pero lo más extraño es que había alguien sujetando su mano. Trató de moverla, pero al hacerlo solo alertó a la persona que la estaba sosteniendo, Jordan.

—¡Gracias a Dios! —exclamó el chico mientras unas cuantas lágrimas caían por su rostro—. Pensé que…

Jessica inmediatamente se apartó y se sentó en la cama con rapidez, grave error. Una fuerte sensación de mareo se apoderó de ella y pensó que se volvería a desmayar. Jordan lo notó y la sostuvo para que no se golpeara la cabeza.

—Oye, tranquila —le dijo Jordan, pero Jessica intentaba apartarlo, no quería tener nada que ver con él.

—¡Aléjate de mí! —Jessica estaba aterrada, pero se las arregló para empujar a Jordan y alejarlo de ella.

—¡Oye! —Amy, quien se encontraba junto a Jordan en ese momento, no se tomó muy bien esa actitud— Jordan te trajo hasta aquí. No puedes solo…

—Está bien, Amy —Jordan la detuvo de discutir con Jessica y regresó a su asiento.

Al joven le dolía no poder hablar con su hermana y explicarse, pero sabía que esa actitud era algo normal dadas las circunstancias. Así que estaba dispuesto a mantener distancia y esperar a que Jessica estuviera lista para abrirse. Hasta entonces, se mantendría alejado, pero estaría cerca, dándole apoyo a su hermana menor.

Una vez que el mareo paró, Jessica miró a su alrededor, tratando de identificar el lugar. No tardó en reconocerlo; estaba en el hospital Saint Luke's. La joven suspiró, se preguntaba cómo había llegado hasta ese lugar; lo último que podía recordar era que estaba con Jordan, discutió con él y luego todo se volvió borroso. En realidad, la chica no se desmayó por completo hasta que Jordan la puso en su espalda. Jessica había presenciado cómo Jordan golpeó al líder de los matones para después amenazarlo. Presenció cómo los matones se largaban y cómo Jordan la colocaba en su espalda y la llevaba al hospital. Sin embargo, esos últimos recuerdos estaban demasiado borrosos. Un minuto después el doctor llegó.

—¿Doctor Powell? —preguntó Jessica. Parecía reconocer al doctor, cosa que llamó la atención de Jordan.

—Hola, Jessica —dijo el doctor mientras comenzaba a escribir los signos vitales de la joven en su anotador—. Me alegra ver que estás despierta.

—¿Qué me pasó? —preguntó la chica.

—Tuviste hipoglucemia, se te bajó el azúcar. Ya te tratamos, pero necesitas comer para recuperarte por completo —explicó el doctor.

Un enfermero le entregó a Jessica una bandeja llena de comida. El doctor notó la tensión que había entre los hermanos, por lo que suspiró antes de dirigirse a Jessica.

—Jessica, no conozco los detalles, pero tu hermano fue quien te trajo hasta aquí —esas palabras hicieron que los recuerdos borrosos de Jessica se aclararan; ahora recordaba como su hermano la había defendido—. Él se ha quedado a tu lado hasta ahora, esperando a que despertaras —Jessica se mostró apenada—. Al menos deberías mirarlo a la cara —el doctor comenzó a irse—. Si no te sientes satisfecha con eso, no sientas vergüenza y pídenos más —dijo el doctor para finalmente marcharse, pero la joven no parecía tener hambre, a pesar de que su cuerpo le pedía a gritos que comiera.

Jessica se animó a mirar a Jordan; los ojos del chico estaban a nada de estallar en llanto. "No te dejes engañar", pensó la joven, tratando de protegerse. Siempre ha sido así. Su primer año de secundaria fue el que la motivó a cambiar su forma de vestir y de ser. Había unas chicas con las que salió por un tiempo, Karen y Nancy. Un día, unas chicas de noveno grado las abordaron y las acusaron de tratar de ligarse a sus novios. Obviamente, Jessica no sabía nada acerca de ese tema, pero Karen y Nancy le echaron toda la culpa. ¿El resultado? Las jóvenes le dieron una golpiza a Jessica, mientras Karen y Nancy escapaban y la dejaban sola.

Desde ese día, Jessica solo confió en dos personas y una de ellas era Lucía. La joven se cerraba por completo a la idea de mostrarse vulnerable ante alguien más otra vez. Sin embargo, al ver a Jordan tan preocupado por ella, no pudo evitar bajar la guardia. Suspiró y comenzó a comer en silencio.

—¿De qué querías hablar? —preguntó Jessica mientras masticaba su comida. La mirada de Jordan se relajó.

—Yo… quería disculparme —Jessica miró a Jordan y guardó silencio. Amy, al notar que era un momento íntimo entre ellos, salió del cubículo y esperó mientras ellos hablaban—. Quería pedirte perdón por todo. Por no haberte ayudado en todos estos años, por haberte dejado sola y por ser un mal hermano —Jessica se mantuvo en silencio—. Entenderé si no quieres perdonarme, pero quiero que sepas que estoy aquí y no me iré a ninguna parte.

Fue ahí donde Jessica entendió todo. Recordó la nota que había recibido unos días antes. Se dio cuenta de que la forma de hablar de Jordan transmitía los mismos sentimientos que aquella nota. La joven tragó su alimento y bebió un poco del jugo de uva que le habían dado en el hospital.

—Los espaguetis estaban deliciosos, J —Jordan miró a Jessica impactado, pero luego sonrió.

—Me alegro —Jordan se limpió los ojos. Finalmente, había conseguido acercarse a su hermana menor; podía empezar a arreglar las cosas—. El doctor Powell parece conocerte —señaló Jordan, tratando de seguir con la conversación.

—Sí, bueno, eso pasa cuando vienes aquí seguido —dijo Jessica casualmente; esto llamó la atención de Jordan.

—¿Vienes aquí seguido? —preguntó sorprendido y sin entender nada—. No estás metida en drogas, ¿verdad? —Jessica miró a Jordan con una ceja levantada.

—No y jamás me voy a meter porquerías en el cuerpo —dijo la joven con un gesto de fastidio en el rostro—. No vengo aquí por gusto, es solo que a veces… bueno, digamos que tengo discusiones muy intensas.

Jordan recordó la forma en la que Jessica había golpeado a los chicos más temprano; si lo sumaba a ese comentario, significaba que Jessica solía meterse en peleas a menudo. Lógicamente, en alguna de esas peleas debió terminar en el hospital, fuera como paciente o como la testigo del paciente al que golpeó hasta la inconsciencia. Jordan no quería pensar en la segunda opción, pero luego de lo que vio no podía dejar de hacerlo. Sin embargo, había un problema: ¿cómo es que Ana, la madre de ambos, no se había enterado de nada de esto? Es cierto que la mujer prefería mantenerse alejada de su hija menor, pero ella seguía siendo la representante legal de Jessica. ¿Por qué no la habían notificado de que Jessica estaba en el hospital?

—Me gusta la pasta, las películas de acción y comedia y también los animes shonen y de peleas —aquellas palabras confundieron a Jordan.

—¿Qué?

—Te estoy diciendo lo que me gusta —explicó la chica y Jordan finalmente lo entendió; Jessica estaba tratando de conectar con él.

—Oh, ya veo —dijo Jordan—. Bueno, yo he visto muchas películas de acción. ¿Cuál es tu favorita?

—Transformers: Dark of The Moon —respondió la joven; Jordan sonrió.

—Esa es buena, pero me gusta más Transformers: Age of Extinction —Jessica hizo una mueca de incredulidad.

—También me gusta, pero Dark of The Moon tiene mejor historia —argumentó la chica.

—¿"Historia"? Son solo un montón de robots gigantes peleando y destruyendo todo; tampoco se necesita pensar demasiado en la trama —contraatacó el chico.

Ambos siguieron hablando un rato más, estableciendo una conexión entre ambos. Todo mientras Amy, Matthew y Amelia buscaban a un poderoso Oscuro dentro del hospital, sin saber que aquella persona estaba más cerca de lo que ellos creían.

La cortina del cubículo se abrió y una hermosa mujer rubia de ojos marrones apareció frente a la cama de la chica. Jessica parecía feliz de verla, pero Jordan no conocía a aquella mujer de nada. La mujer sonrió al ver a Jessica; todavía había un destello de preocupación en su rostro, pero se la veía aliviada al saber que la joven estaba bien. Por otro lado, no estaba nada contenta de ver a Jordan. Lo consideraba un cobarde por no proteger a Jessica en diez años, pero se preguntaba la razón de su presencia en aquel lugar. Sin embargo, la mujer logró ocultar estos sentimientos con mucha facilidad.

—Hola, señorita Johnson —dijo la joven mientras tenía la boca llena.

—Jessica, no estamos en la escuela, así que no necesitas ser tan formal —expresó la mujer mientras se cruzaba de brazos—. Además, no hables con la boca llena, niña —Jessica cerró la boca, pero sonrió igualmente.

Sin embargo, Jessica de pronto sintió un escalofrío subir por su columna, lo que la hizo temblar. Esto llamó la atención de Jordan.

—¿Pasa algo? —preguntó el hermano mayor.

—No, solo sentí escalofríos por un segundo —respondió Jessica.

Esto alertó a Lucía y provocó que, por un breve momento, su máscara se cayera. El aire acondicionado no estaba tan fuerte como para provocar aquella reacción y el cuerpo de Jessica no tenía fiebre, así que tampoco era por esa razón. La mujer sabía lo que significaba, sabía cuál era el motivo. Sin más remedio, apagó su conexión, lo que alertó aún más a las tres personas que la estaban buscando. Lucía entendió que siempre estuvo en lo cierto; había deseado estar equivocada, pero no era así. Ahora no había dudas al respecto, Jessica era la elemental de fuego y Lucía tenía que sacarla de la ciudad antes de que los Iluminados lo descubrieran también.

—Seguramente no es nada, puede que solo estés demasiado sensible por todo lo que pasó —comentó Lucía casualmente, volviendo a ponerse su máscara.

—Sí, seguro —entonces, el rostro de la chica se iluminó—. Oh, cierto. Lucía, él es mi hermano mayor, Jordan. Jordan, ella es Lucía Johnson, mi maestra de matemáticas —Jessica los presentó de forma casual.

—Encantada de conocerte, Jordan —dijo la mujer extendiendo su mano para estrecharla con Jordan.

—Igualmente, pero… ¿Qué está haciendo usted aquí? —preguntó el joven.

—Oh, no es nada. Jessica faltó a la escuela, así que llamé al doctor Powell pensando que se había metido en otra pelea —Jessica desvió la mirada a otro lado—. Me sorprendió mucho escuchar que se desmayó por saltarse el desayuno.

—Ya veo —aunque Jordan estaba muy preocupado, decidió no hacer demasiadas preguntas.

Al final, el doctor Powell dio de alta a la joven y todo el tratamiento fue pagado por Lucía. La mujer no dio muchos detalles sobre sus motivos, pero Jessica parecía cómoda al lado de Lucía, por lo que Jordan no le dio más importancia. El joven no tenía idea de que Lucía Johnson era en realidad una usuaria elemental afiliada a LaOrden de las Sombras, una Oscura, pero no era cualquier Oscura; Lucía Johnson arrastraba una larga fila de cadáveres a sus espaldas, sus víctimas. Ninguno de los hermanos lo sabía, pero estaban conviviendo con La Tigresa del Rayo.

Mientras salían del hospital, Jordan aprovechó para presentar formalmente a Jessica con Amy, su novia. La joven pelirroja sonrió y ambas chicas congeniaron al instante. Mientras charlaba amenamente con Amy, Jessica cruzó caminos con una joven de cabello totalmente blanco parada junto a la puerta del hospital. La chica estaba hablando por teléfono y, fuera de que era bastante guapa, Jessica no pudo evitar sentir algo muy extraño: sentía que conocía a esa chica de algún lugar, pero no sabía decir de dónde. Sin embargo, además de la sensación de déjà vu, la joven comenzó a sentir que un leve calor se acumulaba en su rostro.

—¿Pasa algo? —preguntó Jordan al ver a Jessica detenerse.

—No, no es nada —dijo la joven mientras se daba la vuelta y continuaba su camino.

Detrás de ellos, Amelia colgó su llamada y dedicó una última mirada a Jessica.

—Nos vemos pronto, Jessica.

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